La idea de que el problema de la paz interna de Venezuela se vaya a resolver por la vía de procedimientos democráticos o de la Constitución, es un error de pensamiento y una ingenuidad. Es como creer que con gente como Benito Mussolini o Enrique Mendoza se puede construir una democracia. Un régimen democrático sólo […]
La idea de que el problema de la paz interna de Venezuela se vaya a resolver por la vía de procedimientos democráticos o de la Constitución, es un error de pensamiento y una ingenuidad. Es como creer que con gente como Benito Mussolini o Enrique Mendoza se puede construir una democracia.
Un régimen democrático sólo es posible si se cumplen tres prerrequisitos fundamentales: a) tener información verídica sobre la realidad que permita al ciudadano tomar decisiones racionales; b) disponer de alternativas políticas reales a la conducción del Estado; c) contar con procedimientos institucionales válidos de resolución de conflicto, particularmente, la votación libre, universal y secreta.
Un actor político que rechaza cualquiera de las tres precondiciones de la democracia, demuestra su pretensión de no actuar de manera democrática, haciendo, por lo tanto, imposible el funcionamiento de un régimen democrático. La «Coordinadora Democrática» en Venezuela niega dos de los tres prerrequisitos —«a» y «c«— hecho por el cual no se trata de una oposición democrática, sino de un movimiento de subversión o abolición de la democracia, comparable en su intencionalidad y sus métodos al movimiento fascista de Mussolini.
Es por eso, que este movimiento subversivo nunca ha tratado de conquistar el Estado por las vías constitucionales, sino siempre por la vía de la fuerza extralegal, característica de los procesos fascistas: un paro patronal (2001), seguido por un golpe de Estado (2002), otro paro patronal (2002-3), el foquismo violento (2004) y ahora, nuevamente, la violencia callejera.
Desde el inicio del proceso bolivariano —triunfo electoral de Hugo Chávez con el 56 por ciento de los votos, el 6 de diciembre de 1998— esa subversión oligárquica burguesa ha desconocido la misma superestructura, el espíritu constitucional y la legalidad del Estado burgués; en particular, el axioma constitutivo de la democracia representativa, que establece el legítimo ejercicio de poder del gobierno a partir del sufragio libre, universal y secreto.
Por eso, el neofascismo caribeño cometió un megafraude en el referendo revocatorio. Por eso no reconoce los resultados del referendo ratificatorio. Por eso, no acepta la auditoría mediante muestra aleatoria, que realizan el gobierno, el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA). Y por eso, no reconocerá sus derrotas electorales en las votaciones de gobernadores y alcaldes en septiembre venidero.
Los resultados de la actual auditoría son irrelevantes para la subversión, porque las auditorías no son más que un mecanismo para mantener viva su campaña propagandística mundial. Terminada la muestra representativa, van a pedir el conteo manual de voto por voto.
Nuevamente, los resultados no importarán. Saben que terminarán en una nueva comprobación empírica de la verdad; pero el mecanismo les permite, junto con los operadores de la Mickey Mouse News en Atlanta, los dueños de la manipulación autóctona y los voceros del Departamento de Estado, alimentar su mentira mediática global.
Cuando se habrá contado manualmente el último voto, van a decir que hay que repetir el referendo porque Chávez lo distorsionó comprando conciencias con miles de millones de dólares en las Misiones. Y cuando se refuta esto, dirán que fue el satélite ruso, operado por comunistas cubanos, que se apoderó de las máquinas de votación. En consecuencia, Mendoza va a pedir que Chávez le pague a la «Coordinadora Democrática» (CD) una nave espacial de la NASA, para que cheque el satélite respectivo.
Regresando a tierra, la CD dará su comunicado en Globovisión: la manipulación de los castrocomunistas fue tan perfecta, que no se pudo comprobar. El hecho de que no se pudo comprobar, concluirá Mendoza con fina dialéctica, demuestra fehacientemente que sí hubo manipulación castrocomunista, razón, por la cual la CD no va a reconocer los resultados del referendo. En consecuencia, Chávez tiene que irse.
Paso seguido, las mejores plumas de El Nacional y El Universal o, mejor dicho, las plumas mejor pagadas de El Nacional y El Universal, desglosarán las profundas implicaciones del caso, reproducidas después por los gladiadores de la libertad de prensa del circo hemisférico, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Miguel Henrique Otero —Presidente-Editor y, junto con su familia inmediata, uno de los principales accionistas de El Nacional, darling de la SIP y de la GDA, miembro del jurado del Premio Periodismo Rey de España, que en el año 2002 galardonó al estafador Luis Alfonso Fernández de la cadena Venevisión de Gustavo Cisneros por su video falsificado «La masacre en el centro de Caracas», que al jurado le pareció un documento periodístico «de primer orden»—-
sorprenderá de nuevo con una perla del periodismo investigativo.
