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Fundamentos histórico-políticos: El IV Congreso del Partido

Fidel y el trabajo político ideológico (IV)

Fuentes: Rebelión

Considero que las necesidades en expansión de la cultura, la educación, la lucha política y la prospectiva estratégica, configuran en Cuba solicitudes urgentes de conocimiento histórico sobre el pasado más reciente.

En particular el ejercicio de la política revolucionaria constituye un espacio decisivo sometido a tensiones múltiples, con desenlaces de consecuencia inmediatas y mediatas, donde el aporte de la Historia, el enfoque histórico, e histórico pedagógico deben fortalecer la eficiencia y la eficacia de lo que hacemos.

El asunto no puede esperar: Constato la ausencia del saber histórico –y me sé en coincidencia con no pocos compatriotas- en las imprecisiones y debilidades que entorpecen y ralentizan decisiones y proyectos pensados con la mejor de las intenciones.

La problemática que refiero no está circunscrita a un asunto de “culpas”, crítica y solución expedita. No poseemos suficientes antecedentes historiográficos porque el estudio de lo reciente siempre se posterga, en búsqueda del imprescindible distanciamiento que necesita el historiador.

La reconstrucción cualitativa del pasado reciente –del que casi siempre los historiadores hemos sido testigos y/o protagonistas- precisa fijar por horizonte la búsqueda de las totalidades sistémicas y la probatoria documentada. Más necesario es este proceder, si fijamos como objeto de atención un asunto tan subjetivo y difuso como puede ser el de intentar develar el entramado histórico que fundamentó el hacer político e ideológico de un líder, un partido político y un pueblo en resistencia, lucha y Revolución

A falta de Historia, la historia no se conoce, se obvia o se presenta solo como memoria. Sin el aporte de ciencia de la Historia, la memoria –al arbitrio de los sentimientos y las filiaciones ideológicas- no nos garantiza toda la fidelidad de conocimientos fundamentados que precisa la demanda realmente existente.

En suma y riesgo de la tarea histórica que refiero, si del trabajo político ideológico se trata, comparto un resumen panorámico sobre cómo transcurrió la lucha político ideológica de masas por salvar la Revolución y el socialismo, en la década del noventa del pasado siglo.

El debate pre Congreso

Entre mayo y octubre del 1990, 3.5 millones de ciudadanosi debatieron el documento de convocatoria al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. En el Llamamiento al IV Congreso se bosquejó la nueva estrategia de resistencia, para un camino de salida de la crítica situación existenteii.

La peculiaridad distintiva de la propuesta política que se sometió al debate, fue la de plantearse el período especial como tiempo necesario e imprescindible para que la sociedad cubana pudiera ejecutar un programa de emergencia económica, que fuera a la vez capaz de -en la contingencia- reorganizar la recuperación, el crecimiento y el desarrollo.

En el debate del Llamamiento la población y la militancia partidista expresaron sus opiniones sobre cuáles eran las conquistas del socialismo –las que para Cuba fijaban su naturaleza-, que no podían perderse en la ejecución de un programa de salida. A saber: La independencia y la soberanía nacional, el sistema político de la democracia socialista, la prioridad y fortaleza de la propiedad social, estatal y cooperativa, los sistemas de seguridad laboral y social, de educación, salud, deporte y cultura física.

En Llamamiento evaluó la experiencia histórica de la nación cubana en su lucha revolucionaria liberadora, y el impacto de esta historia en la configuración de la ideología y en la concepción de socialismo asumida por los comunistas cubanos. También desarrolló una autocrítica profunda sobre los errores cometidos por el Partido, y su respuesta en el proceso de rectificación.

El Llamamiento criticó el estado de las Ciencias Sociales en el país y propuso los derroteros de futuro para la academia social: “Nuestras ciencias sociales y humanísticas –afirmaba el Llamamiento-, debilitadas en el pasado por la falta de auténtico debate científico y la tendencia a copiar y repetir supuestas verdades establecidas por otros, están llamadas a resurgir con fuerza y hacer sentir su papel en la investigación, el conocimiento y la transformación de nuestras realidades socialesiii.

