La «peinilla», especie de sable para reprimir manifestantes, es un símbolo de como la burguesía parasitaria, sus regímenes dictatoriales y sus partidos de la democracia representativa, gobernaron a Venezuela durante cien años. El sistema de dominación y exclusión se sostuvo mediante una sistemática represión al pueblo que demandaba sus más elementales derechos. «Échenle peinilla» decían […]
La «peinilla», especie de sable para reprimir manifestantes, es un símbolo de como la burguesía parasitaria, sus regímenes dictatoriales y sus partidos de la democracia representativa, gobernaron a Venezuela durante cien años. El sistema de dominación y exclusión se sostuvo mediante una sistemática represión al pueblo que demandaba sus más elementales derechos.
«Échenle peinilla» decían presidentes, ministros, gobernadores, empresarios y terratenientes cuando estudiantes, obreros, campesinos, maestros y pueblo en general tomaban las calles para protestar contra el hambre, la miseria, la exclusión. Pero la peinilla era solo el instrumento visible de un sistema de represión basado en las torturas, desapariciones forzadas, presidios ilegales y ejecuciones bajo la premisa del «disparen primero y averigüen después».
Estas reflexiones sobre «la peinilla», las hago a propósito que el pasado 21 de noviembre se conmemoró el Día del Estudiante, vimos a la bonita y victoriosa juventud estudiantil tomar Miraflores, sin disparar un tiro, ni recibir un tiro, para encontrarse con el Compañero Presidente Nicolás Maduro. En varias oportunidades, en los últimos 14 años, vimos esa imagen con nuestro Comandante Chávez. Sin duda, que Venezuela cambió para siempre.
Todos los 21 de noviembre, siempre recordamos a nuestros mártires y renovamos el compromiso de «luchar hasta vencer». Este año, pensé en un episodio que me narró el cineasta Ángel Palacios, hace 2 años, cuando se conmemoraron los 20 años de la Masacre de Macarao. Suceso donde dos jóvenes estudiantes y un soldado, que salió a defenderlos, fueron asesinados por la nefasta Policía Metropolitana, ya desparecida gracias a la Revolución y a Chávez.
Ángel Palacios estaba haciendo un documental sobre aquellos hechos ocurridos en 1991, durante el gobierno del «demócrata» Carlos Andrés Pérez, y me pidió que le consiguiera unas peinillas. En un depósito de Cotiza, encontramos centenares de peinillas, uniformes y otros instrumentos de represión de la PM. Ángel les propuso a los estudiantes del Liceo en Caricuao, donde estudió Darwin Capote, uno de los compañeros asesinados, recrear aquel triste evento, para lo cual unos jóvenes tenían que hacer el papel de los estudiantes reprimidos y otros el de policías represores.
La grata sorpresa se produjo, cuando los estudiantes le preguntaron a Palacios, que cómo se usaba una peinilla, porque ellos nunca habían visto una. ¡Claro!, eran jóvenes de 14 y 15 años, que habían crecido en Revolución. Bendito sea Chávez, bendita sea la Revolución Bolivariana.
La peinilla, fue prohibida desde el primer día de gobierno del Comandante Chávez, en 1999, y luego en el texto de nuestra Constitución Bolivariana. Una generación de jóvenes no conoce ese instrumento con que tanto se humilló al pueblo venezolano, con el que tantos jóvenes fueron mutilados y algunos asesinados, cuando algunos represores decidían usarla como un machete.
Alguien me decía, que se debería hacer un museo de esos instrumentos represivos y exhibirlos en todos los liceos y universidades, acompañados de documentales de cómo se usó durante un siglo contra el pueblo inerme. Es buena idea.
Por una Venezuela donde nunca más se conozca la peinilla, y por mil razones más, es que los burgueses y sus lacayos no volverán. Honor y Gloria a los mártires del Movimiento Estudiantil venezolano. Siento el profundo orgullo de pertenecer al legado de las luchas estudiantiles de nuestra Patria. Estudiar y Luchar, sigue siendo la consigna.
* Elías Jaua Milano es el actual Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela
Fuente: http://www.avn.info.ve/contenido/venezuela-sin-peinilla