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Vicisitudes de la revolución bolivariana

Fuentes: Rebelión

En el caso de Venezuela, las políticas de ajuste propias del modelo neoliberal, la baja de los precios del petróleo y el pago de la deuda externa, dieron lugar a una crisis económica que devino crisis política y social a fines de los 80s y en los 90s. El PIB se redujo sensiblemente, la inflación […]


En el caso de Venezuela, las políticas de ajuste propias del modelo neoliberal, la baja de los precios del petróleo y el pago de la deuda externa, dieron lugar a una crisis económica que devino crisis política y social a fines de los 80s y en los 90s. El PIB se redujo sensiblemente, la inflación era del 80% y las cifras de pobreza alcanzaron un 50% y un monto similar el desempleo y subempleo

Los dos grandes partidos políticos tradicionales surgidos del Pacto de Punto Fijo, Acción Democrática y COPEI, perdieron toda credibilidad a fines de la década del 80 y durante la década del 90. Tras la elección de Carlos Andrés Pérez a la presidencia en 1988, su gobierno aplicó una serie de medidas neoliberales que iban desde el aumento de la gasolina, el transporte y los productos de primera necesidad, hasta el intento de reprivatizar el petróleo que él mismo había nacionalizado 15 años antes. En febrero de 1989 se produjo una explosión social de los sectores populares y el estudiantado que se conoce como «el Caracazo», que fue reprimida violentamente dando lugar a cientos de muertos y miles de heridos.

En febrero de 1992 el comandante Hugo Chávez Frías, líder del Movimiento Bolivariano Revolucionario, encabezó en el país una insurrección militar, con el objetivo de desalojar a Carlos Andrés Perez y su corrupto gobierno del poder, pero fue apresado y encarcelado.

En 1993, ante la magnitud de la crisis, Carlos Andrés Pérez fue destituído acusado de corrupción. Tras un gobierno interino, fue electo presidente Rafael Caldera, que había abandonado su liderazgo en COPEI y encabezado una coalición de fuerzas políticas denominada Convergencia.

En marzo de 1994 Chávez y sus compañeros fueron amnistiados, creando el Movimiento Quinta República (MVR), que en de abril de 1997 celebró su primer congreso. Chávez se convirtió en candidato presidencial con el apoyo de esta organización y de otras fuerzas de izquierda. En su campaña hizo énfasis en eliminar las políticas empobrecedoras de corte neoliberal y eliminar la vieja política. En diciembre de 1998 ganó las elecciones presidenciales con el 56% de los votos, mientras que su contrincante, Henrique Salas Römer, con el apoyo de los partidos tradicionales y la derecha, solo obtuvo el 39.9 % de los votos.

El gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, que se inició el 2 de febrero de 1999, implicó un cambio radical en el plano nacional, desmantelando las políticas neoliberales, llevando a cabo políticas sociales de envergadura y rescatando la soberanía del país; y en lo internacional, forjando alianzas con las fuerzas revolucionarias de la región, tomando acciones claves en aras de la integración latinoamericana y caribeña, y relanzando a la OPEP con el fin de obtener mejores precios para el petróleo.

En abril de 1999, con el objetivo de llevar a cabo una asamblea constituyente, para reformar la que denominó «moribunda constitución» en su acto de toma de posesión como presidente, celebró un referéndum que obtuvo la aprobación del 82% de los votantes. En julio de ese mismo año, en las elecciones de diputados a la convención, los candidatos chavistas del Polo Patriótico obtuvieron 119 de los 131 curules, con el 67% de los sufragios. En diciembre de 1999, con el 71% de los votos de los chavistas, se aprobó la nueva constitución, que fundaba la República Bolivariana de Venezuela, en un nuevo referendo.

De acuerdo a esta Constitución, se celebraron nuevas elecciones en julio del 2000 que fueron ganadas por Chávez con el 59.7% de los votos frente a Arias Cárdenas con solo un 37.5% y alcanzando el Polo Patriótico una gran mayoría parlamentaria. Conforme a la Constitución, el Presidente Chávez asumió poderes especiales en 2001 promulgando 49 leyes habilitantes que tuvieron como objetivo profundizar la transformación económica y social del país. La derecha reaccionó convocando a un paro y luego dando un golpe de estado al Presidente en abril de 2002, rápidamente abortado dado el apoyo popular y de las fuerzas armadas. La nueva intentona desestabilizadora de la derecha se produjo en diciembre de 2002 mediante un paro empresarial y con el denominado «golpe petrolero» que intentó paralizar PDVSA.

