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Vida y uerte de Mercosur

Fuentes: Argenpress

El Mercado Común del Sur parece comenzar una nueva vida, después de sus muchas muertes. El ingreso del Estado venezolano, a caballo de su revolución bolivariana, representa un cambio por el solo hecho de lo que Venezuela significa hoy para el gobierno de los Estados Unidos, contra el proyecto ALCA y para los pueblos latinoamericanos. […]

El Mercado Común del Sur parece comenzar una nueva vida, después de sus muchas muertes. El ingreso del Estado venezolano, a caballo de su revolución bolivariana, representa un cambio por el solo hecho de lo que Venezuela significa hoy para el gobierno de los Estados Unidos, contra el proyecto ALCA y para los pueblos latinoamericanos. Pero con eso no basta.

Esta nueva etapa del MERCOSUR tendrá que poner a prueba, entre otras cosas, su asentamiento, arraigo, en las poblaciones de los países miembros, entre ellos la de Venezuela. Y cuando hablamos de poblaciones nos referimos a las mayorías pobres y medias, no a las élites empresariales, académicas o del mundillo periodístico y político, que nunca pasará del 2 o 3 por ciento de cada país.

El índice más revelador de los fracasos de todos los procesos de integración conocidos en los últimos 100 años, fue, precisamente, este: Ninguno ganó base social. Ese desafío está relacionado en forma directa con la utilidad práctica que tenga para la gente y con lo que la gente sienta y piense. El impacto comercial que significó el establecimiento del MERCOSUR desde el Tratado de Asunción (26/3/1991) opacó y postergó la importancia de la conformación de una opinión pública favorable a la integración.

Los estados y gobiernos del Mercado Común del Sur, fracasaron en involucrar a la sociedad, excepto a pequeños segmentos ligados a las exportaciones. Se podría argumentar que ese no era un objetivo del bloque y sus gestores. En ese caso el fracaso sería doble. Los estudios de la Universidad de La Plata, de la Comisión Argentina de Relaciones Internacionales (CARI) y del Instituto para la Integración de América Latina y del Caribe (INTAL), sobre la percepción del MERCOSUR en la sociedad, se limitan a las opiniones de lo que denomina ‘las élites’ del sector político, académico, periodístico o económico.

La explicación del MERCOSUR como fenómeno económico-social de la última década del siglo XX, quedó en manos de revistas de corta tirada, boletines y programas de TV de vida fugaz y escaso rating.

Llama la atención que no se aprovecha la ventaja comparativa de tener una lengua común en 3 de los 4 socios (sin contar a Bolivia y Chile) Y en el caso del portugués el problema es menor, no sólo porque hay una asimilación idiomática importante entre el portugués y el castellano, sino porque las fronteras humanas se encargaron de inventar el ‘portuñol’ como recurso de última hora. En 2004, cuatro de diez profesionales de San Pablo y Porto Alegre asisten a cursos de español.

El MERCOSUR no padece el costo de traducción a múltiples lenguas que tiene la Unión Europea. Esta ventaja natural para la conformación de una opinión pública favorable no se encuentra en ninguno de los otros bloques comerciales del mundo, excepto en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), en el Mercado Común Centroamericano (MCC) y en buena parte de la Comunidad Caribeña de Naciones (CARICOM).

Estos bloques y acuerdos de integración con lengua común están ubicados en el hemisferio americano, hecho que no se encuentra en otra zona económica del planeta. Es un dato básico a tener en cuenta a la hora de proyectar una integración de nuestras sociedades sobre bases no imperialistas.

Desconocimiento, desinterés y reticencia

Un informe final, resultado de un importante Seminario, realizado por la Comisión Argentina para las Relaciones Internacionales, CARI, da testimonio de esa contradictoria relación de la prensa del MERCOSUR con su existencia. Por un lado, canta loas a la apertura de mercados y otros paradigmas neoliberales en boga, pero al mismo tiempo, adoptan una actitud respecto a la integración que denota lo contrario.

Los autores del Informe final seleccionaron los cuatro sustantivos, que expresarían mejor las sutiles variaciones de esa actitud respecto al bloque: ‘reticencia’, ‘indiferencia’, ‘desinterés’ y ‘desconocimiento’.

