En las calles de Caracas las paredes todavía estaban llenas de pintas del pasado referéndum, muchas diciendo VOTA NO (que Chávez no se vaya) y otras VOTA SÍ (que se vaya), y muchas diciendo simplemente NO, o SÍ, en letras de todo tamaño. Especialmente me gustó una que decía: DÍ NO AL YES. Me llamó […]
En las calles de Caracas las paredes todavía estaban llenas de pintas del pasado referéndum, muchas diciendo VOTA NO (que Chávez no se vaya) y otras VOTA SÍ (que se vaya), y muchas diciendo simplemente NO, o SÍ, en letras de todo tamaño. Especialmente me gustó una que decía: DÍ NO AL YES. Me llamó mucho la atención una que decía: BOLÍVAR VIVE, LA LUCHA SIGUE, porque me recordó una pinta que había sido muy frecuente en la revolución de Nicaragua, y que era: SANDINO VIVE, LA LUCHA SIGUE. Sandino había sido asesinado 50 años antes y había quedado sepultado en la memoria del pueblo, pero con la revolución sandinista había resucitado y era el que encabezaba la lucha. También aquí Bolívar fue sacado de los libros de historia y fue puesto en la calle y echado a andar. Me pareció que ahora había más pintas a favor de Chávez y menos en contra que como lo vi seis meses antes cuando estuve en un festival mundial de poesía.
Esta vez había llegado invitado al Congreso de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, y a los 350 asistentes nos dividieron en numerosos grupos enviados a ver las obras de la revolución por toda Venezuela hasta en el Orinoco. A mí me tocó visitar los «Cerros» de Caracas, que son los que en otras partes llaman favelas o chabolas o villas miseria, y que están en los cerros altos dominando toda la ciudad, y son los que inspiraron la famosa canción «Las casas de cartón» del venezolano Alí Primera. Yo siempre los había visto de lejos cuando visitaba Caracas, y una vez escribí sobre ellos:
Aquellas luces sobre Caracas
sobre los rascacielos
los cerros como un cielo estrellado:
son las lucecitas tristes de los pobres.
Su cordón de miseria allí en el cielo.
En otras partes están ocultos, aquí no.
Se ven desde dondequiera, y en pleno cielo.
En nuestro grupo hubo un profesor universitario que, aunque vive en Caracas, nos dijo después que nunca antes había estado en los cerros y que había ido con algo de temor. La pobreza que vimos es la que habrá en todo lugar donde hay barrios pobres aunque uno no los ve. Pero aquí nos encontramos con una gran sorpresa. Muy, muy adentro de ese barrio de 1 millón de habitantes, que es uno de los varios municipios pobres de Caracas, había un modernísimo hospital como sólo podría ser un hospital para ricos, pero era gratis para todos, y una dentistería y una óptica. Cerca una farmacia con las medicinas rebajadas el 85% de su precio. (Las recetadas en el hospital eran gratis). Más allá había una fábrica de calzado y otra fábrica textil, manejadas por cooperativas y construidas para dar trabajo a los desempleados. Vimos una calle con dos o tres cuadras de murales a uno y otro lado, de bella pintura popular realizada por los pobladores. En el Centro Comunal pedí ir al baño y encontré unos servicios sanitarios refulgentes y lujosos, mejores que los del hotel Caracas Hilton donde estábamos hospedados.
Supimos que allí daban alimentación gratis a 90.000 personas, y que ese programa había en toda Venezuela. Visitamos una Casa de Alimentación, que era casa particular donde una señora preparaba diariamente comida para unas 200 personas. Vimos un Mercado Popular, donde los precios están rebajados el 40%, y de esos hay en toda Venezuela, y también hay Mercaditos y otros que llaman Mega-mercados. Supimos que 8 millones de personas son beneficiados por esos alimentos rebajados o gratis, dependiendo del grado de pobreza, y que son más de medio millón los que son atendidos por los Comedores Populares. Y ahora el pueblo podía comer carne y pollo todos los días, me dijeron en los cerros.
Todo esto de la alimentación es parte del programa de salud, que allí llaman de «Salud Integral»: salud relacionada con educación, deporte, cultura y alimentación. Y en Venezuela el derecho a la salud es considerado como parte del derecho a la vida.