En Venezuela, tras el fracasado golpe de estado al Presidente Chávez en 2002 y el boicot petrolero posterior, la nueva derecha perdió grandes dosis de legitimidad democrática. Pese a esto, ganaron alcaldías – Henrique Capriles, Antonio Ledezma – en municipios importantes de Caracas e incluso la gobernación del Estado de Miranda en el caso de Capriles. Este último, representando a la coalición de la derecha agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), perdió las elecciones presidenciales contra Chávez en 2012 y contra Nicolás Maduro en abril de 2013.

En agosto de 2004, Chávez consolidó su poder ganando el referendo revocatorio con el 60% de la votación y obteniendo la gran mayoría de alcaldías y gobernaciones en las elecciones parciales de octubre. Luego fue reelecto como Presidente en 2006 y en 2012, liderando el recién creado (marzo de 2008) Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), – al que se integraron varios partidos de la izquierda – cuando ya en estas últimas elecciones su estado de salud era grave. Esta sucesiva cadena de victorias – con la excepción del referéndum constitucional del 2 de diciembre de 2007, qué perdió por estrecho margen- fue el resultado de la amplia base social de la revolución bolivariana, debido a sus programas sociales organizados como «misiones». Entre ellas, Robinsón (alfabetización), Barrio Adentro (cobertura médica gratuita), Misión Milagro (para devolver la vista a miles, mediante operaciones de cataratas), Mercal (alimentos a precios subsidiados) y otras de carácter educativo (Ribas, Sucre), o teniendo como objetivo la vivienda. La colaboración del gobierno cubano y de sus profesionales fue clave en algunas de estas misiones, como las de salud propias de Barrio Adentro, donde los médicos cubanos fueron decisivos. Con este conjunto de misiones, Chávez se proponía conducir la revolución bolivariana hacia el socialismo del siglo XXI.

La pobreza disminuyó del 48% al 27% y la extrema pobreza de un 28% a un 6% y la tasa de desnutrición descendió del 21% en 1998 al 3% en 2012. Basta consultar los informes de CEPAL y los índices de desarrollo humano del PNUD para percatarnos de cómo redujo la pobreza y la desigualdad la revolución bolivariana. Según este índice, entre 1990 y 2015, el IDH de Venezuela aumentó de 0.634 a 0.767, un aumento de 20,9 %. Entre 1990 y 2015, la esperanza de vida al nacer aumentó en 4,6 años, el período medio de escolaridad ascendió en 4,8 años y los años de escolaridad media general aumentaron 3,8 años. Por otra parte, las iniciativas de integración regional lideradas por Chávez mediante alianzas como el ALCA y fortaleciendo MERCOSUR, contribuyeron decisivamente a la reducción de la pobreza a nivel regional como muestran las cifras de CEPAL.

Por otra parte, Chávez dio pasos de gigante en el proceso de integración latinoamericana creando el ALBA, UNASUR, Petrocaribe y el Banco del Sur y dando un golpe mortal al ALCA y a la geopolítica imperial en Mar de Plata en 2005 con el apoyo de los países de MERCOSUR, entre otros.

Chávez murió el 5 de marzo de 2013, previamente había designado al ex canciller Nicolás Maduro como su sucesor. En abril de 2013, postulado por el Gran Polo Patriótico -formado por el PSUV y otras fuerzas políticas -, Maduro ganó las elecciones por un estrecho margen a Henrique Capriles de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), y el cual representaba los intereses de la derecha y de la geopolítica imperial de Estados Unidos. Maduro obtuvo un 50.66% de los votos y Capriles, ex gobernador del estado de Miranda, el 49.07%

Desde que Maduro asumió el poder en 2013, la derecha ha tratado de derribarlo mediante violentas manifestaciones y una «guerra económica» con el apoyo de Estados Unidos, que emitió durante la presidencia de Obama una «orden ejecutiva» contra el gobierno de Venezuela, reiterada en marzo de 2016, donde se plantea que la situación en Venezuela constituye «una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EEUU», por lo que declaró «una emergencia nacional para lidiar con esa amenaza».

