«Huele a azufre», dijo el Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías para satirizar una verdad irrefutable: la diabólica actuación de George W. Bush, jefe del mayor Estado imperial que se haya conocido en la historia de la humanidad. La elegante mofa pasó la semana pasada a la palestra mundial, ante el pleno de las Naciones […]
«Huele a azufre», dijo el Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías para satirizar una verdad irrefutable: la diabólica actuación de George W. Bush, jefe del mayor Estado imperial que se haya conocido en la historia de la humanidad.
La elegante mofa pasó la semana pasada a la palestra mundial, ante el pleno de las Naciones Unidas, para tratar de entender la magnitud del Leviatán postmoderno que pretende cerrar un ciclo de intervenciones económicas, políticas y militares y asumirse así como el único poder instituido triunfante en el globo.
La declaración sólo pudo haberse expresado con tal resonancia en los cinco continentes por alguien que representa la voz de millones de seres humanos excluidos, pero sobre todo entre los explotados y dominados en su propia tierra, quienes sobreviven en la Gran Área América (GAA) o también conocida como «la natural área de influencia de los Estados Unidos», Latinoamérica.
El discurso del mandatario venezolano en la ONU sintetiza entonces el nuevo capítulo del llamado Tercer Mundo en su despertar y búsqueda de nuevos horizontes ante la barbarie a la que fueron arrastrados en las últimas décadas por la profundización de las políticas del libre mercado y el hundimiento de la utopía comunista que derivaron en más guerras intestinas, inseguridad, hambrunas, migraciones masivas, desempleo, precariedad en el empleo, en un torbellino de relaciones violentas dentro de los pequeños Estados sometidos donde parecía no haber salida, un verdadero infierno en las Repúblicas bananeras.
Luego de enfrentar el golpe de Estado en abril de 2002 y el sabotaje petrolero en el mismo año, el movimiento bolivariano con Chávez a la cabeza pasó a la etapa de consolidación de un proyecto político independentista que como dijo en el mismo texto frente a los jefes de Estado en el mundo: «Una voz independiente somos, para representar la dignidad y la búsqueda de la paz, la reformulación del sistema internacional, para denunciar la persecución y las agresiones del hegemonismo contra los pueblos del Planeta.»
Por lo tanto, un nuevo dirigente mundial de los países pobres, potencialmente con un proyecto que llama La Democracia Participativa, el Socialismo del Siglo XXI, pasa con el apoyo de amplios sectores de los pueblos pobres a la ofensiva política discursiva para ubicar a la fuente de los males que amenazan con la extinción del género humano y enfrentarla así de frente como lo hacían los esclavos dignos y hambrientos de libertad en el antiguo imperio romano quienes gritaban al iniciar sus rebeliones de liberación «Salve César, el pueblo te saluda» y morían resistiendo para quitarse los grilletes que los ataban al destino de la humillación y el sometimiento.
Ahora Estados Unidos «está siendo desesperados esfuerzos por consolidar su sistema hegemónico de dominación. Nosotros no podemos permitir que eso ocurra, no podemos permitir que se instale la dictadura mundial, que se consolide pues, que se consolide la dictadura mundial…, tratamos de aportar ideas para la salvación de este Planeta, para salvarlo de la amenaza imperialista y para que ojalá pronto, en este siglo, no muy tarde, ojalá podamos verlo nosotros y vivirlo mejor nuestros hijos y nuestros nietos…», indicó.
Hugo Chávez es un fresco y nuevo dirigente mundial, un estadista que ve en la autodeterminación y la independencia de los pueblos los presupuestos básicos para la edificación de horizontes con justicia e igualdad social, pero todo ello no podría entenderse sin el empuje y determinación de los venezolanos que son la emanación del poder verdadero y de la real dirigencia de los abajo hacia arriba que se funde en una relación de dirigente-masa, masa-dirigente, con una mínima línea tenue de demarcación sostenida por la operatividad que permite la institucionalidad presidencial.
Al proclamar la idea central de su proyecto político de nación, el Presidente Chávez delinea siete directrices por la cual incursionará la revolución que apuntala, a saber, 1. Nueva ética socialista; 2. Modelo productivo socialista, economía socialista; 3. Democracia protagónica revolucionaria. El poder del pueblo como máximo poder; 4. Suprema felicidad social; 5. Nueva geopolítica nacional (en las ciudades, en el campo, desarrollo ferrocarrilero, desarrollo interno); 6. Nueva geopolítica internacional, mundo pluripolar y 7. Venezuela potencia energética mundial.
Estos siete elementos fundamentales de la República Bolivariana de Venezuela se sostienen en la tesis Gobierno hecho Pueblo que en seis año ha avanzado en el área del derecho con justicia efectiva a partir de la aplicación de la Constitución que proclama un Estado democrático y social, con el reconocimiento extensivo de los derechos civiles, económicos, políticos, indígenas y afroamericanos y con la viabilidad jurídica del control de la gestión pública en todos los niveles.
La Democracia Participativa toma cuerpo en la organización popular para la participación directa en instancias de participación social y política, interpelación directa entre gobierno y pueblo, enérgica política soberana, autodeterminación de los pueblos e incorporación del sector militar al desarrollo nacional.
A partir de ello se busca la dignificación de los derechos indígenas, la universalización de los servicios asociados a los derechos sociales, alfabetización masiva en todo el territorio, educación primaria, secundaria y universitaria, gratuidad de los servicios públicos y seguridad social para los trabajadores con la consecuente reforma agraria integral.
En este sentido se proclama el fin de las economías neoliberales y el cese total de la injerencia extranjera en las políticas económicas y de desarrollo, y por el contrario se incursiona en la defensa del patrimonio nacional energético y natural, de las áreas protegidas y en una efectiva utilización de los recursos naturales sin dañar el medio ambiente. A la postre se plantea la integración de formas de economía solidaria y el ensayo de la efectiva propiedad social en un nuevo contexto nacional e internacional.
Lo novedoso también es el redimensionamiento de dos áreas de la vida venezolana: el campo cultural y el campo internacional. En el primero, se redimensiona la identidad nacional con base en las prácticas populares y los valores latinoamericanos, promoción de la organización cultural bolivariana. En el segundo, el tendido social entre los pueblos del sur (relación Sur-Sur) para enfrentar al neoliberalismo y sus estragos sociales, idear la cooperación internacional entre los pueblos, la defensa de la multipolaridad y la integración latinoamericana con base en el ideal bolivariano que pasa por la lucha contra el proyecto hegemónico estadounidense llamado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Ante estos avances plausibles, la oligarquía venezolana que se niega a que sus privilegios sean tocados, y apoyada por el imperialismo estadounidense, continúa en la etapa de boicot y confrontación. Recientemente se conoció que el candidato de la oposición para las presidenciales de diciembre próximo, Manuel Rosales, viajó a los Estados Unidos luego de ver nimias simpatías de la población en su campaña fantasma pues casi nadie le hace caso.
A pesar de los estratosféricos recursos que ha canalizado la CIA a la oposición vía la cooperación internacional o la ahora canalización de recursos por medio de la Fundación Nacional por la Democracia (National Endowment for Democracy) a la piedra angular de los poderosos (la fundación Súmate), la democracia participativa del pueblo avanza y prefigura un rotundo triunfo de Chávez en las elecciones de finales de año, fecha que abrirá una etapa de definiciones para el país sudamericano.