Con estas hermosas lineas, José Martí da inicio a los quince poemas que conforman Ismaelillo.
Hijo: Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti. Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.
¡Lleguen al tuyo!
Fue en aquella Caracas, que Martí llegó a amar tanto donde el poeta escribió en 1881 esta obra que es referente de los inicios de la poesía modernista en Latinoamérica y El Caribe. Al año siguiente lo publica Martí en Nueva York, en la imprenta de Thompson y Moreau.
En el poema introductorio se pone de manifiesto el amor del padre al hijo ausente, son versos que transitan desde el valle y los montes caraqueños, que remontarán el fuerte oleaje del mar y que llegarían a las soleadas playas de La Habana, lugar donde José Francisco, el hijo, Ismaelillo, se encontraba junto a su madre Carmen Zayas Bazán, la esposa de José Martí.
Lourdes Ocampo Andina en su obra “Versos: José Martí” (2013: 9 – 10), dice lo siguiente:
“Es Ismaelillo un libro escrito desde un presente concreto, en la década de 1880, para un receptor futuro: de una generación precedente a otra posterior. No es solo la expresión de la ternura paternal, sino que en él bulle una impaciente sed por instaurar una nueva estética y, por supuesto, una ética que fundamenta la bondad de la conducta humana; porque en Martí la obra poética ha de cumplir dos objetivos autónomos, pero concomitantes: el fin estético que le es propio y, además, el fin ético, por el cual la creación literaria se convierte en instrumento poderoso de redención social.”
“La nostalgia por su hijo, al tomar cuerpo en la poesía, accede a un nivel ético que la depura de las trivialidades cotidianas, y la introduce dentro de los intereses humanos esenciales. El hijo del sujeto lírico es el destinatario explícito e implícito; pero a la vez este hijo es un ideal ético, un símbolo de las futuras generaciones, de mejoramiento humano y de vida futura.”
En Ismaelillo podemos ubicar temas, funciones y símbolos que nos llevan a conocer las interioridades de la obra, como la pureza e inocencia del niño, él es quien da protección a su padre, ello queda claro en las expresiones que incorporan la corona, la almohada y la espuela en el poema “Príncipe enano”; el niño es compañero espiritual del poeta y así lo expresa en “Sueño despierto”. El hijo da fuerzas a su padre, es inspiración vital. Importante en la obra las imágenes oníricas que se aprecian en “Musa traviesa”. El sentimiento de amor y ausencia de su hijo se manifiestan con mayor vehemencia en “Mi caballero” y “Musa errante”. En “Mi reyecillo”, Martí se preocupa por la formación futura de su hijo, en el sentido que no caiga en apetencias materiales innobles.
Algunos de esos poemas:
Sueño despierto
Yo sueño con los ojos
Abiertos, y de día
Y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
Del ancho mar revuelto,
Y por entre las crespas
Arenas del desierto,
Y del león pujante,
Monarca de mi pecho,
Montado alegremente,
Sobre el sumiso cuello,
Un niño que me llama
Flotando siempre veo!
Mi caballero
Por las mañanas
Mi pequeñuelo
Me despertaba
Con un gran beso.
Puesto a horcajadas
Sobre mi pecho,
Bridas forjaba
Con mis cabellos.
Ebrio él de gozo,
De gozo yo ebrio
Me espoleaba
Mi caballero:
¡Que suave espuela
Sus dos pies frescos!
¡Cómo reía
Mi jinetuelo!
Y yo besaba
Sus pies pequeños,
¡Dos pies que caben
En solo un beso!
Amor errante
Hijo, en tu busca
Cruzo los mares:
Las olas buenas
A ti me traen:
Los aires frescos
Limpian mis carnes
De los gusanos
De las ciudades:
Pero voy triste
Porque en los mares
Por nadie puedo
Verter mi sangre.
Musa traviesa
Mi musa? Es un diablillo
Con alas de ángel.
¡A musilla traviesa,
Qué vuelo trae!
Yo suelo, caballero
En sueños graves,
Cabalgar horas luengas
Sobre los aires.
Me entro en nubes rosadas,
Bajo a hondos mares,
Y en los senos eternos
Hago viajes.
Allí asisto a la inmensa
Boda inefable,
Y en los talleres huelgo
De la luz madre:
Y con ella es la oscura
Vida, radiante,
Y a mis ojos los antros
Son nidos de ángeles!
José Martí, su hijo y su esposa
Wolfgang R. Vicent Vielma. Trabajador de la Casa de Nuestra América José Martí, Profesor de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana.
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