Vencieron los humildes. Ganó el pueblo. El 15 de agosto, 5.800.629 ciudadanos venezolanos decidieron con su voto la continuidad en la Presidencia del país de Hugo Chávez. Sabían que así votaban por seguir avanzando en este proceso de transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que empezó por devolverles la dignidad. Un proceso que, en expresión […]
Vencieron los humildes. Ganó el pueblo. El 15 de agosto, 5.800.629 ciudadanos venezolanos decidieron con su voto la continuidad en la Presidencia del país de Hugo Chávez. Sabían que así votaban por seguir avanzando en este proceso de transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que empezó por devolverles la dignidad. Un proceso que, en expresión de Eduardo Galeano, inyecta esperanza a quienes sabemos que otro mundo es posible… y que el movimiento se demuestra andando.
Chávez llegó a la presidencia tras ganar las elecciones en diciembre de 1998 con 3.673.685 votos. Luego revalidó su mandato en las presidenciales celebradas en julio del 2000, tras la aprobación de la nueva Constitución Bolivariana. Obtuvo 3.757.773 votos. Ahora, consiguió dos millones más de votos en un singular referéndum. La Constitución. Bolivariana es la única que contempla la posibilidad de revocar todos los cargos de elección popular transcurrida la mitad de sus mandatos, mediante referéndum. ¿Qué les hubiera ocurrido a Toledo, a Fox o a Aznar, pongamos por caso, si este ejercicio de democracia directa estuviera constitucionalmente previsto en Perú, México o España?
Como es sabido, este proceso no avanza por un camino de rosas. La coalición de plutócratas y políticos neoliberales, en todo momento dirigidos y generosamente financiados por organismos norteamericanos, se agrupó en el 2001 en torno a una coordinación que con proverbial cinismo llamaron democrática. Primero intentaron subvertir la democracia mediante un golpe de estado, en abril del 2002. Duró 42 horas, tras la valiente reacción popular en las calles y la actuación de militares leales a la Constitución que los golpistas se apresuraron en anular. Meses después, en diciembre del 2002 y enero del 2003, cerraron sus empresas durante 63 días y se dedicaron al sabotaje de la industria petrolera y al bombardeo mediático, convencidos de que ni el pueblo ni el gobierno resistirían semejante envite. Hicieron mucho daño, pero perdieron. Los gerentes golpistas de la empresa petrolera PDVSA paralizaron la extracción, refinamiento y exportación de petróleo, en los hogares humildes faltó el gas para cocinar… pero no lograron su objetivo. Y entonces se plantearon recurrir a la vía que les permitía la Constitución tan denostada por ellos: la de promover un referéndum revocatorio.
La recogida de firmas para lograr la convocatoria del referéndum se llevó a cabo con abundantes irregularidades: duplicaron y falsificaron firmas – el Consejo Nacional Electoral excluyó miles de ellas por pertenecer a personas fallecidas -, pero a pesar de todo ello el CNE dio por válidas un número suficiente para convocarlo y el 9 de junio fijó la fecha del 15 de agosto para su celebración. Lo que hubiera ocurrido si el CNE llega a considerar que no había suficientes firmas válidas para convocarlo no ofrece demasiadas dudas. La campaña mediática nacional e internacional de la oposición hubiera culpado al gobierno de impedir su realización, esa sería la prueba de que la democracia había dejado de existir, y habría que tomar la calle para realizar marchas y protestas que llamaran la atención de la comunidad internacional y facilitaran su intervención a la vez que sirvieran de parapeto de otro tipo de acciones para acabar con la «dictadura chavista». Vistos los resultados del referéndum y el aval internacional que han merecido, ése era probablemente su mejor escenario. (Quizás no esté de más recordar el detalle de las declaraciones del ex-presidente corrupto y prófugo Carlos Andrés Pérez el 6 de mayo a la radio colombiana El Caracol, ampliamente reproducidas por las agencias internacionales. En ellas este conspicuo conspirador, hoy miembro de la mafia cubano-americana del sur de Florida, afirmaba que «se ha querido buscar una salida civilizada (a la crisis), pero se han agotado todos los medios y ya no queda sino el extremo, el de la fuerza «. «Yo creo que (Chávez) no va durar mucho tiempo porque nosotros estamos dispuestos a echarlo del poder, pero convencidos de que no es por la vía pacífica, sino por la fuerza», Curiosamente, estas declaraciones coincidieron con las realizadas ese mismo día por el candidato del Partido Demócrata John Kerry quien llamó dictador al Presidente Chávez y aseguró que la democracia estaba en riesgo en Venezuela.)