El IV Congreso

El IV Congreso se celebró en el Teatro Heredia de la ciudad de Santiago de Cuba entre el 10 y el 14 de octubre de 1991. Por primera vez, una reunión de semejante naturaleza salió de la capital. No se presentó como en las ocasiones anteriores un In­forme Central. El discurso inaugural del Comandante en Jefe Fidel Cas­tro Ruz se centró en la gravedad de la situación y en la responsabilidad histórica que asumían los comunistas y el pueblo revolucionario:

Hoy nos corresponde –señaló Fidel- a nosotros una responsabilidad universal. Somos el único país socialista en medio del occidente… Hoy luchamos no solo por nosotros mismos, no solo luchamos por nuestras ideas, sino luchamos por las ideas de todos los pueblos explotados, subyugados, saqueados, hambrientos de este mundo; luego, nuestra responsabilidad es mucho mayor”iv.

El IV Congreso, aprobó el Llamamiento discutido en el país. El documento fue presentado en el plenario por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, segundo secretario del Partido. La resistencia y sus vías de concreción centraron el grueso de los análisis. En la clausura el Comandante en Jefe manifestó:

Bajo la dirección de la Revolución y del gobierno socialista, adoptaremos las medidas que haya que tomar para que nuestras fábricas marchen, para que nuestros obreros trabajen, para salir adelante en estas difíciles condiciones, y siguiendo el principio de proteger a todos, de que no quede un ciudadano desamparado en nuestro país, repartiendo lo que tengamos, buscaremos fórmulas para salvar la patria, para salvar la Revolución, para salvar el socialismo”v.

En el Congreso, desde la experiencia históricavi y la propia concepción de Partido de la unidad martiana y leninista, se debatió y aceptó la entrada de los revolucionarios con creencias religiosas en la organización partidista, decisión que rectificaba una injusta exclusión. También se afirmó el papel de la ciencia en función de nuestro desarrollo, y la necesidad de atender la lucha contra el delito.

La reunión aprobó además de tema referente al reto económico del país; resoluciones relacionadas con los Estatutos y el Programa del Partido Comunista de Cuba; el perfeccionamiento de la organización y funcionamiento de los órganos del Poder Popular, y la política exterior. En tan excepcionales circunstancias el Comité Central del Partido fue facultado para tomar decisiones en correspondencia con la difícil situación que se vivíavii.

El programa en perspectiva

La estrategia de salida del período especial, aprobada por el pueblo y el IV Congreso del Partido, impuso la necesidad de adecuar la letra y el orden legal constitucional, y a tal fin se produjo en 1992, una reforma constitucional. Los cambios conllevaron remodelaciones conceptuales, institucionales y políticas, todas tendientes al fortalecimiento del sistema político socialista, el Estado de derecho y el constante crecimiento de la democracia socialista. Esta reforma creó las condiciones desde la ley de leyes para la puesta en marcha de la reforma económica.

En 1992 la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó el primer grupo de medidas tendientes a buscar dentro de la crisis, nuevas alternativas que permitieran salir de las difíciles circunstancias que se resistían. El programa de reformas para reinsertar la economía cubana en las nuevas circunstancias internas y externas, reincorporó la presencia de la propiedad y el capital privado y de las relaciones producción y mercado capitalistas, sin renunciar al papel rector de la economía y las relaciones socialistas. Contempló la recuperación y reorientación del agro, la apertura al turismo internacional y el relanzamiento de la exportación con nuevos productos de ciencia, tecnología, servicios y recursos de capital humano.

En el verano de 1993 fue dictada la despenalización de la tenencia de dólares y divisas en general, decisión que no solo significaba la legalización de la posesión de dólares, sino la despolitización de la tenencia de dinero estadounidense, por lo que tuvo junto al económico un impacto político e ideológicoviii.

Los cambios en la política económica se dirigieron a normar y estimular el trabajo por cuenta propia y a abrir los mercados “liberados” para productos agropecuarios, industriales y artesanales, donde los precios serían determinados por la competencia, y a los cuales concurrirían todos los productores, las empresas estatales, las cooperativas, los productores privados y trabajadores por cuenta propia.

A partir de octubre de 1993, se produce la transformación del sistema estatal de granjas agrícolas -que constituía la forma dominante dentro de la estructura agropecuaria del país-, y su conversión en cooperativas. Surgen entonces las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). Mediante el arrendamiento de la tierra propiedad de la nación -sin que mediara pago de rentas- en usufructo permanente, se estimuló a los obreros agrícolas para que se constituyeran en UBPCix.

