Los estudiantes de familias con pocos recursos pagan un importante precio por poder dotarse de su capacidad de contribuir a la sociedad, y abonan un interés si no pueden permitírselo. Un impuesto sobre la riqueza podría aplicar ese mismo principio a los ricos de EEUU. Polly Toynbee, un columnista del diario británico Guardian, juega un […]
Los estudiantes de familias con pocos recursos pagan un importante precio por poder dotarse de su capacidad de contribuir a la sociedad, y abonan un interés si no pueden permitírselo. Un impuesto sobre la riqueza podría aplicar ese mismo principio a los ricos de EEUU.
Polly Toynbee, un columnista del diario británico Guardian, juega un papel algo parecido al de Paul Krugman, el premio nobel de economía que colabora también regularmente con el New York Times. Ambos elaboran cotidianamente ataques bien argumentados – e incluso inspiradores – contra la concentración de renta y riqueza que ha dejado a los EEUU y al Reino Unido como los dos países con mayores desigualdades en el mundo desarrollado.
Ambos son también eminentemente pragmáticos. Proponen siempre aquello que es políticamente posible. Pero vivimos tiempos agitados, y posiblemente por eso la semana pasada nos encontramos a Toynbee apoyando una propuesta de imposición a los ricos que a simple vista parece carecer de sentido de lo políticamente viable.
¿Por qué no exigir, se pregunta Toynbee, una tasa única del 20% sobre la riqueza total que tiene el diez por ciento más rico del país, «graduada» de modo que nos aseguremos que el 1 por ciento más rico paga bastante más que los hogares que estén en la parte baja de ese 10 por ciento?
Esta tasa única «sobre ganancias inesperadas», sugiere Toynbee, podría ayudar a «salvar servicios, salvar empleos, acabar con el déficit nacional, relanzar el crecimiento, y poner a la economía en la senda de la recuperación».
«La peor de todas las crisis», añade, «necesita mejores soluciones que cualquiera de las que se están ofreciendo para la lúgubre década que empieza».
Los EEUU, claro, se enfrentan a los mismos lúgubres pronósticos. Y ello hace de la propuesta de Toynbee una cuestión que vale la pena considerar. ¿Podría una tasa única del 20% sobre la riqueza acumulada por los ricos realmente marcar la diferencia?
El origen de la propuesta de Polly Toynbee, el profesor de la Glasgow University Greg Philo, ciertamente cree que sí. Philo hizo pública su propuesta el año pasado e incluso se encargó una encuesta a nivel nacional para conocer la reacción de la gente. Según dicha encuesta, un 74% de la población del Reino Unido la aprobaba.
El 10 por ciento más ricode las personas que viven en Inglaterra acumula actualmente unos 4 billones de libras – unos 6,3 billones de dólares – del total de 9 billones en riqueza personal que hay en el país. Una tasa del 20% sobre esos 4 billones recaudaría unos 800.000 millones de libras, según Philo suficiente para «repagar la deuda nacional» y «evitar la necesidad de duros y profundos recortes» en los servicios públicos.
La propuesta de Philo se encuentra con una objeción inmediata. Muy pocas familias ricas tienen suficiente liquidez para disponer del 20% de su riqueza en efectivo. Tienen mucha de su riqueza en forma de propiedades de distinto tipo que deberían ser vendidas, posiblemente con una gran pérdida de su valor si todos tuviesen que empezar a venderlas a la vez.
Pero no hay problema. Esta tasa sobre la riqueza, según el plan de Philo, no debería abonarse toda de golpe. Pero si una familia rica quiere aplazar el pago, deberá pagar intereses sobre el remanente de impuesto por pagar que le quede.
«Funcionaría como una especie de préstamo para estudios» dice Philo «pero aplicado a los ricos».
Una tasa del 20% sobre la riqueza del diez por ciento más rico de Inglaterra, señala Polly Toynbee en el Guardian, básicamente se encargaría de «devolver hacia abajo el dinero que se han llevado los de arriba durante la última década».
«Los miles de millones que se han llevado los de arriba», añade desde la Glasgow University el profesor Philo, han sido en su mayor parte «usados para adquirir propiedades sobrevaloradas». Una tasa sobre la riqueza podría volver a poner en circulación este «dinero estancado», en forma de gasto público que estimulase el crecimiento.
Una tasa única del 20% sobe la riqueza, concluye Philo, «ofrece una alternativa real» que «permitiría eliminar el déficit de las cuentas del gobierno, utilizando dinero que está en su mayor parte retenido en el mercado inmobiliario, y de gente que no lo necesita».
¿Podría una tasa sobre la riqueza como esa tener un impacto similar en los EEUU? Las cifras sobre distribución de la riqueza hacen de esa pregunta una obviedad: de hecho nuestros ricos poseen una parte de la riqueza total bastante mayor que en Inglaterra.
En el Reino Unido, el 10 por ciento más rico posee el 44% del total de la riqueza personal que hay en el país. En los EEUU, los estudios y trabajos del Economic Policy Institute publicados a principios de este año indican que solamente el 5 por ciento más rico poseía en 2009 el 63,5% de la riqueza nacional. Solamente el 1% más rico posee el 35,6%.
En abril de 2001, según informaban la semana pasada el economista de la New York University Nouriel Roubini y dos de sus colegas, la riqueza total de los hogares de los EEUU ascendía a 56,8 billones de dólares. Si asumimos que la distribución de la riqueza no haya variado mucho desde 2009, el última año para el que disponemos de datos sobre la distribución de la riqueza, entonces hoy en día el 10 por ciento de los más ricos poseerían un 75,1% de la riqueza de la nación, es decir 42,7 billones de dólares.
Una tasa del 20% sobre esa acumulación de riqueza conseguiría recaudar 8,5 billones de dólares, una cifra que representa casi el 85% de toda la deuda pública que tiene actualmente el país.
¿Y el 1% más rico de los americanos? ¿Cómo quedarían si les aplicásemos esa tasa única del 20% sobre su riqueza? Pues de media la riqueza que les quedaría seguiría siendo mayor, ajustando por la inflación, que la que tenía el 1% más rico de 1983. De hecho, podrían pagar hasta un 25% y seguirían teniendo más riqueza que la que tenían en 1983.
Esta década que empieza no tiene porqué ser tan lúgubre. Lo que tiene que ser es más igualitaria.
Sam Pizzigati edita Too Much, un semanario electrónico sobre abusos y desigualdades publicado por el Instituto de Estudios Políticos, con base en Washington.
Traducción para www.sinpermiso.info: Xavier Fontcuberta i Estrada