A finales de marzo leía en la prensa del grupo Vocento, un artículo a favor de que a las personas mayores no se les prive de la misa en la televisión pública: «En realidad todo lo que adquiere vital importancia para el otro es algo sagrado«… justificaba su autor. «En realidad todo lo que adquiere […]
A finales de marzo leía en la prensa del grupo Vocento, un artículo a favor de que a las personas mayores no se les prive de la misa en la televisión pública: «En realidad todo lo que adquiere vital importancia para el otro es algo sagrado«… justificaba su autor.
«En realidad todo lo que adquiere importancia vital para el otro es algo sagrado» contesté a través de ese medio… ningún éxito editorial.
Lo que adquiere vital importancia en personas mayores de familias acomodadas, lo describió el novelista Antoine Saint Exupéry: «Las personas mayores aman las cifras. Cuando ustedes les hablan de un nuevo amigo, nunca preguntarán lo esencial. ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas? En cambio preguntarán: ¿Cuántos años tiene? ¿Cuánto gana su padre?»…
Siguen a la Bolsa, en prensa, radio, televisión pública y privada, hijos, asesores, etc. pero esta otra «religión» sí es plural, pues tiene un mensaje común para todas las ideologías y credos… no así la misa.
«Como toda ideología, también la religión es fuente de poder y requiere la vigilancia y exigencia de la sociedad» Por ello, en la televisión pública de un país aconfesional no tiene justificación ninguna celebración ni ritual religioso… tampoco en la vía pública y lo digo a propósito, por la cercanía de la semana que llaman «santa».
«El Cristianismo es apolítico» aseguraba Miguel de Unamuno, no así el Catolicismo que al contrario que aquel está siempre ligado a las más altas esferas del poder político y militar. De ese binomio feudal, sectario e institucionalizado, deviene el lastre y negrura democrática que caracteriza a nuestros gobiernos, en contraposición a la belleza y fertilidad de las tierras y generosidad de las gentes de España.
Ese exhibicionismo en medios y vía públicos a favor de las almas católicas que se da en este país, supone un agravio comparativo fomentado desde instancias del poder político; máxime cuando aún el 95% del alumnado musulmán carece de clases de religión en los colegios públicos. Un cuarto de siglo del acuerdo del Estado (1.992) con los diferentes credos, y aún se mantienen esas carencias a pesar de las reclamaciones de la Comunidades Islámica de España (UCIDE) y el Observatorio Andalusí desde hace años… cuando el Concordato franquista (1953) con el estado del Vaticano tiene más vigencia que nunca.
Lo que de verdad adquiere importancia vital para cada vez más ancianos, es poder encender la calefacción y no la televisión. Por ello, los poderes y medios (que tanto monta) deben atender en lo vital antes que en lo importante, para evitar que unos se sientan privados de derechos y necesidades elementales, mientras otros reciben parabienes que aunque importantes, son prescindibles en particular porque generan agravios comparativos.
Entre un sector poblacional próximo al ocaso de la vida y otro que se asoman por primera vez a la sociedad, está el de los adultos. Mi encendida defensa hacia ese mundo de la infancia, que entre otras cosas, les diferencia con el resto el hecho de que no votan, y quizás también por ello, se hallan en el polo opuesto, no solo en edad sino en falta de coberturas institucionales y atención mediática (y monta tanto). Un silencio y olvido «inocente», solo explicable por el carácter machista de los estamentos de gobierno y servicio público de un sistema adultopatriarcalista, en lo laboral, familiar, mediático, religioso, científico, médico, cultural, judicial, institucional, etc.
En una sociedad del bienestar, no asegurar medidas estructurales mínimas, administrativamente asentadas y permanentes (gobierne quien gobierne), para ese cada vez mayor sector de la infancia que sufre día a día y golpe a golpe la muerte de un ser querido por malos tratos en el seno de sus familias… es injusto por inhumano.
Infancia emocionalmente «desnutrida» y en lo global, tempranamente erosionada en su conciencia, víctima de la mercantilización de los afectos, intelectualización de los valores, tecnificación del ocio…
La profesora de filosofía Marina Garcés, refiriéndose a la actitud de los adultos hacia los niños se pregunta como madre y ciudadana comprometida en una filosofía de guerrilla modulada desde la experiencia fuera de clase: «¿Por qué la sociedad llega a ser tan estúpida cuando parte de materiales humanos tan ricos y abiertos? ¿Cómo hacemos para empobrecernos tanto? ¿Por qué dejamos que nos capture tan fácilmente la estupidez? y la verdad es que no tengo respuesta que me convenza»… concluye.
