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¿Una nueva guerra civil?

Fuentes: The Nation

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La «buena guerra» en Afganistán no está yendo muy bien, pero es posible que la administración Obama tenga pronto que enterarse de que la «mala guerra» -la de Iraq- no ha terminado aún.

Aunque el Presidente Obama ha prometido repetidamente reducir las fuerzas estadounidenses presentes en Iraq a unos 50.000 efectivos para el mes de agosto -y sacar esas fuerzas restantes a finales de 2011-, es justo preguntarse si tal cosa podrá llegar a suceder. Antes que nada porque las próximas elecciones parlamentarias se han retrasado de este mes al 7 de marzo, y porque como se espera que las fuerzas estadounidenses sigan siendo más de 120.000 cuando pasen las elecciones, EEUU tendrá que completar su retirada atropelladamente, sacando a 70.000 soldados en sólo cinco breves meses, para poder cumplir el límite de agosto.

Si eso sucede, es probable que todo se produzca en el trasfondo de un caos político extendido por todo Iraq, de nueva violencia insurgente, de la renovada amenaza de guerra civil y de la rumoreada posibilidad de un golpe de estado del ejército.

La pasada semana, el establishment político sectario chíi de Iraq batió todas las marcas cuando un órgano de nivel medio del gobierno, la denominada Comisión de Responsabilidad y Justicia, prohibió a más de una docena de partidos políticos y de personalidades políticas importantes que participaran en las elecciones de marzo. Dicha Comisión es heredera de la antigua Comisión para la Desbaazificación, creada en 2003 por Paul Bremer, el zar estadounidense de Iraq, y ha estado dirigida por Ahmed Chalabi y sus compinches. Entre los dirigentes prohibidos figura uno de los personajes más importantes, Saleh al-Mutlaq, un dirigente laico sunní y destacado miembro del parlamento, cuyo Frente para el Diálogo Nacional obtendría el voto popular entre la marginada población sunní de Iraq. Mutlaq, un político muy conocido, se ha atraído el apoyo de actuales y anteriores baazistas, de los sunníes laicos que se oponían a los gobernantes sectarios chiíes en Bagdad y de los iraquíes preocupados por la intrusiva influencia de Irán en los asuntos iraquíes.

Durante los últimos meses, Mutlaq ha ayudado a construir un poderoso bloque de oposición dispuesto a desafiar tanto al Primer Ministro Nuri al-Maliki, que controla una facción del hermético y sectario partido Dawa chií, como a una más amplia alianza chií integrada por el Consejo Supremo Islámico de Iraq (CSII), las fuerzas de Muqtada al-Sadr y Chalabi, el chanchullero favorito de los neoconservadores. Esa alianza se formó con fuerte apoyo de Irán, cuyos autoritarios dirigentes y clérigos radicales contribuyeron a la tarea. El CSII, que tiene un brazo paramilitar, las Brigadas Badr, se formó en 1982 como brazo del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI), y durante muchos años estuvo bajo el mando de los oficiales del ejército iraní. Sadr, un voluble nacionalista chií, ha caído también bajo la órbita de Irán, y se ha pasado la mayor parte de los últimos dos años viviendo en Qum, la capital religiosa de Irán. Chalabi, a pesar de sus vínculos con los neocon, ha sido durante mucho tiempo sospechoso de tener conexiones secretas con el servicio de inteligencia iraní.

Desde el año pasado, Mutlaq se ha unido a otros importantes políticos iraquíes formando un bloque laico e intersectario del que muchos iraquíes dicen que es la única esperanza para Iraq de escapar al sectarismo religioso. Uno de sus aliados clave es Iyad Allawi, ex primer ministro y chií laico, que podría convertirse en el primer ministro de Iraq en unas elecciones justas. El partido Mutlaq-Allawi, que también incluye a varios altos políticos sunníes, podría formar una coalición de gobierno con algunos de los nuevos actores en alza en la política iraquí, incluyendo lo que quede del Movimiento del Despertar sunní y los ganadores de las elecciones provinciales en Nínive, Salahaddin, Anbar y otras provincias iraquíes. Según observadores iraquíes, Allawi ha estado hablando con los kurdos, incluido el poderoso clan Barzani, sobre una posible coalición post-elecciones. Como chií laico, Allawi podría tener también algún atractivo en el sur de Iraq bajo dominio chií, especialmente en Basora.

Aunque el gobierno de Iraq puede decidir invalidar la prohibición contra Mutlaq, la decisión ha suscitado ya indignación por todo Iraq, y el bloque político asociado con Mutlaq, Allawi y Tariq al-Hasehmi, un dirigente sunní, amenaza con boicotear las elecciones de marzo. Según informa RFE/RL:

    «Un grupo político que incluye a importantes miembros de la minoría sunní de Iraq ha amenazado con boicotear las elecciones nacionales de marzo después de que uno de sus dirigentes fuera atacado por supuestos vínculos con el partido Baaz de Saddam Hussein.