Hay condiciones objetivas desfavorables para la revolución bolivariana: inseguridad, cierto incremento de la pobreza en los últimos años, inflación y escasez de bienes esenciales. La baja de los precios del petróleo, que constituye el 90% de las exportaciones venezolanas, que pasó de 100 dólares el barril a menos de 37 dólares, a partir de junio de 2014, y que apenas sobrepasa hoy los 53 dólares, somete a fuerte tensión a las autoridades venezolanas, que ya no disponen de abundantes recursos financieros para sus programas sociales. La inflación, que en 2014 era del 62 %, en junio de 2016 alcanzaba cifras superiores al 200%. El PIB en 2015, según CEPAL, arrojó cifras negativas de -7.1 y el PIB por habitante se redujo en -8.3. La previsión de CEPAL para 2017 es que la contracción del PIB sea de un -7.2%. Hay escasez de muchos productos y largas colas para obtenerlos. La pobreza, según CEPAL, que se había reducido sensiblemente, se elevó del 25 al 32% entre 2012 y 2013, aunque sin llegar a los niveles que tenía previo a la revolución bolivariana de un 48%.2 La guerra económica que se libra contra el gobierno de Maduro es la variable clave de esta crisis económica, junto al descenso de los precios del petróleo y las deformaciones de un modelo rentista y extractivista heredado y aún no superado.

En diciembre de 2015, ganó las elecciones legislativas la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) al gobierno del presidente Nicolás Maduro , con 112 de los 167 diputados de la Asamblea Nacional (56,2% de los votos), y con la primera victoria electoral de peso para la oposición en 17 años.

El representante de la «nueva derecha» venezolana, Henry Ramos Allup, primer presidente de la oposición de esta Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, la presidió desde diciembre de 2015 intentando por todos los medios a su alcance desestabilizar el gobierno del Presidente Nicolás Maduro, tras esta pírrica victoria parlamentaria. Las manifestaciones violentas de la oposición se sucedieron en 2016, intentando derrocar al presidente electo mediante un golpe parlamentario e incitando a la violencia a sectores de la sociedad. Pero imaginar que una mayoría legislativa equivale a una mayoría social, y que una coyuntural supremacía electoral autoriza a ejercer una dictadura parlamentaria, es un craso error.

La nueva «estrategia» de la oposición agrupada en la MUD, fue en 2016 intentar convocar a un referendo revocatorio con la esperanza de ganarlo y así destituir al presidente Nicolás Maduro.

La «nueva derecha venezolana», y su expresión política que es la MUD, se ha caracterizado por su asociación con el gobierno y la embajada de EE.UU. y sus agencias como USAID, para derrocar a la revolución bolivariana. Se han aplicado a Venezuela los métodos de guerra de cuarta generación y guerra asimétrica aplicados a países como Ucrania. Para la geopolítica imperial de EE.UU., Venezuela es un objetivo estratégico por sus reservas en petróleo y otros recursos naturales y no cejarán en los intentos de barrer con la revolución bolivariana. No quieren además que en este país – que fue su coto privado antes de la revolución bolivariana – otros actores mundiales como China y Rusia tengan espacio y presencia. La escasez, la inflación, la corrupción y otros males como la inseguridad ciudadana, han sido las banderas de la oposición.

Capriles no ha cuestionado las «misiones» y demás políticas sociales del gobierno frontalmente, e incluso ha adoptado muchas de las formas y coloridos populares del chavismo3. Esta nueva derecha se ha visto beneficiada por el deterioro de algunos programas sociales debido a la baja de los precios del petróleo; por la percepción de los sectores populares de que no se añadirán nuevos beneficios a los adquiridos y que incluso éstos no están debidamente garantizados; y por el hecho de que el aumento de los salarios está muy por debajo del índice de inflación. Esto pudiera ayudar a explicar la victoria de la «nueva derecha», de la MUD, en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 y su sostenida virulencia durante 2016 y 20174.