En Venezuela hay cerca de 25 millones de habitantes, y de esos, 17 millones estaban excluidos de los servicios de salud. Ahora el 85% de la población tiene cobertura de salud pública. El otro 15% acude al sistema privado. Ahora se han descongestionado los servicios de emergencia. Anteriormente la gente ya no iba a los consultorios a atenderse, por el descuido que los otros gobiernos tenían de la salud. Ahora en los barrios pobres, selvas, llanos y montañas hay servicios médicos para todos los que estaban excluidos, con modernos centros de diagnóstico con rayos X y electrocardiogramas y endoscopias y ultrasonido, todo gratis para todos. Hay 20.000 médicos para los pobres, casi todos cubanos, que atienden un promedio de 250 familias cada uno. Estos son alojados por la comunidad y viven en las mismas condiciones que la demás gente. Los médicos venezolanos no fueron formados para esto, y por eso hay pocos venezolanos entre ellos. Y esta es la diferencia entre que haya una revolución o no.
En los cerros de Caracas donde estuvimos, los médicos cubanos se alojaban en casas del barrio, y una mujer que hospedaba a uno de ellos me dijo: «A mí me pagan un estipendio por su manutención, pero aunque no fuera así lo haría por el sacrificio que hacen por nosotros». Esos médicos atendían por la mañana en su clínica, y por la tarde visitaban a los pacientes en sus casas. Y no puedo olvidar a una médico cubana que irradiaba tanto amor para todos que parecía una Madre Teresa joven.
Se estaban terminando de alfabetizar el millón y medio de analfabetas que había en Venezuela. Antes cualquier tipo de educación había estado fuera del alcance de los pobres, pero ahora 13 millones de venezolanos estaban estudiando. Se dan clases hasta en los últimos rincones de Venezuela, y hasta a los indios de la selva, a los que se les enseña en sus lenguas y en textos impresos para ellos.
También están las Escuelas Bolivarianas para los pobres en las que no se paga ni matrícula siquiera, y hay desayuno, almuerzo y merienda en la mañana y en la tarde, y de estas hay más de mil en Venezuela. Estas escuelas tienen también deportes, computadoras, Internet, psicólogos, atención médica, y lógicamente en ellas hay poca deserción. Muchas familias de clase media y media baja empiezan a retirar a sus hijos de colegios privados, me dicen, porque estas son mejores y además no cuestan nada.
Las universidades eran gratis pero con un filtro por el cual los pobres no eran admitidos, y los jóvenes están prefiriendo la Universidad Bolivariana en vez de las estatales o privadas. Esta Universidad es una, pero tiene siete sedes. Existen también en los municipios unos «Núcleos Universitarios» para los que no pueden asistir a las sedes, y esto ha sido llamado «municipalización de la Universidad».
Cuba contribuye también a la educación con asesores y con videos y folletos. También fue una sorpresa para mí ver una colección de libritos de bolsillo de los que se publican 1 millón de ejemplares cada uno y son dados gratis a la población. Hay 20 títulos publicados. También supe que estaban por abrirse 6.000 Infocentros de Internet y computadoras gratis para el pueblo. Cuento todo esto porque sé que se desconoce en el extranjero.
El programa deportivo tiene varios miles de Profesores Deportivos Comunitarios. Ahora son comunes en los barrios las actividades que antes eran exclusivas de una minoría que podía pagar un lujoso gimnasio. Hay educación física y deporte en las escuelas, y también gimnasia básica para la mujer, gimnasia musical aeróbica y baile-terapia, actividades físicas para los obesos, para hipertensos, para embarazadas, y también para los del Club de Abuelos (los de la tercera edad).
Nos decían que en esos cerros los vecinos no se conocían, ni se saludaban siquiera, y ahora tienen un gran espíritu comunitario. La adquisición de títulos la estaban haciendo comunitariamente, porque era impensable que a uno solo le hicieran el levantamiento catastral y los demás trámites para adquirir un título cuando eran millones los que estaban sin título. Todos esos cerros estaban ilegales y nadie había tenido nunca esperanza de adquirir un título. Allí hay un transporte de taxis locales que es de jeeps, porque sólo los jeeps pueden recorrer ese laberinto de calles estrechas en lomas empinadas. Estos transportistas hacen el servicio gratis cuando es necesario, por ejemplo casos de emergencia. Y ellos contribuyeron al rescate de Chávez cuando todos bajaron de los cerros. «Bajaron de los cerros bravos» se dice, y liberaron al presidente. Al mismo tiempo que se desbordaba toda Venezuela.