Nueve semanas y media
El reto estaba planteado. La decisión del presidente Chávez de convertirlo en una oportunidad para consolidar el proceso de transformaciones en curso y reforzar la participación popular en él, también. El 23 de mayo, en el programa dominical ¡Aló Presidente! nº 192, Hugo Chávez ya había manifestado que «desearía que se realizara el referéndum revocatorio, para demostrar al mundo dónde está la mayoría». Por ello las decisiones para impulsar la movilización popular y organizar la campaña electoral fueron tomadas sin demora. En pocos días se conformó una estructura político-organizativa especial para conducir la campaña, los Comandos Maisanta, articulados desde el nivel nacional – con el presidente Chávez al frente – hasta los regionales y municipales. Así mismo se anunció la creación desde abajo de las Unidades de Batalla Electoral. La campaña se definió como la Campaña de Santa Inés, evocando una importante batalla de la Guerra Federal librada en 1859 en la que triunfaron las fuerzas federalistas al mando del general Ezequiel Zamora. Y se planteó como una batalla electoral entre dos concepciones de sociedad, entre dos modelos de país. Una democrática, soberana, construida sobre la base de una economía social, incluyente y participativa. La otra, una vieja concepción de sociedad, fuertemente clasista y excluyente, basada en los privilegios de una minoría, en el clientelismo y la corrupción. La concepción que ya fue derrotada en las urnas en diciembre de 1998. Así se mostraba que lo que estaba en juego en el referéndum no era el destino de una persona, sino el futuro de un proyecto de país en marcha.
Este planteamiento se vio además acompañado por una presentación que conectaba con la tradición narrativa de una leyenda popular: la de Florentino y el Diablo, tomada del poeta Alberto Arvelo Torrealba e inspiradora de una reciente película, versión libre sobre la misma leyenda. (Se trata del duelo a versos improvisados entre Florentino, joven coplero y hombre libre de los llanos de Venezuela que resiste y desafía al Diablo, paladín de los invasores del llano que pretenden adueñarse de las tierras y los hombres.) El presidente Chávez, al evocar este poema en la multitudinaria concentración del 6 de junio en la Avenida Bolívar de Caracas, llama al pueblo a cerrar filas en torno a lo que denomina la Misión Florentino para derrotar al diablo en las urnas. «Estoy absolutamente seguro que el pueblo venezolano, que es sabio y que ha despertado como un gigante, va a ratificar mi mandato y va a ratificar el camino de la revolución, del futuro, de los sueños.»
Y así fue. La movilización social, la marea roja, se puso en marcha. Semana tras semana, mientras la campaña de la oposición se desdibujaba, huérfanos de encuestas favorables y desconcertados por el vigor y la fuerza del movimiento popular, éste iba creciendo, extendiéndose barrio a barrio, municipio a municipio, por todo el país. Una movilización que logró imponerse a la poderosa artillería mediática de la oposición. Tan avasalladora como desacreditada ante los ojos y oídos de quienes habían optado por dejar de ser audiencia para convertirse en ciudadanos.
Las razones del NO
Las razones del NO al revocatorio eran numerosas. Tras la grave situación provocada por el cierre patronal y el sabotaje petrolero, la economía venezolana mostraba síntomas palpables de reactivación desde el último trimestre del 2003, conformando una tendencia de crecimiento clara: el Producto Interno Bruto creció un 13,6 % en el segundo trimestre con respecto al mismo período del año pasado, para alcanzar un promedio acumulado del 23,1 % en los primeros seis meses de 2004, según datos del Banco Central de Venezuela. Cabe señalar que la evolución observada en el segundo trimestre estuvo determinada, principalmente, por las actividades no petroleras, que crecieron 15 % en su valor agregado. Las actividades petroleras aumentaron en 3,5 %. A la vez, el sector privado creció en 16,1 %, en tanto que el sector público lo hizo en 5,9 %. El sector agrícola ha experimentado un crecimiento del 8 % con respecto al año 2003. La media de crecimiento será la mayor de Latinoamérica en el 2004, según las recientes previsiones de la CEPAL.
