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El paralelismo con la situación de Nicaragua para derrotar al FSLN es cada vez más evidente

Venezuela: el manto de la sociedad civil para la «promoción de la democracia» imperialista

Fuentes: Rebelión

La estrategia de EEUU para el mundo tiene varias vertientes y se pueden resumir de la siguiente fórmula: seguridad nacional es igual a guerra preventiva contra el terrorismo (o amenazas como las famosas armas de destrucción masiva) e igual a la «promoción de la democracia». Afganistán e Iraq fueron los países elegidos para poner en […]

La estrategia de EEUU para el mundo tiene varias vertientes y se pueden resumir de la siguiente fórmula: seguridad nacional es igual a guerra preventiva contra el terrorismo (o amenazas como las famosas armas de destrucción masiva) e igual a la «promoción de la democracia». Afganistán e Iraq fueron los países elegidos para poner en práctica la teoría en su primera parte, Venezuela es donde se centran ahora los esfuerzos para terminar de desarrollar la segunda parte de la fórmula con el ingrediente de la famosa «sociedad civil» como motor de una pretendida «promoción democrática» que sólo busca limitar las luchas populares para que los estallidos sociales no signifiquen ninguna amenaza para el orden capitalista global, como bien ha puesto de manifiesto lo sucedido en Ecuador tras el derrocamiento de Lucio Gutiérrez.

En el caso de Venezuela, el apoyo expreso manifestado por George Bush al recibir a la directora de la pretendida ONG venezolana «Súmate», María Corina Miranda, es una prueba palpable de cómo se intenta reorganizar las huestes de una oligarquía dividida y en franco retroceso después de los fracasos cosechados con el fallido golpe de estado de 2002, la huelga petrolera de 2003 y el referéndum revocatorio de agosto de 2004. Cuando está a punto de celebrarse una nueva convocatoria a las urnas, el próximo 7 de agosto, para elegir alcaldes, concejales y miembros de las juntas directivas parroquiales (distritos), la oposición oligárquica está intentando recuperar un protagonismo y una legitimidad que ha perdido entre el pueblo venezolano y lo hace pretendiendo impugnar la transparencia de los comicios o, al menos, sembrar la duda sobre ellos. En esta operación «Súmate» juega el papel principal con una campaña que lleva por título «Impugna tu registro electoral», con la que quiere demostrar que las elecciones que se vienen celebrando en Venezuela no son limpias y que está en juego ni más ni menos que la democracia y las elecciones libres.

«Súmate» fue creada en 2002 por ex alumnos venezolanos de la estadounidense Universidad de Stanford, donde fue profesora la secretaria de Estado Condoleezza Rice, en unos momentos en los que los partidos oligárquicos tradicionales estaban rotos tras el fracaso del golpe de estado. Su directora, María Corina Miranda, fue una de las personas que apoyaron el golpe de estado y firmaron el decreto de disolución de los poderes públicos emitido por el efímero presidente golpista, Pedro Carmona, en abril de 2002. Por ello, y por recibir dinero de la Fundación Nacional para la Democracia (FND) -una institución creada por el presidente de EEUU Ronald Reagan en 1983- se le acaba de abrir un juicio en Caracas junto a otros miembros de esta pretendida ONG. Por este motivo, la campaña mediática contra Venezuela que se viene desarrollando desde primeros de año (1) se ha recrudecido, contando en esta ocasión con la interesada aparición de organizaciones como Human Rights Watch, que acusa al gobierno bolivariano de supuesta «persecución política» contra los dirigentes de «Súmate» por celebrar el citado juicio.

La acusación de la fiscalía es que «Súmate» recibió 53.400 dólares de la FND (NED, siglas en inglés) con los que financió sus actividades como «brazo técnico-electoral» de la oposición aglutinada en la Coordinadora Democrática durante los años 2003 y 2004, especialmente en el proceso de recogida de firmas en el referendo revocatorio de agosto de 2004, que finalmente ganó con abrumadora mayoría Chávez. La NED ha venido actuando en Venezuela desde el segundo mandato como presidente del país del dirigente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez (1989-1993) y tuvo un papel destacado en la financiación del movimiento opositor en Nicaragua que terminó con el triunfo de Violeta Barrios de Chamorro en las elecciones presidenciales de 1990, derrotando al candidato del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Desde la NED en Venezuela se enviaba dinero a la Coordinadora Democrática nicaragüense (nombre que también utiliza la oposición venezolana), para las campañas de marketing político de sus candidatos. En Venezuela viene actuando de forma abierta desde el año 2001 y especialmente desde el fracaso del golpe de estado de abril de 2002.

Tal vez merezca la pena mencionar algunos de quienes integran la ejecutiva de la NED: Violeta Barrios de Chamorro, ex presidenta de Nicaragua; Vaclav Havel, ex presidente de la República Checa; Madeleine Albright, ex secretaria de Estado norteamericana; Richard Goldstone, ex fiscal del Tribunal Internacional para Crímenes de Guerra de Yugoslavia, y Francis Fukuyama, experto en política económica internacional y asesor de la Rand Corporation. Personajes de sobra conocidos como Otto Reich, John Negroponte, Henry Cisneros y Elliott Abrams también han pertenecido en otros momentos a la directiva de la NED.

