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Creación de la 'Cámara de Política de Desarrollo Económico'

¿Una nueva apuesta en el desarrollo?

Fuentes: Periscópio

En medio a noticias que tratan de una nueva coyuntura de recuperación económica, el gobierno Lula crea la Cámara de Política de Desarrollo Económico, constituida por 14 ministros y coordinada por el ministro José Dirceu. Por su importancia y atribuciones, la Cámara quizás sea estratégica para la superación de los límites estructurales impuestos al crecimiento […]

En medio a noticias que tratan de una nueva coyuntura de recuperación económica, el gobierno Lula crea la Cámara de Política de Desarrollo Económico, constituida por 14 ministros y coordinada por el ministro José Dirceu. Por su importancia y atribuciones, la Cámara quizás sea estratégica para la superación de los límites estructurales impuestos al crecimiento sostenido, con la distribución de renta e inclusión social.

Segundo el periódico O Estado de S. Paulo, de 17 de julio de 2004, la idea de crear la Cámara de Política de Desarrollo Económico data de fines de enero, cuando fue realizada la primera reforma ministerial del gobierno Lula, que ha sido interrumpida por la crisis provocada por el episodio Waldomiro Diniz. En este sentido, ella puede ser entendida como la expresión posible de un retorno al centro del gobierno Lula de la necesidad de transitar de un modelo de gestión neoliberal para una acción más integrada, sistémica y actuante del Estado en la economía brasileña.

En los años FHC1, marcados por el absoluto e incontrastable predominio del Ministerio de la Hacienda durante la gestión Malan, la estructura de poder y de decisiones del gobierno central fue básicamente dislocada hacia un centro de gravedad estrictamente aproximado de los intereses financieros y del ajuste fiscal. Esto se manifestaba, de un lado, en el aislamiento de los centros de decisión del Ministerio de la Hacienda de las presiones de la sociedad y de los otros ministerios del área social y, del otro, en el vaciamiento de los ministerios, bancos y órganos estatales direccionado para una postura desarrollista activa.

La agenda del desenvolvimiento del país se quedaba, entonces, completamente sometida a la dinámica definida por la gestión monetarista de la economía. Esta es la primera razón de la importancia de la Cámara de Política de Desarrollo: crear un nuevo espacio institucional para operar la legitimidad de una nueva agenda del desarrollo.

La segunda razón por la cual la Cámara de Política de Desarrollo Económico podrá ser estratégica está en su perfil integrador y sistémico. Componen la Cámara los ministros del Desarrollo Agrario, Minas y Energía, Relaciones Exteriores, Trabajo, Ciencia y Tecnología, Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Integración Nacional, Turismo, Planeamiento, Hacienda, Secretaría de la Coordinación Política, Agricultura y Secretaría de Desarrollo Económico.

Empieza a ser el local por excelencia de la creación de coherencia y sinergia entre, por ejemplo, las inversiones en la reforma agraria y agricultura familiar y el crecimiento de la economía, entre las inversiones en la infra-estructura de energía del país y un nuevo plan de desarrollo. El propio concepto de desarrollo empieza a tener un sentido menos económico y menos vinculado a la dinámica de los mercados.

La tercera razón se aloja, por fin, en la estabilización y legitimación pública de las funciones de coordinación del ministro José Dirceu en el gobierno Lula. En este último semestre, se tornó muy visible una verdadera campaña promovida por los sectores políticos, del PSDB2 y del PFL3, bien como de órganos de la midia más vinculados a los intereses financieros y a la agenda neoliberal, dirigida a enflaquecer y, si posible, obtener la salida del ministro José Dirceu. A partir de este nuevo posicionamiento del ministro, pueden ser restablecidos y aireados los canales del diálogo con los sectores sociales y economistas que están defendiendo desde el inicio de 2003 un nuevo modelo de desarrollo para el país.

¿Una nueva coyuntura económica?

La creación del Consejo Político de Desarrollo Económico coincide con una serie de informaciones que tratan de una nueva coyuntura económica del país. Después de la recesión de 2003, la mayoría de los analistas trabaja hoy con un piso de crecimiento para este año de 3,5%, básicamente apoyado en la continuidad de una fuerte expansión de las exportaciones y en el inicio de una recuperación del mercado interno.

La combinación de estas dos dinámicas parece indicar para los próximos meses alguna recuperación conjunta del empleo y de la renta.

La cuestión es: ¿Cómo puede ocurrir este crecimiento del PIB en medio de un ambiente todavía marcado por elevadas tasas de interés, fuerte limitación de los gastos públicos y recuperación tímida del empleo y de la renta después de años de deterioración? La respuesta es la que él es fundamentalmente a causa del crecimiento de las exportaciones y sus efectos multiplicadores. Las exportaciones no dependen del mercado interno y disponen de líneas públicas de financiamiento con interés menores (Banco do Brasil y BNDES). Y cerca de esta nueva dinámica es que el análisis debe de detenerse.

Varias fuentes estiman que en 2004 las exportaciones deben atingir la cuantía de 88 billones de dólares contra 73 billones del último año (Valor Económico4, 16 de julio). Este crecimiento de cerca de 20% en un año en que las exportaciones deben ultrapasar 15% del PIB esclarece que solamente las exportaciones serán directamente responsables por un crecimiento del PIB de este año superior a 3%.

