Los últimos datos macroeconómicos son buenos, con gran algarabía del gobierno socialista, de algunos medios de comunicación y la crítica sin critica del PP. Difícil oposición la del PP a la política socialista, porque si hay algo común a la economía de nuestro país en los últimos 25 años, es que ésta ha sido igual […]
Los últimos datos macroeconómicos son buenos, con gran algarabía del gobierno socialista, de algunos medios de comunicación y la crítica sin critica del PP. Difícil oposición la del PP a la política socialista, porque si hay algo común a la economía de nuestro país en los últimos 25 años, es que ésta ha sido igual tanto con el PSOE como con el PP. Las diferencias que existen en el teatro político son de poses pero ninguna de fondo. En España, populares y socialistas en economía son iguales. Veamos.
Las reformas fiscales llevadas a efecto por el PP, que favorecían a los sectores más ricos no han sido modificadas dos años después, y ahí siguen sin la menor intención de cambiarlas. La primera modificación fiscal de los socialistas va en la misma línea, consiste en que la Comisión Nacional del Mercado de Valores pasa a ejercer el control de las Sociedades de Inversión en Capital. Éstas son utilizadas para canalizar el ahorro de las grandes fortunas, de manera que pasarán de tributar el 35% a hacerlo por un 1%. ¿No les produce sonrojo?
Otro aspecto escandaloso es cuando nuestro flemático Pedro Solbes nos comunica, que las cuentas del Estado presentan superávit por primera vez en muchos años. ¿Estarán orgullosos? ¿Es éste el cambio que nos prometían? En la cuestión del dinero, los unos y los otros son lo mismo y los perjudicados también. Asistimos actualmente a la segunda versión de «España va bien».
Repasemos las loas del gobierno socialista. Crecimiento del PIB del 3,4%, los mejores de Europa, asegurando este crecimiento hasta el 2006. Según Estadística, el paro cae al 8,4% y por primera vez desde la fundación del Mercado Común estamos por debajo. El saldo de las operaciones de la Administración Pública arroja un superávit cercano al 1,66% del PIB.
Genial señores socialistas, vivimos en un mundo mágico y maravilloso, todo color de rosa. Veamos como ésto no es como nos lo pintan.
La inflación en septiembre del 2005, era un 3,7% y previsiblemente lleguera al 4% en diciembre. Este es el mayor impuesto social para las clases no privilegiadas. Habían propuesto el 2% y lo van a duplicar. Nuestro diferencial con los países de la UE está en 1,5% negativo, lo que nos hace ser menos competitivos.
El déficit por cuenta corriente, se estima que rondará entre el 7,5 y un 8%, convirtiendo a nuestro país en el más desequilibrado de todos los países desarrollados, por encima de los Estados Unidos. La inversión extranjera se ha reducido un 100%. Todo ello, son síntomas de una pérdida de competitividad, que nos va a llevar a una grave crisis económica, mientras se mira hacia otro lado, no haciendo nada para evitarlo.
Mientras Solbes presenta como un triunfo el superávit en las cuentas públicas, el gasto social per cápita se encuentra nueve puntos por debajo de la media europea.
Si hablamos del mercado laboral la situación es deprimente, veamos algunos ejemplos ilustrativos. La tasa de temporalidad de los jóvenes menores de 25 años alcanza el 65%, el porcentaje más alto de toda Europa, donde la media es el 39% ¿Nos sorprende lo que pasa en Francia?
España es el país de la OCDE, que más ha reducido el coste del despido desde el año 1988, pero esto no ha tenido ninguna incidencia sobre la tasa de temporalidad española situada en un escandaloso 33%.
En los últimos años, el crecimiento económico ha superado la media de la Unión Europea. Sin embargo, la pobreza se ha extendido, según los últimos datos. La pobreza relativa alcanza a cinco millones de personas, aumentando este número año a año, podemos decir, que la exclusión social y económica aumenta y no se hace nada para solucionarla.
Mientras el 10% de los más ricos disponen del 35% de la renta nacional. El 1% de los más ricos disponen del 10% de la renta declarada. El 30% de los contribuyentes con menores ingresos representan el 10% de la riqueza. La desigualdad económica y social entre las clases sociales no sólo no disminuye sino que está en continuo aumento.
La proporción del PIB dedicado a la protección social pasó del 24% en 1993 al 20,1% en el año 2000, y sigue disminuyendo, con lo cual cada vez nos encontramos más indefensos y sin una garantía de futuro. Esto es consecuencia de las políticas neoliberales del PP, que no han sido corregidas por los socialistas. Estamos sorprendidos con los sucesos de Francia, pero lo que ahí pasa también puede suceder aquí, sólo hace falta darse una vuelta por las periferias de las ciudades. Cuando nuestros jóvenes se pregunten, ¿Qué nos da el Estado y la economía neoliberal que practica? Entonces veremos las consecuencias, aparecerán los políticos con análisis precipitados, represión, etc.
¿Qué decir de la política familiar? A todos nuestros políticos se les llena la boca de la palabra FAMILIA, pero el apoyo a ella se queda en un 25% de la que ofrecen los europeos. Actualmente, la familia española actúa como amortiguador social ¿Qué pasará cuando deje de serlo?
El gasto público en educación ronda el 4%, lejos del 5,5% de la Unión Europa, después nos sorprenden los resultados obtenidos. Lo grave es que cada vez se gasta menos en educación, lo que ahonda la desigualdad social y económica. El llamado fracaso escolar afecta al 34% del alumnado, cifra muy importante.
La inexistencia de un mercado laboral estable para cualificaciones intermedias, y las nuevas regulaciones laborales han supuesto que sean estos grupos los que sigan engrosando el mercado de trabajo secundario, cuya precariedad se ha acentuado con altos índices de rotación laboral y la expansión de los contratos temporales.
Sr. Solbes ¿Puede estar satisfecho de este panorama? Evidentemente No ¿Se puede hacer otra política económica? Sí, debe procederse a una reforma fiscal que reequilibre la aportación de todos, haciendo un sistema fiscal más progresivo. Con lo que se obtendría, se destinaría a solucionar en parte el déficit social que tenemos. Lo que pasa en Francia, es un toque de atención, que los políticos españoles y europeos deben saber leer. Empecinarse en llevar políticas neoliberales, significa más injusticia y desigualdad social. Luego, no nos sorprendamos.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona. Redactor, El Inconformista Digital.