En las elecciones municipales de Brasil, cuyo segundo turno se efectuó el 28 de octubre, el interés estaba concentrado principalmente en lo que habría de ocurrir en San Pablo. Allí el PT obtuvo una victoria resonante, contra viento y marea, mientras la principal fuerza de oposición, el PSDB y su principal líder, José Serra, se […]
En las elecciones municipales de Brasil, cuyo segundo turno se efectuó el 28 de octubre, el interés estaba concentrado principalmente en lo que habría de ocurrir en San Pablo. Allí el PT obtuvo una victoria resonante, contra viento y marea, mientras la principal fuerza de oposición, el PSDB y su principal líder, José Serra, se vieron duramente afectados por una derrota en lo que consideraban su feudo propio, a la vez la ciudad industrial más importante de Brasil y de América del Sur.
En todo el país, el PT aumentó en casi el 14% su representación política. Subió de 558 prefeituras (alcaldías) conquistadas en 2008 a 635 en 2012. De los tres principales partidos fue el único que avanzó. Recibió 17:264.643 votos para alcaldes, la mayor votación por partido. El opositor PSDB bajó de 788 a 702 alcaldes, y el PMDB, aliado del gobierno, pasó de de 1207 a 1024, pero sigue ocupando el mayor número de alcaldías, entre ellas la de Río de Janeiro, que será sede del Mundial de Fútbol 2014 y de los Juegos Olímpicos 2016 y que reeligió a Eduardo Paes en primera vuelta con 64,38% de los votos, mientras en Niteroi, capital de ese estado, en la bahía de Guanabara, ganó Rodrigo Neves, del PT.
Además de San Pablo, el PT venció en otras capitales estaduales: Goiânia, en el estado capital donde se ubica Brasilia; Joâo Pessoa, capital de Paraíba; y Río Branco, capital de Acre. No obstante, perdió importantes capitales de estados del nordeste: Recife (Pernambuco), Salvador de Bahía y Fortaleza (Ceará) y también perdió en Porto Alegre, capital de Río Grande do Sul y en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.
La particularidad es que en algunos de estos casos, el candidato del PT fue derrotado por el candidato del PSB, en ciudades en que la coalición de gobierno no unificó sus propuestas entre los partidos aliados. Así sucedió en Recife y en Belo Horizonte. En esta última, el candidato del PSB, Marcio Lacerda, venció en el primer turno con el apoyo manifiesto de Aécio Neves, figura de primer plano del opositor PSDB («tucano»), a Patrus Ananias, candidato del PT. Aécio Neves es el líder de la oposición en el Congreso y presunto presidenciable para 2014, visto el agotamiento de José Serra, que perdió las elecciones presidenciales frente a Lula en 2002 y a Dilma en 2010 y ahora capotó para la alcaldía de San Pablo. El PSB también triunfó en Cuiabá, capital de Mato Grosso, y afianzó sus posiciones a nivel nacional. Su líder es Eduardo Campos, gobernador de Pernambuco, cuya capital, Recife, también está gobernada por el PS, que conquistó en total 443 alcaldías.
Otros aliados ganaron capitales estaduales como en Curitiba, capital de Paraná, antiguo feudo del PSDB, donde venció Gustavo Fruet, del PDT (Partido Demócrata Trabalhista, de ascendencia brizolista). El PDT también ganó, en el primer turno, la alcaldía de Porto Alegre, capital de Río Grande do Sul, por parte de José Fortunati, reelecto con 65,22% de los votos en una elección en que se colocó en segundo lugar Manuela d’Avila, del PC do B, y en tercer lugar Adâo Villaverde, del PT, seguidos por candidatos del PSOL y del PSDB. Como se advierte, en este caso la coalición de gobierno presentó tres candidatos que compitieron entre sí.
El PMDB venció en Río de Janeiro, como ya se mencionó. Junto con el PT, gobiernan el mayor número de alcaldías del país, van a administrar el mayor volumen del presupuesto municipal y a gobernar para casi 70 millones de habitantes. Eso es lo que estuvieron evaluando la presidenta Dilma Rousseff con el vicepresidente Michel Temer, del PMDB, en una reunión en el Planalto tras el segundo turno del domingo 28.
Aunque maltrecho por su caída en San Pablo, el PMDB mantiene posiciones en centenares de alcaldías a nivel nacional, solo superado por el PMDB, y ganó además e Manaos, capital del estado de Amazonas, donde su candidato Arthur Virgilio derrotó con 66,3% de los votos a Vanessa Graziotin, del PC do B, integrante de la coalición gubernista. Siguiendo con el campo de la derecha, en Salvador de Bahía (estado cuyo gobernador es Jaques Wagner, del PT) ganó el nieto del veterano caudillo y senador Antonio Carlos Magalhâes, del DEM, frente al petista Nelson Pelegrino. La conquista del gobierno de ese estado por parte del PT significó un cambio de fondo frente a una dinastía dueña de vidas y haciendas en la región desde tiempos ancestrales.
