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Venecia se ahoga de turistas

Fuentes: CTXT

Las aglomeraciones del centro histórico de Venecia convierten a la ciudad de los canales en la más afectada por lo que hoy en día conocemos como «turistificación»

Escultura de Lorenzo Quinn en el Gran Canal de Venecia. JULEN BERRUETA

En 1912 el escritor Thomas Mann dejaba claro cómo la clase alta europea veraneaba en esta hermosa ciudad en su libro La Muerte en Venecia. Desde entonces han pasado más de cien años y la situación ha llegado a un punto insostenible. Venecia se inunda y no precisamente por el nivel del mar.

Cuando una zona obrera se revaloriza, ya sea por estar cerca del centro o por otro motivo, los precios suben y las clases bajas no tienen más remedio que abandonar sus hogares que, a su vez, son ocupados por clases más altas. A este proceso se le llama gentrificación.

En Venecia el proceso es algo diferente. No es que las rentas sean bajas y las clases altas hayan sustituido a las familias más humildes sino que son los turistas quienes les han reemplazado. Con la aparición de empresas como Airbnb, muchos inquilinos han decidido utilizar sus viviendas como alquileres vacacionales en lugar de alquileres residenciales. La cuestión es que, en definitiva, el precio del alquiler aumenta de manera desorbitada y parte de la población autóctona se ve obligada a mudarse a otro lugar. Este otro proceso es denominado como turistificación. Según el censo oficial de la ciudad, en menos de setenta años el centro histórico de Venecia ha perdido casi un 70% de su población. Es decir, cada diez años el 10% de los venecianos decide mudarse a otro lugar. A día de hoy solo quedan 55.000 habitantes de los 175.000 que había en el año 1951. Se estima que para el año 2030 no quedará ningún veneciano en el centro histórico debido al salvaje crecimiento del sector turístico.

El alquiler no es el único inconveniente al que deben enfrentarse los vecinos diariamente. El ruido de los viandantes y las aglomeraciones no cesan en la antigua Serenissima. La ciudad en sí está pensada para la estancia de un turista, no de un residente. Si uno viaja a Venecia se da cuenta de lo fácil que es encontrar una tienda de souvenirs, de máscaras de carnaval o de postales con las vistas desde el Puente de Rialto. Sin embargo, le resultará difícil localizar un supermercado para hacer la compra.

Un camarero de nacionalidad mexicana comenta cómo los precios de la Plaza San Marcos triplican los precios de zonas más alejadas del centro. Uno puede pensar que es algo que ocurre en todas las ciudades, aunque por sus comentarios da a entender que la brecha que hay en la ciudad de los canales es demasiado drástica. Muchos gondoleros, camareros y, en resumen, trabajadores, viven en la periferia o incluso en pueblos cercanos porque su sueldo no les permite vivir en el centro de la ciudad. ¿Cómo es posible que los precios del servicio turístico sean tan elevados y los trabajadores no lo perciban en su salario?

El término turistificación es también conocido como síndrome de Venecia ya que fue esta ciudad la primera en sufrir las consecuencias de un turismo masificado en detrimento de sus propios habitantes. Son 30 millones de personas las que visitan la ciudad de los canales cada año y desde el ayuntamiento se han propuesto varias medidas para controlar esta afluencia de turistas. No obstante, estas medidas superficiales no erradican el problema de raíz. Los venecianos quieren una ley que fomente la recuperación demográfica de su ciudad.

De hecho, este síndrome ya es una realidad en Ibiza y Formentera. Los precios del alquiler se han disparado y cada vez hay más alquileres vacacionales y menos alquileres residenciales. Además, el modelo turístico que se ha desarrollado en las islas hace casi imposible la convivencia entre vecino y turista.

Por lo tanto, el primer mito que debemos eliminar de nuestras mentes es pensar que el conflicto de la turistificación es nuevo. Ni siquiera es algo que solamente ocurra en España. Los españoles tenemos el defecto de pensar que todo lo que genera conflicto solo pasa en nuestro país. Otras ciudades europeas, como es el caso de Brujas, ya han propuesto medidas para favorecer a sus vecinos con la intención de no sufrir un éxodo masivo como en Venecia.

Hay que tener muy en cuenta que no se critica al turista, se critica al modelo turístico de la ciudad. No escuchar las propuestas de los vecinos de Mallorca, Barcelona y otras ciudades conflictivas es hacer caso omiso de las exigencias de la ciudadanía. El beneficio económico que ofrece el turismo en países como España no tiene sentido si no va acompañado de un bienestar social de la población autóctona.

Fuente: http://ctxt.es/es/20170809/Politica/14394/venecia-turismo-gentrificacion-ctxt-alquiler.htm