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Una reflexión acerca de la economía nacional dedicada a los economistas profetas del desastre

Fuentes: Rebelión

A los Economistas siempre nos ha gustado sentirnos como una especie de videntes con títulos universitarios, al punto de parecer esto una «enfermedad ocupacional», aunque en honor a la verdad solemos ser muy malos en cuanto a la adivinación se refiere. Sin embargo somos lo bastante tercos como para reincidir constantemente, por lo que nos […]

A los Economistas siempre nos ha gustado sentirnos como una especie de videntes con títulos universitarios, al punto de parecer esto una «enfermedad ocupacional», aunque en honor a la verdad solemos ser muy malos en cuanto a la adivinación se refiere. Sin embargo somos lo bastante tercos como para reincidir constantemente, por lo que nos vemos obligados, en el mejor de los casos, a dedicar el 50% del tiempo diciendo qué pasará y el resto explicando por qué no pasó. A mi juicio el problema más grave de algunos de mis colegas no es ese, ya que en honor a la verdad también he pecado de Nostradamus, sino lo incapaces que son de reconocer sus errores, pues sus predicciones provienen de «modelos perfectos e infalibles» basados en la lógica capitalista neoliberal. Es más, hay quienes llegan a sugerir, por muy ridículo que suene, que los desacertados no fueron ellos, sino la realidad económica por no adaptarse a sus recetas memorizadas de libros de texto.

Esta reflexión la hago recordando a aquellos Economistas (y a los que no lo son también) que se convirtieron en profetas del desastre, por su odio visceral a la Revolución Bolivariana y al Presidente Chávez. Es decir a todos aquellos que, siendo mis colegas o no, asumen o asumieron las siguientes posiciones:

Apoyaron y justificaron el paro patronal y el sabotaje petrolero, los cuales significaron pérdidas a la nación por US $ 7.637 millones y una caída del PIB en primer trimestre de 2003 de 26,7%.

Auguraron que la reconversión monetaria traería hiperinflación para el 2009 y limitaciones al monto de los movimientos financieros en los bancos, buscando provocar una corrida bancaria y una crisis financiera similar a la de 1994 que finalmente, por el bien de todos, no ocurrió.

Cuando fueron manejadas por adecos y copeyanos, luego de quebrarlas, privatizaron y desnacionalizaron SIDOR y CANTV. Están tan desconectados de la realidad que, para el segundo trimestre de 2008, la compañía telefónica registró utilidades netas en su gestión financiera de Bs. F 287,9 millones, reportando un incremento de Bs. F 21,8 millones que significaron 8,2% más con respecto al mismo período del año pasado.

Viven repitiendo, sin ningún basamento técnico real, que la economía venezolana se encuentra en serios problemas y está decreciendo. Mientras la realidad es completamente distinta y ellos lo saben, pues acumulamos ya diecinueve trimestres consecutivos de incrementos en el PIB. Inclusive, para el segundo trimestre de 2008 el producto aumentó 7,1% ubicándonos entre los primeros lugares de crecimiento económico a nivel mundial.

Afirman con la mayor desfachatez posible que no existe inversión en el país, lo cual es otra falsedad más porque si leemos las recientes informaciones desprendidas de la página web del BCV, referidas al segundo trimestre de 2008, nos topamos con lo siguiente: «El crecimiento de la demanda agregada interna estuvo impulsado por sus diferentes componentes, entre los cuales es importante resaltar la recuperación de la inversión bruta fija, especialmente en lo que corresponde a la de origen nacional (10,7%), en particular la construcción (13,5%) y maquinarias y equipos (4,4%)». Aclaramos para los amigos no economistas el término inversión bruta, según el propio Banco Central se refiere a la: «Adquisición de activos fijos y formación de inventarios. Puede ser pública o privada».

También señalan que el sector industrial privado está desapareciendo, cosa que resulta completamente falsa. Por tal razón me remitimo, al igual que en el punto anterior, a lo expresado por el mismo BCV: «La industria manufacturera privada continuó su ritmo expansivo por decimonoveno trimestre consecutivo, al reflejar un aumento de 4,6%, determinado fundamentalmente por las evoluciones favorables en: fabricación de prendas de vestir (21,0%); papel (19,4%); minerales no metálicos (8,9%); productos de madera (8,1%); alimentos, bebidas y tabaco (7,1%); fabricación de caucho y plástico (5,6%); edición e impresión (4,8%) y fabricación de sustancias y productos químicos (1,4%); es importante destacar el menor dinamismo del sector automotriz, derivado del proceso de adaptación a la política sectorial instrumentada por el Ejecutivo Nacional, resultado que es de esperar se revierta en los próximos trimestres (…) La industria alimenticia continuó realizando esfuerzos significativos para atender la creciente demanda interna, en tal sentido se deben destacar los crecimientos experimentados en la casi totalidad de las ramas que la conforman, entre las que se destacan: elaboración de aceites y grasas (10,8%); productos de panadería (10,1%), producción, procesamiento y conservación de carnes y derivados (8,8%) y la elaboración de otros productos alimenticios (17,2%).»

