Hace 10 días, la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución (PCDC) publicó en Aporrea un pronunciamiento sobre la situación del país que titularon: «Votar para Salvar la República e Impulsar los Cambios»- «Acuerdo Pre-Electoral para Atender la Emergencia Social»
y que se puede leer a través del siguiente link: https://www.aporrea.org/actualidad/a292368.html.
En una conversación, vía internet, con sus integrantes y que pueden identificar en el pronunciamiento citado, recogimos un resumen de sus planteamientos en la actual coyuntura nacional mediada por la generalizada e inédita crisis que vive el país, la población y la proximidad de las pautadas elecciones de la Asamblea Nacional.
Para la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución (PCDC), destaca como elemento central que «Venezuela vive una encrucijada histórica en la que se está jugando su existencia como República, en riesgo de perder su integridad territorial y su condición de nación independiente y soberana. Esta situación ha surgido porque sus propios asuntos pasaron a ser manejados y decididos por potencias extranjeras en función de sus intereses geopolíticos a través de su participación directa en el conflicto político-institucional polarizado interno, escenificado por el gobierno autoritario de Maduro y la alianza del G4 liderada por Juan Guaidó. El telón de fondo de esta disputa es un país en un avanzado estado de descomposición moral e institucional y de pérdida de la gobernabilidad democrática, con sus espacios territoriales que han venido siendo copados por estructuras criminales que operan una economía ilícita, en la que se cruzan el lavado de activos procedentes de la corrupción, el narcotráfico, el contrabando y la extracción de minerales estratégicos. En estas circunstancias es crucial para los venezolanos y venezolanas salvar La República en riesgo de perderse. Un paso trascendente en esa dirección es que el pueblo ejerza su soberanía para evitar la debacle. Con la elección de la Asamblea Nacional se abre una rendija para volver a la Constitución y sacar del juego a los intereses extranjeros que quieren convertir a Venezuela en un protectorado colonial».
Señalan asimismo que «el bienestar de los venezolanos y venezolanas ha sido relegado a un segundo plano por un liderazgo que mantiene una confrontación político institucional suicida, mortal para el país, porque todas las energías y recursos que manejan ambos, tanto el gobierno autoritario de Maduro como el sector golpista de la oposición (G4), están concentrados en la lucha por el poder sin importarles los costos en vidas humanas y las consecuencias que tiene la demolición del tejido económico, social, e institucional del país para las generaciones presentes y futuras. En éste marco de polarización extrema, en la que se ha privilegiado la agenda política por encima de la vida, se abrió una brecha profunda entre la gente y ese liderazgo político bipolar, que ostenta una frágil representatividad institucional del poder constituido -ejecutivo y legislativo- por su actuación de espaldas a las necesidades del pueblo. Una representatividad que le fue delegada con las limitaciones que la Constitución establece y que ambos factores en conflicto violan reiteradamente.«
Agregan como parte de este resumen de la conversa sobre el tema electoral lo siguiente: «para que las elecciones parlamentarias se conviertan en un hecho histórico que marque el inicio del proceso de reinstitucionalización y vuelta a la Constitución, de reafirmación de la soberanía popular y nacional, es fundamental que se produzca una participación masiva de los venezolanos y venezolanas en las elecciones de la Asamblea Nacional, con la aspiración de que ésta se conviertan en el escenario de un diálogo político republicano constructivo, enfocado en la recuperación del país y sus instituciones democráticas. Pero para que ello sea posible debe recuperarse la confianza del pueblo en el voto como instrumento de cambio y una señal importante en esa dirección es establecer un Acuerdo Humanitario Pre-Electoral construido a través del multidiálogo entre el gobierno, los amplios y mayoritarios sectores que constituyen la oposición democrática y los movimientos sociales organizados, orientado a la atención de la emergencia social compleja, que corra simultáneamente con el proceso electoral.»
