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Comentario sobre la antología "Lenin. El revolucionario que no sabía demasiado"

Welcome back Lenin

Fuentes: La pupila insomne

Lenin me persigue por estos días pero, al parecer, no soy el único de sus víctimas. Encontrar este 20 de mayo en la edición digital del diario argentino Página 12 un anuncio de sus «Obras selectas» y descubrir al pinchar el enlace que en la Feria del Libro de Buenos Aires la presentación de tal […]

Lenin me persigue por estos días pero, al parecer, no soy el único de sus víctimas. Encontrar este 20 de mayo en la edición digital del diario argentino Página 12 un anuncio de sus «Obras selectas» y descubrir al pinchar el enlace que en la Feria del Libro de Buenos Aires la presentación de tal selección reunió a más de 500 personas vino a confirmarme lo que sentí días atrás cuando el editor Ramón Akal y el ensayista Constantino Bértolo pusieron en mis manos ediciones españolas muy recientes, relacionadas con el pensamiento del fundador del estado soviético.

Bértolo es el autor de una antología que con el nombre de Lenin. El revolucionario que no sabía demasiado (Libros de la catarata) recoge una selección de textos escritos por este a partir del triunfo de la Revolución de Octubre, precedida de una introducción en que el antologador no oculta que su «lector implícito o destinatario deseado» es el movimiento emergido del 15M. Allí escribe:

«Finalizada la guerra fría con el derrumbde de la URSS y la caída del muro, a Lenin hoy no lo salvan ni la mayoría de los juicios ni, mucho menos, de los prejuicios. Para la inmensa mayoría de los primeros no pasaría de ser un mero oportunista táctico, protagonista relevante e implacable de una toma del poder que las circunstancias de la primera guerra mundial pusieron al alcance del partido bolchevique; el gestor y responsable de un modelo de partido político autoritario, sectario y jerarquizado al máximo, tozudo líder de signo marxista que la ortodoxia marxista juzgaría como imposible, defensor de la dictadura del partido único sobre un proletariado sojuzgado en nombre de su libertad. Para los segundos, y conviene no olvidar que la construcción de los imaginarios colectivos descansa fundamentalmente en los prejuicios, Lenin es una reliquia histórica, cadáver mental momificado que no pasa de ser reclamo y objeto de veneración para turistas ideológicos y nostálgicos, autor de doctrinas anacrónicas ya superadas y refutadas por por el propio devenir histórico de la Unión Soviética y precursor o eslabón necesario -por más que algunos santorales neoleninistas saquen a colación su «testamento» y recuerden sus reservas sobre la idoneidad de Stalin para el cargo de secretario general del Partido Comunista Soviético- de las monstruosidades y aberraciones que se achacan de una manera monolítica a los años en que el georgiano ocupó el poder en el país de los soviests. A Lenin, hoy, más que combatírsele se le ignora, aunque bien sepamos que ignorar es una forma de combatir».

Sin embargo, Lenin, como antes Marx, parece retornar y no en las ediciones de la Editorial Progreso radicada en Moscú. También Ediciones Akal, una solvente editorial española, ha publicado en lengua castellana los dos libros del influyente filósofo esloveno Slavoj Žižek sobre Lenin (Repetir Lenin – también publicado en Cuba- y Lenin reactivado. Hacia una política de la verdad), aunque la presencia del líder bolchevique es una constante en otros trabajos de Žižek publicados por Akal. En el libro titulado El año que soñamos peligrosamente, dedicado a analizar la llamada Primavera árabe y movimientos como el 15M y Occupy Wall Street, Žižek, antes de decir que «los manifestantes no son comunistas, si comunismo se refiere al sistema que merecidamente colapsó en 1990», define: «el comunismo no es solo o principalmente un carnaval de protestas masivas en las que se logra detener el sistema; es también una nueva forma de organización, disciplina y trabajo duro. Podemos decir muchas cosas de Lenin, pero en todo caso él era plenamente consciente de esta necesidad urgente de nuevas formas de disciplina y organización» para luego hacer la que es quizás la reflexión más electrizante de todo el libro:

«Ante la profusión de (a menudo confusas) declaraciones el movimiento OWS expresa dos preocupaciones básicas: 1) el descontento popular es hacia el capitalismo como sistema; el problema es el sistema como tal, no una u otra particular forma corrupta de él; 2) la forma contemporánea de democracia representativa multipartidista es incapaz de afrontar los excesos capitalitas; en otras palabras la democracia debe ser reinventada. Esto nos lleva al punto en juego en las protestas de Wall Street: ¿cómo expandir la democracia más allá de su forma política actual, que ha demostrado su impotencia ante las consecuencias destructivas de la vida económica? ¿Hay un nombre para esta democracia reinventada más allá del sistema representativo multipartidista? Por supuesto que sí la hay: dictadura del proletariado«.

Desde la demonización interesada que desmonta Constantino Bértolo en su introducción a Lenin. El revolucionario que no sabía demasiado y a pesar del «leninismo» que intentó convertir «un pensar lleno de matices, meandros y curvas, en el que no faltan dudas, retrocesos o espirales en una simple línea recta utilizada como arma arrojadiza» llega Vladimir Ilich a la Puerta del Sol o al parque Zuccotti con la idea de dictadura del proletariado que Zizek propone como alternativa y que Lenin definía como «la sustitución de la libertad de reunión y de imprenta para la minoría, para los explotadores, por la libertad de reunión y de imprenta para la mayoría, para los trabajadores».

Pero más al Sur, el mejor discípulo de Marx está presente hoy en el desafío que se abre ante la Revolución Bolivariana, donde el 80% de los medios de comunicación siguen en manos de la burguesía y ponen en peligro la tantas veces pospuesta emancipación latinoamericana; o en Cuba, donde desde minorías amplificadas por la gran prensa se enarbola el pluripartidismo, junto a la «prensa libre» y la «libre expresión» al estilo burgués como soluciones para nuestra sociedad y hasta se propone la creación de una «clase política», que es exactamente contra lo que protestan los de OWS y el 15M. Como ha dicho Esteban Morales, al abordar la problemática racial en nuestro país y el intento de plantear una ilusa solución para ella mediante la transición al capitalismo, una cosa son «las imperfecciones que la sociedad cubana no ha logrado resolver», y otra «creer que tales imperfecciones se solucionarían renunciando al socialismo», porque «de lo que se trata es de mejorar y profundizar el régimen con el que hemos mejorado nuestra situación social y no de eliminarlo».

Bértolo recuerda la insistencia de Lenin en que las masas controlen el Partido, y que mientras «para muchos dirigentes bolcheviques las tendencias burocratizadoras no dejan de ser una deformación cultural y provisional, [Lenin] percibe que detrás de ese fenómeno descansa la pasividad o el alejamiento de las masas de la política».

Riesgos como esos no nos son ajenos cuando la renovación y profundización de la democracia cubana está en el orden del día. «Si hemos escogido soberanamente, con la participación y respaldo del pueblo, la opción martiana del partido único, lo que nos corresponde es promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva, mencionados varias veces en los Objetivos aprobados en esta Conferencia, los que deberán involucrarse con responsabilidad y la más estricta veracidad en este empeño, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil.», dijo el presidente Raúl Castro al clausurar la Primera Conferencia del Partido Comunista de Cuba.

En esa tarea, bienvenido de regreso Lenin, antidogmático y creativo, que lejos de aceptar el Good bye con que los entusiastas del Fin de la historia quisieron enterrarlo, es imprescindible referencia en las soluciones que una verdadera democracia plantea, en Cuba y en el mundo (CubAhora).

Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2013/05/21/welcome-back-lenin/