El batacazo de San Pablo
La imagen no es muy republicana, pero se ha dicho que la conquista por el PT de la alcaldía de San Pablo es «la joya de la corona» y premia un esfuerzo concentrado y una labor excepcional, con repercusión en todo Brasil y resonancia internacional. En la capital del estado, Fernando Haddad derrotó a José Serra por 55,57% a 44,43%, una diferencia de 11,14% (prácticamente igual a la ventaja de Chávez sobre Capriles). En votos, 3:387.720 contra 2:708.786. Con varios agregados: el PT ganó la alcaldía de 6 de las 7 grandes ciudades del estado de San Pablo, logró 62 prefeituras en el primer turno y en el segundo tres más: Guarulhos (donde está el gran aeropuerto), Mauá y Santo André, que completa el famoso ABCD del cordón industrial con Sâo Bernardo (donde vive Lula), Sâo Caetano y Diadema.
Después de ocho años el PT recuperó la alcaldía de San Pablo, que había ocupado por única vez con Marta Suplicy desde el 1º de enero 2001 hasta el inicio de 2005. Con posterioridad, dos elecciones sucesivas fueron ganadas por José Serra, que renunció para postularse a la gobernación del estado, la cual ejerció en el período 2007-2010 y a la que renunció para competir por la presidencia con Dilma Rousseff, y perdió.
La progresión del candidato petista fue excepcional. Cuando Lula lo propuso (se alabó en ese sentido su notable olfato político) orillaba apenas un escuálido 3% en las encuestas, claramente superado por Serra y por Celso Russomanno, un presentador de TV apoyado por los evangélicos. Se daba por supuesto que estos dos pasarían al segundo turno, pero no fue así. Haddad desplazó a Russomanno y se ubicó a escasa distancia de Serra, superándolo con luz en la instancia decisiva. Para ello fue fundamental la participación de Lula, que se metió de cabeza en la campaña y cuya popularidad en el Brasil hoy alcanza al 80% de la ciudadanía.
Es lo que reconoció el propio candidato triunfante en la celebración jubilosa de la victoria en la noche del domingo en la Avenida Paulista, acompañado por un trío eléctrico. En su discurso resaltó la importancia de San Pablo para Brasil y para el mundo, y afirmó que se debe «derribar el muro de la vergüenza que separa la ciudad rica de la ciudad pobre. No podemos permitir que eso persista cuando Brasil atraviesa uno de los cambios sociales más vigorosos del mundo», señaló el alcalde electo, profesor de ciencia política de la Universidad de San Pablo y ex ministro de Educación del gobierno Lula desde 2005, a la salida del ministro Tarso Genro, cargo en el que permaneció durante el gobierno de Dilma hasta presentar recientemente su candidatura en San Pablo y que ahora pasó a ocupar Marta Suplicy. Durante su gestión como ministro de Educación, Fernando Haddad implementó un programa de becas para estudiantes pobres, el Prouni, el cual permitió que un millón de jóvenes pudieran llegar a la Universidad.
La elección en San Pablo significó un rotundo revés a toda la campaña calumniosa de los medios brasileños, comenzando por la Rêde Globo, y de las cadenas internacionales en torno al mensalâo, mediante el cual se pretende cuestionar la conducta ética de dirigentes de primera línea del PT con un cúmulo de acusaciones falsas y no probadas. El tema se arrastra desde el año 2005. Se activó en vísperas de las elecciones de 2006, para coartar la reelección de Lula. El intento fracasó y se reanudó ahora, con el máximo estruendo publicitario y con la finalidad de debilitar las posiciones del PT en estos comicios y también en las presidenciales de 2014. La elección de San Pablo prueba que el pueblo no se dejó engañar. José Dirceu, ex jefe de la Casa Civil bajo la primera presidencia de Lula, y uno de los principales acusados, reaccionó a los infundios con un Mensaje al Pueblo Brasileño que es un ejemplo de dignidad y defensa de sus posiciones políticas. Dirceu estuvo rodeado por el pueblo cuando emitió su voto en San Pablo, y otro tanto aconteció con José Genoino, otro de los acusados, recibiendo ambos cálidas muestras de solidaridad. Pero hay más. La decisión del Supremo Tribunal Federal (STF) por la cual se les pretende condenar fue adoptada en una votación dividida, de seis a cuatro. Uno de los cuatro, el magistrado Ricardo Lewandowski, que votó la absolución de Dirceu por falta de pruebas y también achacó a la acusación fiscal imprecisiones jurídicas, fue atacado por una banda al emitir su voto en su mesa paulista.
Otra de las conclusiones es que el PT coloca en su mira, además, la posibilidad de la conquista del gobierno del estado. Un avezado analista argentino escribe que para Lula, el PT, la presidenta Dilma y la coalición de partidos que acompaña al PT desde el 1º de enero de 2003, el triunfo en San Pablo tiene varios sabores al mismo tiempo: consagra la victoria del oficialismo en la principal ciudad de Brasil; la victoria corresponde directamente a un candidato de la fuerza hegemónica, el PT; retoma el control de la megalópolis después de haberla perdido en 2005, cuando terminó el período de Marta Suplicy; el triunfo de Haddad se produce justo en medio del dictamen del Supremo Tribunal Federal; la votación en San Pablo es la peor derrota del PSDB, la fuerza neoliberal de Fernando Henrique Cardoso y José Serra, que incluye en su interior el ala ligada al Opus Dei de Geraldo Alckmin.