Había que ver el brillo de los ojos de muchachos y muchachas cuando hablaban de sus proyectos comunitarios; y también los de los hombres y mujeres de edad madura y de los viejos. Existen Círculos Bolivarianos para organizarse en cualquier clase de tarea comunitaria, como responder a las necesidades del barrio, formar una cooperativa, obtener un préstamo. Basta llamar a un teléfono para que uno de estos Círculos quede constituido. Y los hay por toda Venezuela. Hay quienes critican esto como exceso de espontaneísmo, pero es una manera de contrarrestar la inmovilidad burocrática del Estado. Se está creando un estado paralelo. Uno oye hablar muy mal del gobierno; de los ministerios que hacen muy poco. El gobierno está lleno de burócratas de administraciones pasadas, y según las actuales leyes no pueden ser removidos. Entonces la revolución se está haciendo aparte, por causes populares. Y lo que Chávez quiere es la plena participación popular. Hay quienes ven a la revolución como un estado dentro del Estado, y es porque dadas las circunstancias de Venezuela no podía ser de otro modo.
Existen las llamadas «becas», que son de 100 dólares al mes, una cantidad cercana al salario mínimo, y de estas hay 400.000 en toda Venezuela. Todos los pobres que trabajan en proyectos comunitarios tienen esa beca, y todos los pobres que enseñan o estudian o están teniendo alguna capacitación. Pregunté quién pagaba eso y me dijeron que el petróleo. Es una socialización de la renta petrolera. Estudiar ahora es una forma de empleo, y se les paga por aprender. Los ministerios que inciden en los programas sociales contribuyen, pero con trabas burocráticas. La mayor parte del trabajo lo hace el mismo pueblo con infinitas organizaciones.
En realidad Chávez «nacionalizó» el petróleo. Me dijo una mujer: «El petróleo ya es de los venezolanos. Nadábamos en petróleo, y no sabíamos nada del precio, la producción, y en qué se utilizaba todo eso. Ahora sabemos cómo amaneció el precio del barril de petróleo». Chávez es el único presidente, dicen ellos, que ha estado con los pobres. Y otra mujer me dijo: «Amor con amor se paga, por eso lo queremos tanto». Fue en dos ocasiones que estuve en esos cerros, en dos lugares distintos.
El ejército de Venezuela tiene una particularidad especial y es que es el ejército de Bolívar, y se llama Ejército Libertador. Es un ejército marcado por Simón Bolívar, y los militares de todo rango siempre han sabido que para Bolívar la democracia era un sistema para dar la máxima felicidad al pueblo. También hay la particularidad de que ese ejército nunca ha pasado por la Escuela de las Américas. La formación la han tenido en Venezuela, y ha sido una formación humanista. Han estudiado ciencias políticas, se han graduado en universidades y allí se han relacionado con universitarios. La revolución de Chávez no es una revolución improvisada, y no es sólo de él, sino que es una revolución que se ha venido gestando desde hace años en los cuarteles. Estos militares estudiaban a Marx y a muchos otros autores, entre ellos a Mao Tse Tung. Allí tomaron conciencia de darle felicidad al pueblo, y que un ejército debía ser agente de cambio social. Los de la promoción de Chávez se graduaron y pasaron a ser instructores de nuevos oficiales. Enviados a enfrentar las guerrillas se encontraron más que con los guerrilleros, que ya eran pocos, con la pobreza de la población. Ellos mismos eran pobres, como Chávez que había sido un niño descalzo que vendía dulces en las calles. A diferencia de otros ejércitos latinoamericanos el de Venezuela nunca fue una casta, y de este ejército del pueblo pobre hermanado después con los ex-guerrilleros es que nació la revolución bolivariana.
En Venezuela uno oye a cada momento la palabra «bolivariano». Pero no es una palabra hueca, como había sido en los discursos oficiales de los otros gobiernos. Se trata nada menos que de retomar el sueño de Bolívar.
Bolívar soñó en la unificación de los pueblos de América Latina y emprendió una cruzada para lograrlo. Fue el primer hombre en nuestro continente que se dio cuenta del peligro que Estados Unidos significaba para nosotros. Sin un gobierno Americano unificado, decía, nuestros pueblos se verían envueltos en guerras civiles, y a merced de bandidos; que es lo que ha acontecido. Chávez ha retomado el sueño de Bolívar. Lo que él pretende no es sólo venerar una figura que todos sus predecesores han venerado sino continuar con la obra histórica y política que no completó, y hacer que el Libertador no sea sólo un mito sino una realidad actual. Chávez luchó arduamente en la Asamblea Nacional, ante una fuerte oposición, hasta lograr cambiarle el nombre al país haciendo que se llamara República Bolivariana. No fue un capricho ni una extravagancia como se ha publicitado, ni mucho menos una banalidad. Ese cambio llevaba una intención oculta, decía en lenguaje cifrado que en Venezuela se reanudaba el sueño de la unificación de América Latina. Ese nombre fue borrado durante las pocas horas del golpe contra Chávez, lo cual es muy revelador. Falló el golpe, y Bolívar sigue siendo un proyecto político y un programa de gobierno.