La reforma económica se convirtió en el más activo proceso alrededor del cual se concretó la estrategia de victoria de la Revolución. Pero más que un proceso netamente económico, primó en su realización un enfoque político de constante construcción de consenso, previsión, y atención a las contradicciones generadas con la puesta en práctica de las medidas adoptadas. Los primeros resultados positivos de la reforma en curso a escala de la economía nación, se obtuvieron sobre los años 1994-1995.

Sí se puede”

Desde los primeros momentos de ruptura del sistema económico nacional, en medio de las tendencias a la parálisis y la crisis, el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), los Ejércitos, y en particular el Ejército Juvenil del Trabajo y las unidades empresariales de las FAR, dieron una alta demostración de organicidad y preparación para la respuesta de crisis. Fue fundamental la contribución profesional de las FAR a la resistencia primero, y en servicio de la recuperación después.

Las FAR brindaron sus reservas, multiplicaron sus producciones agropecuarias, y enseñaron cómo hacer más con menos, con entrega, disciplina, y acertada aplicación de la tradición, la ciencia y la tecnología. La experiencia de las FAR, se trasladó a los ministerios, a los organismos e instituciones centrales y territoriales. Las administraciones provinciales y municipales y las empresas, se volcaron a la tarea de crear sus propias áreas de autoconsumo.

Junto a Fidel, como su más radical y consecuente discípulo y continuador, Raúl Castro entonces ministro de las FAR, personificó la modelación de lo que era y debía ser un ministro, un cuadro, en medio de la batalla por la sobrevivencia. En entrevista concedida a una personalidad mexicana en abril de 1993, no dudó en afirmar que “Más valen losfrijoles que los cañones”x.

En el escenario político del movimiento de resistencia nacional fue muy significativo, el llamado de “Sí se puede”, realizado por Raúl desde la provincia de Holguín el 18 de julio de 1994. La frase sintetizó 12 horas de análisis de la dirección del país, con los principales cuadros de las provincias orientalesxi.

La frase de Raúl adquirió un significado concreto, ante las urgencias de} alimentación de la poblaciónxii, y se convirtió en acicate y reafirmación de optimismo, a partir de la potenciación de los factores morales e ideológicos en la utilización eficiente de potencialidades internas. El periódico holguinero Ahora!, en el título de su portada dibujó la naturaleza del histórico encuentro, y en palabras de Raúl precisó la única alternativa que existía: ¡Al combate, carajo!xiii.

El acompañamiento de los trabajadores

El proceso de debate de masas del llamamiento al IV Congreso del Partido continuó de manera orgánica con el movimiento de los parlamentos obrerosxiv. Con base en asambleas abiertas lideradas por el movimiento sindical, los trabajadores realizaron la contraparte proletaria al proceso de reforma económica.

Fue fundamental el aporte de la clase obrera en la recuperación de las industrias y en la reorientación productiva, el cambio de organización y mentalidad, y en la aplicación de la estructura de los contingentes, para la terminación de obras paralizadas, y la rápida y eficiente realización de las nuevas inversiones.

Miles de trabajadores y trabajadoras interruptos por la paralización productiva de sus empresas y otros muchos compatriotas, todos y todas convocados por los sindicatos, se trasladaron a vivir voluntariamente en condiciones de campamento, para hacer producir las tierras y aportar la producción agroalimentaria que se precisaba con urgencia. Solo en La Habana se construyeron 20 campamentos agrícolas y se mantuvo una fuerza voluntaria de 30 mil movilizados.

En la lógica de las reformas, se propusieron un conjunto de medidas económicas dirigidas a la disminución del desequilibrio financiero interno. Pero la aplicación de varias de estas medidas–el tema impositivo en particular-, fueron objetadas desde el movimiento sindical que defendía la no afectación del ya deprimido poder adquisitivo de los trabajadores. Esta postura del sindicalismo fue apoyada por Fidel.

Pedro Ros Leal, por entonces Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba subraya el contenido político ideológico que el Comandante le imprimió al debate: Insistía Fidel en la “necesidad de analizar con sentido político los criterios de los especialistas, y que los mejores economistas son aquellos capaces de elaborar medidas con sentido político»xv.

Con fecha 4 de abril de 1994 se habían realizado 80 mil asambleas en todo el país, donde fueron realizadas 261 859 propuestas, que se resumieron en 190 375 planteamientos dirigidos a resolver insuficiencias financieras, elevar la eficiencia económica y la disciplina laboralxvi.

