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Vaya aquí una opinión torcida

Y dale con el Hiperliderazgo

Fuentes: Rebelión

Fíjense que el problema del hiperliderazgo es tal, que lo único que parece realmente fundamental en el postdebate que siguió a la reunión del CIM, es qué piensa el hiperlider del famoso debate, y no lo que en efecto allí se dijo. Para quienes, en medio de la alharaca y el trabalenguas, no alcanzan a […]

Fíjense que el problema del hiperliderazgo es tal, que lo único que parece realmente fundamental en el postdebate que siguió a la reunión del CIM, es qué piensa el hiperlider del famoso debate, y no lo que en efecto allí se dijo.

Para quienes, en medio de la alharaca y el trabalenguas, no alcanzan a deducir qué fue lo que ahí se dijo, pues si me permiten los intelectuales vulgarizar su sapiencia, yo resumiría la cosa así: algunos hicieron críticas y otros alertaron sobre los peligros que supone para la Revolución el hecho de que el hombre del momento, sea, efectivamente, un único hombre de carne y hueso al que cualquier día de estos un mercenario mal pagado le atina a la cabeza o al avión.

¡Guaaaaaaaao!

O sea, nada que ninguno de nosotros no hayamos pensado o discutido con los compañeros y los amigos, y mucho menos algo que no pudiésemos predecir. Sin duda un poco decepcionante. Claro que el diseño propuesto por el CIM, planteaba esto como tema central, por lo cual en descargo de nuestros intelectuales, hubiese sido complicado hablar de otra cosa.

Dicho esto, confieso que, como la mayoría de ustedes, yo tampoco acudí a la cita, pero me calé todos los videos que el CIM subió a Youtube (valga la cuña), para que pudiéramos comprobar que ninguno de los que allí estuvo, sostuvo posiciones antichavistas.
¿Y entonces, si no se dijo nada del otro mundo y todos son chavistas, dónde está el problema? Pues, en primer lugar, yo diría lo mismo que dijo el hiperlider (y desde ya si quieren me acusan de haber perdido mi personalidad) y es que no todos eran chavistas aunque todos se autoetiqueten de tales. La verdad es que ahí estaba más de uno pasando agachado. Per se, esto no sería un problema, el problema lo plantean ellos mismos que se andan defendiendo como gata panza arriba para que no los acusen de escuálidos.

En segundo lugar, y de nuevo si me lo permiten los consabidos intelectuales, sobretodo los más heridos, los más afectados, los que se sienten personalmente cuestionados, pues me parece que el problema es que justamente ahí no se dijo nada extraordinario que llamara la atención del Comandante, que me disculpen, pero con tal alharaca, parece que es lo único que realmente les preocupa.

Al respecto y sin permiso, les hago cómplices de mis especulaciones: Soy de las que cree que lo que produjo su declaración -me refiero a la declaración hecha por el «hiperlider»- fue la frustración que forzosamente sintió al constatar que más allá de un grupito de intelectuales que no necesitan ser puestos a prueba, ni con videos ni con transcripciones, en realidad no son muchos los que pueden engrosar nuestra vanguardia de sabiondos. Es más, se me ocurre particularmente frustrante para un «hiperlider» constatar que muchos de nuestros intelectuales chavistas aún no se arriman de verdad a la candela.

¿Que cuáles si y cuáles no? Pues desde mi más absoluta terrenalidad, se me ocurre que Luis Damiani y Vladimir Acosta hace rato que se arrimaron y viven con un candelero en las ideas. A ellos, por ejemplo, yo los dejaría al margen de la banalidad de este tejemaneje. Además, en sus intervenciones alertan y plantean desafíos concretos, y eso me parece que podemos contarlo entre los aportes (no muchos por cierto) que allí se hicieron.

Obviamente no nombraré a quienes veo contemplando la candelita desde lejos… y les confieso que no lo hago por dos razones una más banal que la otra: por un lado, algunos de ellos fueron mis profesores y me da pena ajena acusarles, otros son mis amigos y alguno acaso hasta colega… y se me ocurre de mala educación andar señalándolos por ahí en esta reflexión que si llega a ser pública no me compromete sino a mi.

Quienes a estas alturas siguen teniendo la paciencia de leer estas líneas merecen saber que a priori no estoy en desacuerdo con que este tipo de encuentro se haga. Diría incluso que los celebraría. Cuanto más seguido y nutridos fueran, más fuerte los aplaudiría, pero para ello deberían dejar de ser encuentros de «la sociedad del mutuo halago».

De hecho, fíjense que yo creo que la incomodidad con este tipo de eventos viene de tres elementos muy puntuales: el primero, es que de entrada te lo presenten como un encuentro-de-intelectuales, con lo cual ya se crea la sensación del «ellos y nosotros».

