El pasado 6 de diciembre se realizaron las elecciones parlamentarias en Venezuela. El resultado de las urnas otorgó a las fuerzas de derecha, agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los ⅔ de los parlamentarios electos. Es esta la primera vez que las fuerzas de Chávez pierden una elección (anteriormente una propuesta de […]
El pasado 6 de diciembre se realizaron las elecciones parlamentarias en Venezuela. El resultado de las urnas otorgó a las fuerzas de derecha, agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los ⅔ de los parlamentarios electos.
Es esta la primera vez que las fuerzas de Chávez pierden una elección (anteriormente una propuesta de reforma constitucional había sido derrotada). ¿Por qué sucedió esto? ¿Qué pasará ahora? Atrevámonos juntos a iniciar algunos análisis preliminares.
La voz del pueblo es la voz de Dios
Lo primero es lo primero. Y lo primero es reconocer que el pueblo venezolano habló de manera clara y lo hizo privilegiando a los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupa a los partidos de la derecha venezolana.
Ni en Venezuela ni en ningún otro lado, los votos no van acompañados de esquelas, así que no podemos sino suponer qué fue lo que quisieron decir las y los electores. Sin embargo, los números nos dan algunas pistas.
Sufragó el 74,25% del total de 19.496.296 ciudadanas y ciudadanos inscritos en el Registro Electoral Permanente, lo cual constituye un récord de participación en una elección de este tipo.
Esto convalida las tesis de que las venezolanas y venezolanos ratifican la vía democrática como la más indicada para dirimir sus diferencias, dando por tierra con los sectores más radicales del fascismo que empujaban la necesidad de torcer el camino institucional y propugnaban por una salida violenta del gobierno de Nicolás Maduro legítimamente electo el pasado 11 de abril de 2013.
María Alejandra Díaz, abogada, comunicadora y opinión pública, realizó un análisis de las cifras de votos este miércoles en el programa «El Desayuno», que transmite el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV).
Díaz destacó que el 6 de diciembre la derecha agrupada en la MUD cosechó 7:720.501 votos (53,33% del total); es decir que creció 4,84 % (396.621 votos) en estas elecciones, ya que en las elecciones presidenciales de abril de 2013 logró 7:363.980 votos.
Por su parte, las fuerzas de izquierda y progresistas aunadas en el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB) sacaron 7:587.579 votos en el año 2013 en respaldo al presidente Nicolás Maduro, mientras que en esta ocasión obtuvo 5:608.950 votos (38,74% del total de sufragios).
Esto indicaría que si bien la MUD obtuvo un incremento en sus votantes de algo menos del 5%, el resultado de estas elecciones parlamentarias se explica más por una importante abstención de una parte importante del electorado chavista, que se reflejó en 1:978.629 votantes menos, lo cual significó una caída de la votación cercana al 26,07%.
Para hacerlo más fácil, mientras la MUD consolidó su espacio y obtuvo un incremento de un votante cada veinte en relación a 2013, el GPPSB perdió uno de cada cuatro votantes, que sin embargo no trasladaron sus votos de manera significativa a la oposición.
Los votantes chavistas le dijeron no a algunas cosas que analizaremos más adelante. Vamos por partes.
Se consolida la democracia
Hoy ya nadie discute la legitimidad del sistema electoral venezolano, ni son puestas en duda las garantías a los electores, ni se debate la posibilidad de realizar un fraude.
Al mismo tiempo, nadie pone en cuestión los mecanismos de asignación de bancas, ni la distribución de los circuitos, ni las garantías que otorga el sistema a las fuerzas minoritarias, ni ninguna otra cosa.
Aparte de los cuentos de caminos publicados por algunos medios franquistas en el Reino de España, o las dudas sembradas desde algún organismo del hemisferio occidental, el mundo entero ratifica que las elecciones venezolanas fueron absolutamente legítimas.
Los augures de la violencia y el caos, los que aseguraban que el presidente Nicolás Maduro desoiría la voz del pueblo y daría un golpe de Estado, los que pronosticaban la mayor de las crisis, se quedaron «con los crespos hechos» (con los ruleros puestos).
El presidente Nicolás Maduro, acompañado de su tren ministerial, inmediatamente del anuncio de los resultados preliminares realizado por la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, reconoció los mismos y convocó al diálogo con los legisladores electos.
Lo mismo hizo al día siguiente el Comando de Campaña del GPPSB, que reconoció el resultado y felicitó al pueblo venezolano por su masiva asistencia a estos comicios parlamentarios.
Queda en el terreno de las especulaciones imaginar qué hubiera pasado si el resultado hubiera sido inverso.
O sea, a la luz de lo ocurrido en eventos electorales anteriores, ¿habría reconocido la oposición venezolana agrupada en la MUD un resultado adverso?
¿Será que las elecciones solamente son buenas cuando nos favorecen y malas cuando nos son adversas?