En el ensayo «Los límites de la inserción comercial de la economía brasileña», la profesora de la Unicamp5 Daniela Magalhães Prates, indica cuatro variables explicativas de este boom exportador. Los precios internacionales de las commodities permanecen en un patamar elevado y continua a haber una dinámica de crecimiento de la economía mundial, especialmente en los principales países de destino de nuestras exportaciones (Estados Unidos, China y Argentina). En tercer lugar, el cambio devaluado torna las exportaciones brasileñas más competitivas mientras el mercado interno continua limitado. Por fin, el dólar con valor más grande que tres reales mejora la competitividad de otros productos brasileños.

De acuerdo con Julio César Gomes de Almeida, director-ejecutivo del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial (Iedi), 77,3% de las exportaciones de enero hasta mayo de este año en la comparación con lo mismo período de 2003 eran de baja y media-baja intensidad tecnológica y 22,7% de media-alta y alta tecnología. Segundo la clasificación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), commodities, acero, vestuario, alimentos, textil y calzados son considerados como baja y media tecnología; aviones, industrias químicas, petroquímicas, automovilísticas, materiales y equipos de precisión, haberes de capital, electrodomésticos y telecomunicaciones entran en la clasificación de media y alta tecnología. A pesar de la alta concentración en baja y media-baja tecnología, hubo en este primer semestre un crecimiento de 53,1% de las exportaciones de vehículos sobre igual periodo del año pasado. Esta nueva coyuntura económica puede ser pensada como, al mismo tiempo, de cambio y de continuidad con relación a los años 1990. La innovación fundamental es la de la posible expansión del superávit comercial de este año, mismo frente al crecimiento de las importaciones, para el récord de 28 billones de dólares. En el según año consecutivo, tal superávit contrasta fuertemente con los años FHC de reiterados y rombudos déficits de la balanza comercial brasileña. Este superávit comercial es esencial para financiar el elevado servicio anual del pasivo externo brasileño (remesa de interés, lucros y dividendos) estimado en 20 billones de dólares. O sea, él disminuyó la dependencia de capitales externos y, por lo tanto, la vulnerabilidad de la economía brasileña.

La continuidad fundamental y grave en relación con el período anterior está aún en el precario dinamismo del mercado interno y, por lo tanto, en la caída de su participación relativa en el PIB brasileño. El consumo de las familias, substrato de nuestro «mercado interno», cayó drásticamente de 62,7% en 1997 para 56,9% del PIB en 2003, como muestra Adriana Nunes Ferreira en el ensayo «El consumo de las familias y la retomada del crecimiento». O sea, el padrón de gestión macro-económica todavía en vigencia – basado en el tripé desreglamentación de flujos financieros/cambio flotante, metas de inflación y superávit primario – incentiva el crecimiento de la heterogeneidad y desigualdad de la sociedad brasileña. Sectores vinculados a la exportación y al consumo de alta renta tienden a crecer más mientras aquellos ligados al consumo de baja renta y de consumo de masa tienden a quedarse estagnados o presentar bajo crecimiento.

La opresión financiera

La gran mayoría de los economistas críticos de la continuidad de los principios de gestión macro-económica del según gobierno FHC en la gestión Lula se centró en los límites estructurales externos a la retomada de un crecimiento sostenido de la economía brasileña. Se apoyaba, de un lado, en un raciocinio analógico: las retomadas del crecimiento iniciadas en 1992, 1998 y 2001 fueron barradas por crisis cámbiales, que llevaron incluso a la intervención directa del FMI. Y, de otro, en elementos decisivos de evaluación: la dependencia de capitales externos para cerrar el Balance de Pagos, la precariedad de las reservas internacionales, la exposición de ahí resultante a los flujos especulativos internacionales de los capitales financieros. El boom de las exportaciones brasileñas en 2003 y 2004 vino a cambiar parcialmente este cuadro en un corto plazo.

La relativa y mismo provisoria mejoría de la presión externa sobre la economía brasileña permite clarificar el fundamento del obstáculo central que permanece a la retomada del crecimiento sustentado. Esto es, el gobierno Lula con su protagonismo en la agenda comercial del país, favorecido por una excelente coyuntura internacional, está consiguiendo aliviar la presión sobre la economía, debiendo incluso, por la primera vez desde 1999, dispensar un acuerdo con el FMI. Pero él no está siendo capaz de apuntar para la superación de la financierización del país, esto es, de superar aquellas políticas y decisiones que implican en un continuo desplazamiento de renta para el sector financiero en detrimento de la inversión y del consumo interno.

En 2003, Unión, Estados y municipios acumularon un superávit primario de 66 billones de reales, equivalentes a 4,32% del PIB. Pero la cuenta de interés llegó hasta 145,2 billones (9,49% del PIB), según datos del Banco Central. Para este año, el superávit primario, equivalente a 4,25% del PIB, será de 70,8 billones de reales. Pero la cuenta de interés, según estimativas del Banco Central, llegará a 120 billones de reales. Apenas con la decisión del Banco Central de mantener la tasa de juros básica en 16%, si arriba del previsto en el Presupuesto. Sólo en junio, de acuerdo con datos del Banco Central, la deuda líquida del gobierno federal en títulos creció casi 10 billones de reales. Esta verdadera opresión financiera inhibe las inversiones del Estado, las inversionesprivados y el consumo. Es el núcleo de la continuidad de la época neoliberal en el gobierno Lula. Ella está en la raíz del atasco del desarrollo brasileño y sólo puede ser vencida por un gran pacto democrático que unifique todos los sectores interesados en la superación de los años de crecimiento parco y lucros récordes de aquellos que especulan con la renta y el futuro de los brasileños.

Boletim eletrônico da Fundación Perseu Abramo e da Secretaria Nacional de Formação Política do PT
Traducido por Heyd Más