Las expectativas creadas por leyes como las de Tierras y Desarrollo Agrario, Pesca y Acuicultura, Microfinanzas, entre otras, han empezado a traducirse en unos primeros resultados tangibles: reparto de tierras y formación de cooperativas de campesinos, redistribución del suelo urbano de propiedad estatal otorgando títulos a familias agrupadas en comités de tierras urbanas en barrios pobres, fortalecimiento de un sector de economía social y solidaria…
Los programas sociales han recibido también en el último año un impulso decisivo y han contado con una creciente participación popular a través de las organizaciones comunitarias. Ante las dificultades y obstáculos encontrados en las mismas instituciones del Estado para hacerlos avanzar, el gobierno de Hugo Chávez planteó una propuesta nueva: la de desarrollarlos desde estructuras paralelas creadas para conseguir mayor agilidad, eficiencia y participación popular. Así han ido surgiendo las Misiones, con programas específicos dirigidos a los sectores sociales más empobrecidos del país.
Y en eso, llegaron las Misiones…
Entre éstas cabe destacar por su planteamiento y resultados el programa de la Misión Barrio Adentro.
Esta surge en abril del 2003 como Plan Barrio Adentro, fruto de una nueva concepción de las políticas de salud y en el marco del convenio de cooperación suscrito entre Venezuela y Cuba. Se trata de garantizar el acceso a los servicios de salud de la población excluida, mediante un modelo de gestión participativa de salud integral. De este modo se fortalece la Red Ambulatoria con la creación de Consultorios y Clínicas Populares y la presencia permanente de médicos en las comunidades con poco o nulo acceso a los hospitales existentes.
En una primera fase, entre abril y junio de 2003, se constituyeron los primeros Comités de Salud, se procedió a una evaluación de las enfermedades más frecuentes en cada localidad y se desarrollaron experiencias piloto en algunos municipios. Además esta fase sirvió para la adaptación de los médicos cubanos llegados en apoyo al programa. Tras un segundo periodo de extensión a diversos estados, a partir de septiembre de 2003 se extendió a todos los estados, con participación de más de 10.000 médicos que realizan un promedio de 26 actuaciones diarias que incluyen consultas, educación para la salud, actividades de preparación de líderes comunitarios, visitas directas a pacientes enfermos…
A partir de diciembre de 2003 comienza la fase actual del Plan que pasa a llamarse Misión Barrio Adentro. Se nombra una Comisión coordinadora y se fija el objetivo de construir 5.000 nuevos consultorios populares durante el 2004. A primeros de abril de 2004, las consultas realizadas se sitúan en torno a los 22 millones, con una atención directa a más de dos millones y medio de familias visitadas, lo que supone más de diez millones de personas atendidas por este programa. A primeros de mayo se celebró un Encuentro de Organizaciones Populares con Barrio Adentro para evaluar lo realizado y reforzar la participación del voluntario popular junto a los médicos que conviven en las comunidades.
Otras Misiones que cabe cuanto menos reseñar son:
Misiones socio-educativas:
Misión Robinson que toma el nombre del preceptor y compañero de lucha de Simón Bolívar, Simón «Robinson»Rodríguez. Su objetivo es la lucha contra el analfabetismo. Empieza en julio del 2003 con la intención de alfabetizar al millón y medio de venezolanos iletrados, casi el 9% de la población mayor de 10 años. Para ello se escoge el método de la pedagoga cubana Leonela Relys, premiado por la UNESCO. Con el asesoramiento de 70 pedagogos cubanos, se despliegan por todo el país más de 100.000 maestros facilitadores. Los resultados no se hacen esperar: 1.273.000 personas alfabetizadas en poco más de 6 meses. El programa continúa y se ha iniciado ya la segunda fase, Robinson II, con el objetivo de completar en dos años la educación primaria venezolana que normalmente se desarrolla en seis.
Misión Ribas, llamada así en memoria del héroe de la Independencia José Félix Ribas. Su objetivo es el de dar la oportunidad de acabar la educación secundaria a quienes la habían abandonado, más de cinco millones de venezolanos. El programa prevé la obtención de la titulación secundaria en un plazo máximo de dos años. Como en todas las Misiones el programa es gratuito y se ofrecen becas a los que más las necesiten para poder seguirlo. Se inició en noviembre del 2003, con 629.000 inscritos. La mayor parte de la financiación del programa corre a cargo de la compañía petrolera PDVSA y la de electricidad CADAFE, quienes ofrecerán luego puestos de trabajo en los sectores minero, eléctrico y petrolero.
