¿Cómo puede interpretarse la designación unánime de Venezuela por parte de América Latina para ocupar uno de los dos escaños como miembro no permanente del Consejo de Seguridad y la gran cantidad de votos que obtuvo en esa elección? Después del último intento fallido de Venezuela por postularse en 2006 para uno de los escaños […]
¿Cómo puede interpretarse la designación unánime de Venezuela por parte de América Latina para ocupar uno de los dos escaños como miembro no permanente del Consejo de Seguridad y la gran cantidad de votos que obtuvo en esa elección?
Después del último intento fallido de Venezuela por postularse en 2006 para uno de los escaños en la ONU, la representación de los países latinoamericanos y del Caribe ante la ONU (GRULAC) creó un orden automático para todas las candidaturas futuras, y esta vez fue el turno de Venezuela.
En 2006, su candidatura había generado una tenaz resistencia de Estados Unidos y, tras 47 rondas de votación entre Guatemala y Venezuela sin que ninguno de los dos se alzara con la victoria, fue elegido finalmente Panamá como candidato de compromiso. Antes de la elección de octubre de 2014 Estados Unidos había incluso intentado ostensiblemente que Colombia actuara para impedir una candidatura de Venezuela. En vista del importante papel de caracas en el actual proceso de paz con las FARC en La Habana, Bogotá no se prestó a hacer esa tarea. La unanimidad que obtuvo su nominación fue también favorecida en buena medida por el apoyo total de diversas organizaciones regionales como la CELAC, la Unasur, el Mercosur y la ALBA, en las que Venezuela ha tenido siempre un rol muy activo.
La elevada cantidad de votos (181 de 193) a favor de Venezuela puede explicarse de 3 maneras distintas:
- Por un lado, esta votación fue una clara elección de protesta de numerosos países en desarrollo contra la política estadounidense frente a países «hostiles» como Venezuela.
- En segundo lugar, el apoyo a la candidatura por parte de la muy eficiente diplomacia de su aliado, Cuba, tuvo el éxito esperado especialmente entre los países africanos.
- En tercer lugar, en 2015 Venezuela asume la presidencia del Movimiento de Países No Alineados, que abarca casi a las dos terceras partes de los miembros de la ONU.
A pesar de este claro apoyo internacional a la candidatura de Venezuela, la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, no se privó de criticar encendidamente la elección. Según su punto de vista, Venezuela viola la Carta de las Naciones Unidas debido a su constante inobservancia de los derechos humanos, motivo por el cual no es un país adecuado para ser miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Qué puede esperarse de Venezuela como miembro del Consejo de Seguridad? ¿Qué temas y alianzas se prevé que sean prioritarios para este país? El tema central será el énfasis en la soberanía y en la no intervención, tradicional de los países latinoamericanos. De esta forma, Venezuela pretende no solamente defender sus propios intereses en una situación política interna y económica extremadamente crítica, sino también ser considerada como voz del «Sur global».
Según lo anunciado por el presidente Nicolás Maduro, Venezuela defenderá en el Consejo de Seguridad una política «multipolar y multicéntrica» a favor de la paz mundial que refleje la nueva distribución de poder en la política global. Esto podría interpretarse como un respaldo al rol de China y Rusia en el Consejo de Seguridad como también a Palestina y, especialmente, como un rechazo a las sanciones contra Siria e Iraq dispuestas por el Consejo. Además, Maduro se ha expresado varias veces acerca de la necesidad de una amplia reforma de las Naciones Unidas, en especial con respecto al reparto de poder entre la Asamblea General y el Consejo de Seguridad y al envío de misiones de paz de la ONU.
Al igual que todos los miembros del Consejo de Seguridad, Venezuela también podría proponer temas que considere importantes. Entre ellos es posible que estén en primer plano temas típicos del conflicto Norte-Sur, tales como política comercial, financiera y de manejo de recursos, y sus efectos en las posibilidades de desarrollo en el «Sur global».
¿Qué consecuencias tendrá la presencia de Venezuela como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU en el debate sobre cuestiones internacionales dentro de las alianzas de integración latinoamericanas? Para Caracas, la ONU es más bien un «frente de batalla secundario», mientras que las alianzas de integración regionales -en algunas de las cuales, tales como la ALBA, la Unasur y la CELAC, ha actuado como (co)fundadora- representan una clara prioridad en materia de política exterior y geopolítica, precisamente porque su función es también la defensa de la soberanía y la autonomía.
Es por ello que, con seguridad, las iniciativas políticas de Venezuela en el Consejo de Seguridad influirán en los intensos debates políticos sobre política internacional dentro de las organizaciones regionales, al tiempo que estos posiblemente harán sentir sus efectos en la posición «latinoamericana» de Venezuela en el Consejo. Dado que Chile es en la actualidad el otro miembro no permanente del Consejo de Seguridad, los correspondientes temas latinoamericanos posiblemente tendrán la mayoría de las veces una exposición moderada y una radical. De todas maneras, Chile y Venezuela han hecho ya un muy buen trabajo conjunto en la Unasur y la CELAC, lo cual podría beneficiar las iniciativas latinoamericanas en el Consejo de Seguridad.
A pesar de su precaria situación en materia de política interna, la membresía de Venezuela en el Consejo de Seguridad podría incrementar más su peso en las instituciones regionales aun cuando el apoyo financiero a las medidas regionales siguiera decreciendo fuertemente.
El rápido y sorpresivo nombramiento de Rafael Ramírez, ex ministro de Relaciones Exteriores y ex presidente de PDVSA, como embajador ante la ONU, parece sugerir una estrategia de «defensa ofensiva» en la política internacional del presidente Nicolás Maduro. La posición internacional de Venezuela -bastante debilitada por el inesperado acercamiento entre Estados Unidos y Cuba y, sobre todo, por la caída del precio del petróleo- experimentaría una clara mejoría. Ramírez es sin dudas uno de los más importantes e influyentes políticos del gobierno chavista que, gracias también a su experiencia en la OPEP, aporta mucho peso político al rol de portavoz del «Sur global» en el Consejo de Seguridad. Dependerá en gran medida de su habilidad que Venezuela pueda obtener en Nueva York éxitos que vayan más allá de lo retórico.
* Politólogo alemán. Ex director de la Fundación Friedrich Ebert en varios países de América Latina y consultor en temas de relaciones internacionales y de seguridad en la región.
Fuente: http://www.nuso.org/opinion.php?id=140