La sede del banco se convirtió en uno de los símbolos de la crisis al tener que ser nacionalizado casi al completo. Su ex director cobrará una pensión vitalicia de 700.000 libras anuales a pesar de su mala gestión
Miles de personas tomaron hoy parte en las manifestaciones organizadas en la víspera de la reunión del G-20 en el distrito financiero de Londres, donde centenares de activistas elevaron la escala de las protestas, en principio pacíficas, con ataques a entidades bancarias como el Royal Bank of Scotland (RBS), actualmente seminacionalizado debido a la mala gestión de la anterior cúpula directiva. El ataque al RBS no es casual. El Gobierno tuvo que hacerse con la práctica totalidad de las acciones del banco por la pésima gestión de sus directores. Para colmo, a principios de marzo, Sir Fred Goodwin, máximo mandatario de la entidad, se negó a rebajarse la pensión vitalicia de 700.000 libras anuales que se le asignó al dejar el banco.
Pese a que las manifestaciones se iniciaron con normalidad a partir de las 11.00 horas (una más en la Península), cuando los participantes partieron de las cuatro bocas de metro que dan acceso a la City, a medida que avanzaba la jornada, tras el punto culminante ante la sede del Banco de Inglaterra a las 12.00 horas, parte de los concentrados recrudecieron las acciones y entraron en una oficina del RBS tras haber roto los cristales.
Las fuerzas de seguridad establecieron cordones de seguridad para mantener controlados a los miles de participantes, incluso pese a que la mayoría protestaba de forma pacífica con lemas como ‘Revolución’ repetidos insistentemente tanto a viva voz como con los numerosos altavoces con los que muchos acudieron a una cita organizada por G-20 Meltdown y ‘Financial Fools Day’.
Los policías respondieron con sus porras y empleando esprays a los manifestantes que lanzaban piezas de fruta, huevos y puntura.
Varios heridos
El resultado de estas refriegas, que se repetieron con carácter intermintente, dejaron heridos en ambos bandos, que se agravaron debido a la retención de personas que se manifestaban de forma pacífica y fueron retenidos por las fuerzas del orden.
Por el momento se ignora el saldo global de detenidos, si bien la Policía Metropolitana de Londres ha confirmado el arresto de once personas que pertenecerían a un grupo anarquista que formaba parte de una de las numerosas representaciones que se registraron a lo largo de la jornada en la City de Londres. En este sentido, parte de los asistentes acudieron disfrazados, a partir del liderazgo de los cuatro activistas ataviados como los ‘Cuatro Jinetes del Apocalipsis’ y que se habían encargado previamente de dirigir las protestas desde las salidas del metro en dirección a la sede del Banco de Inglaterra, donde se concentraron más de 4.000 personas.
Muchos de los que llevaban la cara cubierta fueron obligados a destapar sus rostros y la mayoría portaba pancartas en las que culpaban a las entidades de la deriva de la crisis, con alusiones directas a símbolos del sistema financiero de Londres, como Canary Wharf, y proclamas como ‘Llevemos la decencia a la toma de decisiones’ o ‘0% interés en otros’.
Tras este encuentro general de las diversas plataformas que confluyeron ante el edificio del Banco Central y del Royal Exchange se recrudeció el nivel de protesta, una vez que los asistentes intentaron abandonar el lugar para dirigirse a los actos organizados por los ecologistas en una de las principales avenidas del distrito, Threadneedle Street. La Policía articuló diversos controles para impedir el paso que provocó las iras de los manifestantes, que comenzaron a corear: «Es nuestra calle, es nuestra calle». Los enfrentamientos dejaron un notable número de personas con cortes que fueron apartadas por las fuerzas de seguridad, que continuaron empleando los esprays disuasorios con los que pretendían aplacar las protestas.
Las principales concentraciones policiales se registraron tanto en las bocas del metro como en el Banco de Inglaterra, donde además de a pie y otros a caballo, se podía ver dispositvos de agentes en el tejado, así como a numerosos trabajadores de la entidad desde las ventanas registrando con sus teléfonos móviles la escena que tenía lugar en el exterior.
En este contexto, muchos negocios de la City pusieron el cartel de cerrado, advertidos por la propia Cámara de Comercio de Londres de las consecuencias de la jornada de hoy, y la mayoría de los empleados de las entidades financieras acudieron a sus trabajos ataviados con ropa informal, aconsejados por su propia dirección para evitar ser blanco de las iras de los manifestantes.