Misión Sucre, para facilitar el acceso a la educación universitaria de quienes quedaron excluidos por razones económicas. En el censo realizado a partir de septiembre de 2003 se inscribieron 470.000 bachilleres interesados en volver a los estudios. Hasta ahora se han otorgado 140.000 becas y se está desarrollando el Programa de Iniciación Universitaria para facilitar el acceso a las Universidades Públicas, entre las que se encuentra la recientemente creada Universidad Bolivariana. En julio del 2004 está prevista la incorporación de los primeros 100.000 bachilleres procedentes de este programa a las aulas universitarias.
Misiones socio-productivas:
Misión Zamora, continuación del Plan Zamora, nombre de un histórico líder campesino venezolano. Incluye el proceso de entrega de tierras a los campesinos y el objetivo de garantizar la oferta alimentaria para los más desfavorecidos en una apuesta por la economía social y el desarrollo endógeno y vinculando su labor a la de la Misión Mercal.
Misión Mercal, para la comercialización y venta directa a bajo precio de productos alimenticios y otros de primera necesidad como medicinas. Con este programa, que tiene unos 2.000 puntos de abastecimiento y venta por todo el país se ha logrado ofrecer protección alimentaria a más de siete millones de personas. Está vinculado a los Comedores Populares Bolivarianos, en los que se brinda alimentación y asistencia sanitaria a medio millón de personas sin recursos económicos.
Misión Miranda, destinado a los reservistas del Ejército en situación de desempleo. Los que participan en el programa, iniciado en octubre del 2003, reciben el salario mínimo, formación para el cooperativismo y facilidades para la obtención de microcréditos para proyectos de reinserción laboral.
Misión Piar, vinculada al Plan Integral de Desarrollo Sustentable de las Comunidades Mineras, y destinada a mejorar las condiciones de vida de un colectivo de 78.000 trabajadores que conforman el sector de la pequeña minería. Implica la creación de cooperativas, formación de comités de construcción de viviendas, recuperación medioambiental de áreas degradadas y otras actividades productivas y de asistencia social.
Misión Vuelvan Caras, destinada a la capacitación técnica de 1.200.000 desempleados de las zonas más humildes, que reciben becas para facilitar el estudio y la inserción laboral en los sectores agrícolas , industriales y de servicios. El proceso de capacitación, iniciado en marzo de este año, tiene una duración estimada entre 6 meses y 2 años según el tipo de actividad a desarrollar luego, y se inicia con personas que ya han participado en las Misiones socioeducativas.
Es preciso mencionar que en la actualidad se está desarrollando una importante controversia entre los hasta ahora principales responsables del Instituto Nacional de Tierras y el Ministerio de Agricultura y Tierras sobre la orientación a seguir en la política agroalimentaria del gobierno, que tiene sus efectos en el enfoque de las actividades de la Misión Zamora y de las relacionadas con el sector agrario de la Misión Vuelvan Caras.
Otras Misiones en marcha son la Misión Negra Matea, que tiene por objeto atender a los niños de la calle y la Misión Guaicaipuro, que busca restituir los derechos originarios y específicos de 540.000 personas pertenecientes a los pueblos indígenas.
Tras el triunfo en el referéndum se ha anunciado de la puesta en marcha de la Misión Vivienda, que actuará junto al nuevo Ministerio de la Vivienda. Han sido asignados 200 millones de dólares para lo que queda de 2004 y 500 para el 2005. Ante el desorden existente en la actuación de las administraciones públicas en materia de construcción de viviendas, se está elaborando un censo oficial para establecer las prioridades. Más de 5.600 Comités de Tierras Urbanas, que organizan a más de 3.000.000 personas, participan en esta labor.