Dice el Informe que a pesar de la ‘actitud de apoyo’ que se manifiesta en general en la prensa argentina en 1998, sin embargo hay ‘variaciones puntuales’ que reflejan las reales tendencias.

Ese movimiento iría ‘desde una posición más positiva de apoyo fundamental a la más negativa de reticencia. En las primeras fases del proceso, se han registrado también importantes casos de indiferencia, fundada en el desinterés o el desconocimiento.’

Los principales medios gráficos argentinos, participantes en el Seminario, identificaron ese mapa de actitudes respecto a la integración: El Cronista y la Revista Noticias reflejarían ‘Apoyo fundamental’ en su tratamiento periodístico a los temas del MERCOSUR. Página 12 y La Nación expresan un ‘Apoyo amplio’, mientras que Ambito Financiero y Clarín manifiestan un ‘Apoyo crítico’.

Esta clasificación tiene la virtud de contener las principales actitudes y reacciones de los medios de Argentina. Esto se repite en Brasil en diarios como OGlobo, Folha de São Paulo, Jornal da Tarde y la revista Veja. El mismo contenido en la actitud se expresa cuando se trata de ‘la relación del MERCOSUR con otros bloques’.

El Informe del CARI sostiene que en los medios periodísticos existe una débil comprensión del MERCOSUR como fenómeno de la nueva época. ‘En general, se analiza el proceso desde una perspectiva nacional, aunque se suelen hacer referencias a las condiciones derivadas de la situación global.’

Señalan los redactores que en ningún caso se llega ‘a extremos’ en las posiciones adoptadas en general. Pero se hace visible la posición editorial de fondo respecto a los nuevos procesos de integración. Por ejemplo, los diarios Clarín y Página 12 ‘presentan una visión más proteccionista’. El Cronista, Ambito Financiero, La Nación y la Revista Noticias ‘son más aperturistas’.

Los resultados del Seminaro del CARI permiten identificar el grado de desatención conceptual de la prensa sobre le tema. Esa incomprensión de las determinaciones así como de la integración neoliberal, se manifiesta así:

‘El MERCOSUR es redominantemente analizado en su faz económica-comercial, lo que implica, por lo general, una visión parcial del proceso. Si bien se espera la profundización del proceso de integración, en general se acepta que sea gradual, aunque la velocidad de la evolución pretendida varía de diario a diario.’

Analizando más a fondo estas señales del Seminario del CARI, vemos que expresan una correspondencia entre el tratamiento conceptual dado por la prensa al fenómeno y cómo vive el asunto el destinatario del mensaje.

‘Se arribó a la conclusión -dice el Informe- de que no sólo los periodistas desconocen de qué se trata el MERCOSUR, verificándose muy por el contrario que, el resto de los sectores sociales no directamente vinculados al MERCOSUR -profesional, estudiantil, empresarial, docente, sindical, etc.- también desconocen en buena medida el qué, y el para qué del proceso de integración.'(1)

La muerte de papel

Esa frágil participación de la opinión pública en el desarrollo del MERCOSUR se ha manifestado en forma de pasivo, al notarse la indiferencia de la sociedad frente a la situación que vive el bloque.

¿Hay alguna razón para que los desintegrados del MERCOSUR y América Latina se interesen por el MERCOSUR?

Esa realidad fue notoriamente agudizada desde la devaluación brasileña de enero de 1999. Al constituir el segundo gran cimbronazo que sufrió la estructura arancelaria del bloque después del ‘tequila’ y antes de la crisis argentina del año 2001, las tendencias se polarizaron al máximo.

Desde entonces, importantes inversores afectados por la nueva realidad financiera y comercial comenzaron a hablar de la ‘muerte del MERCOSUR’ y cosas por el estilo. El ministro que más captó la atención de la prensa en el 2001, por sus declaraciones temerarias de signo ‘anti MERCOSUR’, fue DOMINGO CAVALLO.

Pero sería injusto dejar solo al controversial economista y político argentino. En realidad el mapa es más amplio y diverso.

