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En plena noche del miércoles 30 de agosto, poco después del anuncio de la victoria electoral del presidente en ejercicio, Ali Bongo Ondimba (en el cargo desde 2009 y, por tanto, en su tercer mandato, descendiente de la familia que gobierna el país desde hace más de medio siglo), fue depuesto y detenido por un grupo de miembros de las fuerzas armadas.

La reunión de los países BRICS en Johannesburgo ha sido sin duda el acontecimiento más importante de este año.

En medio de amenazas y tensiones, el ultimátum que la organización CEDEAO había lanzado a Níger ha expirado. El Occidente colectivo clama contra el “golpe” y apoya al depuesto presidente Bazoum, que ganó las elecciones por fraude. Bazoum es el hombre de Francia, ya que siempre ha tenido como prioridad los intereses de París en su país y no los de los nigerinos, reprimiendo a la oposición y llegando incluso a dar hospitalidad a las tropas francesas expulsadas de Malí.
El presidente iraní Ebrahim Raisi, ha llegado a Nicaragua y en esos días visitará Venezuela y Cuba.
La idea de derrocar gobiernos por la fuerza es tan antigua como la política. Tiene su origen en los complots para sustituir a la clase dominante por otra nueva y triunfa o fracasa en virtud del sistema de alianzas nacionales e internacionales que los apoyan.
A menudo sucede en la historia que el éxito de unos pone de relieve el fracaso de otros.