… y le llamaron populista
Estos programas están financiados con parte de los ingresos procedentes de la exportación del petróleo. Para algunos, la decisión del gobierno venezolano de dedicar estos ingresos a financiar programas sociales tiene un nombre: populismo. El documento de Santa Fe IV, de enero 2001, en su apartado Democracia populista posterior a la Guerra Fría utiliza dicho calificativo al referirse a Hugo Chávez. Luego el calificativo maldito se convertirá en sustantivo en boca del general James T. Hill, jefe del Comando Sur de Estados Unidos. En su intervención a finales de marzo de este año ante el Comité de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes advirtió de la nueva amenaza del populismo radical.
Maurice Lemoine, redactor jefe adjunto de Le Monde Diplomatique ha escrito a próposito de esto: «que un presidente – en este caso el venezolano Hugo Chávez – pretenda completar la democracia formal con una democracia «participativa», se ve inmediatamente satanizado bajo el vocablo de «populista». Por «populismo», se entiende toda corriente opuesta al neoliberalismo. Pero la palabra tiene un efecto sobre la opinión. Más allá de la discusión sobre cuál es la caracterización más adecuada de la actual democracia venezolana, parece claro que poco tiene que ver con los populismos históricos que encarnaron en la América Latina del siglo XX Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil o Haya de la Torre en Perú. Por no hablar de las comparaciones con los populismos europeos, que sobre todo ponen de manifiesto el desconocimiento – o la malevolencia – de quienes las hacen sobre los contenidos y programas que sustancian el actual proceso político en Venezuela.
En un artículo dedicado a desenmascarar la carga ideológica y la manipulación lingüística de editorialistas y especialistas de los grandes medios de comunicación al trazar un determinado perfil de Hugo Chávez y su política de gobierno, Bernard Cassen se refería también a esta cuestión. «Chávez utiliza los ingresos del petróleo para lanzar programas de educación permanente y de sanidad que benefician masivamente a los más pobres, luego es un «demagogo» y un «populista»… Finalmente, nos gustaría saber qué es exactamente un populista, y deberían ser los que utilizan este término quienes nos dieran su definición. Si se trata de un dirigente que se preocupa por incorporar a la totalidad del pueblo en el perímetro de la ciudadanía activa, Chávez es un populista. Si se trata, recuperando la fórmula del fundador de la OPEP, Pérez Alfonso, de «sembrar el petróleo» no en los bolsillos de los dirigentes políticos y de la oligarquía, sino en programas que beneficien al mayor número de personas, Chávez incurre en el mismo reproche. Si se trata de respetar al pie de la letra las formas constitucionales en lugar de fomentar un golpe de Estado de tipo fascistoide como el del 11 de abril del 2002 o huelgas patronales insurreccionales, el presidente todavía agrava más su caso. Si se trata de explicar a una población mayoritariamente muy poco instruida cosas complicadas con palabras simples, Chávez hace populismo.
Según este rasero, no cabe duda de que muchos pueblos europeos apreciarían tener dirigentes un poco menos sumisos con los mercados financieros y un poco más populistas.»
Las perspectivas de la revolución bolivariana
«No seguiremos para nada las políticas del Fondo Monetario Internacional que siempre ordena a estos países nuestros restricción fiscal, el recorte de los programas sociales».
«Habríamos perdido el tiempo miserablemente si al final de todo esto quedara intacto el modelo económico capitalista y neoliberal que llevó a la pobreza a la mayoría de los venezolanos» Hugo Chávez tras el 15 de agosto.
Tras la clara victoria en el referéndum, se abre una nueva etapa, un nuevo ciclo en la revolución bolivariana. El objetivo central parece claro: consolidar y profundizar el proceso de transformaciones económicas, sociales y políticas. Para ello el gobierno y los movimientos populares cuentan con la mejor correlación de fuerzas de estos años y tienen enfrente a una oposición debilitada, de momento dividida y a la espera de la recomposición de la estrategia norteamericana ante la nueva situación. Las elecciones a gobernadores de los estados y las municipales que se celebrarán este 31 de octubre ofrecen una ocasión más para consolidar el resultado del referéndum venciendo en numerosos estados y municipios hoy gobernados por la oposición. Pero los retos son grandes.