Entre marzo de 1999 y marzo del 2001, unos 600 días, fichamos en 15 diarios del MERCOSUR, 442 declaraciones de Presidentes, Cancilleres, Ministros de Economía, Secretarios de Estado, parlamentarios, empresarios y académicos, contra la integración que representa la fórmula mercosuriana.(2)

A pesar de la dificultad para sopesar cualitativamente la muestra, este abanico es una representación ‘en vivo’ de lo que piensan, sienten y hacen las ‘élites’ sobre la integración y el MERCOSUR.

Nos interesa destacar sus efectos reales y potenciales en la opinión pública media. Además, verificar que irremediablemente existe una esquizofrenia ideológica en los grupos de poder que bifurca sus postulados de sus prácticas ‘nacionales’. Bien recuerda MESZAROS que ‘el sistema capitalista está articulado en una enmarañada jungla de contradicciones que apenas pueden controlarse con éxito por un tiempo pero nunca superarse definitivamente’ (El siglo XXI… página 15).

Los principales contenidos expresados en las 442 declaraciones son estas: 1. Clausurar el MERCOSUR. 2. Reformar el MERCOSUR. 3. Reducir el MERCOSUR a acuerdos económicos y comerciales parciales. 4. Volver al programa arancelario de los años 1991-1994 (antes del Protocolo de Ouro Preto cuando entra en vigencia la unión aduanera). 5. Establecer compensaciones a los sectores afectados. 6. Excluir productos y ramas económicas de la unión aduanera. 7. ‘Salvar’ al MERCOSUR disolviéndolo a través de pactos con otras alianzas de integración, Comunidad Andina de Naciones, TLCAN, o la Unión Europea.

Entre la larga lista de entrevistas y pronunciamientos reseñados, entran los realizados al el presidente de Uruguay, JORGE BATLE, el ex presidente ALBERTO LACALLE, ministros renombrados y otros funcionarios de amplio espacio en la prensa, además de empresarios de ese país oriental. Un total de 43 declaraciones.

La Cámara de Empresarios del Paraguay (57 declaraciones llamando al fin del bloque en el año 2000); Ministros, funcionarios de segunda línea y parlamentarios paraguayos, 78 declaraciones.

Parlamentarios y lobbystas argentinos (63 declaraciones); empresarios o sus representantes, de los sectores azúcar, textiles, calzado, bicicletas, juguetes, construcción, pollo, carnes vacunas, plástico, autopartes y terminales de producción de automóviles (194 declaraciones); ministros (7 declaraciones, en todos los casos corresponden a DOMINGO CAVALLO)

Las clasificamos por grupos de aproximación, tratando de separarlas por el mensaje expreso, sin considerar intenciones subalternas ni los (o el) posibles destinatarios.

Tampoco tomamos en cuenta los metamensajes, ni ‘mensajes diagonales’, o ‘por elevación’, tan usuales en las declaraciones de funcionarios de estado de alta responsabilidad y en parlamentarios que hacen lobby. Por aquello de que normalmente dicen una cosa, pero no piensan exactamente lo que dicen, o dicho de otro modo, cuando el nombre de la cosa no se parece a la cosa.

La ‘cualidad’ de las declaraciones de los ‘políticos’ tiene un valor relativo, es decir, con menor credibilidad que las manifestaciones de los grupos industriales o académicos. En estos, lo que se dice en público suele reflejar un poco más la realidad, porque directamente sostienen reclamos del sector al que representan. En ninguno de los casos considerados hay garantía de fidelidad entre declaración pública y práctica cotidiana, excepto en expertos académicos no comprometidos con instituciones o firmas consultoras.

La sociedad civil del MERCOSUR no se siente motivada por los problemas del mercado regional al que pertenece, ni está interesada en sus soluciones.

La integración asume un valor defendible sólo cuando se asimila a los valores políticos, sociales o culturales relacionados con algún derecho social o democrático. En el caso de Paraguay fue la democracia, pero en otros ha sido el derecho a tránsito, libertad de prensa, etc.

De las cuatro crisis institucionales que ha vivido la sociedad paraguaya desde 1996, sólo pudo salir con más estabilidad de las dos últimas.

