Recomiendo:
0

Volatilidad del crudo

Fuentes: Rebelión

La volatilidad del precio del crudo es algo que ya los geólogos de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas (ASPO) preveían desde hace años, como también advirtieron de la crisis financiera resultante del freno que supuso la escalada del petróleo para la economía mundial. Todo ello dicho sin muchas […]

La volatilidad del precio del crudo es algo que ya los geólogos de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas (ASPO) preveían desde hace años, como también advirtieron de la crisis financiera resultante del freno que supuso la escalada del petróleo para la economía mundial. Todo ello dicho sin muchas algaradas y sin que ninguno de ellos tenga un MBA o cualquier otro artilugio de formación en la gestión empresarial al uso, que precisamente suele garantizar que los análisis estén ausentes de anclaje en la realidad física, que es muy tozuda.

La tendencia alcista que el precio del petróleo inició, especialmente a partir del año 2004, no es fruto de la casualidad, ni culpa absoluta de los despiadados broker, hoy demonizados, pero en aquellos años figuras endiosadas por la prensa de todos los colores, y deslumbrantes emblemas de éxito e inversión rentable. A partir de ese año la producción de petróleo convencional (el 85% del crudo del mundo y el mejor desde el punto de vista del retorno energético) entró en una meseta muy estable, que dominó siempre in crescendo la extracción mundial de ese recurso. Sin embargo, esa meseta venía a entrar en claro conflicto con una economía rauda con creciente exigencia de energía, especialmente con el tirón de los gigantes asiáticos, empeñados en incorporarse al ritmo de desarrollo occidental, y que parecía sentirse orgullosa de las infinitas construcciones – en adosados o en rascacielos – que la burbuja financiera alimentó hasta hace dos telediarios.

La espiral demoníaca del crudo tuvo su primera y brillante presentación en sociedad en julio de 2008, cuando alcanzó la nada desdeñable cifra de los 147$, dando paso a una auténtica huida en desbandada de la economía global hacia los cuarteles de la liquidación de deudas que se sospechaba no iban a ser devueltas. Que nuestro modelo productivo acelerado no precisa de límites físicos para dar rienda suelta a sus crisis cíclicas es de todos conocido; sin embargo, los límites de la expansión petrolera han supuesto un verdadero freno a la globalización que alimentó la economía mundial, y que ha sido el santo y seña de nuestros particulares tiempos modernos.

Como es evidente, en el teatro del petróleo, principal recurso de nuestra civilización, tienen un papel destacado los productores, y entre ellos la OPEP. Estos países parecen querer jugar a manejar los precios, aunque vemos cada vez más claro que las riendas del control del importe del barril a medio plazo hace ya un tiempo que se fueron de sus manos; porque, al contrario que lo ocurrido durante décadas, su producción no es suficiente por sí sola para cubrir los déficit crecientes de extracción de otros países que extraen petróleo fuera de su ámbito. La OPEP, también adicta al petróleo – sobre todo al consumo de su  petróleo por parte de otros – precisaría garantizar crecimientos económicos robustos que mantuvieran sus economías, mucho más frágiles de lo que pensamos; los consumidores ricos y los avispados capitales globales son conocedores de los límites físicos, y entienden que cualquier proceso de recuperación en el consumo llevará a una competencia – hoy pacífica – a través de los precios, que subirían de forma volátil, al hablar de un recurso ya claramente insuficiente para alimentar la gran maquinaria de devolución de deuda en el futuro que es nuestra sociedad de producción y consumo crecientes.

El resultado de esta dinámica será fruto de la intervención de varios factores: límites claros de expansión petrolera (inclusive los escenarios «optimistas» de la Agencia Internacional de la Energía plantean un «crash» petrolero en pocos años) y tendencia posterior al declive (algo que resulta aún más importante); incertidumbre creciente sobre la viabilidad de proyectos de petróleo no convencional con una economía de baja demanda de petróleo; desconfianza de los mercados que observan que las sacudidas del crudo pueden anegar claramente las posibilidades de recuperación económica y, por tanto, persistencia de los procesos de crisis y amagos de salir de ella; etc. Todos estos elementos se conjugan, junto a otros más mundanos – necesidad de los Estados de los países más ricos de incrementar su recaudación; conflictos larvados en importantes zonas petroleras; etc. – para garantizar volatilidad de los precios del crudo, como estamos viendo.

En el periodo 2005 – 2008, el precio del petróleo se multiplicó por cuatro. Ahora, en el periodo del primer semestre de 2009 el precio ya se ha duplicado, tras la estrepitosa caída del año 2008. Todo esto no había ocurrido en la historia del petróleo sin que hubiera estado precedido de conflictos bélicos o incidentes geopolíticos graves. Así, parece que existen elementos estructurales importantes en el futuro del mercado del crudo que, aunque obviados en buena manera por los manuales convencionales, presidirán su precio a partir de estos años – y con él, el devenir de nuestro futuro como sociedad con alto consumo energético -, no siendo el elemento principal en ese conjunto de variables otro sino el probable y más o menos inminente declive del conjunto de la producción mundial, fruto del descenso que la industria de este sector viene registrando en los volúmenes de petróleo descubierto desde hace más de cuatro décadas.