Compartirá con la opinión pública mundial informes confidenciales del Palacio de la Zarzuela, según los cuales Hugo Chávez malversa los petrodólares de PdVSA, contratando a extraterrestres, para que roben desde un sofisticado OVNI las elecciones de gobernadores y alcaldes de septiembre venidero, hecho por el cual, la Coordinadora Democrática no va a reconocer… y así, ad nauseam.
No hay, por lo tanto, la posibilidad de llegar a un modus vivendi negociado con ese liderazgo abolicionista, porque su objetivo no es la coexistencia pacífica o el compromiso, sino la destrucción de la democracia y del adversario. Se trata de lo que en la teoría de juegos se conoce como zero-sum game, en el cual el ganador toma todo y el perdedor pierde todo, resultando el total de ganancias (positivo) y pérdidas (negativo) en cero.
Esta estratagema totalitaria («competencia pura» en términos económicos) y el uso de las instituciones democráticas con intención abolicionista que hace la subversión, no puede seguir, por supuesto, indefinidamente, porque desgasta la energía del proceso de cambio, erosiona la autoridad del Estado a nivel nacional e internacional, afecta negativamente a la economía y atenta contra la felicidad de los ciudadanos.
En este conflicto de «cero suma» entre la subversión burguesa y el proyecto nacionaldemocrático antiimperialista, hay que diferenciar entre cuatro actores de la subversión.
1. Los líderes abolicionistas que violan consciente y sistemáticamente el espíritu y la letra de las leyes, de la convivencia pacífica, los requisitos sistémicos de la democracia y los intereses populares y patrióticos. Tal caso está previsto en la doctrina política de la democracia burguesa como la «paradoja de la democracia» y se resuelve constitucionalmente como asunto de orden público de la República.
2. Lo mismo es válido para los medios de «comunicación» masiva del neofascismo caribeño. En cuanto al engranaje internacional de este aparato, cuyo eslabón principal es la Mickey Mouse News de Atlanta, la defensa del proceso democrático consiste en potenciar a la mayor velocidad posible la Cadena Latinoamericana de Noticias (CLN).
La importancia vital para todo proyecto regional autónomo de un medio de este tipo ha sido demostrado empíricamente por Al Yazeera, entre otros. Es de suma importancia que el proyecto de integración del Canal 7 de Argentina, del Canal 8 y Vive TV de Venezuela, de un gran número de televisoras comunales brasileñas y de la Televisión Cubana, dé un salto cualitativo mediante una fuerte inyección de dólares y la contratación de profesionales en todo el mundo.
Si no se realiza esta tarea antes de que el imperio se extraiga del pantano de Irak, se pagará un alto precio político en términos de estabilidad y progreso latinoamericana.
3. Los sectores sociales psicotizados sistemáticamente por los medios masivos de la subversión. El antagonismo de esos sectores con la política de Chávez no tiene raíces ideológicas ni, mucho menos, de divergencias racionales sobre opciones de política nacional. Se trata de un sujeto colectivo involucionado que la propaganda subversiva ha regresado a niveles primarios y arcaicos de actuación.
La regresión inducida de este sector ha resultado, en términos de psicología clínica, en un estado patológico de percepción e interacción con el entorno social que lo hace inaccesible al discurso racional. Su descondicionamiento requiere un paradigma discursivo psiquiátrico de parte del gobierno y el fin de la adoctrinación patógena basada en la matriz binaria del mito (bueno-malo), por parte de los medios abolicionistas.
4. Washington es la variable central en la agresión al gobierno bolivariano. Su contención a mediano plazo solo es posible mediante el Bloque Regional de Poder (BRP) que es, de hecho, el único tópico que los pueblos y Estados latinoamericanos no pueden negociar con el imperio.
Todo conflicto político en una sociedad de clase, tenga régimen democrático o no, se decide en última instancia por el poder. El poder existe en diferentes grados de centralización dentro de un macrosistema social: altamente concentrado en el Estado, medianamente concentrado en las grandes instituciones y disperso en las masas.
Un análisis científico de la correlación de fuerzas en los tres niveles de la sociedad y del Estado venezolana dará por resultado que el gobierno tiene actualmente una superioridad sobre las fuerzas antidemocráticas que no había disfrutado durante los últimos cuatro años.
Aplicándose bien esa superioridad, con la concurrencia de los pueblos, la Segunda Independencia de América Latina será imparable.