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10 de enero de 2017, la fecha «mágica»

Fuentes: Rebelión

El punto de quiebre para Venezuela tiene fecha: 10 de enero de 2017 cuando el presidente Nicolás Maduro cumpla cuatro años de gobierno. Hasta entonces, seguirá la guerra de micrófonos, la económica. Mientras, se especula sobre varios escenarios que definirían el rumbo del país y se define el destino del referendo revocatorio del mandato presidencial […]


El punto de quiebre para Venezuela tiene fecha: 10 de enero de 2017 cuando el presidente Nicolás Maduro cumpla cuatro años de gobierno. Hasta entonces, seguirá la guerra de micrófonos, la económica. Mientras, se especula sobre varios escenarios que definirían el rumbo del país y se define el destino del referendo revocatorio del mandato presidencial que promueve la oposición contra Maduro.

Si la consulta se realiza antes del 10 de enero y el mandatario es revocado, habría elecciones anticipadas. Pero el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció que, cumplidos los requisitos, sería después de esa fecha, con lo cual, de ser revocado, Maduro sería sustituido por su vicepresidente, postergando el objetivo de la oposición de cambiar el gobierno hasta los comicios presidenciales de 2018.

Hoy el vicepresidente es Aristóbulo Istúriz, pero el cargo es de nombramiento directo del mandatario y puede sustituirlo cuando desee. El bolivarianismo, que hoy arropa a Maduro y la permanencia en el poder, entraría en disputa por la selección del vicepresidente.

La oposición, que exige que el plebiscito se realice este año, deberá recolectar, del 26 al 28 de octubre, cuatro millones de firmas (20% del registro de votantes) necesarias para que se convoque la consulta. Pero todo indica que no dan los tiempos, pues tras la recolección de firmas tomará un mes revisarlas y otros tres organizar la consulta.

«Lo peor que le puede pasar a la oposición es que el plebiscito se haga este año: está totalmente dividida, sin liderazgo ni ideas, y los únicos planes que tienen es la desestabilización y desprestigio del gobierno y del país, pero no un plan de gobierno», me señalaba un preocupado alto dirigente de la variopinta coalición opositora.

El estratega político Juan José Rendón, asesor de la oposición (y también de Álvaro Uribe) pidió la creación de una nueva alianza opositora que no solo incluya partidos políticos, sino que tenga un margen de inclusión de dirigencia mucho más amplio: agrupe estudiantes, sindicatos, exiliados, chavistas descontentos, miembros de confesiones religiosas, gremios, entre otros.

Réndon aseguró que la recientes decisiones del CNE decretaron «la muerte de la MUD y sostuvo que la alianza opositora «secuestró las voluntades de espacios, de intereses de la ciudadanía», pues solo «convoca para marchar».

Según la consultora Venebarómetro, siete de cada diez venezolanos quiere un cambio de gobierno y 76,4% reprueba la gestión de Maduro. Otra encuesta revela que 85% de los venezolanos quiere diálogo y la mayoría se inclinaría a que sea para resolver problemas económicos, mientras que un 87% respalda la mediación del papa Francisco y apenas un 10% se opone. La veracidad de las encuestas siempre queda en entredicho, sobre todo por lo que muestra la realidad.

Si la recolección es contundente «será difícil que el oficialismo no convoque el referendo, pero lo hará para 2017 y hay que ver cuál es la respuesta opositora. Se elevaría la tensión», dijo Luis Vicente León, presidente de la consultora Datanálisis y «guionista» de la oposición, quien también advirtió que es posible que el fracaso en la colecta de firmas desinfle la presión, genere frustración y fractura en la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), que sigue adoleciendo de la falta de un liderazgo único.

Pero todo dependerá de la evolución de la crisis económica. Por ahora, Masuro apeló a un nuevo cambio de varios ministros del gabinete, consciente de que Un mayor deterioro podría alimentar el enojo popular y elevar la presión por el revocatorio. Aunque el gobierno apuesta a revertir su impopularidad reduciendo la severa escasez de alimentos para llegar a 2018, los analistas ven «más conflictividad» si no hay referendo.

Y,a pesar de los constantes llamados a la paz, el diálogo, la convivencia, la concertación, se fortalece la polarización interna y los esfuerzos por eliminar al otro, se incrementa la confrontación de poderes, se acrecientan los intentos por deslegitimar la institucionalidad y erosionar la credibilidad. Ahora, el papa Francisco entra en el juego y la pregunta obligada es ¿ocurrirá un milagro?

