La masiva marcha que iniciará este domingo el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, para culminar el 17 de mayo en la capital del país, será una protesta contra la política económica que, según dirigentes campesinos, impide la reforma agraria. Goiania, la capital del estado de Goiás ubicada a 210 kilómetros de […]
La masiva marcha que iniciará este domingo el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, para culminar el 17 de mayo en la capital del país, será una protesta contra la política económica que, según dirigentes campesinos, impide la reforma agraria.
Goiania, la capital del estado de Goiás ubicada a 210 kilómetros de Brasilia, será el punto de partida en la jornada de celebración del Día Internacional de los Trabajadores para 12.722 manifestantes, todos acreditados con un distintivo para «evitar infiltraciones», informó este jueves Joao Pedro Stédile, uno de los coordinadores del MST.
Su objetivo es «promover el debate, generar conciencia sobre la necesidad de la reforma agraria» que camina «a pasos de tortuga», pese al «gobierno popular» del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, dijo Stédile en rueda de prensa con corresponsales extranjeros.
Lula, líder del Partido de los Trabajadores, prometió entregarle tierras a 430.000 familias durante su gobierno de cuatro años iniciado en 1 de enero 2003.
Las autoridades anunciaron haber asentado en tierras productivas 81.000 familias el año pasado, pero de hecho sólo fueron 35.000, pues las demás sustituyeron otras entregas anteriores y que desistieron de ocuparlas, según el dirigente.
Este «enigma» de un gobierno «favorable» a los campesinos que no logra darles tierra para trabajar se debe a tres trabas, el Estado organizado para atender sólo a los ricos, la influencia del empresariado agroindustrial, «una actualización de la ‘plantation’ colonial» y la política económica volcada a concentrar riqueza, sostuvo.
Sin modificar la orientación económica de altos intereses, ajuste fiscal y prioridad exportadora, «no habrá reforma agraria», por eso la marcha tendrá como blanco esa política adoptada en gobiernos anteriores y que Lula mantiene, destacó Stédile, graduado en economía.
A Brasil le falta «un proyecto de desarrollo nacional» para movilizar esfuerzos e incorporar a la producción y al mercado cuatro millones de familias campesinas sin tierra. Si a cada una de ellas se destinaran 15 hectáreas, aun así se ocuparía sólo la mitad de las tierras que hoy forman parte de grandes extensiones improductivas, argumentó.
El sector agroindustrial, en su opinión, «es una ilusión, no soluciona los problemas ni de la agricultura ni del desarrollo», porque genera más desempleo y no impulsa la economía. Hace dos décadas la industria vendía 65.000 tractores al año, porque había muchos pequeños y medianos agricultores, y ahora bajó a casi a la mitad ante la concentración de la tierra, ejemplificó.
Es la agricultura familiar que abastece la nación, ya que responde por 70 por ciento de los alimentos consumidos en Brasil, acotó Valquimar Reis, otro coordinador nacional del MST. La agroindustria se dedica a la exportación, con sus monocultivos que provocan éxodo rural, señaló.
Promover una marcha «con tanta gente es una epopeya», exige una gran estructura de abastecimiento de agua, alimentos, tiendas de campaña y baños móviles, apuntó Reis, dirigente involucrado directamente con la organización de la manifestación.
Añadió que, en términos de participantes, es la «mayor marcha» de los campesinos brasileños. En la carretera entre Goiania y Brasilia se formarán columnas de cinco kilómetros, se prevé.
Los costos de esa manifestación serán pagados con recursos donados por «instituciones amigas» de Brasil y del exterior, informó. Las delegaciones provenientes de cada estado brasileño aportarán alimentos transportándolos en sus autobuses y camiones, mientras alcaldías y gobiernos locales ofrecieron contribuciones, como agua y alguna infraestructura.
Las marchas por las carreteras, constantes en la historia del MST, alimentan la «mística» que viene desde las migraciones «en busca de la Tierra Prometida» registradas en el Viejo Testamento de la Biblia, pasando por la «Larga Marcha» china y la «Columna Prestes» que cruzó Brasil en la década de 1920 por cambios políticos, sostuvo Reis.
Los caminantes deberán arribar a Brasilia la noche del 16, para participar en varios actos y encuentros en la capital. Las dos manifestaciones principales se realizarán delante de la sede de la embajada de Estados Unidos, «la que manda de hecho», y del Ministerio de Hacienda, que conduce la economía, adelantó Stédile.
Las delegaciones que compondrán la marcha están partiendo de sus respectivos estados en autobuses, después de un acto de lanzamiento. En Río de Janeiro, «correspondiendo a la belleza local», habrá un espectáculo cultural este viernes junto al Cristo Redentor, un punto turístico de la ciudad, para la «bendición de los caminantes», dijo Marina Santos, dirigente local del MST.
Serán manifestaciones «pacíficas» que no derivarán en ocupaciones de edificios públicos en Brasilia, aseguró Stédile, ante el temor de gestos radicales, como la invasión de la sede del Ministerio de Hacienda hace dos semanas por el llamado Movimiento de Liberación de los Sin Tierra (MLST).
La marcha es promovida por la Vía Campesina, red internacional que en Brasil comprende, además del MST, los Movimientos de Pequeños Agricultores, de Mujeres del Campo y de Afectados por Represas. En cambio, el MLST, otro grupo campesino más radical, no participa de la movilización.
Los manifestantes caminarán «por la mañana, evitando el sol fuerte» del Planalto Central de Brasil, y durante el resto del día participarán de talleres y charlas sobre economía, reforma agraria, agua y los productos transgénicos. Será «un curso de formación y los casi 13.000 trabajadores volverán a sus tierras más preparados», anunció Stédile.
En Brasilia, sus representantes dialogarán con varios sectores del gobierno, para tratar de asuntos específicos, como educación, salud y cuestiones de tenencia de la tierra.
Junto a los parlamentarios defenderán un proyecto en trámite que establece el derecho de la población a convocar plebiscitos, según determinadas reglas, como un mínimo de firmas en la propuesta. Ese poder, por ahora, es exclusivo de los diputados, lamentó Stédile.