A continuación un resumen del pronunciamiento citado y solicitado a la PCDC:
Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución
ACUERDO PRE-ELECTORAL PARA ATENDER LA EMERGENCIA SOCIAL
VOTAR PARA SALVAR LA REPÚBLICA E IMPULSAR LOS CAMBIOS1
Se acelera la desnutrición con el incremento de la pobreza y la precarización social masiva de la población venezolana. Así lo demuestra el reciente estudio de CARITAS “Nutrición infantil y seguridad alimentaria” de abril 2020”. Son señales que comienza a develar el rostro pavoroso de una hambruna en progreso, la cual podría ser detonada por la propagación a mayor escala del coronavirus en el contexto de la profunda recesión económica, de la depresión de la demanda por la pulverización del salario real degradado a la condición de esclavo y del bajón del ingreso de los hogares venezolanos en un ambiente de inflación galopante y caída abrupta de las importaciones. A estas calamidades se suma el paro inducido por la cuarentena y el aislamiento social, además del endurecimiento de las sanciones criminales del gobierno de EEUU promovidas por la cúpula de la derecha golpista de oposición (G42) que lidera Juan Guaidó. Ésta situación es la antesala de una posible catástrofe humanitaria mediada por las deficiencias estructurales de la atención sanitaria nacional, además de las enormes deficiencias de los servicios básicos. Ese sector extremista de la oposición liderado por el binomio López-Guidó ha venido actuando como un vulgar peón del gobierno de EEUU, ejecutando al pie de la letra sus movimientos tácticos y estratégicos para someter a Venezuela bajo su control hegemónico, con el supuesto propósito de acelerar el colapso económico y el estallido de la violencia social, calculando equivocadamente que con ello se podría estimular la fractura de la fuerza armada y el establecimiento de un gobierno de transición tutelado desde Washington.
Ante la gravedad de las fallas en el suministro de gas, electricidad, agua, gasolina y la imposibilidad de acceder a los alimentos debido a los exiguos ingresos de la gran mayoría de la población, y a los altos precios de los bienes y servicios, además de la corrupción que rodea la gestión pública, se han multiplicado las protestas diarias en todo el país, incluso a pesar de las medidas de cuarentena y aislamiento físico que se vienen aplicando. La respuesta del gobierno autoritario de Maduro ha sido la criminalización de la protesta, la represión,, el encarcelamiento y la persecución de trabajadores, líderes sindicales y comunicadores sociales, en franca violación de los derechos humanos.
La gran mayoría de los venezolanos lucha desesperadamente, en condiciones cada vez más adversas y precarias, para no sucumbir a la amenaza de la pandemia y sus secuelas, sin medios para sostener su existencia, con un apoyo totalmente insuficiente y cada vez menor de un Estado corrupto, fragmentado e ineficiente, que ha sido cooptado desde su raíz por intereses mafiosos. El bienestar de esa mayoría nacional ha sido relegado a un segundo plano por un liderazgo que, habiendo perdido gran parte de respaldo popular que ostentaba, ha mantenido una confrontación político institucional suicida, en un juego suma cero, mortal para los venezolanos, porque todas las energías y recursos que manejan ambos, tanto el gobierno autoritario de Maduro y como el sector golpista de la oposición (G4), están concentrados en la lucha por el poder sin importarles los costos en vidas humanas y las consecuencias que tiene la demolición del tejido económico, social, e institucional del país para las generaciones presentes y futuras. En éste marco de polarización extrema, en la que se ha privilegiado la agenda política por encima de la vida, se abrió una brecha profunda entre la gente y ese liderazgo político bipolar, que ostenta una frágil representatividad institucional del poder constituido -ejecutivo y legislativo- por su actuación de espaldas a las necesidades del pueblo. Una representatividad que le fue delegada con las limitaciones que la constitución establece y que ambos factores en conflicto violan reiteradamente.
En éste contexto está emergiendo un nuevo escenario político con la reestructuración en marcha de la alianza del G4, surgida de la confrontación de posiciones políticas y estratégicas divergentes en el seno de los partidos que la integran, acelerada por el fracaso de la estrategia golpista, abstencionista e intervencionista fallida promovida por el gobierno de EEUU y ejecutada por sus operadores políticos en la cúpula de los partidos de la misma. Para tener una visión más cercana a la coyuntura actual, es necesario tener en cuenta la mutación interna que viene produciéndose en los partidos del G4, a fin de dibujar con mayor precisión la composición actual de la oposición en su conjunto. Hay que considerar el surgimiento, en el seno de dicha alianza, de nuevos actores que se han deslindado de la estrategia política de su dirección, los cuales se han sumado a los partidos que enfrentaron el abstencionismo en las elecciones presidenciales de 2018 y se integraron a la Mesa de Diálogo Nacional, ampliando el campo de la oposición democrática que impulsa una salida pacífica, soberana y constitucional a la crisis .
