Mi condición de diplomático de carrera y de político democrático respetuoso me ha aconsejado siempre no intervenir en los asuntos internos de otros países, salvo cuando otros gobiernos se inmiscuyan en los asuntos internos de Venezuela. Mi actuación en la OEA es un testimonio del compromiso de mi Gobierno con esos principios fundamentales. Pero cada […]
Mi condición de diplomático de carrera y de político democrático respetuoso me ha aconsejado siempre no intervenir en los asuntos internos de otros países, salvo cuando otros gobiernos se inmiscuyan en los asuntos internos de Venezuela. Mi actuación en la OEA es un testimonio del compromiso de mi Gobierno con esos principios fundamentales. Pero cada vez que otro gobierno agreda al mío recibirá de mi parte una respuesta proporcional o más que proporcional.
Febrero es mes de carnaval. Evoco Río de Janeiro, Puerto España, Barranquilla, Nueva Orleáns y la Ville de Québec, entre otras ciudades. Sí, hay carnaval en Canadá, pero hay una diferencia; no porque el carnaval del hielo de Québec ocurra bajo temperaturas extremas. La diferencia es que cuando en otros países comienzan a ponerse las máscaras, en Canadá comienzan a quitarse la careta los representantes de la ultraderecha.
Hablo de diplomacia y de respeto a la libertad de expresión; oportunidad para contar la historia de un periodista de ultraderecha que visitó recientemente Venezuela: solicitó entrevistas con mi Canciller y otros funcionarios oficiales que no pudieron adaptar su agenda a la propuesta por el visitante. En realidad no le interesaba hablar con mi Gobierno sino con la oposición para animarla y ofrecerle apoyo, entre ellos los golpistas y desestabilizadores. Encontró dos importantes diputados del gobierno cuyas opiniones le fueron irrelevantes
La reciente censura mediática a una alocución del Presidente Hugo Chávez por la televisora golpista RCTV, es apoyada por este periodista, quien a su regreso se aventuró a decir que en mi país se han reducido los espacios democráticos. ¿Quién es este señor? ¿Alguien con autoridad moral o un periodista como cualquier otro que puede opinar lo que le venga en gana sin mayores consecuencias que una polémica democrática? ¡¡NO!! Su nombre es Peter Kent, Ministro de Estado para América Latina en la Cancillería canadiense. Entonces, ¿quién ha visto que una persona de tan alto rango, que no ha podido o querido acordar una agenda con su potencial anfitrión oficial imponga su presencia en un país, abusando de su flexibilidad democrática? ¡¡¡Qué falta de diplomacia, qué falta de respeto!!!
Canadá ha sido por mucho tiempo el país que mejor ha funcionado en nuestro continente; sin embargo, hay novedades y detallitos:
Por su intromisión denuncio la violación de las normas de no intervención por el actual Gobierno minoritario canadiense. Esa no fue la Canadá de Lester B. Pearson, Premio Nóbel de la Paz (a posteriori), quien universalizó el derecho a la salud de su pueblo, ni la de John Diefenbaker, Primer Ministro conservador sensible a la medicina socializada. Tampoco fue la de Pierre Elliot Trudeau, gobernante que no aceptaba órdenes de Washington, uno de los más brillantes estadistas occidentales del siglo XX, sensibilizado por las ideas del socialismo cristiano. Tampoco la de Jean Chrétien, líder liberal, electo varias veces por su pueblo, quien tuvo una relación cordial y de mutuo respeto con el Presidente Hugo Chávez. Hablo de una Canadá gobernada por una ultraderecha que cerró el Parlamento por varios meses para sacarle el cuerpo a una investigación sobre violación de los derechos humanos por sus soldados en Afganistán; que censura protestas en Ontario y las críticas a las olimpiadas de invierno en Vancouver; que ha coqueteado con los golpistas hondureños; que está preparada para una ofensiva en favor de la dictadura mediática en América Latina y desestabilizar a los gobiernos de izquierda por encargo. Sin embargo, debo agradecer al Gobierno de Canadá su preocupación por los dos estudiantes muertos e informarle que eran militantes de izquierda asesinados por pistoleros de la oposición.
¡Oh, Canadá! ¡Cuantos crímenes se cometen en tu nombre!