Se ha acusado al gobierno legítimo del Presidente Nicolás Maduro de violar las reglas del juego democrático. De postergar el referendo revocatorio en 2016 y de impedirlo con medidas dilatorias y se plantea que se negó a realizar las elecciones a gobernador de 2016. Pero no se menciona que Maduro ha tenido que gobernar en un permanente estado de emergencia y acosado por una oposición golpista y violenta, como lo ha sido la oposición venezolana desde que la revolución bolivariana accedió al poder.

Los principales líderes de la oposición venezolana: Leopoldo López, Henrique Capriles, Antonio Ledezma, Freddy Guevara, Julio Borges y María Corina Machado apoyaron el Golpe de 2002 como es conocido. Su vocación democrática termina cuando las urnas no les dan la razón.

La geopolítica imperial trata de socavar la revolución bolivariana aprovechando las debilidades de un modelo rentista – implantado por EE.UU. previo a la revolución bolivariana en connivencia con la oligarquía venezolana – que presenta ineficiencias que aún no han podido superarse y que implica una elevada dependencia del país de los recursos del petróleo.

Con el objetivo de buscar una salida democrática a la crisis que vive el país y a la violencia de sectores de la oposición, el Presidente Maduro, con facultades constitucionales para hacerlo, convocó a una Asamblea Constituyente que se celebró el 30 de julio de 2017 y donde más de 8 millones de venezolanos votaron a favor de dicha Asamblea y a favor de la paz. Tras esta victoria ha convocado a principios de agosto elecciones para gobernadores en octubre de 2017.

Estas medidas legislativas, aunque positivas en el corto plazo en la medida que tienden a construir la paz y a encauzar las discrepancias políticas en fórmulas electorales, no garantizarán en el mediano y largo plazo la consolidación de la revolución bolivariana. Lo esencial es crear una nueva cultura política contra-hegemónica, una verdadera conciencia revolucionaria. Para eso sería necesario erradicar la mentalidad de «subsidiado» consumista y crear una cultura de productor austero y solidario, preocupado por el medio ambiente y el desarrollo sostenible a mediano y largo plazo. Se han dado pasos en este sentido en Venezuela, pero es necesario un esfuerzo mayor al respecto.5

La respuesta de Trump a la Constituyente fue afirmar el 11 de agosto que no descartaba una posible opción militar en Venezuela. Afirmación que ha sido rechazada en la región, incluso por MERCOSUR – que expulsó a Venezuela de su seno – y por gobiernos que no han reconocido la Asamblea Constituyente como el de Colombia.

La crisis en Venezuela ha sido aprovechada por EE.UU. – que la ha promovido – para intentar fracturar la integración regional y la armonía que se alcanzó en CELAC con un elevado nivel de diálogo por gobiernos latinoamericanos con distintos sistemas políticos y proyectos de desarrollo diversos.

En Venezuela hay solo dos opciones. Consolidación de la democracia o golpe militar. La consolidación de la democracia se hace posible a partir de la Constituyente y debe fortalecerse con las elecciones a gobernador de octubre próximo en que participarán los partidos de la oposición.

El Presidente Maduro ha abogado por un diálogo regional con el fin de evitar el aislamiento internacional de Venezuela. Iniciativas como las del Papa Francisco y el ex Presidente Zapatero han desempeñado un importante papel, al igual que el apoyo obtenido por los países del ALBA y en especial por Cuba.6

Sería desastroso para nuestra región, que la geopolítica imperial y los sectores minoritarios de la oposición venezolana que quieren destruir la revolución bolivariana en forma violenta rechazando los mecanismos democráticos, contribuyeran a desestabilizar a Venezuela, lo que podría sumirla en el caos y destrozarla como ha ocurrido con Siria e Irak, con enormes costos materiales y humanos.

Todo esfuerzo es poco para impedir este escenario de golpe militar y la opción militar anunciada por Trump.

Venezuela es un caso test en la región, acerca de sí es posible construir el socialismo del siglo XXI en forma democrática, o si en cambio la geopolítica imperial, sus aliados locales y los errores y debilidades del Gobierno de Venezuela, darán al traste con los logros magníficos de la revolución bolivariana y harán posible que vuelva al poder el modelo neoliberal.