En el plano económico, se trata de seguir consolidando el notable crecimiento que la economía venezolana ha experimentado en el primer semestre de este año y de avanzar en el asentamiento del modelo económico recogido en las Líneas Generales del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2001-2007 . Dicho modelo pasa hoy por fortalecer el desarrollo diversificado de la economía productiva -de un modo ecológicamente sostenible y a través de una planificación descentralizada y participativa-; implementar las políticas públicas necesarias para mantener el equilibrio fiscal; reforzar el desarrollo de un importante sector de economía social mediante el impulso de las microempresas y cooperativas; garantizar la seguridad alimentaria disminuyendo la dependencia externa; mantener la defensa de la cesta petrolera en el marco de los Acuerdos de la OPEP; impulsar la cooperación energética con otros países y diversificar los mercados de los hidrocarburos; avanzar en un nuevo modelo de integración económica latinoamericana y caribeña que apunte a la unión política como opción estratégica; y, a la vez, fortalecer la cooperación Sur-Sur.
En el plano social, el objetivo básico es el de luchar por la superación de las amplias y profundas desigualdades sociales. La reducción significativa de la pobreza, del desempleo y de las desigualdades constituye el requisito para la construcción de una nueva condición de ciudadanía que garantice el disfrute de los derechos económicos y sociales de una forma universal y equitativa. Garantizar el derecho a una educación de calidad y para todos, a la salud y la calidad de vida, a la seguridad social, a la vivienda, a un medio ambiente sano, al acceso universal a la cultura, a la democratización de la propiedad de la tierra, implica cambios importantes en los modos de gobernar. Supone fortalecer la participación social y generar poder ciudadano, con espacios públicos de decisión. El camino está abierto con la experiencia de las Misiones, que debe servir de impulso para la democratización del conjunto de la vida comunitaria y para mejorar la articulación entre las políticas sociales y una política económica capaz de ampliar y reforzar el espacio de la economía social.
En el plano político, los retos del próximo periodo son también considerables. Aunque existe un sólido punto de partida y de apoyo, la Constitución Bolivariana, queda mucho camino por recorrer en la institucionalización del nuevo modelo político, el de un auténtico estado democrático y social de derecho, basado además en el protagonismo central de la participación ciudadana. En el programa Aló Presidente del 22 de agosto, Hugo Chávez abordó con claridad estos retos: «El gran proyecto es la revolución, es la transformación política, significa crear nuevas instituciones. Un nuevo estado, que cada día se parezca menos al viejo estado corrupto, tecnocrático, ineficiente, que era como un elefante con las cuatro patas quebradas, corrupto y corruptor. Ese estado viejo de la IV República todavía tiene por allí sus restos, hay que terminar de enterrarlo y darle forma al nuevo estado social de derecho y justicia… Lucha a muerte contra la corrupción, esa es una de las consignas de esta nueva etapa… Hay que afinar el programa, los proyectos de gobierno, desde lo más general hasta lo más específico. Hay que recordar que es una revolución lo que esta planteado aquí.»
En las semanas siguientes a la victoria en el referéndum, tanto el gobierno como las organizaciones populares han dado pruebas de un notable dinamismo. El presidente Chávez tomó la iniciativa en dos frentes. Uno, el de dotarse de instrumentos para seguir impulsando las transformaciones políticas y sociales y mejorar la calidad y la eficiencia de la gestión pública – remodelación ministerial y creación de dos nuevos ministerios de clara significación, Alimentación y Vivienda., refuerzo de la dotación presupuestaria de las Misiones existentes y creación de la Misión Vivienda, anuncio de la pronta discusión y aprobación de la Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la Televisión…-. El otro, abrirse al diálogo con todos los sectores sociales, construir espacios para la convivencia que permitan la creación de un nuevo clima de estabilidad política y social.
Por su parte los movimientos populares, impulsores decisivos de la gran marea de participación social y ciudadana que ha atravesado Venezuela en los últimos tiempos, tienen también una perspectiva clara: profundizar la revolución, impulsar el poder popular y la democracia participativa. Y para ello han empezado ya el debate de los objetivos, propuestas concretas e instrumentos necesarios para avanzar en esa dirección, como puede verse en el documento que se publica en este mismo número.
Cuestiones abiertas en la nueva situación
Esta nueva etapa abierta tras la clara victoria en el referéndum revocatorio, si bien presenta condiciones claramente favorables para la consolidación del proceso de transformaciones en curso, no estará exenta de tensiones y conflictos.