«Súmate» pretende ser la alternativa de la «sociedad civil» a una clase política oligárquica desprestigiada, profundamente dividida, y con unos notorios afanes de poder que han hecho de la Coordinadora Democrática una jaula de grillos en la que prevalece el interés personal -Julio Borges, coordinador de un pequeño partido denominado Primero Justicia, que tiene 5 diputados y controla 4 alcaldías, lanzó el pasado 31 de mayo su candidatura a la presidencia siendo calificado de «divisionista» por el resto de fuerzas opositoras- frente a un único candidato que sea capaz de aglutinar a todo el espectro antichavista. Ante esta falta de liderazgo, los EEUU apuestan claramente por María Corina Miranda como una nueva Violeta Barrios de Chamorro, la persona no vinculada de forma abierta con los partidos políticos tradicionales, la representante de la «sociedad civil» que puede jugar ese papel y arrebatar a Chávez la presidencia en las elecciones que están previstas para diciembre de 2006.

Algo más que paralelismos

Violeta Barrios de Chamorro fue elegida por EEUU como la candidata del consenso entre las fuerzas de la Unión Nacional Opositora (UNO) para presentarse a las elecciones presidenciales de 1990 en Nicaragua y derrotar al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), una operación en la que tuvieron un destacado papel el entonces Secretario de Estado, James Baker, y el jefe de asesores de la Casa Blanca. Incluso se proveyó de un monto económico para reforzar la figura de Chamorro y financiar su campaña electoral: nueve millones de dólares. Un aspecto novedoso fue que una parte de ese dinero se destinó a apoyar la misión de observadores de las elecciones, como el Centro Carter.

Como en Nicaragua, asistimos a un aspecto de la política exterior de los EEUU que pretende la acumulación de fuerzas de la denominada «sociedad civil» alrededor de los grupos oligárquicos y/o dominantes, fieles a la estrategia política y económica del imperialismo que logró derrotar al FSLN. Como en El Salvador, los programas de «promoción a la democracia» supusieron un importante flujo de dinero para grupos cívicos y políticos vinculados al gobernante ARENA que impidieron de esta forma el triunfo electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tras los acuerdos de paz de Chapultepec. Como en Ecuador, lo que se busca no es la intervención militar directa sino la influencia en la «sociedad civil» para limitar o impedir la acción de los movimientos revolucionarios impidiendo de esta forma un estallido popular que amenace el orden del sistema capitalista. Como en Ucrania, el hábil manejo de la «sociedad civil» sirve para derrocar regímenes que no son considerados dóciles o alienados con la estrategia imperialista.

No en vano Otto Reich ha utilizado el símil ucraniano para referirse a la situación de Venezuela (Argenpress, 12 de julio de 2005) y anunciar que se va a producir una deslegitimación de los resultados electorales y provocar una nueva desestabilización en el país si los resultados, tal y como anuncian las encuestas, son abrumadoramente favorables a Hugo Chávez y a las fuerzas que le apoyan. Sin embargo, el gobierno venezolano ha estado hábil y se ha asegurado la presencia de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) en los procesos electorales de agosto y diciembre. Se repite así lo sucedido en Nicaragua en las elecciones de 1990, donde el papel jugado por las misiones de la ONUVEN y OEA para observar y verificar el proceso electoral fue determinante para que el veredicto fuese aceptado por todos: por el FSLN sobre la inobjetabilidad de su triunfo, si se hubiese producido, y de la oposición que lideraba Violeta Barrios de Chamorro sobre la limpieza de un proceso que cuestionaba.

En Nicaragua el imperialismo supo utilizar hábilmente las equivocaciones sandinistas y las debilidades internas del proceso revolucionario, así como el agotamiento popular por la guerra de desgaste de la «contra» y las dificultades económicas. En Venezuela también se pueden utilizar las debilidades del proceso revolucionario bolivariano, aunque cuenta en su favor con el colchón de la constatable mejoría del nivel de vida de la población y de la utilización de la ganancia petrolera para bienes sociales, tal y como ha reconocido el director de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Martín Hopenhayn. Precisamente por eso, ya se pueden estar emprendiendo operaciones paramilitares (bien a través de los paramilitares colombianos o de los sectores más ultra reaccionarios de la oposición) que se plasmarían en las amenazas de magnicidio vertidas contra Chávez y que se irían graduando para provocar un desgaste interno del proceso bolivariano sin llegar a la intervención directa al menos mientras la maquinaria militar imperialista esté estancada en Iraq.

Por ello el movimiento antiimperialista debe ser consciente de la necesidad de apoyar el proceso bolivariano puesto que Venezuela representa un proceso revolucionario que se produce en un momento crucial para América Latina, que pone de manifiesto que es posible la reforma agraria por la que pelean todos los campesinos del continente, que es posible utilizar la riqueza del país (el petróleo) para que la ganancia revierta en la población demostrando que la soberanía energética da pie a otro tipo de soberanía. Venezuela no es sólo un ejemplo y un referente para América Latina, sino para todo el mundo. Se ha situado de forma decidida en primera línea de la lucha antiimperialista en estos momentos, se están creando estructuras reales de poder popular y poniendo en marcha proyectos económicos molestos para el capitalismo imperante y donde el pueblo, organizado en múltiples estructuras, busca su propio camino para vencer la institucionalidad burguesa. Las elecciones que se van a celebrar este año en agosto y diciembre son cruciales y su legitimación es importante para impedir que con el discurso de «promoción de la democracia» o de «impulso de la sociedad civil» aparezcan nuevos caballos de Troya imperialistas.

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(1) «La estrategia de EEUU contra Venezuela: agresión mediática como sucedió con la Nicaragua sandinista», Rebelión 25-04-2005.