¿Habrían reconocido esos resultados la OEA y el Parlamento Europeo, por poner un ejemplo?
Permítasenos dudar.
Sin embargo, permítasenos así mismo ratificar que en Venezuela venció la paz, la libertad y la democracia, la soberanía y la independencia, pese a todos los intentos realizados a lo largo de estos años por la derecha criolla y las fuerzas imperiales por socavar la credibilidad en las instituciones del Estado venezolano.
La nueva Asamblea Nacional
El nuevo Poder Legislativo venezolano que asumirá el próximo 5 de enero tiene sus atribuciones establecidas en el artículo 187 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Estas son:
1. Legislar en las materias de la competencia nacional y sobre el funcionamiento de las distintas ramas del Poder Nacional.
2. Proponer enmiendas y reformas a esta Constitución, en los términos establecidos en ésta.
3. Ejercer funciones de control sobre el Gobierno y la Administración Pública Nacional, en los términos consagrados en esta Constitución y en la ley. Los elementos comprobatorios obtenidos en el ejercicio de esta función, tendrán valor probatorio, en las condiciones que la ley establezca.
4. Organizar y promover la participación ciudadana en los asuntos de su competencia.
5. Decretar amnistías.
6. Discutir y aprobar el presupuesto nacional y todo proyecto de ley concerniente al régimen tributario y al crédito público.
7. Autorizar los créditos adicionales al presupuesto.
8. Aprobar las líneas generales del plan de desarrollo económico y social de la Nación, que serán presentadas por el Ejecutivo Nacional en el transcurso del tercer trimestre del primer año de cada período constitucional.
9. Autorizar al Ejecutivo Nacional para celebrar contratos de interés nacional, en los casos establecidos en la ley. Autorizar los contratos de interés público municipal, estadal o nacional con Estados o entidades oficiales extranjeros o con sociedades no domiciliadas en Venezuela.
10. Dar voto de censura al Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva y a los Ministros o Ministras. La moción de censura sólo podrá ser discutida dos días después de presentada a la Asamblea, la cual podrá decidir, por las tres quintas partes de los diputados o diputadas, que el voto de censura implica la destitución del Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva o del Ministro o Ministra.
11. Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país.
12. Autorizar al Ejecutivo Nacional para enajenar bienes inmuebles del dominio privado de la Nación, con las excepciones que establezca la ley.
13. Autorizar a los funcionarios públicos o funcionarias públicas para aceptar cargos, honores o recompensas de gobiernos extranjeros.
14. Autorizar el nombramiento del Procurador o Procuradora General de la República y de los Jefes o Jefas de Misiones Diplomáticas Permanentes.
15. Acordar los honores del Panteón Nacional a venezolanos y venezolanas ilustres, que hayan prestado servicios eminentes a la República, después de transcurridos veinticinco años de su fallecimiento. Esta decisión podrá tomarse por recomendación del Presidente o Presidenta de la República, de las dos terceras partes de los Gobernadores o Gobernadoras de Estado o de los rectores o rectoras de las Universidades Nacionales en pleno.
16. Velar por los intereses y autonomía de los Estados.
17. Autorizar la salida del Presidente o Presidenta de la República del territorio nacional cuando su ausencia se prolongue por un lapso superior a cinco días consecutivos.
18. Aprobar por ley los tratados o convenios internacionales que celebre el Ejecutivo Nacional, salvo las excepciones consagradas en esta Constitución.
19. Dictar su reglamento y aplicar las sanciones que en él se establezcan.
20. Calificar a sus integrantes y conocer de su renuncia. La separación temporal de un diputado o diputada sólo podrá acordarse por el voto de las dos terceras partes de los diputados y las diputadas presentes.
21. Organizar su servicio de seguridad interna.
22. Acordar y ejecutar su presupuesto de gastos, tomando en cuenta las limitaciones financieras del país.
23. Ejecutar las resoluciones concernientes a su funcionamiento y organización administrativa.
24. Todo lo demás que le señalen esta Constitución y la ley.
En tanto la MUD obtuvo mayoría calificada de ⅔ partes de los integrantes de la Asamblea Nacional, podrá designar y/o destituir a las y los magristrados del Tribunal Supremo de Justicia, a el o la Fiscal General de la República, así como al Defensor o Defensora del Pueblo.
Del mismo modo, puede con esa mayoría calificada destituir diputadas o diputados electos, así como censurar al Vicepresidente y a los ministros y ministras.
Adicionalmente, puede aprobar iniciativas de reforma constitucional, de referendos aprobatorios, abrogatorios y revocatorios del mandato presidencial, las cuales deberán ser sometidas a la consideración popular.
En definitiva, ciertamente es mucho el poder obtenido por la MUD. La estabilidad de la República Bolivariana de Venezuela depende en mucho de cuán madura sea este agrupamiento político, que hasta ahora ha jugado -y mucho- en contra de esa misma estabilidad.