En este circo de la ultraderecha participa una lastimosa CIDH que calló ante la masacre del «Caracazo» en Venezuela y apoyó el golpe contra el Presidente Chávez junto con la mafia interamericana de burócratas de los derechos humanos que se ha infiltrado en la OEA, con la complicidad de su más alta autoridad, así como una Relatoría de la Libertad de Expresión que cree que la iniciativa privada para difamar, censurar y desestabilizar es una libertad que merece su protección.
Enfrentados a la dictadura mediática, al Imperio y socios, bajo la revolución bolivariana disfrutamos de libertad de expresión extrema y estamos desarrollando al máximo todos los derechos humanos como los de los pueblos indígenas, materia en la cual ofrecemos asesoramiento a Canadá para rescatar a sus indigentes indígenas de las garras de la exclusión y la pobreza extrema. Es facilísimo, basta tratarlos como iguales.
El Eje del Mal del Pacífico ensaya nuevos procedimientos. Sabiendo que la ultraderecha no puede ganarle el apoyo popular al Presidente Chávez, hará cuanto pueda para sabotear a la democracia venezolana con la esperanza de ganar las elecciones parlamentarias este septiembre, y, a partir de allí, repetir la operación Tegucigalpa y después otra operación Yakarta, como la montada en su momento por la CIA y la estrella mediática Henry Kissinger contra la democracia chilena.
Este debate no es anecdótico, la agenda del Partido Republicano sigue cumpliéndose sin trabas en América Latina. Detrás del cortinaje está el poder más violento de la historia, que viola todos los derechos humanos en nombre de la democracia y la seguridad; tan históricamente agresivo que si yo pidiese una señal a los Embajadores de países desmembrados, invadidos por los marines o cuyos gobiernos democráticos hayan sido derrocados por la intervención estadounidense, un bosque de brazos se levantaría y, por supuesto, de inmediato saltaría presuroso el Secretario General para viajar a todos los países atropellados por el poder imperial, para tender puentes de paja y de paso recoger algunos voticos para su reelección.
La ley es la ley; por eso protestamos ante los gobiernos de Estados Unidos y Canadá por incitar a la desobediencia a RCTV. Mediocre, racista, violenta y vulgar acostumbrada a transmitir programación de adultos en horarios infantiles, durante el golpe contra el Presidente Chávez en 2002 transmitió programación infantil (El Libro de la Selva, Tom y Jerry, etc.) en horario de adultos, para ocultar la rebelión popular contra el golpe. Cinco años después no se le renovó la concesión propiedad del Estado y pasó a transmitir por cable. Hoy con noventa por ciento de programación venezolana se disfraza de televisora internacional para no clasificar su programación, tocar el Himno Nacional o transmitir los mensajes oficiales reglamentarios. Otras emisoras suspendidas volvieron al aire al cumplir con la ley. A TV Chile le bastó registrarse y comprobar que no es venezolana; igual pasó con las emisoras vinculadas a Televisa.
RCTV es una televisora de tradición criminal mediática. Desde 1984 liderizó el silenciamiento en los medios privados del ex Presidente Luís Herrera Campíns castigado por prohibir la publicidad de licores y cigarrillos en los medios y por imponer en la radio una pieza musical venezolana por cada una importada. Esa sanción duró hasta el día de su muerte en 2007. Como dato curioso la televisora de oposición radical, Globovisión, transmite libremente porque acepta la normativa. RCTV se siente la niña mimada de la escoria mediática internacional y no acata la ley.
Puede entonces contar el Eje del Mal del Pacífico con el apoyo de RCTV, El Nazional y Globovisión en Venezuela, con el de Fox News, Glen Beck, Rush Limbaugh, Pat Robertson, el Miami Herald, CNN en español, el Grupo de Diarios América, «El Tiempo» de la familia Santos, «El Universal» de la familia Ealy, El País de Madrid, la Asociación Interamericana de Radiodifusión, la Sociedad Interamericana de Prensa, los representantes del terrorismo mediático, el Comando Sur y la IV Flota en este aquelarre de las tinieblas interamericanas.
Señor Presidente
A comienzos del bicentenario de nuestra primera independencia y rumbo a nuestra segunda independencia no podrán detener nuestra avanzada Bolivariana por la justicia social, la democracia y la paz.
Gracias señor Presidente
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