El segundo, es que si de verdad es un debate que pretende examinar asuntos trascendentales y no tan trascendentales para la vida del país, no deberían participar sólo los intelectuales, sino también los protagonistas de esos asuntos, entre los cuales, si entendí bien, no sólo hay intelectuales. Y tercero -y este creo que es el elemento más importante- es que si es un debate ¿por qué les molesta tanto que sus ideotas susciten reacciones? Es cierto que ha habido un par de respuestas infelices (que la prensa ha explotado con placer orgásmico), pero en el fondo todas las reacciones que se han producido han sido más bien inteligentes. Es más, yo diría que las reacciones han sido muy interesantes y han trascendido los grandes temas que han sido ventilados (que han sido muchos menos de los tratados en el famoso encuentro y no necesariamente los más interesantes).

En este sentido yo agregaría un último comentario un poco más sustantivo: el «hiperliderazgo» (que por cierto espero sea un remoquete de una categoría de análisis más inteligente) no es una novedad en la historia de Venezuela, ni en la historia de América Latina (de hecho la historia de la humanidad camina al ritmo de los grandes hombres y las grandes mujeres que han conducido los movimientos sociales más poderosos). Lo que quiero decir, es que nuestros «hipointelectuales» (nueva categoría acuñada por un no-intelectual publicado en aporrea) han descubierto el agua tibia, con el asombro propio de quien ignora flagrantemente nuestra historia, los elementos estructurales y constitutivos del Estado venezolano, y los elementos ideológicos que de aquellos se derivan. Supongo entonces que se caerían pa´atrás si se dieran un paseíto por momentos y personajes de nuestra historia al que perfectamente les cabría el remoquete en cuestión. Imagínense el susto que se llevarían al descubrir el Caudillismo y hurgar (con un poquito de seriedad) en categorías como la del «Cesarismo Democrático» y el «Gendarme Necesario»… sí, esas a la que Laureano Vallenilla Lanz se refirió siendo ideólogo de Gómez (¿otro hiperlider?).

Ando queriendo terminar de escribir esto hace rato pero se me siguen ocurriendo cosas entre ellas un montón de ideas sobre las cuales me parecería importante «debatir», pero intuyo que son temas que le interesan a muy pocos. Aquí y ahora en el «gremio de los intelectuales» para estar en la copa de la ola hay que empatarse en los temas de moda: 1. «el terrorismo mediático»: en las últimas horas único responsable del desencuentro entre el hiperlider y los hipointelectuales; 2. «la inseguridad»: tema preferido de los violentólogos que incluyó hasta hace un año el intercambio humanitario, y que encuentra su principal fundamento en el discurso «securitario»; y 3. la consabida dicotomía «injerencia vs integración» que se alimenta de las anteriores y vende bien. De resto, si usted trata otros temas, de lo que estoy segura es que no lo veremos en televisión opinando a las 5 en un canal y a las 8 en otro.

Un par de cosas más: hace tiempo que no oigo a nadie ocuparse del dilema «capital-trabajo», que en mi ortodoxia me parece cuando menos fundamental si de lo que se trata es de construir un sistema radicalmente distinto al sistema capitalista. Si no me equivoco, a lo más a lo que han llegado los intelectuales del superego (me cansé del hiper) es a una elaboración pequeño burguesa a la que han dado por llamar Empresas de Producción Social, que se funda en el buen corazón de Lorenzo Mendoza ¿no?

Y en cuanto a la Ciencia en sí (ahora sí les juro que esto es lo último) creo que lo más elaborado que he oído recientemente es aquella frase que reza: «la Ciencia al servicio del pueblo»… Un buen psicoanalista gozaría un puyero con esta frase paradójica que en la boca de quienes se jactan de no idealizar al pueblo, supone por un lado que lo reconoce -al pueblo- como la razón última de su producción intelectual, al mismo tiempo que deja claro que él y sólo él científico-intelectual es capaz de producir saber y de entregárselo bondadosamente a ese pueblo que se lo merece a pesar de su ignorancia. De hecho, en esta onda psicoanalítica, creo que nuestros intelectuales tienen aún problemas de personalidad típicos de una adolescencia tardía, lo que explica esa búsqueda desesperada de un reconocimiento y de un lugar en la revolución que aún no se han ganado, y que no se ganarán mientras se sigan mirando el ombligo, mantengan la distancia con el pueblo y mendiguen la cercanía con el zurdo.
Por cierto, alguien sabe ¿qué carajo es un intelectual?

P.D. Galeano dice: «…no me gusta nada que me llamen intelectual. Siento que así me convierten en una cabeza sin cuerpo, situación por demás incómoda, y que me están divorciando la razón de la emoción. Se supone que intelectual es el capaz de entender, pero yo prefiero al capaz de comprender. Culto no es quien acumula más conocimientos, porque entonces no habrá nadie más culto que una computadora. Culto es quien sabe escuchar, escuchar a los demás y escuchar las mil y una voces de la naturaleza de la que formamos parte…»