En primer lugar, la interacción entre el gobierno bolivariano, las fuerzas políticas que lo apoyan y los movimientos populares, tras un periodo de confluencia sustancial para librar juntos y ganar la batalla del referéndum, va a entrar en una nueva fase. Aunque el objetivo de profundizar la revolución es formulado por todos, los espacios de actuación y las dinámicas de unos y otros son lógicamente distintas. La diversidad de acentos y prioridades entre ellos y en el seno de cada uno de ellos puede conllevar tensiones que se irán resolviendo según la fuerza y la capacidad de iniciativa de cada sector. Todo ello tendrá su repercusión tanto en los resultados de los próximos procesos electorales -elecciones a gobernadores y municipales el 31 de octubre y elecciones parlamentarias a mediados del 2005- como en la intensidad y los ritmos de la consolidación del proceso de transformaciones.
Otro factor a tener en cuenta es el de la evolución y las estrategias futuras de los sectores de oposición política al proceso, hoy sumidos en una importante crisis de credibilidad. Sembrar incertidumbre, amenazar con desconocer la legalidad sin descartar el uso de la violencia para generar tensiones y recomponer los apoyos extranjeros son parte de su agenda común. Pero están presos de una paradoja: si no participan en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes consuman su derrota política. Y si participan, también; y a la vez, legitiman el sistema electoral cuya denuncia sigue siendo uno de sus principales ejes de acción. Queda por ver el grado de cohesión que serán capaces de mantener en un momento en el que, además, su base social y electoral tiene visos de resquebrajarse y sectores del empresariado están incorporándose al diálogo y a la conciliación con el gobierno por considerar esa actitud más acorde con la preservación de sus intereses y beneficios en la nueva situación.
La otra cuestión de importancia reside en saber si habrá o no tregua en la estrategia desestabilizadora y de abierta confrontación del gobierno norteamericano. Lo reciente de su rederrota en Venezuela, la importante resistencia encontrada por sus tropas de ocupación en Irak y Afganistán, la conveniencia de garantizarse el suministro de petróleo venezolano unida a las expectativas de contratos y negocios de algunas de sus empresas -incluidas petroleras como la Chevron-Texaco-, y más en el corto plazo, la proximidad de las elecciones presidenciales, pueden dar un respiro al gobierno bolivariano. Pero la experiencia histórica y la doctrina vigente y plasmada en el documento de Santa Fe IV antes citado deben tenerse en cuenta al evaluar las proporciones que presentará en el futuro la combinación probable de los ingredientes de confrontación y conciliación en la política norteamericana hacia Venezuela.
Dimensión internacional de la victoria en el referéndum: mirando al Sur.
La victoria popular en el referéndum, su amplitud y el reconocimiento de la validez de los resultados por todos los observadores internacionales han tenido una importante repercusión allende las fronteras de Venezuela. Se abre una nueva etapa también en el plano de las relaciones internacionales de la República Bolivariana.
En América Latina, las felicitaciones llegaron incluso desde gobiernos abiertamente neoliberales como los de Perú, Guatemala, El Salvador o la vecina Colombia. Esta cortesía podría traducirse en respeto que dificulte el cerco al que el imperialismo norteamericano quería someter al gobierno venezolano mediante sus conocidas presiones en la OEA. Los gobiernos de Argentina y Brasil ya habían dado muestras anteriores de su reconocimiento a la legitimidad del presidente Chávez al aceptar, junto a Uruguay, el ingreso de Venezuela como estado asociado al MERCOSUR un mes antes de la celebración del referéndum. Y el gobierno chileno, que justificó el golpe de abril de 2002, ha expresado también su interés en impulsar sus relaciones con Venezuela. Pragmatismo económico obliga, pues Chile está importando hasta ahora la mayoría de los hidrocarburos que consume de Nigeria y Oriente Medio, y los empresarios chilenos ya están planificando sus negocios con los venezolanos. En cuanto a Cuba, huelga decir que el resultado permitirá afianzar la estrecha colaboración ya establecida entre ambos países, cuyo convenio integral de cooperación firmado en octubre del 2000 se ha traducido en una garantía de suministro de petróleo para Cuba y en la contribución decisiva de médicos y educadores cubanos al éxito de la Misión Barrio Adentro y de la Misión alfabetizadora Robinson, además de otros proyectos de asistencia técnica y cooperación.
