Frente a la grave crisis internacional, la Comisión Europea encargó la redacción de un proyecto de regulación financiera a ocho banqueros y economistas, todos los cuales en el pasado mostraron aversión por este tipo de mecanismos. El grupo de trabajo designado por esa rama ejecutiva de la Unión Europea (EU) presentó los resultados de sus […]
Frente a la grave crisis internacional, la Comisión Europea encargó la redacción de un proyecto de regulación financiera a ocho banqueros y economistas, todos los cuales en el pasado mostraron aversión por este tipo de mecanismos.
El grupo de trabajo designado por esa rama ejecutiva de la Unión Europea (EU) presentó los resultados de sus debates el día 25.
El más controvertido de sus miembros, Callum McCarthy, presidió entre 2003 y 2008 la Autoridad de Servicios Financieros de Gran Bretaña, organismo muy criticado por no pronosticar la debacle del banco Northern Rock.
Aunque la confianza de los ahorristas en esa institución menguó en 2007, McCarthy desestimó los pedidos de un mayor control de sus servicios financieros, a los que calificó de «reacción amenazante».
Una investigación realizada luego por el Comité del Tesoro de la Cámara de los Comunes (cámara baja del parlamento británico) concluyó que la crisis del Northern Rock –luego nacionalizado– representó un fracaso de la Autoridad de Servicios Financieros como entidad reguladora.
Otro miembro del grupo de trabajo es Rainer Masera, nombrado presidente de la filial italiana de Lehman Brothers en 2007. Al año siguiente, la filial estadounidense de ese banco de inversiones se declaró en bancarrota. Fue la víctima más destacada de la crisis hipotecaria nacional.
El presidente del panel, Jacques de Larosière, fue director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) en los años 80, cuando se propagó el concepto de «ajuste estructural».
Activistas contra la pobreza afirman que la aplicación de este principio perjudicó a los beneficiarios de préstamos del FMI y el Banco Mundial en África, Asia y América Latina, que incluían como condiciones la reducción del gasto en servicios públicos esenciales como la salud y la educación.
«La mayoría de estos muchachos han actuado como vaqueros salvajes», sostuvo Paul de Clerck, activista de la organización ambientalista Amigos de la Tierra dedicado al análisis de cuestiones empresariales.
«Le han ocasionado miseria a millones de personas. Sus sesgados consejos no son queridos. Son parte del problema, no de la solución. La Comisión Europea no debería confiar en un grupo con vínculos tan cercanos con la industria financiera», agregó.
La principal recomendación del informe de Larosière es la creación de un nuevo organismo que controle los riesgos para el sistema financiero. Con el nombre tentativo de Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, trabajaría bajo la órbita del Banco Central Europeo, con sede en Frankfurt, según la iniciativa.
El informe evita sugerir que se establezca un regulador paneuropeo. Larosière alegó que si hubiera hecho semejante propuesta podría haber sido acusado de «poco realista».
El informe no atribuye la crisis a las operaciones altamente especulativas de los fondos de cobertura (también llamados «de alto riesgo»), un dato que aplaudió el comisario europeo de Mercado Interior y Servicios, Charlie McCreevy.
Entre esos mecanismos figura la venta en descubierto, es decir desprenderse de acciones con el fin de que baje su precio para volver a comprarlas.
«Los fondos de cobertura y los capitales de inversión se han vuelto centrales en este debate. En términos políticos, esto puede ser comprensible», porque ambos son la imagen que identifica a las nuevas finanzas, dijo.
Estas instituciones financieras «remontaron la ola de abundante liquidez y créditos baratos. Ahora que el sistema financiero se desmorona, son chivos expiatorios fáciles para problemas más arraigados», expresó McCreevy.
«Antes que nos apresuremos a señalar con el dedo acusador, no deberíamos olvidar que los fondos de cobertura y capitales de inversión no fueron elementos centrales de la crisis, y no soy el único que lo dice», agregó.
El funcionario presentará en abril un plan detallando qué reglas deberían aplicarse a los fondos de alto riesgo, pues, a pesar de la fuerte defensa que hizo de sus actividades, admitió la necesidad de examinar sus operaciones.
«Como reguladores, tenemos que formularnos algunas preguntas duras. ¿Subestimamos algunos de los riesgos asociados con el vertiginoso crecimiento de las inversiones alternativas? ¿Fuimos, tal vez, complacientes en cuanto a que las medidas reguladoras y autorreguladoras existentes cubrieran todas las bases?», planteó.
Peter Wahl, de la organización contra la pobreza World Economy, Ecology and Development (WEED, Economía, Ecología y Desarrollo Mundial), con sede en Berlín, promueve la prohibición de los fondos de cobertura, como ocurrió en Alemania hasta 2004.
En un nuevo informe, Wahl documentó hasta qué punto estos fondos originaron las convulsiones de los mercados financieros y también para el aumento del hambre en el mundo.
Una vez que el mercado de bonos de alto riesgo colapsó en 2007, los fondos de cobertura trasladaron sus actividades especulativas a los mercados de las materias primas petroleras y agrícolas.
El año pasado, la «burbuja» resultante contribuyó a aumentar los precios de los alimentos, provocando disturbios en más de 20 países.
«La campaña de especulación en los mercados de materias primas distorsiona los precios, fortalece la inestabilidad, aumenta la ineficiencia del mercado y conduce periódicamente a la formación de burbujas», dijo Wahl.
«El peor efecto es el agravamiento del hambre en los países en desarrollo. La burbuja de precios empujó a la pobreza a 120 millones adicionales de personas. Detrás de una fachada de la respetabilidad, acecha la miseria y las penurias para millones de personas», agregó.