En ambos casos, se registró una opinión pública perentoria que identificó la defensa de la democracia paraguaya con su pertenencia al MERCOSUR, o viceversa, que para el caso da lo mismo. Debe haber sido una sensación relativa y desigual según sea el segmento social considerado, pero no se puede negar como dato de la realidad.

El ‘asunto OVIEDO’ dejó de ser paraguayo y pasó a ser una responsabilidad del MERCOSUR. No sólo sirvió para salvarlo de la cárcel, sacarlo del país y darle protección en Argentina primero y en Brasil después, sino más que eso, OVIEDO se transformó en asunto de seguridad subregional.

La percepción que la población de Paraguay tiene del MERCOSUR mejoró en esas situaciones. De otra manera, también se reflejó en las opiniones públicas de Argentina, Brasil, Uruguay y Chile.

Funcionarios de la OEA que visitaron Buenos Aires y Asunción en 1996 y 1998, opinaron en el mismo sentido. ‘Ven al MERCOSUR como el salvador de la democracia en su país’, comentó un funcionario del organismo panamericano.

Esto contrasta con los efectos negativos, cuando la prensa refleja disputas por productos de consumo masivo, que afectan no sólo el consumo, sino también la sensibilidad de amplias franjas de la sociedad. Es el caso de los autos, calzados, pollos o el azúcar, cuatro productos de influencia masiva que han determinado refracciones adversas a la integración y al MERCOSUR a partir de lo que se dicen entre sí los dirigentes empresariales y representantes del estado. En esos casos, la población tiende a rechazar y cuestionar a la integración en su conjunto.

En el período 1992-1993 el Instituto INTAL hace el primer estudio público comparativo entre los ‘líderes’ de opinión de los cuatro países que conforman el MERCOSUR. Se pudo corroborar que entre el 90 y el 95 por ciento de los líderes entrevistados de Argentina, Brasil y Paraguay están a favor de la integración. A pesar de que los ejes fueron los aspectos económicos; tanto en Uruguay como en Paraguay, respectivamente, los porcentajes pesan menos que en Argentina y Brasil.

En 1997, un estudio realizado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, CARI, arroja resultados sobre asuntos estratégicos de seguridad subregional. Por primera vez se evalúa la importancia del MERCOSUR pero en comparación con otros temas de la agenda de relaciones internacionales.

Los temas fueron Las Malvinas, la Antártida y la pesca.

La cuestión del MERCOSUR encabeza la lista de prioridades de la política exterior para el 40 por ciento de los líderes de opinión entrevistados. Estudios realizados en Brasil por el UPERJ arrojan similares conclusiones. Este período coincide con la intensificación de las presiones para acelerar la formación del ALCA, que fue considerado por muchos un elemento decisivo para una nueva inflexión en la evolución del MERCOSUR.

En ese momento en la clase capitalista y sectores profesionales ligados al comercio externo, ganó fuerza la opinión que sugiere profundizar el MERCOSUR para asegurar su integridad y permanencia en la perspectiva de una eventual unidad hemisférica dentro del ALCA.

En los meses de abril y mayo del 1999, la Fundación Mori Argentina realizó un estudio comparativo entre los líderes económicos. Una encuesta entre las quinientas empresas más importantes de los cuatro países. El objetivo era saber cómo veían el proceso de integración y el nivel de apoyo que éste despertaba.

En ese momento, el segmento de la élite decididamente más a favor del proceso de integración conocido era el empresario, seguido por el de los políticos de derecha. Incluye no sólo a los líderes partidarios sino también a los de la burocracia de la administración pública. Este estudio demostró que aun en plena crisis existió un amplio apoyo en las élites del MERCOSUR en Argentina y Brasil.

De los datos recolectados por una encuesta comparativa que se realiza en todos los países desde 1995, el Latinbarómetro (de la OEA), se desprenden varios patrones generales.

En primer lugar, el nivel de conocimiento de la opinión pública sobre el MERCOSUR crece de manera sostenida desde ese año en adelante, partiendo de un piso del 50 % en los distintos países, y llegando hasta un máximo del 73% en Brasil y un 90% en Uruguay.

