Traducido del portugués para Rebelión y Tlaxcala por Àlex Tarradellas
Nada sintetiza mejor el mundo de hoy que vivir en Iraq. Decenas de muertos por día, en cualquier lugar, a cualquier hora, de cualquier manera. Cuerpos de mujeres, de niños, de ancianos, pueblan los noticiarios, sin provocar cualquier sentimiento de horror y de indignación. No obstante, quien no consigue identificarse con el infierno a que están reducidos los iraquíes, no tiene derecho a llamarse ser humano.
Vivir -y morir- en un país invadido, masacrado, humillado, en estado de descomposición. Vivir en un país en que la primera cosa destruida después de la invasión fueron los museos, la memoria de la civilización más antigua del mundo. Y la primera cosa protegida fueron los pozos de petróleo. Porque es una invasión para acabar con un país y nada mejor que acabar con su memoria, con su historia, con su identidad, con su pasado, para que no contemple pensar en su futuro.
¿Cómo vivir un día cotidiano hecho de explosiones, de bombardeos, de bombas, de disparos, de tropas ocupando calles, plazas, mezquitas, una vida llena de muerte? ¿Qué mundo es éste, que convive con las decenas de muertes cotidianas, como si fuera una catástrofe natural? ¿Como si no hubiera sido producida por una guerra, por una invasión, por una agresión más de un imperio?
El Che habló de soledad de Vietnam y pidió enérgicamente por la unidad en apoyo a Vietnam, que luchaba contra la invasión del mismo poder imperial. Hubo unidad dentro de Vietnam y en el apoyo, el pueblo de USA se dio cuenta de las monstruosidades que estaban cometiendo.
Aquella tremenda soledad no es nada en comparación con la soledad de los pueblo iraquí y palestino. ¿Quién, en el mundo de hoy, acudirá corriendo para impedir el exterminio de esos pueblos? ¿Quién les garantizará el derecho a vivir, el derecho a existir? Quién perderá el miedo al imperio y levantará la voz, el puño, para decir: ¡BASTA!
Mientras haya muertos a diario en Iraq, en Palestina, no tenemos derecho a la paz, a la tranquilidad, al presente y al futuro. No tenemos el derecho a considerarnos humanos. O somos todos iraquíes y palestinos o nos habremos vuelto irremediablemente inhumanos.
Noticia en portugués: http://agenciacartamaior.uol.com.br/templates/postMostrar.cfm?blog_id=1&post_id=94
Emir Sader es profesor de la Universidad del estado de Río de Janeiro (UERJ), coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la UERJ y autor, entre otros, de A Vingança da História («La venganza de la Historia»).
Àlex Tarradellas es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ( www.tlaxcala.es). Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.