Venezuela comparte muchos de los problemas que han dado lugar – junto a las maniobras de una nueva derecha apoyada por el gobierno de EE.UU. – a que gobiernos neoliberales de la región sean desalojados del poder, pero pensamos que aún hay tiempo para que la Revolución Bolivariana supere los enormes retos que enfrenta.7

Estamos en un momento de definiciones. Expresar nuestra solidaridad y apoyo al gobierno de Venezuela, a su pueblo y a la Revolución Bolivariana es imprescindible. La campaña mediática contra Venezuela no se corresponde con el silencio de EE.UU. y de la prensa de los sectores dominantes de nuestra región, que callan y ocultan los crímenes que perpetran a diario muchos gobiernos de la región. Para estos medios de prensa países como Arabia Saudita, que viola a diario una larga lista de derechos humanos, o bien gobiernos surgidos de golpes de estado como el de Temer en Brasil no merecen ninguna crítica. 8

Hay que solidarizarse con un gobierno acosado por una derecha que nunca se preocupó por el bienestar del pueblo venezolano y que está manipulada por el gobierno de los EE.UU., lo que implica solidarizarse con el gobierno de Venezuela.

Podemos discrepar de políticas del gobierno de Maduro, pero esto no implica ser equidistantes. Hay que tener un diálogo sereno con todos los sectores de la izquierda y contribuir a que la situación de Venezuela no contribuya a la división de la izquierda latinoamericana. Es necesaria la unidad de la izquierda en esta difícil coyuntura. Si la revolución bolivariana y el actual gobierno venezolano pierden el poder, esto será un golpe terrible para un proyecto histórico que ha ejercido y ejerce aún un liderazgo importante en lo que se refiere a la posible construcción de un socialismo del Siglo XXI. Tras los reveses sufridos por los procesos populares, por los gobiernos pos-neoliberales de Argentina y Brasil, es clave que la revolución bolivariana no sufra una derrota, pues eso debilitaría a procesos populares que se desarrollan en países como Ecuador y Bolivia, entre otros.

Para concluir, es necesario enfatizar, que Hugo Chávez no sólo transformó drásticamente los niveles de vida de los sectores más pobres del pueblo venezolano, sino que además llevó a la región a grados de integración regional nunca alcanzados previamente. El proceso de reconfiguración regional de los procesos de integración latinoamericana, que se inició con la victoria de Hugo Chávez (1998) – y con el acceso al poder de los gobiernos posneoliberales – alcanzó un nuevo hito, con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU. en 2015. Con el liderazgo de Chávez y su apoyo a los países del ALBA y a otros con los recursos obtenidos por los altos precios del petróleo, fue posible por primera vez en la historia de ALC, que los gobiernos posneoliberales desarrollaran políticas sociales y procesos de integración regional, no solo a través de Mercosur (1991), del ALBA (2004), y de UNASUR (2008), entre otros acuerdos de integración regional, sino lo significativo es que tanto los gobiernos neoliberales como los posneoliberales se agruparon en CELAC (2010), sin la presencia de ninguna nación fuera de la región. También Telesur (2005) y el Banco del Sur (2009), promovidos por Chávez y la revolución bolivariana, son un sólido instrumento de integración de la región y de los proyectos posneoliberales9. El acoso de la geopolítica imperial, en alianza con las nuevas derechas, al proyecto bolivariano y al gobierno que preside Nicolás Maduro, tiene también como objetivo la desintegración regional y abrir las puertas, una vez más, al dominio imperial de la región por EE.UU.

1 Profesor Titular Adjunto del ISRI (Cuba).

2 En Venezuela, el crecimiento económico ha dependido de las cotizaciones internacionales del petróleo. El aumento de la deuda, las dificultades para incrementar la producción de hidrocarburos en un escenario de bajos precios, el desgaste tecnológico y financiero de PDVSA, los elevados precios de los alimentos en el mercado internacional, la crisis de generación de electricidad, la elevada inflación, los procesos de re-estatización, industrialización y modernización de importantes sectores, pero con altos niveles de ineficiencia, y la corrupción, junto a la «guerra» económica desatada por sectores de la oposición, han generado una crisis profunda. Pese a esto, Venezuela mantiene su liderazgo en los proyectos del ALBA y su influencia en el Caribe. La oposición se beneficia de esta crisis económica y recibe apoyo político y financiero de programas de EEUU y de países europeos. La oposición tiene el apoyo de la mayoría de los empresarios privados, de los medios de comunicación privados y de los sectores sociales opuestos al gobierno.

