Virginia a sabiendas se dirigió despacio a la muerte y se dejó llevar por la corriente del río. A través de uno de sus personajes había escrito: “¿Por qué no dejarse ir a la deriva y soñar?”
Cuando las tragedias del mundo se desatan alrededor de los seres humanos sufren y piensan inevitablemente en las ajenas y propias tragedias.
La famosa escritora había nacido el 25 de enero de 1882, en Londres, Reino Unido y no pudo resistir los embates personales y de la guerra a la edad de 59 años y conscientemente puso fin a su vida el 28 de marzo de 1941 en el río Ouse, cerca de Lewes en Reino Unido.
Dejó una vasta y destacada obra en que su excelente estilo estuvo sustentado también por narraciones brillantes e ideas lúcidas desde la intimidad y el medio social imperante.
Algunas frases pueden ser significativas de su pensamiento inserto en personajes de ficción. “Pensar era un tormento: ¿por qué no cesar de pensar? ¿Por qué no dejarse ir a la deriva y soñar? Pero la miseria del mundo me fuerza a pensar”. “¿Cómo se puede ser feliz en un pueblo que revienta de miseria?” “En los pasquines de cada esquina estaba la muerte; o lo que era peor… la tiranía, la brutalidad, la tortura, la pérdida de la civilización, el fin de la libertad”.
Fue jalonando su vida con su prolífica obra literaria, como fueron: Fin de viaje en 1915; Noche y día en 1919; La casa encantada en 1921; El cuarto de Jacob en 1922; El faro en 1927; La señora Orlando en 1928; Daloway en 1929, Una habitación en 1929; Las olas en 1931; Los años en 1937; y otras, incluyendo sus relatos completos publicados en 1985.
Esta escritora fue abanderada con sus ideas del feminismo de una época posterior. Sirvan de muestra las siguientes:
“Es obvio el que los valores de las mujeres difieren con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y sin embargo son los valores masculinos los que predominan.”
“Durante todos estos siglos, las mujeres han servido de espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño.”
“Si no cuentas tu propia verdad, no puedes contar la de los demás”.
“Como mujer no tengo patria, como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo”.
“Durante la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer”.
Es conocido que durante la guerra mundial toda Europa sufrió las consecuencias y el Reino Unido también padeció sus zarpazos. Incluso la librería de los Woolf llegó a ser destruida por los bombardeos.
Pero, además, Virginia padecía de trastorno bipolar, una enfermedad mental que la hacía extremadamente vulnerable en aquellas circunstancias. Así que aquel día 28 de marzo de 1941 con su existencia interior destrozada debió pensar y pensar que ya tenía 59 años y se afirma que en la mañana escribió dos cartas. Una a su hermana y otra a su marido. Se habían agotado sus fuerzas y quedaba inerme para resistir. Tenía miedo a la locura que asomaba en su interior. Y no quería llegar al límite de la prueba ineluctable. Se imagina que luego salió con un bastón de compañero. Luego de pensar cómo moriría, se hundió en el pequeño río cercano a su casa, el Ouse. Solamente encontraron el bastón. Murió arrastrada por la corriente, y su cadáver fue encontrado muchos días después, el 18 de abril, Su esposo enterró sus restos incinerados bajo un árbol en Rodrnell, Sussex.
En la carta a su esposo, Virginia confesaba: “Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible… No puedo luchar más…” Además algunas otras consideraciones favorables a la bondad de su esposo.
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