El acompañamiento de los trabajadores se ratificó en 1997 con un nuevo proceso de convocatoria a la reflexión histórica y crítica sobre el socialismo cubano y sus perspectivas. En más de 230 mil asambleas de trabajadores se debatió el documento eminentemente programático del V Congreso del Partido, cónclave celebrado en octubre del citado año.

La defensa de la patria

La defensa armada de la Revolución en su esencialidad patriótica, completó la ecuación de masas que explica la sobrevivencia y repunte de la crisis en la década del noventa. Mientras las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996) intentaban hacer fracasar la estrategia económica de salida, el imperio incrementó la presión militar alrededor del archipiélago, la subversión política, el mercenarismo disidente y el accionar terrorista. Las expresiones de ataque contrarrevolucionario polarizaron la sociedad, con una mayoría a favor del socialismo.

La década de los noventa fue particularmente intensa en la cantidad de actos violentos contra el país. Entre 1959-2000, se produjeron 713 actos de terrorismo contra Cuba, 56 de estos a partir de 1990, organizados y financiados desde territorio estadounidense, con apoyo en varios escenarios de Centroaméricaxvii.

La migración económica ilegal hacia los Estados Unidos fue estimulada desde los Estados Unidos, y una vez más instrumentada con fines políticos. En los grupos marginales, entre los sujetos de la corrupción y en la búsqueda de salidas individualistas, encontró el imperio un sector poblacional proclive a la renuncia y el mercenarismo. Los acontecimientos vandálicos de agosto de 1994, en la zona comercial y las áreas aledañas del malecón habanero de los municipios Centro Habana y Habana Vieja, dieron testimonio de la alianza antisocial alentada por la Embajada de los Estados Unidos en la capital y los servicios de la subversión del país del Norte.

En agosto de 1994 no fueron las fuerzas policiales las que decidieron la recuperación de las calles habaneras para la paz ciudadana. Junto a las autoridades del orden, fue la presencia masiva y combativa del pueblo revolucionario la que decidió el enfrentamiento. Fidel se presentó en las áreas de conflicto, con sus escoltas sin armas, para participar junto al pueblo en el rechazo a la delincuencia.

Para quienes lean desde otras latitudes y experiencias estas apreciaciones, incluso para amigos, podrá parecer que exagero al decir que la presencia de Fidel en las áreas de conflicto, decidió la victoria popular y puso en fuga a los sujetos en desafuero. Pero ahí están las evidencias fotográficas y fílmicas. Fidel a su paso por las calles, con expresa orden de no dejarse acompañar por tropas especiales ni antimotines, a pie firme, fue seguido por una avalancha de pueblo, aún mayor que la que ya hacía frente a los grupos delincuenciales…

La batalla ganada por el pueblo patriota de la capital cubana, magnificada como sublevación contrarrevolucionaria por la propaganda imperialista, respondía a realidades decisivas existentes en la profundidad del tejido social cubano. En momentos en que se producía la ola migratoria, dos millones de cubanos y cubanas se preparaban para la defensa en ejercicios conjuntos de las FAR y las Milicias de Tropas Territoriales (MTT)xviii. En medio de la agudización de la resistencia, de la lucha económica y política, la militancia del Partido Comunista de Cuba creció a un promedio anual de 47 mil militantes, para alcanzar 823 mil miembros contra 523 000 en 1985xix.

Frente a los engendros genocidas de la Ley Torricelli y Helms-Burton, la voluntad de defender el socialismo y hacer frente a la política imperialista como expresión de derecho, se expresó en el orden legislativo con la promulgación de las Leyes 80, de Reafirmación de la Dignidad y la Soberanía cubanas”xx; y 88 de Protección de la Independencia y la Economía de Cubaxxi.

Los principios patrióticos y revolucionarios fueron ratificados en marzo de 1997 con la Declaración de los Mambises del Siglo XXI y dos años después con el Juramento de Baraguá con el que la nación se comprometió a no cesar el combate mientras existiera el bloqueo criminal, la guerra económica, las leyes criminales Torricelli, Helms Burton y de Ajuste Cubano, la ocupación ilegal del territorio de la base naval norteamericana en Guantánamo y todo el conjunto de disposiciones y enmiendas destinadas a agredir e impedir el desarrollo del país. Estos documentos también se sometieron a discusión popular y fueron rubricados cada uno por más de dos millones de ciudadanos.

