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Ver Fahrenheit

Fuentes: Granma

El anuncio de que Fahrenheit 9/11 será exhibido a partir del próximo jueves 22 de julio en el Charles Chaplin y en otros 120 cines y salas de video del país, aviva el interés que desde un inicio despertara el documental de Michael Moore, ganador de la Palma de Oro en el último Festival de […]

El anuncio de que Fahrenheit 9/11 será exhibido a partir del próximo jueves 22 de julio en el Charles Chaplin y en otros 120 cines y salas de video del país, aviva el interés que desde un inicio despertara el documental de Michael Moore, ganador de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes y dueño de varios récords históricos desde que se estrenara, hace unas tres semanas, en los Estados Unidos.

Aunque dejaré el comentario crítico del filme para cuando este sea ya una realidad vista de forma masiva en nuestro país, es imposible contener dos asociaciones fílmico-políticas recientes vinculadas al crudo análisis a que Moore somete, tanto al actual mandatario de la Casa Blanca, como a su Administración, desde la espectacular engañifa electorera del año 2000, hasta los desatinos más actuales vinculados con la agresión a Iraq.

La primera de ellas es la obstinación del presidente Bush a seguir defendiendo, en comparecencias de estos días, los indefendibles argumentos que hace trizas Fahrenheit 9/11 en cuanto al móvil de la invasión. Unos pretextos que recuerdan lejanas tramas de maquilladas venganzas, vistas tanto en el cine como el transitar intervencionista de esa nación. La segunda, ya fue ampliamente desenmascarada en el filme y tiene que ver con la llamada «política del miedo» a que la Administración somete a su ciudadanía con tal de manipularla mediante resortes propagandísticos relacionados con una psiquis largamente trabajada desde los tiempos de la Guerra Fría. Ahí se inscriben las palabras de Tom Ridge, secretario de Seguridad Interior, quien hace unos días anunció de manera grave (otra vez) que se esperaba una acción terrorista de envergadura durante la campaña electoral con vista a las elecciones presidenciales de noviembre. Palabras que motivaron más de una sonrisita y que hicieron escribir a la agencia AFP: «Algunos periodistas piensan que estos llamados de alerta podrán tener una motivación política para generar una asociación del tipo `un voto al demócrata John Kerry, equivale a un voto por Osama bin Laden.»‘

Mientras tanto, Fahrenheit 9/11 ha seguido cosechando éxitos en taquilla y de unos 800 cines en que comenzó a exhibirse, sobrepasó la cifra de 2 000 salas en el país, algo jamás logrado por un documental. Pero los ataques más diversos han seguido cayendo sobre él por parte de grupos conservadores. Recientemente varias cadenas locales de cine se sometieron a presiones y se niegan a exhibirlo con el pretexto de que «es propaganda en tiempos de campaña para la presidencia».

La importancia de esas cadenas radica en que tienen el monopolio de la distribución en lugares alejados de las grandes urbes estadounidenses, donde se quedarán sin ver Fahrenheit 9/11. Una de ellas, la Cadena Fridley, declaró a bombo y platillo: «En tiempo de guerra, los soldados estadounidenses en Iraq necesitan y se merecen nuestro apoyo incondicional».

La Disney, que en un principio sería la distribuidora del documental de Michael Moore y luego se negó paralizada por el terror, sacó una garra zorruna al contraatacar con el estreno de El corazón y el alma de Estados Unidos, un filme propagandístico que según Howard Kaloogian, presidente de la Move America Forward -entidad que desde un principio ha conspirado contra Moore y su película- «devolverá el orgullo de ser estadounidense».

Al ser cuestionada por este timonazo tan a la derecha, la Disney alegó algo que nadie se cree: «Pura coincidencia».

Otro grupo tiene entablado pleito por «ofensivo» al cartel que anuncia el filme y que puede verse en estas páginas. En él aparece Michael Moore llevando alegremente de la mano al presidente Bush, mientras un letrero pregunta: ¿Controversia? ¿Cuál controversia?

Los pleitos, sin embargo, son algo cotidiano en el quehacer fílmico del director. Muchas veces ha sido demandado por las denuncias realizadas en sus películas, pero nunca lo han podido condenar, ya que las informaciones y razones por él expuestas son hijas de la más profunda realidad.

El último ataque de los enemigos -con miras económicas- ha sido copiarle Fahrenheit 9/11 y ponerlo en Internet.

«Mientras no se utilice para lucrar, no importa -declaró el realizador-, mejor, así lo ve mucha más gente y se entera de lo que se debe enterar.»

También en los tiros por la culata está punteando alante Michael Moore.