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UNCTAD: el camino abandonado

Fuentes: La Jornada

Durante los años 50 se gestaron las ideas de Raúl Prebisch y Hans Singer sobre el deterioro de los términos de intercambio para los países subdesarrollados. Era el periodo de una restructuración económica mundial y de la descolonización intensa en Africa y Asia. De acuerdo con Prebisch y Singer, la relación entre los precios de […]

Durante los años 50 se gestaron las ideas de Raúl Prebisch y Hans Singer sobre el deterioro de los términos de intercambio para los países subdesarrollados. Era el periodo de una restructuración económica mundial y de la descolonización intensa en Africa y Asia.

De acuerdo con Prebisch y Singer, la relación entre los precios de los productos primarios (usados como materias primas) y los manufacturados tiende a deteriorarse con el paso del tiempo. La consecuencia principal es que las economías productoras de bienes primarios acaban por tener que exportar más para poder comprar la misma cantidad de manufacturas.

Según esos economistas, el deterioro en los términos de intercambio se produce porque al aumentar el ingreso en los países ricos, la demanda de bienes manufacturados aumenta más que la de productos primarios; eso presionaría el precio de las manufacturas al alza. Esa diferencia en la elasticidad ingreso de la demanda de manufacturas y productos primarios sería la causa principal del deterioro en los términos del intercambio de los países del tercer mundo. Además, el cambio tecnológico en las naciones ricas remplazaría algunas materias primas importantes y eso agravaría la situación para los exportadores de productos primarios.

La volatilidad en los precios internacionales de materias primas también sería un factor que afectaría negativamente a las economías subdesarrolladas. Así que para Prebisch, el remedio era promover el desarrollo de las manufacturas a través de un proceso de industrialización por medio de sustitución de importaciones utilizando juiciosamente el proteccionismo y el papel promotor del Estado.

Esas ideas estuvieron detrás de la creación, en 1964, de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) con Raúl Prebisch a la cabeza. Los objetivos eran, primero, lograr la estabilización en los precios de bienes primarios. Esto se lograría mediante fondos especiales y por un sistema de límites inferiores para evitar caídas peligrosas de precios. Después de un tortuoso proceso de negociaciones, la UNCTAD logró establecer un programa integral para estabilizar los precios de 18 productos primarios en niveles adecuados para productores y consumidores.

El segundo eje de actividad fue la creación de una red de sistemas de preferencias arancelarias que facilitaría el acceso de las exportaciones de manufacturas de los subdesarrollados en los mercados de los ricos. Para 1982, 26 países desarrollados mantenían esquemas preferenciales para 16 clases de productos. Finalmente, la UNCTAD promovió el incremento en los flujos de ayuda externa al desarrollo en compensación por los años de deterioro en los términos de intercambio. Pero las concesiones que arrancó a los países ricos no fueron suficientes para reorientar la economía mundial. En los esquemas de estabilización de precios y los sistemas de preferencias se dedicaron a adoptar tácticas dilatorias que impedían lograr arreglos de mayor alcance. En cuanto a la ayuda al desarrollo, los flujos fueron reduciéndose cada vez más.

Cuando estalló la crisis de la deuda de los países subdesarrollados a principios de los 80, los ricos lanzaron una ofensiva brutal en contra de las agencias de Naciones Unidas que no podían controlar. La lucha para reorganizar el sistema de comercio mundial desembocó en la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sucesora del GATT. En la conferencia de Cartagena (1992) los estados ricos pudieron separar a la UNCTAD de las negociaciones que desembocarían en los acuerdos de Marrakech, que dieron nacimiento a la OMC (1994).

Los objetivos de la OMC y de la UNCTAD son incluso opuestos. En ésta, predominan las metas del desarrollo, en aquélla domina la voracidad desenfrenada del comercio internacional, fincada en la creencia de que el mercado asigna los recursos productivos de manera óptima.

Hoy, a 40 años de la creación de la UNCTAD, la tesis Prebisch-Singer sigue siendo válida. Entre 1980 y 2002 el índice de precios de los productos agrícolas dividido por el índice de precios de los productos manufacturados (exportados por los países industrializados), pasó de 145 a 74. Para los productos alimenticios y las bebidas tropicales la caída es superior a 63 por ciento y 53 por ciento, respectivamente.

Un estudio reciente de Muradian y Martínez-Alier sobre 19 productos primarios revela que, entre 1971 y 1996, 16 sufrieron caídas fuertes en sus precios. Al mismo tiempo, para aluminio, acero (lingotes y perfiles), níquel, petróleo, zinc, mineral de cobre y aleaciones, estaño y plomo, el volumen de las exportaciones aumentó significativamente. Como decía la reina roja en El país de las maravillas, los países subdesarrollados que dependen de las exportaciones de mercancías básicas tienen que correr más rápido para permanecer en el mismo lugar.

La crítica a la globalización neoliberal debe servir para retomar el camino abandonado, colocando el desarrollo por encima de la seudo meta del libre comercio. En este contexto, rediseñar las funciones de la UNCTAD es tarea prioritaria. Como dice Robert Frost: cuando se toma el camino abandonado, todo es diferente.