Para aprender de Fidel

Para aprender del protagonismo histórico del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se hace imprescindible entender cómo el líder se proyecta en el movimiento de masas, educa y crece en contacto y multiplicación de saberes y energías. En el proceso de preparación del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, antes, durante y después en la consecución de sus acuerdos y estrategia, la democracia participativa y decisoria fidelista fue un patrimonio puesto en constante ejercicio de enriquecimiento.

En las complejas circunstancias del período especial Fidel hace del método de consulta y amplio intercambio con el pueblo, un instrumento decisivo para fertilizar la toma de decisiones y consolidar las resistencias en anuencias colectivas. El Comandante en Jefe si de reforma económica se trató, insistió en el enfoque político: “Los mejores economistas son aquellos capaces de elaborar medidas con sentido político”, reflexionaba al calor de los parlamentos obreros. Para Fidel no podía dejarse al mercado la regulación de la sociedad, menos la solución de las necesidades de alimentación del pueblo: De ahí su opción por los contingentes agrícolas, por la movilización popular en la producción agropecuaria. De ahí su opción por el cooperativismo para la producción agropecuaria.

Fidel impulsa el ejercicio del democratismo y el republicanismo socialista cubano, y prácticamente no hubo idea y medida partidista y gubernamental, que no fuera sometida al escrutinio de la opinión pública revolucionaria, a nivel de base laboral y barrial, de asociaciones revolucionarias, funcionarios y cuadros de las instancias partidistas y gubernamentales. No hubo estrategia y plan partidista que no se sometiera a la evaluación y aprobación de los órganos republicanos, a las asambleas del poder popular.

Las decisiones fueron discutidas, enriquecidas y consensuadas con un pueblo que a su vez, protagonizaba en sus individualidades y colectivos un hacer de resistencias y luchas, con tareas concretas de movilización productiva y política. Tareas pensadas, planificadas y ejecutadas en pos de resultados bien definidos.

La década de los noventa

La década de los noventa supuso para el país, un proceso de profunda transformación económica y social. Sus resultados no estuvieron exentos de fuertes tenciones y nuevas contradicciones sociales, pero cumplieron el objetivo fundamental pues garantizaron la sobrevivencia económica y mitigaron los efectos más negativos de la crisis, sin por ello renunciar a la defensa de las principales conquistas del socialismo en Cuba

En su análisis sobre el impacto social del proceso de reformas económicas llevadas a cabo a mitad de los noventa, un muy serio estudio realizado conjuntamente por especialistas de Cuba y organismos internacionales concluyó: “Las aportaciones del caso cubano son de gran utilidad para la reflexión internacional sobre las posibilidades de lograr el desarrollo productivo con equidad”. Si bien “el balance entre las metas sociales y económicas no siempre ha resultado equilibrado”, sí ha habido “una fuerte capacidad de adaptación de las políticas a fin de limitar los efectos adversos”. Todo ello permite afirmar que la base de la estrategia cubana “ha sido la evaluación constante a fin de alcanzar simultáneamente resultados en términos de equidad, desarrollo y bienestar xxii.

La conclusión del citado informe no solo describe el asunto sujeto a investigación, estos resultados en términos de equidad, desarrollo y bienestar”crearon las condiciones mínimas para la estabilidad política y el consenso en la resistencia, fueron constatación de las certezas de la estrategia de salida diseñada por Fidel y el Partido Comunista.

Los resultados de los procesos electorales en los años 1997, 1998 y 2000, la alta participación de la ciudadanía, el voto unido masivo a favor de los candidatos elegidos desde las bases –superior al 90% de los votos en cada consulta-, y entre estos Fidel, Raúl Castro Ruz y otras dirigentes históricos de la Revolución, permiten documentar el criterio de estabilidad política, consenso y hegemonía ideológico cultural socialista que prevaleció en Cuba al finalizar la década.