Venezuela vive una encrucijada histórica en la que se está jugando su existencia como república, en riesgo de perder su integridad territorial y su condición de nación independiente y soberana. Esta situación ha surgido porque sus propios asuntos pasaron a ser manejados y decididos por potencias extranjeras en función de sus intereses geopolíticos, a través de su participación directa en el conflicto político-institucional polarizado, escenificado por el gobierno autoritario de Maduro respaldado por los gobiernos de Rusia y China y, la alianza del G4 liderada por Juan Guaidó subordinada al gobierno de EEUU, la cual, en un gesto que solo puede calificarse de traición a la patria, llegó al colmo de solicitar una intervención de EEUU y sus aliados, y más y más sanciones criminales ilegales que han agravado la precarización de la vida y la crisis económica del país. El telón de fondo de este juego perverso es un país en un avanzado estado de descomposición moral e institucional y de pérdida de la gobernabilidad democrática, con sus espacios territoriales que han venido siendo copados por estructuras criminales que han penetrado el Estado y operan una economía ilícita, en la que se cruzan el lavado de activos procedentes de la corrupción, el narcotráfico, el contrabando y la extracción de minerales estratégicos. En estas circunstancias es crucial para los venezolanos y venezolanas salvar La República que hoy está en riesgo de perderse. Un paso trascendente en esa dirección que el pueblo ejerza su soberanía para evitar la debacle. Con la elección de la Asamblea Nacional se abre una rendija para volver a la Constitución y sacar del juego a los intereses extranjeros que quieren convertir a Venezuela en un protectorado colonial, con el propósito de saquear sus recursos naturales a través de la profundización del modelo extractivista primario exportador.
El gran enemigo a vencer en las próximas elecciones parlamentarias es la abstención. La mayoría de la gente no está viendo la elecciones como un asunto determinante para “resolver su día a día”, porque está concentrado en la búsqueda de la sobrevivencia para no sucumbir al hambre en medio de la amenaza de la pandemia, debido a su incapacidad para cubrir los costos de la canasta básica, de la avalancha del desempleo desencadenada por la contracción económica agravada por la cuarentena y de la precarización de los servicios básicos. Uno de los factores que podría pesar más en el desestimulo de la participación electoral, especialmente en el sector que desea un cambio de gobierno, es la pérdida de confianza en la élite política que maneja los resortes del poder, tanto en la que lidera Maduro como en la que lidera Guaidó y los partidos que lo acompañan desde el G4, por su insensatez, indiferencia e insensibilidad ante el sufrimiento de las grandes mayorías y porque los “cascarones vacíos” de las instituciones existentes, tienden a actuar en función del clientelismo y de la disputa política, sin priorizar las necesidades urgentes y las penurias que padece el pueblo.
Para que las elecciones parlamentarias se conviertan en un hecho histórico que marque el inicio del proceso de reinstitucionalización y vuelta a la Constitución, de reafirmación de la soberanía popular y nacional, es fundamental que se produzca una participación masiva de los venezolanos y venezolanas en las elecciones de la Asamblea Nacional, con la aspiración de que ésta se conviertan en el escenario de un diálogo político republicano constructivo, enfocado en la recuperación del país y sus instituciones democráticas. Para que eso sea posible es necesario impulsar un acuerdo humanitario pre-electoral construido a través del multidiálogo entre el gobierno, los amplios y mayoritarios sectores que constituyen la oposición democrática y los movimientos sociales organizados, orientado a la atención de la emergencia social compleja, que corra simultáneamente con el proceso electoral.
Gustavo Márquez Marín Oly Millán Esteban Mosonyi Héctor Navarro Ana Elisa Osorio Santiago Arconada Juan García Edgardo Lander Roberto López
1/ Documento completo en: https://www.aporrea.org/actualidad/a292368.html
2/ Partidos Políticos: Acción Democrática (AD), Un Nuevo Tiempo (UNT), Primero Justicia (PJ) y Voluntad Popular (VP)