Los buitres son aves rapaces que suelen alimentarse únicamente de animales muertos, aunque, a falta de éstos, son capaces también de cazar presas vivas. La definición del diccionario de esta simpática ave parece reflejar metafóricamente el comportamiento que los denominados fondos buitre desempeñan en el mundo financiero actual. Un fondo buitre es una entidad dedicada […]
Los buitres son aves rapaces que suelen alimentarse únicamente de animales muertos, aunque, a falta de éstos, son capaces también de cazar presas vivas. La definición del diccionario de esta simpática ave parece reflejar metafóricamente el comportamiento que los denominados fondos buitre desempeñan en el mundo financiero actual. Un fondo buitre es una entidad dedicada a conseguir rendimientos muy superiores a los de mercado comprando deudas de países o empresas a precios muy bajos aprovechando que el emisor de los mismos se encuentra al borde de la quiebra o en bancarrota. El paso siguiente consiste en reclamar por vía judicial el cobro del ciento por ciento del capital de esa deuda comprada a precios de remate, rechazando las propuestas de refinanciación presentadas por el deudor, buscando de esta forma obtener un tratamiento sustancialmente más favorable al del resto de los acreedores. Los fondos buitre no operan solos. Cuentan con generosos recursos financieros y fuerte respaldo de políticos ultraconservadores, recurriendo a operaciones de prensa dedicadas a desacreditar a quienes se cruzan en su camino.
Curiosamente, la investigación más profunda destinada a contar el funcionamiento de estos fondos ha sido elaborada por Adam Roston, para la revista Playboy, que fue publicada bajo el título «Capitalismo de buitres, o de cómo algunos traders construyen sus fortunas sobre las espaldas de los más débiles y pobres». Entre fotos de voluptuosas conejitas ligeras de ropa puede leerse la defensa que algunos miembros de los propios fondos buitre esgrimen -sin sonrojarse-, sosteniendo que su accionar está motivado en combatir la corrupción de países que no honran sus deudas, haciendo referencia a naciones como Congo o Liberia.
En el mundo financiero quienes defienden su accionar más sutilmente sostienen que los buitres son los únicos que están dispuestos a comprar instrumentos de países en dificultades cuando nadie los quiere, proporcionándole liquidez a ese mercado. En este sentido, es importante diferenciar a los llamados fondos buitre de fondos especulativos que compran instrumentos financieros que han caído de precio en forma coyuntural, a efectos de beneficiarse de una posible recuperación de los mismos.
Como no podía ser de otra manera, el artículo de Playboy desnuda la forma en que operan los fondos buitre brindando ejemplos concretos, como el caso liberiano. Al incumplir sus obligaciones a comienzos de la década pasada, este pobre país africano fue demandado ante los tribunales de Nueva York por fondos buitre que habían comprado esas obligaciones por monedas. Liberia, incapaz de contratar a profesionales preparados para esas lides, perdió la demanda judicial sin luchar, ya que ningún abogado se presentó en su defensa, debido, tal vez, a que en ese preciso momento el país se desangraba en una cruenta guerra civil.
El artículo señala con nombre y apellido a dos de los principales directivos de estas empresas. En primer lugar menciona a Jay Newman, quien se ha dedicado en los últimos veinte años a «recuperar fondos» de países tales como Perú, Paraguay, Polonia, Ecuador, Costa de Marfil, Congo o Argentina. En segundo término nombra a Kenneth Dart, un multimillonario que, cansado de pagar impuestos en los Estados Unidos, se instaló en el «paradisíaco» paraíso fiscal de las islas Caymán. Se estima que el fondo buitre de Dart embolsó más de 600 millones de dólares operando con deuda brasileña. Los inversores que alimentan estos ambiciosos fondos suelen preferir el anonimato. En uno de los juicios presentados contra Panamá y ante un pedido del juez de revelar el nombre de los inversores que promovían el reclamo, el fondo buitre optó por retirar la demanda antes que informar el nombre de sus tímidos clientes. El caso peruano sirve para ejemplificar las enormes ganancias que puede generar este negocio. El fondo Elliot cobró finalmente 58 millones de dólares por deudas del Perú por las que había pagado sólo 12 millones. Un negocio redondo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/45-5745-2012-01-23.html