Para nadie es una novedad sostener que las elecciones de noviembre próximo serán fundamentales para afianzar y desarrollar el modelo del socialismo venezolano. En este proceso de terminar de convencer a la mayoría de los ciudadanos cual es el camino correcto, hay por lo menos tres factores, además de las 3 R (revisión, rectificación, reimpulso) […]
Para nadie es una novedad sostener que las elecciones de noviembre próximo serán fundamentales para afianzar y desarrollar el modelo del socialismo venezolano. En este proceso de terminar de convencer a la mayoría de los ciudadanos cual es el camino correcto, hay por lo menos tres factores, además de las 3 R (revisión, rectificación, reimpulso) impulsadas por el presidente Chávez, que contribuirán a fortalecer la opción del cambio revolucionario.
Tres factores que están de paso incluidos en las 3 R. Ellos son la gestión del gobierno, a nivel nacional y local, el fortalecimiento y desarrollo del Partido Socialista Unido de Venezuela, y el desarrollo del poder popular y las organizaciones de base.
El objetivo de los cambios, reducido a la mínima expresión, es que la mayoría del pueblo viva mejor. Así, una de las tareas fundamentales de un gobierno revolucionario es mejorar, de forma casi inmediata, la calidad de vida de su gente. La revolución bolivariana ha cambiado ya la calidad de vida de millones de personas, pero muchas veces éstas no se dan cuenta, o lo asumen como un avance en las condiciones individuales y producto de sus esfuerzos aislados. En esto, el partido Socialista, el gobierno, tienen la obligación de mostrar esos cambios y su origen, reconociendo además que una vez cubiertas ciertas necesidades básicas, se generan nuevas a las que también hay que atender. El partido y el gobierno, deben propagandear esos cambios, metérselo por los ojos a todos los venezolanos, y no sólo con la publicidad en los medios de comunicación. Por ejemplo, cuando se mejora la vivienda de los venezolanos, no sólo se debe hacer en los lugares más apartados de la república, sino en el corazón político del país, frente a los ojos de los visitantes nacionales y extranjeros. De forma que quien llegue a Caracas se tope con esas mejoras de inmediato.
Los cambios no sólo deben mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sino además ayudar a convencer a los indecisos y acallar las mentiras de la reacción colocándolos frente a sus ojos.
La formación de la conciencia socialista es una tarea difícil en que se debe conjugar la formación ideológica y la práctica revolucionaria casi en forma permanente.
Los cuadros burgueses, la ideología consumista, egoísta, se genera espontáneamente en una sociedad capitalista, mientras que los cuadros revolucionarios deben romper con la ideología que la sociedad les impuso desde la cuna, e ir abriendo caminos de solidaridad y participación, soñando una sociedad para la cual no hay modelos y que además viene de algunas prácticas desviadas.
En este campo es fundamental el combate contra la burocracia y la corrupción. En todos los procesos revolucionarios del mundo se han sucedido desviaciones, procesos de corrupción hasta en las cúpulas dirigentes. El combate a esas prácticas no puede ser instrumentado sólo en instituciones del aparato del Estado o del Partido. Muchas veces los funcionarios que reciben las denuncias se abstienen de actuar o investigar a sus superiores y las denuncias se encajonan sin avanzar. Es necesario contar con mecanismos que recojan las denuncias, separen las calumnias, y desarrollen la investigación de los casos fundamentados. Además hace falta que las autoridades reciban y atiendan las denuncias.
Hay experiencia en otros procesos de los que aprender. Para no ir muy lejos, algunos sonados casos de corrupción en Cuba fueron develados por ciudadanos comunes que hicieron llegar sus cuestionamientos al más alto nivel, por ejemplo, el caso de Luis Orlando Domínguez.
En otros procesos, los partidos revolucionarios han creado comisiones de base con el cometido de «vigilar» ministerios o instituciones. Una vez recibida la denuncia, se investiga y se informa a la dirección del partido, y ésta, si amerita, al gobierno.
La garantía para que los dirigentes mantengan la línea revolucionaria, es el poder popular, en las comunas, en los gobiernos locales, y también en las unidades de base del partido. Con cuidado de no caer en una caza de brujas con la que a veces se ocultan luchas por el poder.
Un poder popular participativo, permite afianzar los cambios y sirve como control social de los electos para representar a la mayoría. La falta de participación burocratiza a los funcionarios y adormece los cambios.
En el fortalecimiento del nuevo partido es necesario, como ha subrayado el presidente Chávez, formar a sus cuadros y estudiar. «Es necesario buscar el conocimiento, realizar el estudio científico de las cosas. (…) debemos ir en búsqueda de la verdad, del raciocinio permanente y no aferrarnos a ningún dogma» destacó el pasado fin de semana.
El nuevo partido debe establecer mecanismos, escuelas, cursos, etc., que permitan educar, ilustrar e informar a sus cuadros, y al mismo tiempo producir material para llegar masivamente a todos los militantes e interesados en la marcha de la revolución.
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