¿Por qué perdió el chavismo?
Este tema entrará en el debate de todas las fuerzas que componen el GPPSB, así como de toda la sociedad venezolana y de miles y millones de personas a lo largo y ancho del planeta entero, incluyendo magníficos analistas de todas las escuelas de formación y diversos signos ideológicos.
No pretendemos en esta humilde nota revelar ninguna verdad, sino aportar algunas líneas que permitan comprender cómo fue derrotada esta fuerza que gobierna Venezuela desde hace 16 años y que hace apenas dos años obtenía el 75% de las alcaldías y más de un millón y medio de votos de ventaja en relación a los opositores.
Lo primero a considerar, como señaló el presidente Nicolás Maduro en su alocución de la madrugada del 7 de diciembre, es que ganó la guerra económica.
El pueblo venezolano manifestó su disconformidad con esta situación en la cual los productos de primera necesidad escasean o se compran a precios exorbitantes.
Ni la gente ni la economía en general pueden ya sostener esta situación.
El reclamo para tomar las medidas que corrigieran esto era muy fuerte y la demora en tomarlas o la falta de contundencia de las que sí se adoptaron, contribuyó a que la gente optara por otras opciones a la hora de elegir.
Lo segundo que visualizamos es un importante cuestionamiento al funcionamiento y la actitud de varios organismos del Estado sensibles para la población, así como de sus autoridades y mandos medios.
La corrupción y el burocratismo en diversas instituciones ha permeado en diversas esferas del Gobierno y es este uno de los motivos por los cuales el Presidente venezolano solicitó su cargo a todo el tren ministerial el pasado miércoles 9 de diciembre.
En tercer orden, la impresionante campaña nacional e internacional en contra de Venezuela, de su Gobierno y de la Revolución Bolivariana no pudo ser contrarrestada. Desde el decreto norteamericano que este año declaró al país como una amenaza para los Estados Unidos, hasta la supuesta vinculación de la diputada electa Cilia Flores con el narcotráfico.
Todo ha servido para atacar a Venezuela, ex presidentes defenestrados y rechazados por sus respectivos pueblos, hasta la vocería de burócratas internacionales que asumen posiciones beligerantes en contra del proceso de transformaciones que desarrolla nuestro país y cualquier otro que los pueblos del continente asomen.
En cuarto lugar, los candidatos del GPPSB sufrieron una suerte de desconexión con sus electores en el discurso de campaña, que estuvo a la defensiva de los ataques mencionados más arriba y no incluyó otras propuestas que la de acompañar la gestión de gobierno del Poder Ejecutivo.
Se cometió el error de subestimar y no discutir la agenda legislativa de fuerte tono neoliberal que presentó la oposición y que incluye la privatización de servicios, desregulación del mercado de alquileres, así como la desregulación del empleo y la seguridad social, entre otras.
¿Qué hacer ahora?
En primer lugar toca revisar meticulosamente la gestión y reflexionar en lo hecho y en lo que está por hacer.
Pero no se puede creer que este revés es producto solamente de errores en la gestión, es fundamentalmente un tema político y de contradicción entre posturas políticas enfrentadas.
No se trata de si hemos hecho bien o mal las cosas, sino de qué estamos haciendo para construir una nueva sociedad y de si esto es lo deseado, lo necesario y lo suficiente en ese sentido.
En segundo lugar, iniciar una crítica y autocrítica despiadada, pero constructiva y eficiente. No para desplazar el horizonte hacia el propio ombligo, sino para elevar la mira de las fuerzas revolucionarias y retomar la iniciativa.
En este sentido, es de destacar la convocatoria para este mismo fin de semana de las máximas instancias de discusión y debate de los principales partidos que componen el GPPSB y de este agrupamiento en su conjunto.
Tanto el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como el Partido Comunista de Venezuela (PCV) iniciarán un análisis del resultado electoral y del camino a seguir a partir de ahora, así como lo harán otros movimientos y organizaciones que componen el conglomerado.
En tercer lugar, escuchar a la gente.
A través de diversas asambleas populares autoconvocadas, de las redes sociales, de artículos de prensa, de foros de debate y otras vías, se realizan ahora mismo en todo el país intensos debates sobre el futuro de la Patria.
En cuarto lugar, ser audaces.
Con la Constitución en la mano y con el Plan de la Patria como guía, las fuerzas que componen el GPPSB y el Gobierno Bolivariano deben retomar la iniciativa apoyándose en el sujeto social que contribuyó a visibilizar y expresarse.
Nuestra gente no está rechazando el proyecto del comandante Chávez, sino que está exigiendo que efectivamente sea llevado a cabo.
Toca cumplir con su demanda o corremos el riesgo de ser barridos por la historia y que se pierda el legado de Chávez.
Fuente: http://cajaderespuestas.blogspot.com.es/2015/12/venezuela-en-su-hora-mas-dificil.html
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