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Venezuela en el punto de mira de la flota de guerra estadounidense

Fuentes: Rebelión

Traducido del neerlandés por la autora.

En los grandes medios no se escucha nada al respecto, pero en el mar Caribe hay una escalada militar en curso por parte de Estados Unidos contra Venezuela. Según Washington, toda la operación está dirigida contra el narcotráfico. Pero contra los cárteles de la droga tiene poco sentido desplegar pesados buques de guerra y un submarino de ataque nuclear.

La escalada militar lleva ya varias semanas en marcha, pero desde hace unos días la situación se ha acelerado. La flota de guerra de EE. UU. está compuesta por siete buques de guerra, entre los que se encuentran destructores lanzamisiles Aegis, al menos un crucero lanzamisiles y un submarino de ataque de propulsión nuclear. Además, se han desplegado tres buques de transporte anfibio que transportan en conjunto a unos 4.500 militares.

La agresión de EE.UU. contra Venezuela no es, por supuesto, nada nuevo. Desde que el pueblo venezolano eligió a Hugo Chávez presidente en 1999, esta agresión ha ido en constante aumento. La razón para ello no hay que buscarla muy lejos.
Venezuela tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Según la OPEP, más de 303.000 millones de barriles (2024). Además, el país cuenta con importantes reservas de oro. Sumado a eso existe un gigantesco potencial minero en la faja del Orinoco, donde reportes oficiales venezolanos calculan el valor de los minerales estratégicos, incluidos el coltán y las tierras raras, en la enorme cifra de 2.000.000 millones de dólares.

Chávez rompió con la política tradicional del ‘patio trasero’ que mantenía las enormes reservas de petróleo y minerales del país a disposición de EE.UU. Para el gran vecino del norte, eso fue inaceptable.

No es que fuera la primera vez que un país latinoamericano intentaba liberarse de ese control imperialista. En 1959 lo hizo Cuba, en 1979 Nicaragua y luego, en 1999, Venezuela. Los dos primeros países llevan décadas lidiando con un bloqueo económico, financiero y diplomático por parte de EE.UU. y con la frecuente incitación a disturbios internos.
En Nicaragua incluso se estableció y financió una verdadera guerra contrarrevolucionaria – una auténtica guerra de terror contra la población. La política de agresión se interrumpió entre 1990 y 2006, cuando EE.UU. logró imponer allí un gobierno neoliberal. Yo misma viví y trabajé entre 1986 y el otoño de 1991 en Nicaragua y fui testigo de lo que ocurrió allí.

Ola progresista

En 2004 Venezuela y Cuba fundaron conjuntamente el ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Era un acuerdo de cooperación entre países centrado en la colaboración y la solidaridad mutua, y un contrapunto directo al ALCA, el Área de Libre Comercio de las Américas planeada por EE.UU. Ese proyecto neoliberal liderado por Estados Unidos fue enterrado en 2005 en una cumbre celebrada en Mar del Plata, Argentina.

América Latina navegaba entonces en una ola progresista, con uno de sus puntos culminantes en la fundación de la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en 2011. Era un mecanismo de cooperación entre los 33 países independientes de América Latina y el Caribe, una respuesta a la OEA (Organización de Estados Americanos), de carácter neocolonial y dominada por EE.UU. y Canadá.

En la primera década de los años 2000 la corriente bolivariana en América Latina, nombrada así por el libertador descolonizador del continente, Bolívar, iba claramente ganando terreno frente a la Doctrina Monroe. Esta última tiene como lema ‘América para los americanos’, aunque sería más correcto decir ‘América para EE.UU.’. La Doctrina Monroe es la piedra angular de la política imperialista del ‘patio trasero’ que ejerce EE.UU. en América Latina.