En este caso, el nivel de conocimiento adoptado como patrón está circunscripto a ciertas imágenes, y no a un acopio de información sobre el proceso. Puede inferirse, sin embargo, después de leer el resultado de estas encuestas, que el apoyo a la integración en el MERCOSUR y al nivel regional creció un poco. No se debe olvidar que el sector encuestado no traspasa la barrera de los ‘líderes’.

En lo que se refiere a los niveles de adhesión, existen tantas situaciones diferentes como socios en el bloque.

Al analizar los datos sobre el nivel de apoyo al MERCOSUR en Argentina, la conclusión es que los sectores de la opinión pública que lo apoya siguen siendo menores, aunque con oscilaciones, a veces crece. Hubo un máximo de adhesión del 67% en 1998. Hay una dramática inflexión a partir de la crisis de 1999, cuando baja desde 59 al 19%, con un gap importante entre el apoyo al MERCOSUR en términos generales -beneficios de la integración para Argentina- y el impacto en la economía doméstica.

En Brasil, hasta la crisis de 1999 siguió el mismo patrón argentino, 70%, pero después de la crisis de 1999 no se mantuvo ese parámetro.

Otro escenario es Uruguay. Antes y después de la caída del real se observa una opinión pública polarizada sobre el MERCOSUR.

La mayoría tiende a pronunciarse contra el mercado subregional, sobre todo después de que los ex presidente ALBERTO LACALLE y JORGE BATTLE, manifestaron públicamente que el MERCOSUR está medio muerto.

En Paraguay, la opinión pública fue siempre crítica del MERCOSUR. Para la mayoría de ese país, el MERCOSUR no reporta ningún beneficio a su economía y sociedad.

Por último, hay un aspecto del asunto que se conoce como la ‘politización de los procesos de integración’, noción introducida en el debate mercosuriano a partir de un Seminario de la Comisión Parlamentaria Conjunta del MERCOSUR, de septiembre de 2000.

Esto fue tomado en cuenta desde la crisis del real brasileño de 1999 y las rivalidades comerciales que provocó. Estudios académicos y seguimientos periodísticos observaron que se generó un ‘efecto cascada’ en una población que comenzó a preocuparse seriamente por su situación económica y afectada masivamente por los medios de comunicación.

Europa conoció una experiencia similar. En Inglaterra durante los años cincuenta se conocía que la población británica apoyaba ampliamente a la Comunidad Económica Europea, pero esa tendencia de opinión fue modificada por los medios y se transformó en su contrario desde los años sesenta.

Poderosos grupos económicos y los partidos políticos que los representan, seguidos por la mayoría de los sindicatos y gremios asumieron una suerte de dialéctica amigo-enemigo. Algo así como estar y no estar en Europa, ser y no ser europeo, querer y no querer integrarse a la Comunidad. El resultado fue llamado posteriormente ‘politización de los procesos de integración’.

Con toda la importancia que pueda tener esa ‘politización’ en América Latina, sobre todo en su parte sur, deben ser comprendida en combinación con dos nuevos hechos. Primero, la semiderrota del ALCA y en paralelo la campaña del presidente venezolano a favor de un modelo de integración antineoliberal, una opción progresiva sin que represente una opción liberadora porque los empresarios y las multinacionales continúan al frente (o adentro)»

Capítulo XXII del libro: «MERCOSUR, Origen, Evolución, Desarrollo». De: Modesto Emilio Guerrero, editado en Venezuela por Vadell Hermanos Editores, mayo 2005, 270 páginas. A la venta en las librerías de la Cooperativa Hotel BAUEN y en el Centro Cultural de la Cooperación.

Notas: 1) Informe, Seminario «Los medios de comunicación y el MERCOSUR. Comisión Argentina de Relaciones Internacionales». CARI, Buenos Aires, 9 y 10 de diciembre de 1996. 2) No incluimos las declaraciones y escritos de la prensa chilena, por dos razones: cerca del 90% de lo que se dice es adverso al MERCOSUR, y en segundo lugar, para respetar la formalidad de que esa economía y estado aún no están integrados plenamente al bloque. Esta última razón vale para el caso de la prensa boliviana.