El Plan Bolívar es un vasto plan de participación del ejército en las obras sociales. Los militares han estado en todas partes limpiando calles, pintando escuelas, reparando clínicas, construyendo viviendas, haciendo parques, poniendo inodoros en las escuelas.
El Plan Bolívar ha unido a las Fuerzas Armadas con los pobres. Hay que ver la familiaridad que hay ahora entre los civiles y los uniformados (quienes antes eran obligados a usar balas de plomo para reprimir a los manifestantes). Esta unión de civiles y militares siempre ha sido una meta de Chávez.
La oposición ataca a Chávez porque es militar, y por lo que ellos llaman la «militarización» del gobierno. Debe recordarse que la revolución peruana fue de militares, y que el general Torrijos fue militar como también lo fue el coronel Jacobo Arbens de Guatemala; y que tanto el teniente Báez Bone de Nicaragua como el general Seregni de Uruguay procedían de los cuarteles. En realidad la revolución de Venezuela se apoya en dos pilares: el pueblo y el ejército.
Una rara característica de la revolución de Venezuela es que es una revolución sin partido. Chávez ha querido crear un partido de gobierno, pero parece que después de los dos grandes partidos que antes se turnaban en el gobierno y que ahora están liquidados, al pueblo ya no le es atractivo ningún partido. También es una revolución que no se define de ninguna manera más que como bolivariana.
Es una revolución «sin teorías», como nos lo dijo el alcalde de Caracas, un militar que había sido jefe de la contrainsurgencia y fue atraído por los insurgentes y se pasó a la clandestinidad junto con ellos. Es una revolución de elementos heterogéneos, pues hemos visto a Hugo Chávez inaugurar el congreso En Defensa de la Humanidad teniendo a su lado al ministro de Relaciones Exteriores que antes fue un guerrillero en el estado de Falcon.
A Chávez lo acusan de ser un caudillo antidemocrático, aunque no tiene un solo reo político, y no ha cerrado ningún medio de comunicación, de radio, prensa o televisión. Y a pesar de que tiene el record de haber ganado ocho elecciones y que su gobierno es el único en el mundo en el que el pueblo puede destituir a su gobernante por una ley que él mismo impulsó. Si de alguna manera hay que calificar este gobierno debería ser de constitucional. Chávez está citando siempre la Constitución y mostrándola en una edición miniatura que lleva siempre con él, y el pueblo, que también la lleva consigo hace lo mismo. «Democracia con justicia» es un lema que Chávez mucho repite. Y también insiste que la democracia debe ser representativa: que es la que se ve todos los días en Venezuela; y no la otra que era solo votar por uno de los dos partidos.
Se acusa al gobierno de corrupción y es cierto, pero el Ejecutivo ha enviado a los tribunales grandes cantidades de casos para que los investiguen o sancionen, y la Fiscalía y la Contraloría -que también son corruptas- no lo hacen. Son vicios de una burocracia heredada que no se han podido erradicar. Según las leyes aun vigentes los burócratas puestos por gobiernos anteriores no pueden ser destituidos aunque sean corruptos o incompetentes. Por eso la revolución va por otros cauces.
Esta revolución está siendo una verdadera alternativa al neoliberalismo. Los micro-créditos están creando una clase nueva de empresarios, y la economía ha crecido el 12%. Venezuela ha tenido unos ingresos parecidos a los de Arabia Saudita, pero el 80% de la población ha sido pobre; por primera vez los ingresos del petróleo son para el pueblo.
Chávez no ha firmado nunca ningún acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y más bien en las cumbres latinoamericanas les ha propuesto a los otros gobiernos crear un Fondo Monetario Latinoamericano para que nuestros países se presten a ellos mismos. No le han hecho ningún caso, y Chávez dice que esas cumbres no sirven para nada. Dice que una vez les dijo a los otros presidentes: «Nosotros de cumbre en cumbre y nuestros pueblos de abismo en abismo». También cuenta que la primera vez que asistió a una cumbre latinoamericana y empezó a pelear con los otros presidentes Fidel Castro le pasó un papelito: «Antes yo era el único diablo, ahora somos dos».
