A consecuencia de la crisis financiera mundial, los gobiernos de países pequeños en Europa están cayendo uno tras otro. El primer país donde se hundió la moneda nacional fue Islandia el pasado mes de enero. En febrero dimitió el primer ministro letón, y hace pocos días, cayó el gobierno checo. En la agenda política, se […]
A consecuencia de la crisis financiera mundial, los gobiernos de países pequeños en Europa están cayendo uno tras otro.
El primer país donde se hundió la moneda nacional fue Islandia el pasado mes de enero. En febrero dimitió el primer ministro letón, y hace pocos días, cayó el gobierno checo. En la agenda política, se esperan las dimisiones de los gobiernos de Hungría y Bulgaria. En Ucrania, el Partido de las Regiones, la mayor fuerza política de la oposición en Ucrania exige la dimisión del presidente y el Gobierno.
Los gobiernos de algunos países de Europa se desmoronan con casas de cartón debido a la expectativa de que algunos de ellos pueden declarar la suspensión de pagos (default) a corto plazo.
El default es posible por las severas condiciones que hasta el momento exige el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los países que piden ayuda financiera a la entidad internacional. Los créditos concedidos por el FMI los gobiernos sólo los pueden utilizar en mantener el curso de la divisa nacional, que por lo general está estrechamente vinculada al dólar o al euro, y también para cubrir el déficit presupuestal.
Además, los bancos nacionales de países favorecidos con créditos del FMI tienen prohibido acudir a la emisión de la moneda nacional para apoyar la demanda interna. De acuerdo a las concepciones del FMI, eso puede acelerar la inflación y socavar la estabilidad financiera del país.
En este sentido, salta a la vista una política de doble rasero. Nadie impide al presidente de Estados Unidos, Barack Obama y al director de la Sistema de la Reserva Federal de EEUU Ben Bernanke imprimir 800.000 millones de dólares para estimular al productor estadounidense.
A pesar de que esas acciones, no sólo conllevarán a la inflación en EEUU, sino que también devaluarán los activos en dólares en el exterior y entre ellos, las reservas de divisas de los bancos centrales de otros países.
En los últimos meses cada vez con más frecuencia se escuchan propuestas sobre la necesidad de reformar el FMI. A propósito, la semana pasada a propósito el FMI reviso las posibilidades de aligerar las condiciones de acceso a cierto tipo de créditos y la gran novedad ha sido la introducción de un nuevo mecanismo de que recibió el nombre de «línea de crédito flexible (LCF).
Según el FMI, una vez concedida, la LCF no exige ningún tipo de condiciones y su monto no tiene límite. El país beneficiado puede utilizar el crédito en cualquier momento como mecanismo de prevención.
No obstante, el acceso a la LCF es difícil pues se asignará a países con economías bien administrada con indicadores macroeconómicos positivos, es decir que la LCF no está al alcance de aquellos países que se encuentran al borde del default.
Actualmente, los países en desarrollo con las economías más fuertes, Brasil, Rusia, China e India (BRIC) se manifiestan a favor de una reforma radical del FMI, que en primer lugar defiende los intereses de EEUU.
Los países del BRIС proponen revisar el papel del FMI de tal manera que sus funciones se correspondan con nueva arquitectura financiera. BRIС pide implementar lo antes cambios en el sistema de distribución de votos a favor de los países cuyas economías se desarrollan dinámicamente, y actualmente, presentan los mejores resultados en la economía mundial.
Si esas propuestas son aprobadas, se podrá aumentar los recursos del FMI y también simplificar los mecanismos para la concesión de créditos a los países necesitados. Además de los países del BRIC, Inglaterra, Alemania, Indonesia, Arabia Saudita, Canadá y México, están a favor de reformar el FMI.
También cada vez son más los países partidarios en cambiar el dólar como moneda mundial de reserva por otra moneda mundial que este bajo el control del FMI reestructurado. Rusia, China y Kazajstán están a favor de esa iniciativa.
Pero mientras los países más influyentes del mundo intentan de ponerse de acuerdo sobre la reforma del sistema financiero global, para muchos países agobiados por la crisis, la declaración de la suspensión de pagos por deuda externa puede ser su única opción para salir del callejón sin salida en que se encuentran.