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Uruguay, la calma en medio de la tormenta

Fuentes: CELAG

Un dicho popular reza que cuando Brasil y Argentina estornudan, Uruguay se enferma. Hace unos años esto podía ser cierto, pero hoy día el panorama pinta muy diferente. Mientras que los dos grandes de América Latina sufren embates recesivos reflejados en la caída sostenida del crecimiento del PIB y la destrucción masiva de empleos gracias, […]

Un dicho popular reza que cuando Brasil y Argentina estornudan, Uruguay se enferma. Hace unos años esto podía ser cierto, pero hoy día el panorama pinta muy diferente. Mientras que los dos grandes de América Latina sufren embates recesivos reflejados en la caída sostenida del crecimiento del PIB y la destrucción masiva de empleos gracias, en buena parte, a las políticas neoliberales de Temer y Macri; su vecino menor está a punto de completar quince años de crecimiento ininterrumpido, todo un récord para un país que apenas alcanza los 3 millones y medio de habitantes.

Uruguay no tiene petróleo o cobre, pero supo aprovechar el boom de las materias primas y desarrolló la resiliencia necesaria para soportar los choques externos. Así, durante la última década, juntó sus fortalezas agroganaderas y turísticas y se guindó del tirón chino para diversificar su economía y recortar la histórica dependencia de sus imprevisibles vecinos, especialmente de Argentina, país que en 2016, ha quedado relegado al quinto lugar como destino de las exportaciones uruguayas, detrás de China, Brasil, EE.UU y Países Bajos. (1)

Si bien la economía no ha crecido a tasas espectaculares, lo ha hecho sin parar: entre 2006 y 2015, el país creció en promedio 4,8%, con un PIB per cápita que para ese último año ascendía a US$15.720 (2). Si bien a partir de 2015 la situación no fue ideal, el frenazo no evitó crecer en torno al 1% ese año y otro 1,5% en 2016. Aunque en este último, también se conoció la inflación más alta en 13 años , 11% (3), y el peor resultado en 27 años para el déficit fiscal que cerró a un nivel del 4% PIB (4).

Por lo pronto, los pronósticos vaticinan un buen 2017 y de hecho ha arrancado en positivo: en el primer trimestre el crecimiento del PIB registró un 4,3% impulsado por el sector turismo, que este año marcó una temporada récord gracias a la creciente inflación Argentina. Una espada de doble filo, teniendo en cuenta que la actividad del sector en Uruguay sigue siendo muy dependiente del ingreso de turistas desde su vecino sur -60% del total- al punto que es frecuente que entren más dólares al país por turismo que por venta de carne o soja.

En lo social, el pequeño país también es reconocido por su alta calidad de vida. Según datos del Banco Mundial, de 2006 a 2015 la pobreza moderada se redujo en 22,8% y la indigencia que marca 0,3% es prácticamente imperceptible. En términos de equidad, los ingresos del 40% más pobre de la población uruguaya han aumentado mucho más rápido que el crecimiento promedio de los ingresos de toda la población y alrededor del 87% de la población de más de 65 años está cubierta por el sistema de pensiones. Estos resultados han sido posibles con la implementación de políticas públicas inclusivas que durante la última década estuvieron enfocadas en ampliar la cobertura de los programas de atención social.

¿Está todo bien?

A la par de la macro y microeconomía, hay otros números que empiezan a tener peso: los sondeos ciudadanos vienen mostrando el descontento creciente de la población con el actual gobierno, presidido por Tabaré Vázquez; quien en ésta, su segunda gestión, tiene tasas de aprobación históricamente bajas -en torno al 30%- con algunos escándalos de mala gestión, aunque no de corrupción, como sus vecinos inmediatos.

Este fin de semana el vicepresidente, Raúl Sendic, presentó su renuncia «indeclinable»(5) tras verse involucrado en una polémica devenida ante las acusaciones de uso de dinero público para beneficio personal cuando estuvo al frente de la estatal petrolera Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP). Hay conmoción política, pero se mantiene la calma institucional, especialmente porque en reemplazo llegará Lucía Topolansky, senadora titular por el Frente Amplio y la más votada de la lista después de su esposo el expresidente José «Pepe» Mujica, quien no podrá asumir como vice por haber presidido el poder ejecutivo en el período inmediato anterior (2010-2015). Pepe Mujica comparó la situación de Sendic con Brasil: «mientras en Brasil aparecen bolsones de plata, nosotros estamos discutiendo unos calzoncillos, por favor» se quejó.

El tropezón de Sendic, sin embargo, no opacará otros asuntos pendientes que requieren atención inmediata por parte del gobierno nacional. Tareas que tras un largo período de transformación es necesario completar, para seguir avanzando en la construcción de un Estado de bienestar social de gran potencial económico.

– Mejora de la educación. Aunque se garantiza el acceso universal en educación preescolar y primaria, con una cobertura que supera considerablemente el promedio latinoamericano, los índices de finalización de educación secundaria siguen siendo insatisfactorios y aumentaron muy lentamente en las últimas décadas en comparación con otros países de la región. Sumado, hay inequidades muy marcadas basadas en el estatus socio-económico de los estudiantes. Según lo indica la OCDE, en 2010, sólo el 25 % de quienes tenían entre 15 y 17 años del quintil de ingresos más bajos había completado el ciclo básico y 7% de los que tienen entre 18 y 20 años había culminado Secundaria. Todo esto en contraste con el 85% y 57%, respectivamente, del quintil de más ingresos.

– Modernización de los servicios públicos. La instituciones de la administración pública uruguaya exhiben deficiencias en la gestión de sus procesos y organización. Fortalecer su transparencia y eficiencia pasa por la informatización de los mecanismos con los cuales se pueda agilizar el acceso a servicios electrónicos, optimizar su alcance y hacerlos más expeditos y asequibles a la población. Recientemente, el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial aprobó un préstamo al gobierno por una suma de US$12 millones a un plazo de 17,5 años con un período de gracia de un lustro para la implementación de un plan de modernización del sector público y sus servicios.

– Poder adquisitivo. En un contexto deficitario, el gobierno abogó por medidas tributarias para sellar los baches en las cuentas públicas. La reforma fiscal incluyó un alza del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IPRF), aumento del impuesto a las rentas del capital, incremento del Impuesto de Asistencia a la Seguridad Social (IASS), cambios sobre el Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE) y una baja del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) para todas las compras con tarjetas de débito y dinero electrónico. Lo cambios que empezaron a regir a inicios de este año, contaron con el aval de que en 2016 los salarios crecieron 10,77%, dos puntos por arriba de los precios que cerraron el año en 8,1%. No obstante, los ajustes tributarios corren el riesgo de impactar directamente en el bolsillo de los uruguayos con la posibilidad de mermar su poder adquisitivo de los asalariados.

Notas:

(1) http://www.uruguayxxi.gub.uy/informacion/wp-content/uploads/sites/9/2017/01/Informe-Anual-de-Comercio-Exterior-2016.pdf

(2) http://www.bancomundial.org/es/country/uruguay/overview

(3) http://www.ambito.com/841895-crece-la-inflacion-en-uruguay-llego-al-11-la-mas-alta-en-13-anos

(4) http://www.elobservador.com.uy/deficit-fiscal-trepo-2016-su-mayor-nivel-mas-dos-decadas-n1024041

(5) https://twitter.com/RaulSendic_uy/status/906525585509437441

Crismar Lujano, investigadora CELAG. @Clujan0

Fuente: http://www.celag.org/uruguay-la-calma-en-medio-de-la-tormenta/