3 La nueva derecha venezolana a la muerte de Chávez mostró dos vertientes. La liderada por Capriles, apostaba a llegar al poder mediante mecanismos constitucionales y legales, sin descartar otras acciones. La otra vertiente, liderada por Leopoldo López, quiso desalojar del poder al gobierno de Maduro mediante movimientos de masas que desarrollaran acciones violentas. Una manifestación liderada en 2014 por Leopoldo López – alcalde del municipio de Chacao (2000-2008) y coordinador del Partido Voluntad Popular -, no fue autorizada por el Municipio Libertador de Caracas y causó 43 muertes entre chavistas y opositores. La Fiscalía General de la República de Venezuela emitió una orden de arresto en su contra, acusándolo de «instigación pública, daños a la propiedad en grado de determinador, incendio en grado de determinador y asociación para delinquir». En septiembre de 2015, fue declarado culpable de incitación pública a la violencia y condenado a 13 años de prisión. Actualmente está en reclusión domiciliaria.

4 El representante de la «nueva derecha» venezolana, Henry Ramos Allup, preside desde diciembre de 2015 la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela y ha intentado por todos los medios a su alcance desestabilizar el gobierno del Presidente Nicolás Maduro mediante un intento de golpe parlamentario, por otras vías e intentando convocar a un referendo. La Asamblea es presidida actualmente por Julio Borges y la oposición está agrupada en unos 30 partidos que se caracterizan por la división y conflictos permanentes entre ellos.

5 Ver M. Harnecker y J. Bartolome (2015): Planificando desde abajo. El Viejo Topo, Barcelona. Ver también M. Harnecker: Amérique Latine: Laboratoire pour un socialisme du XXI siécle. Editions Utopia, Paris.

6 Ver la carta del Presidente de Cuba, Raúl Castro, al Presidente Maduro de 9 de agosto de 2017. «Cada golpe fortalece la unidad» http://www.cubadebate.cu/noticias.

7 F. López Segrera: América Latina: Crisis del posneoliberalismo y ascenso de la nueva derecha. CLACSO-CICCUS. Buenos Aires, 2016. Este libro se puede descargar gratuitamente en:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D11890.dir/America-Latina-Crisis-del-neoliberalismo.pdf

8 Cómo antídoto a la falaz campaña dominante de la los medios de comunicación hegemónicos contra el gobierno de Venezuela, recomiendo seguir la programación de Telesur y consultar los siguientes trabajos: G. Sánchez: «¿Por qué es legítima la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela?» Cubadebate, 3 de agosto 2017 y del mismo autor «Guerra Económica contra Venezuela», Cubadebate 30 de junio 2017. http://www.cubadebate.cu. A. Borón: «Venezuela y la Asamblea Nacional Constituyente: ¿poco o mucho?» Rebelión, 1/08/2017; «Verdades incómodas sobre Venezuela y la furia de las oligarquías mediáticas». Rebelion, 7/08/2017, https://www.rebelion.org/. E. Sader: «La hora y la vez de Venezuela», Cubadebate, 5/08/2017 http://www.cubadebate.cu. Boaventura de Sousa: «En defensa de Venezuela», 26/07/2017. http://questiondigital.com. J. C. Monedero: «11 Tesis sobre Venezuela y una conclusión escarmentada». 8/08/2017. http://blogs.publico.es. E. Terán: «Violencia y gobernabilidad ante una nueva fase del extractivismo en Venezuela. 5/08/2017, https://www.rebelion.org/.

9 CELAC, que promueve la integración y desarrollo de los países latinoamericanos y caribeños, está compuesta por 33 países de ALC – para un total de 625 millones de habitantes – con tendencias políticas diversas. Algunos tienen tratados de libre comercio con EE.UU. – México, Panamá, Perú, Colombia, Costa Rica, Chile y Guatemala- y otros son miembros de MERCOSUR o del ALBA, con una orientación posneoliberal.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.