La oposición derechista no concurrió a las elecciones celebradas el pasado domingo en Venezuela. La crónica de El País -diario militantemente antichavista, como es bien sabido- señala que, sin embargo, ese boicot fue más propagandístico que real, puesto que sólo 556 candidatos (el 10,8%) anularon su presencia en las listas. Ningún medio de información de […]
La oposición derechista no concurrió a las elecciones celebradas el pasado domingo en Venezuela.
La crónica de El País -diario militantemente antichavista, como es bien sabido- señala que, sin embargo, ese boicot fue más propagandístico que real, puesto que sólo 556 candidatos (el 10,8%) anularon su presencia en las listas.
Ningún medio de información de los que he consultado esta mañana, casi todos hostiles a Chávez, sostiene que las excusas alegadas por la oposición derechista para negar legitimidad a las urnas se hayan visto avaladas por los hechos.
Ninguno de los más de 400 expertos internacionales desplazados para velar por la pureza del proceso electoral -que han podido trabajar con plena libertad, según sus propias manifestaciones- ha dado cuenta de que se hayan producido irregularidades como las que auguraron los derechistas venezolanos para rechazar las urnas: no han encontrado trazas de que el censo estuviera falseado ni de que se haya adulterado el recuento de votos.
Todo lo cual demuestra que la verdadera razón por la cual la derecha venezolana se ha negado a participar en las elecciones legislativas es porque sabía que no tenía nada que hacer en ellas.
Resulta curiosa la asepsia opinante que están mostrando en este punto los grandes medios de comunicación occidentales. ¿No tienen realmente nada que decir sobre unos grupos políticos que huyen de las urnas así que no las ven favorables? ¿Consideran que negarse a estar en el Parlamento en minoría es una actitud democrática? ¿No creen que, del mismo modo que condenan a los gobernantes que no convocan elecciones libres, deberían repudiar a los partidos que rechazan las elecciones libres efectivamente convocadas?
Nuestro democratísimo Occidente ya ha demostrado en diversas ocasiones que su apego a las urnas como medio para dirimir las diferencias políticas está en muy estrecha relación con lo que las urnas acaben dictaminando. Del mismo modo que aplaudieron el golpe de estado militar de Argelia cuando la población argelina se inclinó del lado de los islamistas, empieza ya a mirar distraídamente al infinito en cuanto se le habla de Venezuela. Me temo lo peor.