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Venezuela: entre el control obrero y la burocracia que persiste

Fuentes: La Voix du sud

Traducido por Guillermo F. Parodi y revisado por Caty R.

Desde hace alrededor de ocho meses, los trabajadores de Sanitarios Maracay dirigen su fábrica, bajo control obrero. Los trabajadores piden la nacionalización de la fábrica y proponen vender su producción de sanitarios a precios preferentes a los proyectos de construcción de viviendas sociales lanzados por el gobierno. Sin embargo, pese al llamado del presidente Chávez de 2005 a ocupar y nacionalizar las fábricas inactivas, los obstáculos para hacerlo son numerosos y la mayoría provienen del propio aparato del estado.

El edificio anexo de la Asamblea Nacional Venezolana se ubica a dos pasos de la plaza Bolívar, en pleno centro de Caracas. En la sala climatizada de la Comisión de Desarrollo Social Integral, el funcionario del ministerio de Trabajo se siente cada vez más incómodo. Se retuerce sobre la silla y su corbata parece estrangularlo: «Bien, si no pudieron entrevistarse con el ministro no pasa nada. Pueden discutir con nosotros, de todas maneras todos somos revolucionarios».

Sentado a mi lado, el secretario del Sindicato Nacional del Partido Comunista esboza una sonrisa burlona. «Ve, eso no tiene ninguna gracia, es la realidad de lo que ocurre aquí», me susurra al oído.

Hay que decir que el representante del ministerio acaba de explicar a la Comisión que no se entrevistó con los trabajadores que ocupaban la fábrica pero, que sin embargo, se reunió en varias ocasiones con el dueño, Alvaro Pocaterra.

Los representantes de los 500 trabajadores de Sanitarios Maracay no pueden creen lo que oyen. Su caso resume un poco el fenómeno al que se asiste hoy en Venezuela. Por una parte, una población que tomó conciencia de sus derechos, su condición y el proceso de cambios en el que se comprometió voluntariamente. Por el otro, un aparato de estado que permanece en gran parte burocratizado y corrupto, viciado por 40 años de democracia clientelista.

Los ocho años de revolución bolivariana no han conseguido erradicar completamente estas prácticas. Como destaca el presidente Chávez parafraseando a Antonio Gramsci: «La vieja sociedad que no termina de morir y la nueva sociedad que no termina de nacer».

Para José Pérez, miembro del comité de movilización elegido por los trabajadores de Sanitarios Maracay, no se trata ni más ni menos que de eso. «Esta lucha es muy importante en los ámbitos político e ideológico. Si ganamos este combate crearemos un nuevo sindicalismo, un sindicalismo de clase», afirmó.

Lo que piden José y sus camaradas es una nacionalización de la empresa bajo control obrero. ¡Nada de nombrar a un burócrata a la cabeza de la fábrica! Las decisiones seguirían tomándose como actualmente, mediante el comité de empresa elegido directamente por la asamblea de los trabajadores, a la cual el comité rinde cuentas regularmente.

«Fábrica abandonada, fábrica ocupada»

Cuando, el 30 de abril de 2006, en pleno conflicto social, Pocaterra decidió declarar su empresa en quiebra, los trabajadores de Sanitarios Macaray tomaron la llamada del presidente al pie de la letra. Se organizaron e inicialmente mantuvieron los hornos en funcionamiento. Como paso siguiente, ellos mismos relanzaron parte de la producción.

«El dueño nos acusa de delincuentes, pero es mentira. Si fuera el caso, todo esto no existiría. Hasta ahora hemos mantenido todo en estado impecable», afirma Fidel mostrándome el horno que cuece las piezas de los artefactos sanitarios a más de 1.200 grados.

Los primeros que dejaron la fábrica fueron los cuadros, los ingenieros y el personal administrativo. Negociaron sus prestaciones sociales con el dueño y el ministerio de Trabajo. Entre los obreros, algunos abandonaron la lucha y fueron buscar empleo a otra parte. Todos tienen que mantener a sus familias.