El mayor aliado que tiene Cuba ahora es Venezuela, y el mayor aliado de Venezuela es Cuba. «Bolívar y Martí son un solo país unido» ha dicho Chávez. Aunque una vez hubo una pugna entre los dos. Todos saben de la afición que tiene Fidel Castro por el béisbol. Y la primera ambición que tuvo Chávez fue ser un pelotero de las grandes ligas y por eso entró al ejército, porque siendo un adolescente pobre no tenía otra manera de figurar en el béisbol, aunque pronto cambió de ambición. Una vez estando Chávez de visita en Cuba se concertó un juego de beis entre Venezuela y Cuba, con Chávez de 43 años al frente de su equipo y Fidel de 73 al frente del suyo, y con Chávez como pitcher. Se acordó que una de las reglas del juego sería que todos los jugadores debían ser menor de 40 años, pero Fidel anunció que abría una sorpresa. Ganó Cuba, pero al final se descubrió que unos jugadores del equipo cubano eran famosos profesionales jóvenes que se habían disfrazado con pelucas y barbas para parecer viejos. Chávez dijo que a él no lo engañaron, pero no se le creyó.
Chávez cuenta que Fidel le dijo que él era cristiano pero en lo social; y agrega que él es cristiano en lo social pero también en lo religioso, aunque un poco menos. Yo les podría decir a los dos lo que dice el P. Mario de Oliveira de Portugal: que a Dios no le interesa la religión, sino la política. (Y en esto no hace sino copiar a los profetas).
En cuanto a religión, la jerarquía católica está en contra del proceso revolucionario junto con los empresarios y la oligarquía, y es tan mala como la de Nicaragua o tan peor, para decirlo mejor.
Acorde con su extracción popular Chávez mantiene la fe sencilla de las clases humildes venezolanas. Dice que la Constitución es casi sagrada, porque el único libro sagrado es la Biblia. Y mucho cita la Biblia en sus discursos, pero con bastante libertad, como cuando dice que Cristo dijo: «Dad al César lo que es del César, y al pueblo lo que es del pueblo». Lo cual Cristo no dijo pero está en el espíritu de lo que dijo.
Sus discursos son tan largos como los de Fidel, una conferencia de prensa puede ser de dos horas, y su programa dominical «Aló Presidente» puede ser de seis o siete. Cautiva al auditorio como Fidel, aunque su estilo es diferente: muy campechano y jocoso, contando anécdotas y haciendo digresiones con las que no pierde el hilo, cantando y recordando versos, citando a Bolívar y a los otros libertadores, con frecuentes risas tanto de él como del público, con intervenciones que le hacen a gritos desde el público y que él a veces contesta con gran rapidez, y aun a veces entabla diálogo con el que lo ha interrumpido. (Me han dicho que «Aló Presidente» se puede captar por Internet o por radio).
En Chávez hay una sonrisa permanente que vuelve radiante su rostro medio mestizo y medio mulato, con el cual las clases populares deben sentirse muy identificadas. Tiene también una manera muy peculiar de mirar a los ojos, fijamente, como quien mira algo especial. Pero la revolución venezolana no es sólo un líder carismático sino un pueblo detrás. Los enemigos han hecho la caricatura de un carisma que parece cómico, y una popularidad que es totalitarismo. Lo cierto es que en Venezuela para muchísimos se está cambiando la vida.
En 1999 Chávez en China ante la tumba de Mao declaró que Venezuela se había levantado como lo había hecho China 50 años antes con Mao Tse Tung. Así es, aunque lo ignoran los medios de comunicación tanto de Venezuela como del extranjero. La revolución cubana ha sido calumniada todo el tiempo, y así lo fue la de Nicaragua. Con la de Venezuela la táctica ha sido silenciarla. Una profesora en España me preguntó cómo era que ella siendo profesora universitaria no sabía de la revolución de Venezuela. Le dije que era por las fuentes de información que ella tenía. Porque 9 transnacionales de la información producían el 90% de la información mundial, y ésta era de acuerdo con sus intereses. Y la revolución de Venezuela no está entre sus intereses.
Cuando me preguntaban en aquellos cerros qué se decía en el extranjero de lo que ellos hacen, a mí me dolió decirles que nada. Los revolucionarios venezolanos ignoran que su revolución es ignorada. «La revolución bonita» como le llama Chávez es una revolución silenciada. A pesar de todo Bolívar vive y la lucha sigue. Y estemos seguros que va a seguir, «Dios mediante y mi Comandante Jesucristo» como ha dicho Chávez.