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Verdugos de la Naturaleza

Fuentes: Barómetro Internacional

Causa envidia el modo de vida de comunidades indígenas en rincones de Brasil. Mientras ellas se organizan en función de sus necesidades y costumbres propias, sin la desconfianza de que los «representantes» no cumplan bien su papel, los hombres urbanos de la «civilización» buceamos en el desorden, la violencia y el irrespeto al propio medio […]

Causa envidia el modo de vida de comunidades indígenas en rincones de Brasil. Mientras ellas se organizan en función de sus necesidades y costumbres propias, sin la desconfianza de que los «representantes» no cumplan bien su papel, los hombres urbanos de la «civilización» buceamos en el desorden, la violencia y el irrespeto al propio medio de supervivencia.

Ed Sttafford es un británico de treinta y cuatro años que recorrió caminando con una pesada mochila a cuestas, toda la extensión del río Amazonas. Su objetivo principal fue el ser testigo ocular del desmantelamiento, la explotación maderera mal fiscalizada, y promover la conciencia ambiental en los jóvenes.

En una parte de su recorrido que totalizó 6.800 kilómetros, Ed y su acompañante peruano fueron amenazados de muerte por una comunidad indígena cuyos habitantes creyeron que ellos querían robar y traficar con los órganos de los niños de la aldea. No son raros en esas zonas grupos indígenas que no son todavía conocidos.

¿Cuál es el precio de la «civilización» que se impone arrogantemente, pero que se lamenta con vehemencia cuando los daños ambientales y sociales son irreversibles?

La Secretaría del Medio Ambiente del Estado de San Pablo, Brasil, autoriza una cuota de quema de caña que es criminal, cobarde y dañina para cualquier ciudadano, que ve sus bienes materiales cubiertos de cenizas de los cañaverales y encima respira el aire impuro en plena sequía. Dicen que esta práctica será prohibida en un máximo de cinco años, pero hace tiempo que vivimos de promesas.

Mientras no se haga nada para contener la voracidad de la «civilización» (destructiva, inconsecuente y enemiga de la vida) en una de las regiones más populosas del Brasil, no será posible imaginar el ritmo de degradación de la Amazonia, tan bella, tan remota y tan amenazada. No habrá especimenes ni siquiera para que los científicos gringos recolecten y carguen en sus bolsos sin tener que declararlos en la aduana.

El ciudadano británico comenzó su viaje el 2 de abril de 2008 desde las nacientes del río en el Sur de Perú y lo terminó el 9 de agosto de 2010 en la costa atlántica, cerca de Belem. Ed atravesó Perú, Colombia y Brasil sin tener que hacer colas o dormir en los aeropuertos por los retrasos de los vuelos. Su experiencia en la selva sin embargo contó con picaduras de mosquitos, escorpiones y abejas, y todavía contrajo leishmaniasis (enfermedad parasitaria transmitida por mosquitos). Ed se alimentó pescando pirañas y otros peces, con su reserva de arroz y frijoles, y con alimentos que compró a las comunidades ribereñas que encontraba en su camino. Otros aventureros han enfrentado condiciones aún más difíciles, pero no tuvieron tanta publicidad.

Ante la incapacidad del gobierno y de los ciudadanos del Brasil de frenar las tendencias destructivas en su propio territorio, otros países patrocinan aventureros y científicos, documentalistas y reporteros, y organizaciones sin fines de lucro que estudian y documentan los problemas ambientales y sociales que abundan en nuestra América Latina. No siempre, por lo tanto, son entrometidos.

Cuando una cuestión local se transforma en una preocupación global, las «autoridades» vernáculas comienzan a interpretar las leyes de la forma que cualquier buen ciudadano merecer ver cumplidas. Por eso en Brasil la legislación generalmente es buena, los malos son sus intérpretes.

La caminata de mas de dos años de Ed Stafford por el «pulmón del mundo» sirve para rescatar el debate sobre la devastación del bosque amazónico para la pecuaria y la explotación maderera, la gobernabilidad y el cumplimiento de la ley ambiental, y la internacionalización de la Amazonia.

El ritmo de deforestación ha disminuido en los últimos años gracias a políticas más sustentables y al aumento de la conciencia ambiental de los jóvenes. La tendencia es de que los verdugos de la naturaleza tengan cada vez menos espacio, a despecho de su adaptación a otros negocios destructivos más rentables. El monocultivo para la exportación es uno de ellos.

El planeta pide nuevos aventureros que desenmascaren las irresponsabilidades de la especie humana. ¡Encuentre Ud. alguna y denúnciela! Hoy quedan pocas evidencias de que ser «humano» es sinónimo de virtud, a menos que algún día logremos rescatar el romanticismo perdido.

Sueño con una relación hombre-naturaleza en la cual aquel retire de ella solamente lo necesario para su supervivencia sin tener por ejemplo que quemar el excedente de café que se produjo durante la crisis cafetera en Brasil. Se siguen repitiendo los oscuros capítulos de la historia del capitalismo.

¡Qué los probos superen a los deshonestos!

¡Luche por un orden mundial equilibrado!

¡Usted tiene un papel importante a cumplir!

Fuente original: www.barometro-internacional.org

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.