Cada vez que el Ejecutivo ajusta los precios de los alimentos o excluye a algunos de la regulación, estos personajes, tratan de hacer creer que se debe al fracaso de la política económica, sabiendo ellos de la existencia de una crisis mundial de alimentos y de agroinflación. Obviando el siguiente señalamiento de la ONU: Al término del primer trimestre de 2008 los precios internacionales de los alimentos se incrementaron, en algunos casos, hasta en 140% comparado con el año 2007. Además, representantes de la FAO han felicitado a nuestro Gobierno por tomar medidas acertadas para proteger a la población de estos problemas

Se desgarran las vestiduras acusando al Gobierno Bolivariano de provocar una inflación que acaba con los bolsillos de los más humildes. Cuando Gobiernos de los que muchos de ellos formaron parte durante los años noventa, producto de la aplicación de las recetas neoliberales dictadas por el BM y el FMI, llegaron a colocar el IPC por encima del 100%. En contraposición, durante la Revolución el índice de precios más alto fue de 31,2% y eso durante el paro sabotaje petrolero y la huelga patronal que precedieron al Golpe de Estado.

Gritan a los cuatro vientos que el país se encuentra sumido en un desempleo galopante. Conociendo ellos que la situación es completamente opuesta porque para 1999 la tasa de desocupación fue de 16,6% y ahora, en julio de este año, es de menos de la mitad (7,2%).

Buscando crear un clima de zozobra en el verdadero sector productivo privado, crean y difunden mitos como que el Gobierno te quitará tu panadería, tu carro, tu empresa, tu fábrica, tus tierras y muchas otras falacias más, pues en los cerca de diez años de Revolución nadie ha sido expropiado ilegalmente. Esto con el único fin de satanizar la gestión de un Presidente abocado a dar verdadero apoyo a los empresarios nacionalistas; tan es así que lograron, por obra de la maquinaria mediática, frenar la iniciativa de Reforma Constitucional y repitieron hasta más no poder, que muchas de los temas que ésta contenía podrían llevarse a cabo mediante Leyes.

Ahora cuando el Presidente lanza los últimos 26 decretos de la habilitante, levantan acusaciones de «inconstitucionalidad», de «meter la Reforma de Contrabando», de «paquetazo», de «caramelos con ácido» y cuantas otras mentiras se les ocurran. Obviando a propósito aspectos como: (1°) la condonación y el refinanciamiento de la deuda a los productores agrícolas y mayores facilidades de acceso al crédito, contemplados en la Ley de Beneficios y Facilidades de Pago para las Deudas Agrícolas y Rubros Estratégicos para la Seguridad y Soberanía Alimentaria, la Ley de Crédito para el Sector Agrario y la Ley del Banco Agrícola de Venezuela; (2°) el otorgamiento de mayores facilidades de financiamiento al sector de la pequeñas y medianas industrias y de las empresas de la economía social, expresados en la Ley para el Fomento y Desarrollo de la Economía Popular, la Ley para la Promoción y Desarrollo de la Pequeña y Mediana Industria y Unidades de Propiedad Social, la Ley del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela y la Ley de Supresión y Liquidación del Fondo de Crédito Industrial; (3°) el mayor apoyo al sector turístico para convertirlo en un verdadero motor del desarrollo de nacional, que puede observarse en la Ley Orgánica de Turismo; (4°) y las mejoras sustanciales en cuanto a la seguridad social integral de los venezolanos, contenidas en la Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social, la Reforma parcial de la Ley del Seguro Social y la Ley del Régimen Prestacional de Vivienda y Hábitat.

No continuo explicando más elementos como: la recuperación de las reservas internacionales, la acertada política petrolera, la gran inversión social, la proyección internacional del país en los organismos multilaterales, el superávit de la balanza de pagos, la fortaleza de la paridad cambiaria y otros que podría traer a colación, porque este pequeño escrito se volvería inconvenientemente extenso. Sin embargo, deseo pedirle a mis colegas y a los demás pronosticadores económicos de oficio un poco más de análisis serio, utilización de elementos de base y sentido nacionalista. No porque les esté vedado intentar predecir el futuro económico o algo similar, de ninguna manera, sino por amor al pueblo, a su dignidad profesional (sobre todo aquellos que aún les quede) y máxime porque nuestra patria necesita que se diga la verdad.

*: Economista y Profesor Universitario.