    La ‘Lista Iraquí’, encabezada por el Vicepresidente Tariq al-Hashemi, un árabe sunní, el ex Primer Ministro Iyad Allawi, un chií laico y el parlamentario Salih al-Mutlaq, un influyente político laico sunní, arremetieron contra la decisión adoptada por un comité estatal independiente prohibiendo que al-Mutlaq se presente a las elecciones».

Asimismo, muchos otros iraquíes han rechazado la decisión de prohibir a Mutlaq, que fue acusado de estar muy cercano al desbandado partido Baaz. Aiham Alsammarae, ex ministro iraquí de electricidad, manifestó a The Nation que si se mantiene esa acción contra Mutlaq, se podría empujar a muchos miembros de la oposición iraquí hacia una renovada violencia y que incluso podría haber un nuevo estallido de guerra civil. Alsammarae, quien inicialmente consideró presentarse al parlamento formando parte de la coalición Allawi-Mutlaq, ha acabado formando un partido independiente, el Frente Unido Nacional, y espera conseguir hasta diez escaños en el próximo parlamento desde su provincia natal de Salahaddin y desde Nínive, Anbar, Diyala y Bagdad.

Pero Alsammarae teme que el ejército iraquí, muchos de cuyos generales son leales al Primer Ministro iraquí, no quiera aceptar un nuevo gobierno en caso de que Maliki pierda. «Maliki ha colocado a los tipos del partido Dawa por todas partes», dice. «Todos los generales en Bagdad son chiíes, y muchos de ellos son los nuevos generales que Maliki ha promocionado».

Raed Jarrar, analista político en Washington nacido en Iraq y miembro de alto nivel de Peace Action, dijo a The Nation que la acción de prohibir a Mutlaq podría tener consecuencias políticas desastrosas. «Será una catástrofe porque empujará a la gente a luchar desde fuera del sistema en vez de desde dentro», dice. «Las próximas elecciones de marzo tienen potencial para inflamar un nuevo conflicto civil. Contrariamente a las creencias de muchos en Washington, Iraq no tiene en absoluto el tipo de instituciones militares y políticas estables que pudieran capear y afrontar tal conflicto», dice, añadiendo que las fuerzas armadas iraquíes están tremendamente divididas y separadas por lealtades étnicas y sectarias. «Una brigada puede ser leal a Maliki, otra a los kurdos y una tercera al CSII», declara. «El ejército y la policía no son leales a Iraq».

El embajador británico en Iraq, John Jenkins, afirmó que ni siquiera puede descartarse un golpe de estado militar. Según The National, un periódico de los Emiratos Árabes Unidos:

    «Una advertencia del embajador británico en Iraq en el sentido de que un golpe militar seguía siendo una ‘posibilidad real’ en Bagdad ha provocado un torbellino de rumores de conspiración ante el que se ha reaccionado de forma diversa y furiosa, algunos le han acusado de alarmismo, pero otros confían en que sea una profecía que acabe siendo verdad.

    John Jenkins dijo el viernes en la investigación Chilcot en Londres que la democracia no estaba para nada asegurada en Iraq y que el ejército podría aún derrocar a un gobierno elegido. Bastante gente en Iraq cree que esa situación podría contar con los parabienes de muchos.

    ‘Si se produce un golpe militar que elimine al actual gobierno y pone fin al dominio iraní sobre Iraq, entonces las tribus lo apoyarán’, dijo ayer el Sheij Mohammad al-Hamadani, miembro importante del consejo tribal de la provincia de Maysan, situada al sur de Iraq. ‘Hay demasiadas personas y partidos en puestos de poder que son leales a Teherán'».

En Iraq, se valoró desde muchos sectores la declaración del embajador británico como una advertencia de que en Bagdad, aunque fuera improbable, antiguos miembros baazistas de las fuerzas armadas iraquíes podrían lanzar un golpe de estado en Bagdad, ya que la mayoría de los oficiales veteranos del ejército en Iraq fueron designados durante la era de Saddam Hussein anterior al gobierno de 2003. Y es verdad que muchos oficiales del ejército iraquí, tanto sunníes como chiíes, eran baazistas. Pero el ejército del Iraq actual está también integrado por comandantes sectarios y étnicos, que son en su mayoría chiíes leales a Maliki y a las Brigadas Badr, y también podría optar por un intento de golpe antes que permitir que la posición asuma el poder en marzo. Como ocurrió en el Líbano después de 1975 durante la guerra civil de ese país, el ejército podría escindirse en filas sectarias y étnicas, que podría llevar a una larga guerra civil en Iraq, un estado escindido kurdo y cosas aún peores. Eso, a su vez, podría arrastrar a los vecinos de Iraq a la refriega, con Irán interviniendo en apoyo de sus aliados chiíes, el ejército turco desplazándose para enfrentarse a los kurdos y Arabia Saudí y Jordania apoyando a los sunníes.

Fuente: www.thenation.com/blogs/dreyfuss/515090/iraq_a_new_civil_war