«No pasarse de la raya», no abordar el semáforo en rojo, son recomendaciones que apuntan a lo mismo: a la existencia de líneas rojas que determinados movimientos sociales autollamados de resistencia o alternativos, y determinadas conductas poliéticas, no deben sobrepasar. Esas «líneas rojas» virtuales suelen prestarse más a la duda que los propios semáforos, […]
«No pasarse de la raya», no abordar el semáforo en rojo, son recomendaciones que apuntan a lo mismo: a la existencia de líneas rojas que determinados movimientos sociales autollamados de resistencia o alternativos, y determinadas conductas poliéticas, no deben sobrepasar.
Esas «líneas rojas» virtuales suelen prestarse más a la duda que los propios semáforos, especialmente en estos tiempos de «flojera» moral, pero, según los casos, las hay más llamativas que esos rojos bermellones que nos impiden (virtualmente) el paso.
Tres recientes noticias nos sirven para recordar una muy señalada línea roja que algunos movimientos sociales de España y Latinoamérica llevan tiempo sobrepasando.
Rebelión [1] nos recordaba el pasado 14 de agosto, con motivo de las trapacerías de los seis bancos más grandes del mundo, alterando el futuro del mercado de préstamos interbancarios en su propio beneficio, que uno de ellos, la UBS «es el nombre de la Unión de Bancos Suizos y la Sociedad de Bancos Suizos. En 2000, con la adquisición del grupo estadounidense Webber, UBS se convirtió en el banco privado más grande del mundo».
El 9 de agosto, una noticia aparecida en Ecoportal [2] de la Agencia Matriz del Sur, se titulaba diciendo que «Nestlé se esfuerza por convertirse en el principal vampiro acuífero del mundo». La noticia ilustra el modus operandi de la multinacional: «Según un estudio del sitio Hang The Bankers, Nestlé encuentra una región económicamente débil, compra un terreno que rodee una fuente de agua y luego negocia con los gobiernos locales, quienes ven de buen grado la inversión extranjera, las fuentes de empleo y la riqueza local. El problema es que no hay riqueza local, pues eventualmente las fuentes de agua se agotan y Nestlé simplemente muda sus operaciones a otra parte. Lo anterior no ha ocurrido solamente en países del llamado Tercer Mundo, sino también en las ciudades estadounidenses de Denver, Sacramento, Fryeburg y Mecosta».
La tercera noticia tuvo lugar el pasado el 3 de junio, en el juicio de apelación celebrado en Turín, contra el suizo Stephan Schmidheiny; éste ha visto cómo en segunda instancia no solo se confirmaba la pena de la primera sino que se le elevaba a 18 años de cárcel, por el delito de «desastre ambiental doloso (intencionado) permanente».
El nexo de unión entre estas noticias es la figura del magnate suizo mencionado, Stephan Schmidheiny.
Según la biografía que aporta su página web [3] podemos leer que: » Aparte de sus actividades empresariales, Stephan Schmidheiny también asumió cargos como miembro de las Juntas Directivas de varias compañías suizas reconocidas. Así, fue miembro de la Junta Directiva de lo que hoy es UBS por 18 años y fue parte de la Junta Directiva de Nestlé -1988 a 2003- por 15 años. Por 16 años, fue miembro de la Junta Directiva de BBC Brown Boveri, donde activamente participó en la fusión con Asea, resultando en lo que hoy es ABB [4] «. Y lo que no dice, y por ello lo han condenado en Turín a 18 años de cárcel, que fue entre los años 1976-1992 uno de los dos magnates más grandes del mundo en la producción de ese letal mineral llamado amianto o asbesto (uralita por nuestros pagos) con la empresa Eternit; y que sus ancestros estuvieron el negocio criminal del amianto desde principios del siglo XX, cuya fortuna él heredó.
Stephan Schmidheiny es también el fundador de AVINA en 1994, y lleva operando en España desde 1999. La fuente de financiación de esta fundación filantrópica se nutre principalmente de las ganancias criminales del amianto.
Pero no solo eso. Con estos antecedentes el magnate no es que haya abjurado de estar entre los peor del capitalismo (grandes bancos suizos sucios, multinacional de la alimentación infantil consideraba criminal por Jean Ziegler, el que fuera consultor de NNUU para la Alimentación, empresa ABB de ingeniería que vende tecnología militar nuclear, negocio del letal amianto…), que no, sino que pretende seguir haciendo más negocios, esta vez incluyendo a los más pobres, la base de la pirámide, y aprovechar su penetración financiera en los movimientos sociales para que le sirvan de mediadores entre las multinacionales y la gente desfavorecida. De camino divide, obtiene información, legitima su comportamiento, borra su tenebroso pasado y se agarra a la economía verde. Todo un programa.
De aquellos lodos de su paso por lo más granado de las multinacionales con más crímenes en su haber (UBS, Nestlé, ABB, Eternit…) han venido estos polvos de AVINA que tienen impregnado a los movimientos sociales de resistencia de España y Latinoamérica, con el consiguiente debilitamiento y confusión de los mismos.
A la vista de las prácticas de Nestlé con el agua, que vienen de antiguo, su interés – el de AVINA- por los movimientos sociales del agua no resulta extraño. En uno de los capítulos en que AVINA ha profundizado más ha sido en la cooptación de la etiqueta «nueva cultura el agua» que durante años ha paseado por América latina como si de sello propio se tratase, de la mano de su exponente máximo Pedro Arrojo, que fue socio líder de AVINA y, ahora, de la de Víctor Viñuales de la fundación ECODES, socio líder de AVINA y uno de los firmantes del apoyo a Schmidheiny para amortiguar su primera condena en Turín.
AVINA es pues esa llamativa línea roja que los movimientos sociales alternativos no deben sobrepasar bajo ningún concepto y en ninguna circunstancia. Si lo hacen estamos en nuestro deber de escracharlos. Si lo hacen deben rectificar públicamente. Si han recibido financiación deben devolverlos a los cientos de miles de víctimas del amianto en el mundo de las que Stephan Schmidheiny (y su famila) es uno de los mayores responsables.
Por todo ello podemos concluir con lo que el Grupo de Reflexión Rural (GRR) argentino ha sentenciado sobre esta entidad y su aliada Ashoka: » Fundaciones como AVINA y Ashoka son el enemigo de la Tierra Madre y de las poblaciones oprimidas» [5]
También Ashoka, la multinacional hermana de AVINA y que colabora con Gate-Monsanto en el programa de transgénicos para África (AGRA), es otra clara y llamativa línea roja.
No se pueden sobrepasar estas clamorosas líneas rojas, donde mora el gran capital, impunemente.
Notas y referencias
[1] Rebelión (2013): José Blanco: Los CEO, 14.8.13
[2] http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Nestle_se_esfuerza_por_convertirse_en_el_principal_vampiro_acuifero_del_mundo
[3] http://www.stephanschmidheiny.com/page/es-el-arquitecto-industrial
[4] ABB, según recuerda Naomi Klein en la Doctrina del shock, p. 389, en el 2000, vendió tecnología nuclear a Corea del Norte y » Rumsfeld cobró 190.000 $ como miembro del consejo de ABB»
[5] http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Los_diferentes_espacios_de_resistencia_en_la_COP_16_de_Cancun._Documento_del_GRR_en_Mejico_en_la_Cumbre_de_Cambio_Climatico