La burocratización del Estado tiene sus síntomas en el creciente dominio de una poderosa minoría que logra controlar los puestos claves de mando para disfrutar de perversos privilegios que logra transformar en derechos. La esencia del burocratismo consiste en la preservación de un modelo de Estado en el que se entroniza un poderoso sector privilegiado […]
La burocratización del Estado tiene sus síntomas en el creciente dominio de una poderosa minoría que logra controlar los puestos claves de mando para disfrutar de perversos privilegios que logra transformar en derechos.
La esencia del burocratismo consiste en la preservación de un modelo de Estado en el que se entroniza un poderoso sector privilegiado que logra capturar el control de los poderes públicos para ponerlos al servicio de sus objetivos personales y grupales. A diferencia de los auténticos servidores públicos, a los burócratas -tan pronto han sido designados-, se le sube el cargo a la cabeza y se creen por encima de la sociedad a la que deben servir. Son trepadores y arribistas, cazadores de cargos públicos por medio de los cuales van tejiendo su funesta estructura de poder.
El burocratismo como burguesía funcional
Tanto en el socialismo como en el capitalismo, la propiedad estatal no es percibida como propiedad social, toda vez que termina siendo secuestrada por élites burocráticas que la administran como si de una propiedad privada se tratara. El burocratismo se apropia de una parte importante del ingreso generado por el resto de la sociedad a través de: elevados sueldos en comparación con el resto del funcionariado mal pagado. Ellos mismos se asignan primas de jerarquía, bonos especiales, gastos de representación, viajes y viáticos internacionales, asignaciones de lujosos vehículos con chofer y escolta, suntuosas viviendas, onerosos teléfonos, etc. Por si fuera poco, abusan de sus posiciones de poder a través de las nefastas prácticas del nepotismo, tráfico de influencias, cobro de comisiones, peculado de uso, testaferros, amiguismo y compadrazgo.
Mientras se mantengan las condiciones para que los viejos y nuevos grupos de poder ejerzan su influencia para capturar y monopolizar los incentivos arancelarios, fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas, asistencia técnica, etc. que facilita el gobierno para apoyar la actividad económica y productiva, se mantendrán las condiciones que operan como un caldo de cultivo para reproducir y extender el pernicioso fenómeno de la burocratización y el burocratismo.
Más allá de barrer con los viejos partidos que habían secuestrado los poderes públicos, la clave está en erradicar esas condiciones objetivas en las que germina el burocratismo. No basta con decir que se ha conquistado el poder si se recrudece y agrava la inercia del viejo aparato burocrático, el cual sigue vivo y se resiste a perder sus privilegios.
Estado burocrático vs Estado comunal
La ciudadanía a través de su organización en la Comuna está llamada a asumir la labor diaria de administrar los recursos públicos, desarrollar la nueva legislación y construir un modelo productivo de amplia y creciente participación y control popular. Por supuesto, la nomenclatura burocrática de gobernaciones y alcaldías se resiste a ceder estos espacios de poder. Y en lugar de multiplicar el número de ministerios y entes estatales, hay que abrirle paso a otros esquemas organizativos y funcionales para el diseño y ejecución de las políticas públicas, de tal forma que quienes ejerzan estas responsabilidades no sean burócratas indolentes e incompetentes, sino auténticos representantes de la gente, elegidos por los miembros de la comunidad.
Las tensiones entre el Estado burocrático y las nuevas formas de poder popular en desarrollo aún no están resueltas. Enfrentar las desviaciones que aún persisten en diferentes niveles de los poderes públicos, desconcentrar y traspasar a los trabajadores directos y a la comunidad organizada el poder represado en empresas públicas, ministerios, gobernaciones y alcaldías y, sobre esta base, profundizar el poder popular, es un reto que aún sigue pendiente.
Una Estado comunal significa una sociedad gobernada por la ciudadanía consciente y organizada y no por burócratas. Esto implica concentrar cada vez más poder político y económico en manos de la gente y no en la burocracia estatal. Es así como se crearán las condiciones para la extinción definitiva del Estado burocrático y la consolidación de un auténtico poder político y económico en manos de la ciudadanía, sin mediaciones burocráticas de ningún tipo.
Burocracia y secuestro de la propiedad estatal
Entre las duras lecciones que dejaron los intentos fallidos de construir el Socialismo en el siglo XX hay que recordar que el burocratismo, lejos de reducirse, por el contrario amplio su cobertura y se convirtió en un azote, dando origen a élites de poder cada vez más alejadas del sentir del pueblo. En su propósito de erradicar la explotación capitalista, se procedió a expropiar la mayoría de los medios de producción y esto degeneró en:
- Un capitalismo de Estado que ahogó el espíritu emprendedor y las capacidades creadoras del pueblo, criminalizó la iniciativa empresarial y frenó el desarrollo de las fuerzas productivas, generando una permanente escasez, racionamiento y especulación de los productos que se requieren para satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la gente.
- Entronización de poderosas élites de la burocracia estatal y la nomenklatura partidista que derivaron en una burguesía funcional; castas explotadoras que se apropiaron de parte importante del plustrabajo social, ya no por el imperio de la propiedad privada sobre los medios de producción, sino por los privilegios asociados a los altos cargos que disfrutaban en el entramado del Estado.
- Decepción y pérdida de la confianza de las grandes mayorías explotadas y oprimidas con su dirigencia política y sus gobernantes, así como una creciente crítica y rechazo a un modelo organizativo y funcional del Estado, mediatizado por un ineficaz burocratismo y creciente control del partido que invadió todos los campos de la vida social.
Una vez más es necesario recordar que estas aberraciones causaron un creciente descontento social que dio al traste con la mayoría de los ensayos por construir el socialismo en el siglo XXI y, sin embargo, se siguen repitiendo en los nuevos intentos por construir el socialismo del siglo XXI.
* Víctor Álvarez es Economista. Investigador del Centro Internacional Miranda (CIM). Premio Nacional de Ciencia 2013. Ex-ministro de Industrias Básicas y Minería con el gobierno de Chávez. Autor de Venezuela: ¿Hacia dónde va el Modelo Productivo, Del Estado burocrático al Estado comunal y Claves para la Industrialización Socialista.