Tal como se esperaba, la tan traída y llevada reforma tributaria propiciada por el Gobierno, no da ni para recauchaje. Es posible que consiga el módico objetivo de recaudar entre 700 y mil millones de dólares por año. Pero, cuando permanece abierta la brecha tributaria por donde que las transnacionales del cobre repatrían 25 mil […]
Tal como se esperaba, la tan traída y llevada reforma tributaria propiciada por el Gobierno, no da ni para recauchaje. Es posible que consiga el módico objetivo de recaudar entre 700 y mil millones de dólares por año. Pero, cuando permanece abierta la brecha tributaria por donde que las transnacionales del cobre repatrían 25 mil millones de dólares por año, es francamente irrelevante. Aumentar en 3% de impuestos a las empresas, sin cerrar la otra brecha, consistente en que sus propietarios pueden imputarlo como crédito para su tributación personal, es una burla. Y si se quería favorecer a las personas, bastaba con rebajar el IVA al 15%, o establecer un IVA diferenciado. En suma, a pretexto de financiar una reforma educativa, que en el fondo es cambiar deuda por deuda, lo que hace la reforma de chauchera de Piñera, es profundizar el sesgo neoliberal de la estructura tributaria chilena.
En su mensaje al país, Piñera relacionó la reforma tributaria con la reforma al sistema de financiamiento a la educación, en el sentido de que el cien por ciento de la primera se utilizará para financiar la segunda.
Esto de por sí está señalando el estrecho alcance de lo que se promociona como reforma tributaria, y que no es más que un reacomodo de los componentes de la estructura tributaria, dejándola inmodificada en sus aspectos sustanciales, para cumplir un objetivo específico y particular. .
Por lejos, la principal medida consiste en el aumento del 17 al 20% el impuesto permanente a las utilidades de las empresas. Piñera agregó que, adicionalmente, «se corregirán o eliminarán una serie de franquicias tributarias o distorsiones que reducen la recaudación y que no se justifican».
Si entre esas medidas correctivas no está cerrar la brecha tributaria que permite que los impuestos a las empresas pueden ser imputados como créditos a la tributación personal de sus propietarios y accionistas, la reforma no sería ya un cambio puramente cosmético, sino una burla para los chilenos. En consecuencia, y una vez más tratándose de anuncios de este Gobierno, habrá que estar atentos a la letra chica.
La segunda medida se enmarca dentro de la obsesión neoliberal de rebajar la tributación de las personas. Al inmensa mayoría de los chilenos, vale decir, al 88% que gana menos de 540 mil pesos al mes, esta medida le es del todo irrelevante, puesto que está exenta del impuesto a la renta. Piñera agregó que estas rebajas fluctuarán entre el 10 y el 15%, «correspondiendo, naturalmente, la mayor rebaja a los grupos de menores ingresos».
Veamos que significa esto en cifras, a la luz de los datos del Servicio de Impuestos Internos para la Operación Renta 2011.
En ella, seis millones 665 mil 459 contribuyentes, esto es un 81,15% %, quedaron exentos del impuesto personal consolidado, esto es, contribuyentes de global complementario más contribuyentes del impuesto único de segunda categoría, conocido como impuesto a la renta, pues ganaron menos de 13,5 Unidades Tributarias Anuales. Si se considera que el promedio de la UTA de 2011 fue de $ 459.447, se obtiene que el 81,15% de los chilenos sujetos a tributación ganó menos de $516.877,875 al mes, cifra estimada en promedio.
Para estos contribuyentes, la rebaja impositiva anunciada por Piñera les es por completo indiferente.
Luego, 1.005.822 contribuyentes, equivalentes al 12,25%, ganó entre 13,5 y 30 UTA, es decir, entre $516.877,875 y $1.148.617,5 mensuales, y por tanto pagó un 5% de impuestos.
Un 3,44% de los contribuyentes, vale decir, 282.596, percibió entre 30 y 50 UTA, esto es, entre $1.148.617,5 y $1.914.362,5 al mes, y pagó un 10% de impuestos personales.
Un total de 117.677 contribuyentes, equivalentes al 1,43%, obtuvo entre 50 y 70 UTA, es decir, entre 1.914.362,5 y $2.680.107,5 mesuales, por los que pagó un 15% de impuestos.
El 0,73% de los contribuyentes, o sea 59.689, percibió rentas mensuales de entre 70 y 90 UTA, esto es, entre $2.680.107,5 y $3.445.852,5, y pagó una tasa impositiva marginal del 25%.
El 0,54% de los contribuyentes, esto es, 44.429, pagaron una tasa marginal de del 32%, por declarar ingresos entre 90 y 120 UTA, vale decir, entre $3.445.852,5 y $4.594.470 mensuales.
El 0,21% de los contribuyentes, es decir, 17.031, pagó una tasa marginal del 37%, por declarar ingresos de entre 120 y 150 UTA, o sea, entre $4.594.470 y $5.743.087,5 mensuales.
Finalmente, 20.889 contribuyentes, es decir, los súper millonarios del país, equivalentes al 0,25% del total, pagaron 40% de tasa marginal de impuesto a la renta, por percibir ingresos mayores a $5.743.087,5 mensuales.