Pantallazo sobre Chile
El mismo día 28 de octubre se realizaron las elecciones municipales en Chile, que se sellaron con un amplio triunfo de la oposición al actual gobierno de derecha de Sebastián Piñera. La oposición de izquierda superó en votos (43,65% a 38,03%) al oficialismo y alcanzó varios triunfos realmente emblemáticos. Se impuso en la alcaldía de Santiago Centro con Carolina Tohá, ex ministra del gobierno de la socialista Michelle Bachelet (que aparece como la más clara opción para las próximas elecciones presidenciales), arrebatándole el municipio al ultraconservador Pablo Zalaquett. El padre de la vencedora fue ministro de Allende y falleció por torturas en plena dictadura pinochetista. Del mismo modo, en el municipio de Providencia, en Santiago, la candidata independiente de izquierda Josefa Errázuriz venció (por 55,21% a 44,65%) al ex coronel del ejército y ferviente partidario del dictador Pinochet, Cristián Labbé, quien gobernó el municipio en los últimos 16 años. El éxito de su campaña se debió en gran parte a la actividad desplegada por las redes sociales. En Ñuñoa, otra comuna de clase media de la capital santiagueña, Maya Fernández, nieta de Salvador Allende (hija de Beatriz «Tati» Allende, la hija más «política del presidente) derrotó a Pedro Sabat, cercano al pinochetismo y que también gobernaba desde hace 16 años. La oposición ganó asimismo en Concepción y otras comunas más de la capital como La Reina, Recoleta, Huechuraba e Independencia.
En realidad, la caída de la derecha comenzó el año pasado con las movilizaciones sociales, principalmente de los estudiantes por una educación gratuita, que pusieron en jaque al gobierno y sus alcaldes afines. Zalaquett amenazó con sacar los militares a la calle para frenar las marchas estudiantiles y Labbé acusó a un colegio que había sido ocupado por mujeres de «puterío». La ciudadanía le pasó la cuenta. La elección se caracterizó a la vez por el elevado porcentaje de abstención, que alcanzó el 57%, en un sistema de voto voluntario.
La oposición se conformó en esta elección en dos frentes: el de la Concertación, vertebrado en torno al Partido Socialista y la Democracia Cristiana, y el nuevo grupo denominado Por un Chile Justo, integrado por el Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical, el Partido Comunista (que avanzó, conquistando posiciones) y la Izquierda Ciudadana (ex Cristiana).
Las elecciones municipales se proyectan a las elecciones parlamentarias y presidenciales del próximo año 2013, y en este plano se ha afirmado que «cuanto más cae la derecha, más sube Bachelet». El objetivo es relegar a los remanentes pinochetistas, fuertemente anclados en el gobierno de Piñera. Desde Nueva York, Michelle Bachelet felicitó a las y los candidatos triunfantes.
Una visión panorámica
Nos hemos afiliado a la concepción de que desde el comienzo del nuevo siglo y milenio, América Latina vive, ya no una época de cambios sino un cambio de época, sellada por el arribo a los respectivos gobiernos de fuerzas de izquierda, democráticas avanzadas y progresistas. Esta concepción fue definida en términos precisos por el presidente ecuatoriano Rafael Correa y ha hecho camino. Veíamos recientemente que fue adoptada en su integridad por Jean-Luc Mélenchon, líder del Frente de Izquierda francés y su candidato presidencial, lo cual resulta significativo, vistas las concepciones eurocentristas ampliamente dominantes por un extenso período. Esta nueva realidad se ha visto confrontada en los últimos tiempos por una contraofensiva de las fuerzas de la derecha y el imperio, con la intención de evitar que esa tendencia se vuelva irreversible. Dicha contraofensiva se expresó en el golpe de estado y secuestro de Manuel Zelaya en Honduras, en los intentos de golpe de en Ecuador y en Bolivia, y más recientemente en el golpe de estado con disfraz parlamentario en Paraguay, cuyo pueblo lucha por la recuperación democrática con la solidaridad de pueblos y gobiernos del continente. A la vez, las fuerzas de la derecha llegaron al gobierno por vía electoral en Chile y en Panamá, desplazando a gobiernos de centroizquierda, de la Concertación y de Martín Torrijos, respectivamente. En este último país, el gobierno de Martinelli ha debido dar marcha atrás, forzado por una intensa movilización popular (reprimida, con un saldo de muertos y heridos), y revocar una ley que privatizaba y entregaba la Zona Libre de Colón a las transnacionales extranjeras.
En este contexto, las elecciones municipales en Brasil y en Chile -sumadas a la espléndida victoria de Chávez en Venezuela- deben visualizarse como acciones políticas exitosas, protagonizadas por amplios sectores populares, en el camino de absorber la contraofensiva de la derecha y volver a colocar a la nueva América Latina sobre sus rieles.