Los trabajadores hacen funcionar la fábrica pero no disponen de ningún estatuto legal para vender la producción. Además, las materias primas son difíciles de obtener, en particular, debido al boicot de las empresas, que ven de con malos ojos este ejemplo de autogestión. Por el momento, se limitan a vender las piezas que producen en la comunidad de los alrededores. No alcanza para ganar un salario digno. En sus horas de gloria, la fábrica empleaba a 750 personas y exportaba cuartos de baño, lavabos y tocadores a cerca de 13 países de América Latina.

Fidel trabaja desde hace 12 años en control de calidad. A sus 44 años no puede permitirse perder su trabajo; sus posibilidades encontrar un nuevo empleo son ínfimas. Antes de la ocupación de la fábrica, nunca había hecho política pero ahora comenzó a incursionar «para defender sus derechos».

«Es como un aprendizaje», explica. Hoy analiza la situación con un sentido crítico: «Aquí tenemos un gobierno revolucionario en el que todavía existe una burocracia que favorece a los capitalistas».

La necesidad de cambios estructurales

El pasado mes de marzo, el diputado de la Asamblea Nacional y miembro de la Comisión de Control, Eustoquio Contreras, destacaba las dificultades de «construir el socialismo y desarrollar cambios estructurales, debiendo al mismo tiempo respetar las reglas del juego de un Estado de Derecho burgués. Eso nos plantea un grave problema de gobernabilidad. Ya que una cosa es el «qué» y otra «cuándo», «cómo» y «con qué»».

«Hemos pasado los primeros años de gobierno construyendo el poder. Pero los espacios dejados por los viejos partidos de la democracia representativa han sido ocupados por protagonistas del proceso bolivariano que no siempre se han revelado suficientemente eficaces. Y hoy, cuando el presidente Chávez se propone profundizar en la revolución, no dispone de las personas con quienes llevar a buen fin este proyecto. Se da cuenta entonces de que necesita un instrumento político y lanza la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)», explicaba Eustoquio Contreras.

Hoy la construcción del PSUV es una realidad. Después de un trabajo previo de la Comisión Promotora, los «propulsores» recorrieron el país y contabilizaron más de 5 millones de futuros militantes. Éstos eligen actualmente a sus representantes que participarán en el congreso ideológico, que al principio previsto para mediados de agosto y se prorrogó para principios de septiembre.

Chávez anunció también que entregaría en los próximos días su proyecto de reforma constitucional a la Asamblea Nacional. Como para el PSUV, uno de los objetivos anticipados es elaborar los instrumentos para una participación más activa de la población. Sin embargo, por el momento no se ha presentado ningún documento oficial, sólo se dieron las grandes líneas: reorganización territorial, de acuerdo con el cuarto «motor» [1]; el Comandante también hizo alusión a la propiedad de los medios de producción y a la economía socialista, asuntos que se supone que también figurarán en el proyecto de reforma que, en cualquier caso, deberá ser aprobado por referéndum popular.

Refiriéndose a la creación del PSUV, Chávez explicó varias veces que «un árbol está naciendo, debemos tener cuidado de que crezca recto, sin desviarse». Más allá del partido, es todo el proceso de transformaciones sociales lo que está en juego. Abandonar un modelo de desarrollo para inventar otro no se hace sin riesgos ni contradicciones, los trabajadores de Sanitarios Maracay viven esa experiencia a diario. Pero solamente una participación popular verdadera y efectiva podrá garantizar el crecimiento de la semilla de esperanza sembrada en el continente latinoamericano.

Notas. [1] Los 5 «motores» de la revolución son: 1) la ley habilitante, 2) la reforma constitucional, 3) «moral y luces», 4) la nueva geometría del poder y 5) la explosión del poder comunal.

Texto original en francés: http://voixdusud.blogspot.com/2007/08/entre-contrle-ouvrier-et-bureaucratie.html

Sébastien Brulez es un periodista belga que vive en Caracas desde octubre de 2006 y trabaja actualmente en la agencia de prensa local Notisur, Cubriendo los debates de la Asamblea Nacional. Además colabora habitualmente en las siguientes publicaciones: France Amérique Latine Magazine, La Gauche, Le Courrier, Le Drapeau Rouge y la Réseau d’Information et de Solidarité avec l’Amérique Latine (RISAL).

Guillermo F. Parodi y Caty R pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.