Hace algún tiempo escribí un artículo en el que reclamaba un profesor de economía para el presidente Rodríguez Zapatero porque cada vez que abría la boca para hablar de esa materia metía la pata hasta el corvejón. De eso hace ya casi un año. Pues bien, como era de esperar, nadie atendió a mi petición […]
Hace algún tiempo escribí un artículo en el que reclamaba un profesor de economía para el presidente Rodríguez Zapatero porque cada vez que abría la boca para hablar de esa materia metía la pata hasta el corvejón.
De eso hace ya casi un año. Pues bien, como era de esperar, nadie atendió a mi petición -tampoco lo esperaba, que quede claro- y ahora todos tenemos que seguir escuchando sus barbaridades.
Y es que no de otra forma pueden calificarse las declaraciones de Zapatero defendiendo que su propuesta electoral de reducir en 400 euros la retención del Impuesto sobre la Renta de las Personas Física para todos los ciudadanos es «muy progresiva» porque «al recibir lo mismo los que han pagado mucho y los que han pagado poco, favorece más a estos últimos«.
Alguien debería explicarle a Zapatero que la progresividad fiscal no pasa por establecer reducciones de impuestos lineales con independencia del nivel de renta de los contribuyentes sino, precisamente, por todo lo contrario.
Una reducción fiscal «muy progresiva» es la que permite que paguen menos impuestos aquellas personas que poseen unos menores niveles de renta absoluta o relativa. Tratar de justificar que esa medida es «muy progresiva» porque la notarán más en sus bolsillos quienes gozan de menores rentas no es progresividad fiscal sino el resultado evidente de las tremendas diferencias en la distribución de la renta que existen en la sociedad española.
Además, una medida de esta naturaleza que deja fuera a quienes no están obligados a pagar el IRPF y que excluye, evidentemente, a los estratos de renta más baja no sólo no es progresiva sino que es tremendamente discriminadora.
Es más, a lo que Zapatero está contribuyendo en esta carrera electoral es a que se profundice el carácter contributivo de los beneficios fiscales y sociales, esto es, a que beneficien tan sólo a aquéllos que contribuyen al sistema y no a quienes más pueden necesitarlos.
Y no es ese el último de los efectos. Como han denunciado, con toda la razón del mundo, los inspectores de Hacienda, el mensaje que está lanzando tanto Zapatero como la oposición, en esa escalada absurda de rebajas fiscales, implica una devaluación del sentido que para la ciudadanía tiene el pago de impuestos. El planteamiento es más que razonable: si se prometen rebajas fiscales es porque el nivel impositivo actual y, por lo tanto, el porcentaje de la renta que se retiene a los ciudadanos es superior al necesario para mantener el estado actual de la cosa pública. De forma que habría que explicar si eso es realmente así o, en su defecto, habría que aclarar cuáles son las partidas de gasto público que van a reducirse.
En definitiva, quizás Zapatero no sólo necesitaría de un profesor de economía sino, también, de una actualización de qué es el socialismo y lo que implica. ¿Voluntarios?
Alberto Montero Soler ([email protected]) es profesor de Ecomía Aplicada de la Universidad de Málaga (España) y miembro de la Fundación CEPS. Puedes leer otros textos suyos en su blog «La otra economía».