El discurso político cumple una función polémica que tiene como destinatarios tanto a partidarios como adversarios políticos. Ambas partes apuntan constantemente a la democracia, libertad, justicia y, en la construcción del destinatario, aluden al demócrata y al pacifista, curiosamente en un contexto bélico. Para el sector oficial el destinatario continúa siendo el pueblo revolucionario. Intentando arrebatárselo al chavismo, la oposición ha incorporado recientemente en su discurso al pueblo débil y sufrido, producto de la crisis, señala la socióloga Maryclén Stelling

Esto, inevitablemente se vincula a la política externa, en la medida en que los conflictos domésticos -democracia, derechos humanos, desabastecimiento, guerra económica y comunicacional- desbordan las fronteras nacionales y cobran otras dimensiones hasta devenir en una suerte de peligro regional e internacional, y así lo publicita permanentemente el terrorismo de la presa hegemónica internacional.

Agresiones e injerencia a granel

Al no contar con consenso en foros regionales, la última agresión contra Venezuela -y la injerencia sistemática en problemas internos- llegó conjuntamente de los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, México y Perú. O sea, los países de la Alianza del Pacífico, menos Colombia, más Brasil y Argentina. Poco antes, ya se había pronunciado EEUU contra una resolución interna del Consejo Nacional Electoral.

Eleazar Díaz Rangel, director del diario de mayor venta del país,Últimas Noticias, observa una diferenciación entre lo que fue la constante agresión contra Cuba y la que ocurre ahora con Venezuela. La revolución cubana influyó mucho en la izquierda de los países latinoamericanos y estimuló la formación de guerrillas en varios países, Venezuela, Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y potenció las de Colombia, pero la mayoría sin opciones de alcanzar el poder.

Destaca que la influencia del proceso venezolano trascendió los límites guerrilleros, y contribuyó a que llegaran al gobierno sectores progresistas en Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador y El Salvador, que crecieran las fuerzas de izquierda en otros países, ayudó a consolidar las revoluciones en Cuba y Nicaragua, acercó a los países del Caricom. Por eso -y por su enorme reservorio de hidrocarburos y la riqueza de sus recursos naturales- seguirán las agresiones..

Pareciera que ha pasado la época de las intervenciones militares directas instauradas como norma desde el siglo XIX, y realizadas por Estados Unidos en México, Nicaragua, Cuba, Haití, Honduras, Panamá, República Dominicana y Granada. Hoy promueve la intervención indirecta por medio de conspiraciones ejecutadas fundamentalmente por factores internos que son apoyados con recursos, logística, información, y respaldo internacional mediático y político.

El analista Néstor Francia, señala que en el caso de Venezuela, hay que sumar un hecho de trascendental importancia: las grandes fortalezas del movimiento popular venezolano. La resistencia a una invasión sería monumental, armada, organizada, prolongada. Pero, además,: Venezuela es un proveedor de petróleo seguro y más barato, por ahora, y en el sentido estratégico también.

Algunos señalan que la paz en Colombia será el inicio del comienzo de la guerra en Venezuela, porque los actores violentos colombianos cruzarán la frontera (unos hablan de los guerrilleros, los más temen a los paramilitares).. De cierta forma, Venezuela es un polvorín, señala el analista cubano-venezolano (antichavista) Faustó Masó. ¿Vendrá la paz en Colombia y la guerra en Venezuela?

Masó recuerda que contra la violencia en Venezuela conspira el amor a la paz tradicional de los venezolanos, la facilidad con que buscaron en el pasado salidas políticas a las guerrillas y supieron darles cabida a los grupos radicales en los proyectos electorales. «Quizá necesitamos moderar el lenguaje político, abandonar el hábito de pintar todo en blanco y negro, aceptar que hay muchos matices y que es posible un camino medio entre el chavismo y el antichavismo», concluye.

Y la vida sigue. Comenzando octubre hubo un hecho en Venezuela, excepcional en América Latina: se iniciaron las clases en 30 mil escuelas, de ellas 200 nuevas, se vendieron a bajo precio 1,5 millones de kits de uniformes escolares, se repartieron nueve millones de cuadernos, 20 millones de textos y 300 mil canaimita (laptops)s, para llegar a los cinco millones entregados desde el gobierno de Hugo Chávez, en un año de pocas divisas y de dificultades financieras del gobierno.

Si no hay referendo, la oposición tendría que esperar a las elecciones de fines de 2018 y que Maduro concluya su período en enero de 2019. La fecha «mágica» es la del 10 de enero próximo y quedan poco más de tres meses.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.