Este ejercicio con cifras promedio obtenidas de la base de datos estadísticos del Servicio de Impuestos Internos, muestra simultáneamente la radical inequidad del ingreso de los chilenos. Sin embargo, la reforma de alcancía propuesta por Piñera no sólo no la corrije, objetivo de cualquier reforma en serio, sino que acentúa el sesgo de inequidad en los ingresos de los chilenos, pues reduce el impuesto, entre un 10 y un 15% a las 142.038 personas de mayores ingresos del país, equivalentes al 1,73% de los contribuyentes totales.
Desde esta perspectiva, se puede afirmar sin temor a la exageración, que antes que a una reforma, el anuncio de Piñera corresponde a la profundización del modelo neoliberal en cuanto a reducir la carga tributaria de los sectores de mayores ingresos, a pretexto de la pretendida reforma para financiar la supuesta reforma educativa.
Este objetivo se ve reforzado con la medida de descontar de impuestos hasta el 50% del gasto en educación, para las «familias de clase media». ¿Con qué rasero define familias de clase media el Señor Presidente?
El 81,5% de los contribuyentes no tendrá descuentos en la educación de sus hijos, por la sencilla razón de que están exentos de tributación.
¿Se va entendiendo la figura?.
La tercera medida en importancia, apunta a reducir del 0,6 al 02% el impuesto de timbres y estampillas, aparentemente el único impuesto que el consenso binominal deja librado al espacio de maniobra de los gobiernos. Y, claro, algún alivio, aunque marginal puede significar para las 390 mil pequeñas y medianas empresas del sector mipyme. Pero desde el punto de vista de la recaudación tributaria su impacto, más que marginal, es irrelevante.
Nuevamente con datos del Servicio de Impuestos Internos, se obtiene que el impuesto a los actos jurídicos, categoría que incluye al impuesto de timbres y estampillas, recaudó en 2010, $200.283.000.000, equivalentes al 1,1% del total de impuestos recaudados en dicho año, por todos los conceptos.
A contramano, ese mismo año, el Impuesto al Valor Agregado recaudó $8.300.220.000.000, equivalentes al 47,2% de la recaudación total de ese año. ¿Se puede llamar reforma a un anuncio que deja inmodificado el principal factor de inequidad de la injusta estructura tributaria chilena?
Hasta la OCDE está recomendando rebajar la tributación indirecta, por su efecto altamente regresivo. Pero para los neoliberales chilenos, habitualmente tan atentos a las señales que vienen de los poderes centrales, en esta materia perfieren hacerse los lesos y silbar para el techo, porque encuentran de lo más cómodo que la mayor carga tributaria del sistema impositivo chileno, sea solventada por los sectores de menores ingresos.
El Presidente anunció también que esta «reforma» incorpora los llamados impuestos verdes, a «aquellos bienes cuya disposición final afecta negativamente el medio ambiente y la calidad de vida de la gente e incorpora subsidios verdes, para fomentar el reciclaje de estos productos».
Todo lo que vaya en dirección a que el sector de la Gran Empresa pague por las externalidades negativas que aquí en Chile les salen gratis, constituyéndose en un subsidio, además de injusto, distorsionador, por principio debería ser positiva. Pero como el anuncio de Piñera no entró en detalles, habrá que esperar la letra chica.
En lugar de eliminar el impuesto específico a los combustibles, como hasta parlamentarios de derecha le solicitaron, el Gobierno optó por un mecanismo de impuestos variables, de forma tal que cuando el precio de los combustibles esté alto, los impuestos bajen, y a la inversa. Por tanto, en el balance neto, la carga tributaria queda donde mismo. Una medida más efectista que efectiva, lo que se demuestra con la mala conciencia del Gobierno, reflejada en el bono a taxistas y transportistas escolares, con un impacto fiscal menos que marginal.
Finalmente, y aparte de su carácter casi anecdótico, el incremento al impuesto a los licores de mayor graduación de alcohol generó variadas reflexiones, en las redes sociales, preñadas de ese toque de humor negro que parece ser una marca registrada nacional:
A los Taxistas les darán Bono para Bencina por mucho consumo; y a Nosotros nos darán Bono para Copete?
Aylen Bastias @AylenMahli
«Compre su promo y estará ayudando a la causa estudiantil» Slogan de alguna marca.
Chago Murray @soyshuerloco
jajajajajajaja, pobres de mis compañeros, creo que ya están en eso, se fueron a comprar javas de copete para reservar
Andrés @Nachotumadre
Si a Piñera le importara de verdad el alcoholismo, tendría a su hermano en tratamiento.
ßetO @365Diaz
Van a estar criticando la propuesta del gob. y lo único que captaron, fue que le subirán el impuesto al copete!JAJAJAJA
Sebastián A.P. @MrMikeMobitec
Que hay que hacer pa postular a la beca del copete que anunció el presi?? tengo algunas dudas.
Sr. Guarro @pansho_LOVG
Mejor tomárselo con humor, porque de verdad, la «reforma» tributaria de Piñera constituye una tomadura de pelo a los chilenos, sin perjuicio de los ríos de tinta e interminables minutos de radio y televisión que insumirá el insustancial debate que se avecina. A pretexto de financiar una reforma educativa, que para los estudiantes consiste en cambiar deuda por deuda, lo que hace la «reforma» de Piñera es rebajar la carga tributaria de las personas de mayores recursos, tal como establece el canon neoliberal.