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Una reforma laboral incomprendida

Fuentes: Rebelión

  En enero de 2010, el diario El Mundo mostró en su portada una foto de Mariano Rajoy, ante una oficina de empleo, y en titulares destacó una frase suya: «cuando gobierne bajará el paro». Poco antes de las elecciones de noviembre de 2011, el vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, Esteban González Pons, anunció […]

 

En enero de 2010, el diario El Mundo mostró en su portada una foto de Mariano Rajoy, ante una oficina de empleo, y en titulares destacó una frase suya: «cuando gobierne bajará el paro». Poco antes de las elecciones de noviembre de 2011, el vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, Esteban González Pons, anunció que, si su partido ganaba esas elecciones, aspiraba a crear tres millones y medio de puestos de trabajo. También quien luego sería vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, había asegurado que, si ganaban las elecciones, volvería el «milagro español».

Pues bien, desde que tomó posesión el Gobierno del Partido Popular, en diciembre de 2011, el número de desempleados ha aumentado en 929.100 y, además, el propio Gobierno anuncia que la legislatura acabará con 1.300.000 empleos menos que cuando comenzó y que la tasa de paro pasará del 22.8%, en el cuarto trimestre de 2011, al 25.8% en 2015. Para no faltar a la verdad, Rajoy debió haber dicho: «cuando gobierne subirá el paro».

El Gobierno reconoce que los efectos directos e indirectos de sus recortes de gastos y subidas de impuestos supondrán la pérdida de 467.000 puestos de trabajo. Es evidente que el Partido Popular ha renunciado a crear empleo porque su programa real consiste en someter a la sociedad española a un shock de desempleo masivo, empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida a gran escala. El objetivo es llevar a buen puerto el proceso deconstituyente actual, es decir, la supresión de casi todos los aspectos sociales de la Constitución.

Se trata de provocar el hundimiento de los salarios, privatizar todo lo posible la sanidad, socavar las pensiones públicas para favorecer las privadas, deteriorar la educación pública, asumir que ya nunca alcanzaremos el nivel de gasto social de la Unión Europea, recortar la democracia en las corporaciones locales al restarles competencias y, en cuanto sea posible, recortar aún más nuestro incompleto sistema democrático para asegurar la indefensión de la ciudadanía.

El Partido Popular ha insistido falsamente en que había que reformar la legislación laboral para crear empleo. Es obvio que esa legislación no era un obstáculo para crear empleo puesto que, entre 1995 y 2007, el empleo aumentó en España un 63%, frente al 23% en la eurozona. Los pies de barro de la economía española no estaban precisamente en la legislación laboral.

La reforma laboral del Partido Popular -y antes la del PSOE- ha buscado provocar una gran caída de los salarios y un fuerte aumento del desempleo para inducir un nuevo pacto social a la baja. El objetivo de la reforma laboral ha sido facilitar despidos masivos para, en una fase posterior, dar pie a contrataciones precarias masivas que normalicen el nuevo Estado sin bienestar que están diseñando. Por ello, se equivocan quienes piensan que la reforma laboral no está funcionando. En realidad, se trata de una reforma incomprendida y que está funcionando muy bien en el logro de sus verdaderos objetivos.

Un reciente estudio, publicado por la Fundación 1º de Mayo, muestra que, en 2009, por cada décima de caída del PIB, se destruyeron 32.730 empleos. Una vez puestas en marcha las reformas laborales tenemos que, en 2012, por cada décima de caída del PIB, el número de desempleados aumenta a 60.714, es decir, crece un 186%.

Cada décima de retroceso del PIB, en 2009, llevaba al paro a 6.000 asalariados indefinidos en el sector privado y, en 2012, eran 26.071 asalariados indefinidos los que perdían el empleo por cada décima de caída del PIB. En el caso de los asalariados temporales del sector público se pasó de destruir 1.027 empleos, por décima de caída del PIB, a 12.786, en el período señalado. La reforma laboral va logrando su objetivo no declarado a la perfección.

El aumento del paro favorece la caída de los salarios. Un informe de UGT, del pasado mes de abril, estableció que, a cada trabajador, a finales de 2012, las empresas le pagaron 1.946 euros menos que un año antes. Es más, los 5.2 puntos de PIB perdidos por las rentas del trabajo, entre 2008 y 2012, han agravado la crisis, puesto que, tal caída de la masa salarial, ha reducido las ventas efectuadas por las empresas, ha ocasionado más despidos, menos ingresos fiscales y más pobreza.

Un futuro con futuro exige derogar las dos últimas reformas laborales y abordar un potente plan de estímulo económico desde el sector público, con recursos provenientes de la lucha contra el fraude fiscal y de una mayor presión fiscal sobre quienes más ganan. Así se posibilitaría impulsar un plan de creación de empleos verdes y en el sector del bienestar, el alza del salario mínimo, avanzar hacia la jornada de las 35 horas y adoptar otras medidas para hacer llegar el crédito a pymes y autónomos. Asimismo, es preciso replantear determinados aspectos de la relación con la Unión Europea y recuperar para el sector público elementos estratégicos de la economía.

Ramón Trujillo es coordinador de Izquierda Unida Canaria .