Un problema añadido que tiene ese mundo invisibilizado de la infancia «azotada» por el terrorismo machista, lo analiza desde la Fundación de Mujeres, su directora Marisa Soleto: «No existen ayudas específicas para los menores que han visto que sus padres ejercían violencia contra sus madres hasta asesinarlas. Muchos no cobran pensión de orfandad, al no ser reconocidas como víctimas directas y sus familias tienen dificultades para acceder a la deducción por «hijo a cargo» ya que en muchos casos al estar su padre en la cárcel son las abuelas quienes se hacen cargo»… y la figura fiscal de «nieto a cargo» en este país no está reconocida por la ley tributaria aunque esa abuela cobre una pensión no contributiva.
«Fallos del sistema que dejan desprotegidos a estos huérfanos, porque el PP ha bloqueado en el Senado el trámite de su pensión de orfandad. Tampoco son nombrados en los discursos políticos y pocas veces aparecen en las leyes o titulares de prensa.» «No es que el Estado quiera perjudicarles, es que ni siquiera los contempla. Algo que no tiene ni reconocido» concluye. Casta infame…concluyo.
El contrapunto a ese desprecio a favor del fomento de valores y recursos institucionales para esa infancia, lo puso John F. Keneddy hace medio siglo cuando apostó a favor de ese nuevo «mercado de valores»: «Los niños son el recurso más importante del mundo, la mayor esperanza y la mejor inversión para el futuro».
En España se hallan fuera de lista y memoria de víctimas, a pesar de que sufren el azote y las consecuencias de un terrorismo, que aunque no organizado, es igual de terrorífico que el de ETA en sus efectos.
Criaturas que sufren la intemperie social, al hallarse exentos de coberturas económicas institucionales por parte del gobierno y partidos que apoyan a ese gobierno, lo cual supone otro agravio comparativo respecto a las únicas víctimas con «razón» de ser oficializadas y políticamente rentabilizables del país; eternamente víctimas… también de su propio victimismo.
«Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas. Y la verdad se busca con humildad», aleccionaba el viejo filósofo vasco a sus alumnos… Y en la línea de búsqueda de la verdad que defendía Unamuno, termino con el episodio nacional que supone el problema más atroz y mayor oprobio para nuestra sociedad y particularmente la infancia: los abusos sexuales.
Llegado a este descarnado problema de pedofilia, las ramificaciones e implicaciones en complicidad con el silencio y encubrimiento de la jerarquía, también alcanza a quienes por otra parte reivindican amplificar en medios públicos sus oficios religiosos …y poner sordina a los íntimos, aunque en su eco interior les persiga la sentencia de Jesús de Nazareth… «Pero al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar».
Cuantas veces han predicado desde sus púlpitos de hipocresía esas palabras del Maestro de todos los tiempos; con razón les llamó: sepulcros blanqueados. En base a las mismas alianzas que hoy como entonces mantienen con los poderes políticos y militares, le sirvió a Jesús… de condena a muerte.
«La pornografía infantil no merece su telediario. El descubrimiento de casi medio millón de archivos con miles de menores víctimas de abusos sexuales y la detención de un centenar de delincuentes en una sola operación, sigue sin encontrar relevancia en los medios»…y lo que de verdad determina la envergadura de la noticia de primeros de abril por su crueldad, en boca de uno de los responsables de la operación: «Detrás de ese medio millón de imágenes de video, hay medio millón de niños y niñas víctimas»… que han sido agredidos y violados por hombres adultos… por hombres… ni una sola mujer.
El articulista concluía: «La sociedad española ha conseguido hacer visible y repudiable de forma habitual la violencia contra la mujer. Existe una Ley integral, campañas de prevención, protocolos de información y concienciación, y sobre todo una cada vez más feroz conciencia social. La comparación con todo ello evidencia el camino que queda por recorrer en la violencia contra los menores, en general, y las agresiones sexuales muy en particular«.
Aislar de la sociedad a esta lacra de desalmados infanticidas zoófilos, se hace prioritario; pero es más urgente, localizar para reparar el alma y la dignidad de esas miles de criaturas heridas en lo más profundo de su ser. En esto sí, y no en rastrear internet para localizar twiteras chistosas o titiriteras graciosas para juzgarlas express en altos tribunales, debe poner el estado los medios necesarios, económicos, materiales, tecnológicos, policiales, judiciales, humanos.. y crear una Fiscalía especializada y sentencias más severas… ya que las últimas desmoralizan hasta al mas perverso.
Mas importantes que útiles, sigue siendo la injusticia de la justicia de una minoría adultopatriarcalista, la mayor violación a la conciencia del bien en un mundo en el que la Inocencia es la única verdad…
Confiar en que, a pesar de aquella, esta seguirá fiel a su memoria vital. Confiar en ese «faro» del bien y seguirlo, es lo único que nos impide olvidar la razón de nuestra existencia; hoy más que nunca, se hace imperativo de vida… como bien patente lo dejó hace siglo y medio el escritor Emile Zola en su compromiso vital: «La Verdad está en camino y nadie la detendrá».
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