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Miles de emigrantes son nacionalizados en una llamada al encuentro de los pueblos

Una prueba más de otro mundo posible desde Venezuela

Fuentes: Rebelión

El pasado seis de julio, se celebraba en el teatro María Carreño de Caracas un acto de encuentro con los emigrantes que a lo largo de décadas han llegado a Venezuela. Ese acontecimiento, bajo el nombre «Venezuela no está sola», se integraba en la campaña de nacionalización que el gobierno venezolano está haciendo con todos […]

El pasado seis de julio, se celebraba en el teatro María Carreño de Caracas un acto de encuentro con los emigrantes que a lo largo de décadas han llegado a Venezuela. Ese acontecimiento, bajo el nombre «Venezuela no está sola», se integraba en la campaña de nacionalización que el gobierno venezolano está haciendo con todos esos emigrantes que lo deseen, cientos de miles.

Portavoces de las diferentes comunidades, junto con expresiones artísticas del folklore de varios continentes integraron un acto de hermanamiento que fue cerrado por el presidente venezolano Hugo Chávez.

Allí abrazaron a los árabes que en Estados Unidos son encarcelados por sospechosos de terrorismo o que mueren en el estrecho de Gibraltar huyendo de los controles aduaneros que les impiden entrar en Europa.

También acogieron como hermanos a los colombianos y ecuatorianos que en el aeropuerto de Madrid son devueltos a su país por considerarlos narcotraficantes.

En Venezuela, abrazaron a los gallegos -uno de ellos ministro-, vascos o valencianos que fueron a buscar una vida mejor a ese país. A ellos había que añadir las comunidades alemanas y chinas hasta llegar a casi treinta y cinco nacionalidades diferentes.

Todos esos emigrantes han sido reconocidos por el gobierno de Venezuela como ciudadanos venezolanos en un ejemplo excepcional de solidaridad. El gobierno nacionalista venezolano ha demostrado que la defensa de la soberanía y la dignidad de un país no está reñida con el hermanamiento y las puertas abiertas a todos los pueblos.

Mientras, los habitantes de los países recién incorporados a la Unión Europea no pueden establecerse en el resto y en Estados Unidos cientos de personas mueren en su intento de entrar en el país. Los que lo logran son explotados sin derechos sociales alguno ni reconocimiento legal.

Venezuela, no solo dio ejemplo hasta ahora de conciencia social con sus leyes de tierra, de pesca, de apoyo a la sanidad y a la educación de los más humildes en sus misiones Barrio Adentro o Robinson, entre otras muchas. O de democracia participativa con sus consejos vecinales para gestionar los presupuestos o su referéndum revocatorio. Ahora da una lección al mundo de puertas abiertas, de hermandad con todos los pueblos.

Sin duda, Venezuela y el proyecto de solidaridad latinoamericana que representa abanderado por la revolución bolivariana de Hugo Chávez es una expresión ante un imperio que masacre árabes o una Europa que deja morir en pateras a quienes buscan una vida mejor.

Venezuela volvió a demostrar ese día que otro mundo es posible.