Recomiendo:
0

Una nota sobre la reacción y la ciencia

Fuentes: Rebelión

Tiene razón Miguel Angel Pérez Pirela -«La dictadura de la ciencia reaccionaria venezolana», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86294- cuando apunta, en un giro notable, contra una arista del poliedro venezolano. La reacción tiene razón: en Venezuela dicta su ley una dictadura. ¿Qué dictadura? La siguiente: Todos los días la mayoría de los venezolanos somos perseguidos por un grupo ínfimo […]

Tiene razón Miguel Angel Pérez Pirela -«La dictadura de la ciencia reaccionaria venezolana», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86294- cuando apunta, en un giro notable, contra una arista del poliedro venezolano. La reacción tiene razón: en Venezuela dicta su ley una dictadura. ¿Qué dictadura? La siguiente:

Todos los días la mayoría de los venezolanos somos perseguidos por un grupo ínfimo de otros ciudadanos, que se piensan ciudadanos al cuadrado, que coartando la libertad de expresión de una mayoría, monopolizan y manejan a su antojo las armas de destrucción masiva más potentes que existen: los medios de comunicación.

La artillería mediática pesada apunta con ensañamiento, prosigue Pérez Pinela, «a todo aquel que ose tocar, criticar o incluso dudar de los privilegios adquiridos por aquellos que se creen dueños y señores de la Ciencia y la Tecnología en el país». Una calumniosa campaña mediática sin precedentes, denuncia Pérez Pinela, se ha fraguado a raíz de un cambio ministerial; del despido de un investigador por poseer dos trabajos a tiempo completo, ausentismo laboral y solicitar la compra en el IDEA de un producto que él mismo vendía en FUNDAMET; y por cumplimiento en el IVIC de la ley de jubilación a investigadores. No es el único país en el que rigen despropósitos similares. Esta reacción mediática, concluye Pérez Pinela, hace pensar que, a través de la gestión bolivariana en materia de ciencia y tecnología, algo ha sido tocado en el seno de la oligarquía venezolana. Nuevamente, la lucha de clases como motor de la historia y de las protestas (también de las reaccionarias).

Miguel Angel Pérez Pirela esgrime razones muy atendibles para criticar los comportamientos de algunos científicos y técnicos venezolanos, y probablemente de algunas de sus asociaciones político-sindicales, y la campaña mediática desencadenada. No la tiene, en mi opinión, y el punto, creo, no es insustantivo, en la elección del título de su trabajo: «La dictadura de la ciencia reaccionaria venezolana.». Si no ando errado, no hay forma de inferir esa conclusión destacada a partir de la información y el análisis aportados.

No hay ciencia reaccionaria como no hay ciencia burguesa, ciencia proletaria o ciencia socialista. Puede haber, sin duda, aportaciones de científicos, esfuerzos científicos, con finalidades nada encomiables. Puede haber prácticas científicas que necesiten determinados marcos productivos, relaciones de producción con fuertes componentes tecnológico-industriales. Incluso, por qué no, ciencia generada con procedimientos poco humanos, ética y políticamente discutibles cuando no inadmisibles. También, desde luego, investigaciones dirigidas (e incluso controladas) básicamente por los intereses crematísticos de grandes corporaciones, o aportaciones científicas falsarias publicadas con urgencia (y en algunos casos con plagios) por afán de fama o de relevancia económico-social. Si se quiere, comportamientos de científicos y tecnológicos que siguen al pie de la letra, y al compás de la melodía, las directrices básicas de la cultura tardoburguesa. No todas los componentes de las comunidades científicas se mueven por un amor desinteresado y apasionado por el conocimiento. Sin duda.

Pero, sea como fuere, etiquetar al conocimiento científico, a la ciencia, con adjetivos clasistas o políticamente críticos ayuda poco, crea confusión y aleja a personas con fuerte sensibilidad social de ámbitos del conocimiento que deben conocerse, estudiarse y que acaso sean esenciales para cualquier proceso de transformación social con finalidades socialistas.

No se trata de recordar continuamente viejos errores pero detrás de esas descalificaciones, detrás pero no muy distantes, están los casos de Lysenko y Vavilov, por no hablar de los rechazos sumarios del psicoanálisis o de la teoría de la relatividad. Es muy probable que Heisenberg fuera un reaccionario de tomo y lomo, o, cuanto menos, que su comportamiento político-cívico durante el nazismo fuera netamente mejorable, pero sus aportaciones científicas a la física, a la mecánica cuántica, están a la altura de las grandes creaciones de la Humanidad. Georg Cantor creía que Dios le había inspirado directamente en su teoría de los números transfinitos. Su peculiar cosmovisión no quita un ápice de valor a su teoría ni disminuye un ápice su grandeza científica. Así, pues, mejor hablar de los comportamientos reaccionarios de científicos o de las presiones políticas elitistas de determinadas comunidades técnico-científicas que de ciencia reaccionaria. El mismo Marx aprendió, como es sabido, de las aportaciones económicas, políticas e históricas de científicos y filósofos que en absoluto simpatizaban con finalidades igualitarias.