Notas:

i José Luis Rodríguez: Notas sobre la economía cubana, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello-Ruth Casa Editorial, La Habana-Panamá, 2011, p 23.

ii El IV Congreso se celebró en la ciudad de Santiago de Cuba del 10 al 14 de octubre de 1991.

iii Partido Comunista de Cuba: ¡Al lV Congreso del Partido! ¡El futuro de nuestra patria será un eterno Baraguá!, Granma, La Habana, 18 de marzo de 1990.

iv Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en la inauguración del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Teatro Heredia, Santiago de Cu­ba, 10 de octubre de 1991.Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1991/esp/f101091e.html.

v Fidel Castro Ruz:Discurso pronunciado en la clausura del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Plaza, General Antonio Maceo, Santiago de Cuba, 14 de octubre de 1991. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1991/esp/f141091e.html.

vi En la historia del primer Partido Comunista de Cuba, las creencias religiosas no limitaban el ingreso y militancia.

vii Se facultó al Buró Político para crear de su seno un grupo de trabajo, el cual tendrá a su cargo la atención de los asuntos cotidianos de la Dirección del Partido, lo mantendrá al tanto de su gestión, le consultará y rendirá cuentas en sus reuniones

viii Jorge Mario Sánchez Egozcue y Juan Triana Cordoví: ­ “Un panorama actual de la Economía Cubana, las transformaciones en curso y sus retos perspectivos”, (DT) DT Nº 31/2008- 26/06/2008.

ix Ver: Lázaro Peña Castellanos y Armando Nova González: “Transformación económica agrícola: UBPC y Mercado Agropecuario”, Centro de Estudios de la Economía Internacional (CIEI) La Habana, 1997).

x  Raúl Castro Ruz: Entrevista concedida a Mario Vázquez Raña. “Más vale frijoles que cañones”, El Sol de México, México, 21 de abril de 1993. Reafirmado en: Discurso pronunciado por  Raúl Castro Ruz, en las conclusiones de la primera sesión ordinaria de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Palacio de las Convenciones, La Habana, 11 de julio de 2008. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/rauldiscursos/2008/esp/r110708e.html

xi La reunión se efectuó en el teatro Celia Sánchez Manduley, en la sede holguinera del Partido Comunista de Cuba. Ver: Rodobaldo Martínez Pérez: Historia del Sí se puede, Ahora!, Holguín, 8 de agosto del 2019. Disponible en: http://www.ahora.cu/es/opinion/6015-historia-del-si-se-puede

xii Ver: Agustina Bell Bell: Mis vivencias del período especial, una etapa que no volverá, Radio Mambí, Santiago de Cuba, 7 noviembre, 2019. Disponible en: http://www.radiomambi.icrt.cu/santiago/mis-vivencias-del-periodo-especial-una-etapa-que-no-volvera/

xiii Ident ant.

xiv Así nombradas por Fidel en la sesión de la Asamblea Nacional del 26 de diciembre de 1993. Ver: Pedro Ross Leal: Los parlamentos obrero. Historia cubana de resistencia y batalla, Editora Mediayte, SRI, Santo Domingo, 2019, p 135.

xv Pedro Ross Leal: Los parlamentos obreros. Historia cubana de resistencia y batalla, Editora Mediabyte, S.E.I., Santo Domingo, 2019, p 121.

xvi Ver: Pedro Ross Leal: Ob. Cit, p 135.

xvii Datos sobre el terrorismo contrarrevolucionario. En: Museo “Memorial de la Defensa”. Ministerio del Interior de la República de Cuba, La Habana, febrero del 2024.

xviii Arnaldo Silva León: El diferendo Cuba-Estados Unidos (1976-1990). En: José C. Cantón Navarro y Arnaldo Silva: Ob. Cit., p 203.

xix Arnaldo Silva León: Las reformas políticas y el perfeccionamiento de la democracia socialista. En: José C. Cantón Navarro y Arnaldo Silva León: Historia de Cuba. 1959-1999. Liberación nacional y socialismo, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2009, p 229.

xx República de Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular. 1996. “Ley n.° 80 ‘Ley de Reafirmación de la Dignidad y la Soberanía cubanas”. Gaceta Oficial de la República, Extraordinaria n.° 2, 24 de diciembre de 1996.

xxi República de Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular. 1999. “Ley n.° 88 ‘Ley de Protección de la Independencia y la Economía de Cuba’. Gaceta Oficial de la República, Extraordinaria n.° 1, 15 de marzo de 1999.

xxii Ver: Jorge Máttar y Elena Álvarez, (coord.): Política social y reformas estructurales: Cuba a principios del siglo XXI. CEPAL, INIE y PNUD, México, 2004. pág. 258.

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