Todo ello redunda en un refuerzo de la posición de Venezuela en el contexto regional, sin duda beneficioso para el avance de algunos proyectos importantes como la creación de Petroamérica, consorcio petrolero del que formarían parte inicialmente Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela., y que podría convertirse en una de las mayores empresas energéticas del mundo.
Otro proyecto en marcha es el de PetroCaribe, impulsado por Venezuela y catorce países de la cuenca caribeña, con la finalidad de refinanciar, transportar y distribuir los productos petroleros abaratando costes por la eliminación de los intermediarios que especulan con los precios.
Los pasos del gobierno venezolano en el ámbito latinoamericano van encaminados también a la próxima creación de un canal de televisión pública común con Argentina y Brasil, TeleSur, que podría tener su señal en el aire antes de fin de año.
El impulso a las relaciones y proyectos de integración en Latinoamericana y el Caribe se ha desarrollado tras el 15 de agosto a la vez que se estrechan los lazos de cooperación con países asiáticos y del Oriente Medio. En estas semanas se han registrado avances en la dirección de establecer una alianza estratégica con China, se han firmado nuevos acuerdos de cooperación con Irán y la India que abarcan múltiples aspectos como el intercambio de expertos, inversiones en infraestructuras y biotecnología, además del ámbito de los hidrocarburos. La apuesta por fortalecer la OPEP y la cooperación económica Sur-Sur va a la par con la de trabajar por la consolidación de un marco de relaciones políticas multipolares y solidarias. En este sentido cabe reseñar también el apoyo renovado de Venezuela a la causa del pueblo saharaui que se traducirá, además del respaldo político, en cooperación económica, social y humanitaria.
Una inyección de esperanza en el combate por otro mundo posible
«Chávez nos despertó la conciencia», decían unos vecinos de la colina de Petare, uno de los barrios pobres de Caracas. Esa adopción de un punto de vista propio, crítico, liberado de la intoxicación permanente con la que los grandes medios de manipulación buscan someter las mentes de los humildes, está en la raíz de la resistencia y la movilización de las mayorías empobrecidas y por tanto tiempo excluidas de Venezuela. Pero no sólo de Venezuela. Las luchas de resistencia a las políticas neoliberales atraviesan hoy todo el continente latinoamericano. Y tienen también sus expresiones propias en las movilizaciones asiáticas y europeas frente a la globalización capitalista. Por eso el triunfo en el referéndum que ha fortalecido el proceso de la revolución bolivariana se ha vivido como propio en tantos lugares de América Latina y del mundo. Se han multiplicado las expresiones de alegría, de esperanza, de solidaridad de los movimientos sociales y populares argentinos, bolivianos, ecuatorianos, brasileños, peruanos, colombianos… europeos y asiáticos. Triunfo estratégico en la construcción de un modelo alternativo al neoliberalismo conservador, estímulo para los demás pueblos hermanos y vecinos de Venezuela que sufren la opresión de las políticas de la oligarquía liberal-conservadora y el imperialismo estadounidense, de pronto Venezuela nos da el ejemplo, por no citar más que algunas de las muchas afirmaciones semejantes que se han sucedido tras el 15 de agosto.
«Venezuela es un país – tal vez el único actualmente en América Latina – en el que los derechos sociales avanzan, combinando las políticas gubernamentales y la acción de los movimientos sociales… La lucha por un proyecto de integración alternativo pasa por la alianza de los movimientos sociales con los gobiernos que lleven a la práctica una política de soberanía y de construcción de una reinserción activa en el plano internacional. La lección debe ser sacada por los partidos políticos y gobiernos de izquierda de la región. El gobierno de Hugo Chávez demuestra la posibilidad de una alternativa de izquierda en el continente, que combine la prioridad de lo social en el plano interno con la soberanía política en el plano externo, promoviendo activamente la organización del movimiento social. Que gobiernos como los de Lula y Kirchner – y el de Tabaré Vázquez, que puede triunfar este año -, así como el PT, el Frente Amplio de Uruguay y otras fuerzas de izquierda saquen provecho de las lecciones de Venezuela.»
Cabe añadir que también podemos extraer buenas lecciones en Europa. Reforzar la información sobre este proceso tan poco conocido por muchos y tan mal-tratado por algunos poderosos negocios de comunicación es una de las tareas de la solidaridad internacionalista y liberadora que también ha recibido de Venezuela una inyección de esperanza en el combate por otro mundo posible.