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… y Lula regresó, con fuerza y firmeza

Fuentes: Rebelión [Imagen: Lula en el momento de abandonar la prisión de la Policía Federal en Curitiba. Créditos: Ricardo Stuckert. Fotos Públicas]

En este artículo el autor reflexiona sobre el regreso de Lula a la arena política y el significado histórico del día 9 de noviembre de 2019, cuando salió de la prisión de Curitiba.


Hasta hace poco más de dos años, Lula seguía en prisión, condenado y excluido de la vida política de Brasil. En ese tiempo hubo personas, incluso gentes de izquierda, que aceptaron las acusaciones en su contra y lo ‘expulsaron’ de la vida política brasileña.

Cuando se despidió de nosotros en el Sindicato Metalúrgico de São Bernardo en el ABC paulista, la mayoría no quería que se entregara a la policía. En contra de nuestros deseos, él había decidido demostrar, ante el juez Moro, la falsedad de las acusaciones que había incoado en su contra y la farsa de la operación Lava Jato.

El problema es que él nunca se imnaginó que iba a pasar tantos días preso, pensaba que todo se resolvería en apenas unos días. Tuvo que acostumbrarse a la idea de que se quedaría mucho más tiempo. Montamos una vigilia permanente para acompañarlo durante todo el tiempo que permaneció preso, esperando que saliese en cualquier momento de las malditas instalaciones de la policía en Curitiba. En las visitas que le pudimos realizar lo encontramos con fuerza y seguro de que saldría y regresaría fortalecido a la pelea.

Pero fueron 580 días y 580 noches largos e interminables en la soledad de la celda injusta y cruel que Lula tuvo que soportar para probar su verdad. Por eso su salida, que cumple dos anos el día 9 de noviembre, también se debe celebrar como una victoria de la verdad, la tenacidad y el carácter de un hombre que luchó para demostrar sus convicciones.

La vida en Brasil parecía acostumbrarse a esa barbarie. Algunos lo celebraron abiertamente y utilizaron el espacios de que gozaron en los medios de comunicación para criminalizar a Lula, hacerlo pasar por corrupto y para celebrar su exclusión de la vida de un país que estaría mejor sin él; esa era la voz de los verdugos.

También hubo quienes, en el campo de izquierda, aceptaron las acusaciones contra Lula, asumieron el discurso de la operación Lava Jato y empezaron a criminalizar al PT, no solo injustamente, sino incluso de forma oportunista. Gente que sabe que, con Lula y el PT, hay poco espacio para que ellos y otros posibles candidatos ocupen el inmenso espacio que quedaría libre sin Lula y el PT.

Por eso la salida de Lula de ese espantoso edificio de la Policía Federal de Curitiba, el 9 de noviembre de 2019, se tiene que celebrar como un día histórico en la vida de Brasil, ya que representa la victoria de la verdad y la fuerza personal del líder más grande que jamás haya tenido el país.

De ahí la emoción de reencontrarse con Lula en el Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo, primer lugar al que acudió, volviendo al lugar que había dejado, para decir que había cumplido la mitad de su promesa: recuperar su libertad. Era necesario desenmascarar a quienes lo habían arrestado y condenado, a pesar de ser inocente. Abrazarlo nuevamente confirmó la certeza de todo por lo que habíamos luchado durante nuestra vigilia de esos 580 días.

Verlo salir de São Bernardo, conducido por la policía a la soledad de la cárcel de Curitiba, fue una de las imágenes más dolorosas que pudimos ver y vivir en nuestra propia piel, con la impotencia de dejarlo solo en ese momento. Sin embargo, con esa decisión demostró que había tenido razón al presentarse en prisión. Lula se negaba a pasar a la clandestinidad y no quería ser tratado como un forajido. No quiso salir del país para no ser tratado como un fugitivo. Un inciso: en la Caravana del Sur llegamos a cruzar la frontera para comer carne en el lado uruguayo; Lula sabía que si se quedaba en Uruguay, allí sería recibido con mucho cariño por el pueblo uruguayo, pero nunca se le ocurrió salir de Brasil; cruzar la frontera fue más un hecho culinario que político…, por eso volvimos a Brasil para continuar con la Caravana.

Ese 9 de noviembre también fue histórico porque comenzó a devolver a Lula a la historia política brasileña y a reavivar en el corazón de los brasileños la esperanza de que sería posible rescatar al país de la peor crisis de su historia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.