El cambio de rumbo

En la segunda década del siglo XXI el rumbo comienza a cambiar. El 5 de marzo de 2013 Hugo Chávez muere a causa de una enfermedad que todavía no ha sido aclarada. En 2014 el presidente estadounidense Obama impone las primeras sanciones a Venezuela. En 2015 estas se endurecen aún más.
En 2016 la presidenta progresista de Brasil, Dilma Rousseff, es destituida mediante lawfare (guerra jurídica). En 2017 Lenín Moreno, sucesor del progresista presidente ecuatoriano Rafael Correa, da un giro hacia el campo neoliberal. Son solo algunos ejemplos del cambio de tendencia en América Latina, bajo la dirección directa e indirecta de EE.UU.

Venezuela en el punto de mira

Como resultado de las sanciones económicas de EE.UU. Venezuela entra en una grave crisis económica que provoca una emigración masiva. Sin embargo, el gobierno bolivariano del presidente Maduro logra estabilizar el país y recuperar el crecimiento económico, el más fuerte de América Latina.

Esto lleva a la reelección de Maduro en el verano de 2024. Esas elecciones se celebran bajo una gran tensión y con una fuerte injerencia de Washington. Tras la reelección grupos de ultraderecha de la oposición, dirigidos desde EE.UU., intentan sembrar el caos. Pero fracasan.

El 10 de enero de 2025 comienza el nuevo mandato del presidente Maduro. El 26 de marzo de 2020 Trump ofrece, a través del Departamento de Estado de EE.UU. y su Narcotics Rewards Program, una recompensa de 15 millones de dólares por información que pueda llevar a la detención o condena de Maduro por narcotráfico. Es sobre todo una medida simbólica y política para aislarlo y criminalizarlo internacionalmente. El 10 de febrero de 2025 EE.UU. aumenta la recompensa a 25 millones de dólares.

Obviamente, no existe ninguna prueba de la participación del presidente Maduro en el narcotráfico. El muy mencionado cártel Tren de Aragua fue más bien desmantelado en Venezuela en 2023. Aun así, en febrero de 2025 EE.UU. declara a esta organización ‘organización terrorista’.

Eso, a su vez, sienta las bases para iniciar una cacería contra inmigrantes venezolanos en EE.UU., supuestamente miembros del Tren de Aragua, y deportarlos a campos de castigo en la El Salvador del ultraderechista Bukele. Tras difíciles negociaciones, Venezuela logra repatriar a 252 venezolanos deportados.

Movilización popular

A principios de agosto, en el preludio de la actual escalada militar, EE.UU. declara a otra organización, el Cártel de los Soles, organización terrorista. Declaran unilateralmente a Maduro uno de los cabecillas de esa organización y aumentan la recompensa por su captura a 50 millones de dólares.

Sin embargo, la ONU ya estableció en 2007 que Venezuela es un país libre de cultivos ilegales de drogas. La misma ONU también señala que el 87% de las drogas producidas en Ecuador y Colombia salen de esos países por sus costas. Solo un 5% lo hace por la frontera de más de 2000 km con Venezuela.

El 28 de agosto de 2025 el representante permanente de Venezuela ante la ONU entregó una comunicación al secretario general Antonio Guterres en la que denunciaba la agresiva y peligrosa escalada del gobierno de EE.UU. contra Venezuela.

Venezuela, a su vez, ha movilizado a su población en respuesta a la demostración de fuerza militar frente a sus costas. Ya se han inscrito más de 4 millones de hombres y mujeres venezolanos para defender el proyecto bolivariano a través de las milicias populares. En cualquier caso, si EE.UU. lleva a cabo su amenaza, se encontrará con una resistencia amplia y bien organizada.

Alarmante

No es la primera vez que EE.UU. difunde mentiras para poder invadir un país. Basta recordar las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein.
La amenaza de una invasión no solo pone en peligro a Venezuela. Toda América Latina correría el riesgo de sufrir una nueva ola de guerra, caos y desestabilización. Lo que está ocurriendo ahora frente a las costas de Venezuela es, por lo tanto, extremadamente alarmante y debemos seguirlo de cerca.

Katrien Demuynck es coordinadora del capítulo belga de la Red en Defensa de la Humanidad (REDH).

Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/08/29/venezuela-in-het-vizier-amerikaanse-oorlogsvloot-dreigt/